Un economista al servicio de la gente
El catedr¨¢tico de Teor¨ªa Econ¨®mica presidi¨® el Banco Hipotecario y contribuy¨® a racionalizar los derechos de autor
Conoc¨ª a Antonio Santillana del Barrio (fallecido el d¨ªa 18 en Madrid, a los 77 a?os) en el segundo lustro de los sesenta, un d¨ªa que, siendo estudiante de Econ¨®micas en la Universidad de Barcelona, me present¨¦ en la sede de la consultora MetraSeis Internacional en busca de un peque?o trabajo temporal compatible con los estudios. Antonio trabajaba all¨ª, al tiempo que daba clases de Teor¨ªa Econ¨®mica en la facultad en la c¨¢tedra de Jos¨¦ Ram¨®n Lasu¨¦n. Me acogi¨® con una extraordinaria naturalidad y simpat¨ªa y, a pesar de la diferencia de edad y de estatus profesional, como un igual.
Hab¨ªa nacido en Bilbao. Su padre era un abogado de Deusto, cuya profesi¨®n de secretario de juzgado le exigi¨® residir en diferentes lugares donde fueron naciendo sus siete hijos. Antonio fue el segundo, pero siempre ejerci¨® un papel de hermano mayor velando por los dem¨¢s. Hab¨ªa heredado de su padre un innato sentido de la justicia y de la responsabilidad social que lo han caracterizado a lo largo de su vida.
Estudi¨® Econ¨®micas en la Universidad de Barcelona en la primera mitad de los a?os sesenta cuando el movimiento estudiantil empez¨® a tener una gran importancia en la lucha antifranquista. Compa?ero de curso de Ernest Luch, all¨ª coincidi¨® con Pasqual Maragall, Narc¨ªs Serra y otros talentos de aquella generaci¨®n que acabar¨ªa por cambiar para bien nuestro pa¨ªs. La coincidencia no se dio solo en las aulas, sino en el compromiso pol¨ªtico, militando en el Frente de Liberaci¨®n Popular, que junto al PSUC ejerc¨ªa la hegemon¨ªa pol¨ªtica entre los estudiantes universitarios barceloneses. Su elecci¨®n por la primera organizaci¨®n ya respond¨ªa a su preferencia por la socialdemocracia a la que ser¨ªa fiel. Siempre mantuvo su amor por Catalunya, era perfectamente biling¨¹e y siempre quiso hablar conmigo en catal¨¢n.
Se doctor¨® con una tesis en la que analizaba el precio de la vivienda. Afloraban all¨ª dos de sus intereses, el social y el urban¨ªstico. Empez¨® a ejercer la docencia, su principal vocaci¨®n. Fue un profesor brillante, capaz de convocar no solo a los alumnos de su curso sino en ocasiones a toda la facultad, como cuando disert¨® sobre el patr¨®n oro, en una lecci¨®n memorable. Sin embargo, esa vocaci¨®n no se limit¨® a dar bien sus clases y preparar sus oposiciones a c¨¢tedra, sino que se extendi¨® al trato comprensivo, estimulante y afectuoso con los estudiantes. Tambi¨¦n, cuando le pareci¨® justo y necesario, nos protegi¨®, a¨²n a riesgo de su seguridad.
Santillana ha sido un hombre de inteligencia privilegiada. Ten¨ªa un dominio de las matem¨¢ticas impresionante y fue un gran jugador de ajedrez. Esta inteligencia, junto a su car¨¢cter tranquilo y sereno, le dotaron de una gran capacidad estrat¨¦gica que puso al servicio del bien. Fue un hombre de gran valent¨ªa. Pude comprobarlo y no lo olvidar¨¦ jam¨¢s. Su esposa, Carolina Owen, compa?era ideal, ¨¦l y su hermano Ignacio, que estudiaba en la misma facultad y viv¨ªa con ellos, me acogieron durante todo el tiempo en que, expulsado de la facultad junto a una veintena de compa?eros a comienzos de 1968 y buscado por la polic¨ªa pol¨ªtica, lo necesit¨¦. Con su afecto, su complicidad y su fin¨ªsimo humor fueron un b¨¢lsamo en aquellos peligrosos tiempos. All¨ª se consolid¨® una amistad indestructible. Por entonces qued¨® embarazada Carolina de su primera hija, Elena. Todo parec¨ªa sonreirles.
Poco tiempo despu¨¦s, obtuvo la c¨¢tedra de Teor¨ªa Econ¨®mica de la Universidad de M¨¢laga y yo tuve que exiliarme en Francia. Cuando pude regresar, una de las primeras cosas que hice fue visitarles; acababa de nacer su segundo hijo, Manuel. No tard¨® en conseguir el traslado, que ser¨ªa definitivo, a la Aut¨®noma de Madrid.
Llegada la democracia su vocaci¨®n de servici¨® volvi¨® a traducirse pol¨ªticamente. Estrechamente relacionado con Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, le acompa?¨® en su Partido de Acci¨®n Democr¨¢tica (PAD) y cuando este fue nombrado ministro, fue secretario general t¨¦cnico del Ministerio de Hacienda, periodo en que se llev¨® a cabo la reforma fiscal. Anteriormente, hab¨ªa sido director del Servicio de Estudios del Instituto de Cr¨¦dito Oficial y luego ejerci¨® la presidencia del Banco Hipotecario. Pero su vocaci¨®n pol¨ªtica no se limitaba a este tipo de responsabilidades. Cuando el PAD se incorpor¨® al PSOE, Antonio se afili¨® a este partido y actu¨® muy activamente como militante de base en las agrupaciones en las que estaba integrado.
Dentro de su papel en la modernizaci¨®n del pa¨ªs, no puede olvidarse su contribuci¨®n decisiva a la racionalizaci¨®n de unas bases justas para la regulaci¨®n de los derechos de autor. Concluido este trabajo, dedic¨® los ¨²ltimos a?os de su ejercicio profesional exclusivamente a la docencia. Elegante, culto, era un buen lector que adoraba la m¨²sica de jazz. Su amistad le llev¨® a¨²n a leer y comentar generosamente el manuscrito de mi ¨²ltimo libro, La senectud del capitalismo. Su condici¨®n f¨ªsica se hab¨ªa deteriorado a ra¨ªz de un ataque al coraz¨®n. Se repuso en parte, pero tuvo que ir abandonando su afici¨®n al golf y el calor social que le proporcionaba. Desgraciadamente, se vio afectado por otra dolencia temible. La sufri¨® con la dignidad, serenidad y lucidez de siempre, pero el s¨¢bado pasado, acompa?ado de los suyos, ya no la pudo superar.
Gracias, Antonio.
Llu¨ªs Boada es doctor en Ciencias Econ¨®micas y en Humanidades.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.