El guardi¨¢n del mundo libre
La Uni¨®n Europea debe perseverar en su esfuerzo por un rol hegem¨®nico en la pol¨ªtica mundial
La crisis financiera mundial, que comenz¨® hace ahora 10 a?os, puso de manifiesto que la supervivencia a largo plazo del orden internacional propugnado por Occidente no es inexorable. Hoy se asume que si Estados Unidos pierde su puesto de potencia hegem¨®nica en ese orden internacional, China se abrir¨¢ camino como nuevo l¨ªder mundial. Pero ?c¨®mo ser¨ªa el orden mundial liderado por China?
Los acontecimientos sucedidos este verano dejan entrever la respuesta a esa pregunta. En junio, una sucursal de Repsol realiz¨® perforaciones en el litoral del mar del Sur de China perteneciente al ¨¢rea econ¨®mica exclusiva de Vietnam. China no tard¨® en reaccionar. En primer lugar, cancel¨® una reuni¨®n prevista con Vietnam sobre seguridad y amenaz¨® con atacar su posici¨®n en las islas Spratly. Ante la imposibilidad de contar con el apoyo de Estados Unidos, Vietnam cedi¨® ante China y orden¨® a Repsol detener las excavaciones. Una victoria del poder sobre el derecho.
En julio, antes de la reuni¨®n del G20 en Hamburgo, se dio a conocer la noticia de que el premio Nobel de la Paz Liu Xiaobo ¡ªa quien el Gobierno chino tuvo detenido durante casi una d¨¦cada por sus llamamientos en favor de la democracia¡ª ten¨ªa c¨¢ncer de h¨ªgado en estado avanzado. Liu solicit¨® permiso para recibir tratamiento en el extranjero, pero el Gobierno chino le neg¨® un tratamiento digno. Falleci¨® muy poco despu¨¦s.
Y lejos de condenar tan cruel comportamiento, el silencio se erigi¨® en respuesta de la comunidad internacional, en particular de Europa. Nadie mencion¨® p¨²blicamente a Liu durante el G20. Incluso despu¨¦s de que Liu falleciera, los l¨ªderes occidentales se limitaron a dirigir insulsos mensajes de condolencia. Nadie quiere contrariar a China.
A simple vista, este puede parecer un comportamiento sensato, sobre todo para Europa, que a¨²n lucha por posicionarse internacionalmente despu¨¦s de a?os de crisis econ¨®mica. China es el segundo socio comercial de la Uni¨®n Europea, detr¨¢s de Estados Unidos, y se ha convertido en una fuente clave de inversi¨®n directa, con aproximadamente 35.000 millones de euros repartidos en la Uni¨®n solo el a?o pasado.
Pero este pragmatismo aparente tiene serios inconvenientes. Quiz¨¢s, m¨¢s que cualquier otro actor mundial, Europa ¡ª no la UE, sino Europa en su totalidad¡ª tiene inter¨¦s en que perdure un ordenamiento liberal basado en la cooperaci¨®n m¨¢s que en la competencia; un sistema que realza los puntos fuertes de Europa y mitiga sus debilidades.
La cooperaci¨®n interestatal basada en normas es inherente a la identidad europea ¡ªen particular, a la de la UE¡ª. Constituye la base del proyecto europeo: unir Estados a trav¨¦s de principios, normas, valores e intereses comunes. Ello ha permitido alcanzar paz y prosperidad nunca antes vistas en una regi¨®n por largo tiempo reh¨¦n del conflicto y la competencia.
Para Europa, el poder blando supera al poder duro. As¨ª funciona en el marco del actual sistema jur¨ªdico, en el que la UE ¡ª con un fuerte ordenamiento jur¨ªdico en vigor, competencia tecnol¨®gica, una poblaci¨®n cualificada y una gran influencia cultural¡ª juega un papel fundamental a la hora de reunir a actores diversos. Pero en un nuevo mundo de transacciones ad hoc y relaciones de puro poder, que tanto China como Estados Unidos (hoy) parecen preferir, estas cualidades beneficiar¨ªan en poco a Europa.
Pero ?qu¨¦ puede hacer Europa? La Uni¨®n Europea no est¨¢ preparada para liderar el orden mundial. A pesar de lo que digan el presidente de la Comisi¨®n Europea, Jean-Claude Juncker, y el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, EE UU es ¡ªy, por el momento, continuar¨¢ siendo¡ª el l¨ªder indiscutible del mundo.
El problema es que la Administraci¨®n de Donald Trump parece no tener inter¨¦s alguno y a¨²n menos capacidad de liderar, sino que aboga por publicitar una visi¨®n indefinida y corta de miras de su "Am¨¦rica primero". Si se trata de una condici¨®n permanente, existen pocas esperanzas de que prospere el orden basado en normas internacionales. Sin embargo, si Trump no extingue la pol¨ªtica basada en valores y el imperio de la ley en los pr¨®ximos cuatro (o incluso, ocho) a?os, no todo estar¨¢ perdido.
Europa debe acomodarse a este periodo de incertidumbre. No lanzarse de cabeza a cruzadas imprudentes e in¨²tiles, pero perseverar ¡ªaunque con m¨¢s valent¨ªa¡ª seleccionando sus batallas y sopesando los riesgos y las recompensas; senda desde la que promover los derechos humanos y los acercamientos institucionales a un coste razonable. Esto es, all¨¢ donde estos esfuerzos resulten excesivamente costosos y de dudoso ¨¦xito, Europa, sin perder de vista sus valores, debe andar con pies de plomo. Pero hoy, la triste realidad es que si Europa no alza la voz, nadie lo har¨¢.
Un orden internacional dirigido por China tendr¨ªa claros ganadores y perdedores, siendo los ¨²ltimos m¨¢s numerosos que los primeros. La Uni¨®n Europea tiene que mantener el rumbo, tiene que calibrar la ambici¨®n con el realismo, el coraje con la cauci¨®n. Hoy, el liderazgo es sin duda un horizonte lejano para Europa, pero la implicaci¨®n y la responsabilidad est¨¢n a nuestro alcance.
Ana Palacio es exministra de Asuntos Exteriores de Espa?a y ex vicepresidenta primera del Banco Mundial, y es miembro del Consejo de Estado de Espa?a.
? Project Syndicate, 2017.
www.project-syndicate.org
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