Factible, aunque muy ajustado
Se puede conseguir el objetivo del d¨¦ficit porque el crecimiento superar¨¢ el 3% y el Gobierno tiene posibilidades de subir ingresos
As¨ª es c¨®mo califica la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) la expectativa de cumplimiento del objetivo de d¨¦ficit p¨²blico en Espa?a en 2017. Un juicio que coincide en buena medida con el consenso de los expertos que participan en el panel de Funcas: en julio pronosticaban un d¨¦ficit del 3,2% del PIB una d¨¦cima por encima del objetivo pactado con Bruselas, el 3,1%.
Mi opini¨®n es algo m¨¢s optimista. Doy por hecho el cumplimiento, por dos motivos. El primero es que el crecimiento volver¨¢ a superar el 3% en 2017, claramente por encima de lo esperado. Y ese mayor dinamismo acabar¨¢ not¨¢ndose en las cifras de recaudaci¨®n. El segundo es que el Gobierno central tiene en cartera posibilidades de incremento de ingresos contempladas en el paquete fiscal dise?ado para la pr¨®rroga del a?o 2016 que no han sido trasladadas a los PGE-2017, como el impuesto sobre bebidas azucaradas o los medioambientales.
No obstante, no podemos estar satisfechos. En 2016 cumplimos porque elevamos dos veces el objetivo de d¨¦ficit. Y en 2017 seguimos por encima del 3%, a pesar de que el PIB encadena varios a?os de expansi¨®n vigorosa y hemos recuperado buena parte de lo perdido en el pasado. El componente c¨ªclico del d¨¦ficit, la parte del mismo explicada por la coyuntura, sigue caminando r¨¢pidamente hacia una posici¨®n neutral, pero nosotros seguimos sin cuadrar cuentas. En otras palabras, mantenemos un d¨¦ficit estructural excesivo que no podemos obviar.
Compar¨¢ndonos con nuestro entorno, ese d¨¦ficit estructural no parece que venga explicado por un nivel de gasto excesivo, sino por una recaudaci¨®n tributaria relativamente baja, que, a su vez, vendr¨ªa determinada por la combinaci¨®n de un fraude fiscal m¨¢s elevado, las deficiencias y limitaciones del sistema fiscal espa?ola y una querencia excesiva por beneficios fiscales de distinto tipo: los llamados gastos fiscales se sit¨²an por encima de la media de los pa¨ªses de nuestro entorno.
Pero el gobierno central insiste en que el camino est¨¢ en la reducci¨®n del peso del gasto en el PIB. En su estrategia presupuestaria se dise?a una senda que permite reducir 3.2 puntos porcentuales el gasto sobre el PIB de 2016 a 2020, con un gasto nominal que puede expandirse ligeramente por encima del 2% anual (2.2%). Al mismo tiempo, los ingresos se mantienen casi estables, con un aumento de ocho d¨¦cimas porcentuales en el mismo per¨ªodo. Es decir, que el ajuste (insuficiente) en el d¨¦ficit recaer¨ªa en un 80% en el lado del gasto y un 20% en el de los ingresos.
Seguimos sin querer hablar de reforma fiscal. Nos contentamos con rebajas en busca de votantes y parches, asumimos sin sonrojarnos las inequidades que genera el fraude y los tratamientos fiscales particulares, renunciamos a aprender de los errores propios y de las experiencias exitosas en otros pa¨ªses. Nos equivocamos.
Santiago Lago Pe?as es director de GEN (Universidad de Vigo).
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