Al volante del Model 3
Probamos el coche del jefe de proyecto
Apenas son las tres y media de la tarde, mientras los empleados de las f¨¢bricas aleda?as comienzan el fin de semana, el revuelo alrededor de Tesla es notable. Su gran apuesta va a empezar a rodar. A las 9 de la noche, Elon Musk comenzar¨¢ la entrega de los primeros 30 coches que saldr¨¢n del recinto. Antes, los invitados de medios, apenas un par de docenas, pueden probar los primeros coches de manera ordenada, en tr¨¢fico real, viendo c¨®mo los otros conductores se quedan mirando.
La primera sensaci¨®n es la de un coche sencillo, sin ¨¢nimo de ostentaci¨®n. Claramente funcional. Las ventanas se suben y bajan con botones elegantes, pero f¨ªsicos. Como los de los utilitarios de siempre.
El salpicadero simula madera y no hay pantalla tras el volante. S¨ª una grande que sobresale, como si estuviera en un atril, ya no va incrustada como en los modelos anteriores y tampoco vertical, sino horizontal.
En la misma se gestionan los mapas, velocidad, autonom¨ªa, m¨²sica, consultas en Internet, informaci¨®n de tr¨¢fico, temperatura¡ Es el centro y es t¨¢ctil. Tambi¨¦n funcionar¨¢ con voz, pero no hemos llegado a probarlo.
El autopiloto no est¨¢ disponible. No hasta que el coche recorra suficientes kil¨®metros como para que las c¨¢maras y sensores tengan datos y lo ofrezcan con seguridad. Seguramente su due?o pueda ir y volver del trabajo sin manos en un par de meses.
Cuando se arranca no hay sonido, tampoco palanca. Tras al volante dos manillas que parecen cl¨¢sicas, como en cualquier coche de gama media. La izquierda sirve para dar los intermitentes, poner los limpiaparabrisas o ajustar luces. La derecha, aunque tienen un dise?o similar, sirve para poner las marchas. Son las mismas que en un modelo autom¨¢tico. Al apretar se pone en modo parking y ya nos podemos bajar.
A diferencia de los modelos S y X, no hay tres filas de asientos (la ¨²ltima opcional), pero se mantienen dos maleteros. Acelera sin hacer ruido. La sensaci¨®n es similar a la de un Volkswagen deportivo, y seguramente sea uno de los modelos con los que m¨¢s se va a comparar.
En la vuelta alrededor de la factor¨ªa que da trabajo a m¨¢s de 6.000 personas, bordeamos obras, saludamos a curiosos que abren la boca ante el trabajo de los vecinos en los sem¨¢foros y antes de querer darnos cuenta ya estamos de nuevo en el punto de partida. El tr¨¢fico real no deja demasiadas concesiones para hacer una prueba real, pero las sensaciones son positivas.
El copiloto, que lleva cuatro a?os en la empresa y m¨¢s de dos y medio inmerso en este proyecto, no oculta su satisfacci¨®n. Al d¨ªa siguiente ese coche que hoy nos presta ser¨¢ suyo.
Si alguien quiere un Tesla ya, ya, ya, lo mejor es que se haga con un S y lo reciba en un par de meses. El 3 puede tener una espera de un a?o si se pide hoy, pero todav¨ªa tienen que salir de la l¨ªnea de producci¨®n los reservados.
Al volver al punto de partida, todav¨ªa quedaba una sorpresa. ¡°?Te gustan las monta?as rusas?¡±, fue toda la oferta. Un Model S P100D, el m¨¢s potente de toda la gama, de asientos de cuero blanco esperaba para llevarnos a la pista de pruebas, situada entre la parte trasera de la nave y las v¨ªas del tren. ¡°Posa la cabeza¡±, advierte el conductor. Esta vez no nos dejan ponernos a los mandos. Con raz¨®n. El ludicrous mode pasa de 0 a 100 en 2,8 segundos.
?Por qu¨¦ Tesla tiene una pista as¨ª en su sede? Porque ya estaba cuando compr¨® el edificio. Antes de ser el coraz¨®n del coche que m¨¢s inter¨¦s despierta en los ¨²ltimos a?os perteneci¨® a General Motors y Toyota, una fusi¨®n temporal de recursos para abastecer a la Costa Oeste. En 2010 comenz¨® a escribir la historia de Tesla, el sue?o de Elon Musk.
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