La especulaci¨®n acu?a las ¡®criptomonedas¡¯
Diez millones de personas arriesgan su dinero en divisas digitales tan vol¨¢tiles como el bitcoin o el ethereum seducidos por sus exponenciales ganancias a corto plazo
En el silencio de la noche, miles de ordenadores acu?an el dinero digital. Es la fiebre del oro de nuestro tiempo. Las bateas han sido reemplazadas por potentes computadoras empe?adas en resolver inexpugnables algoritmos. Una alambicada gram¨¢tica de programaci¨®n que esconde una veta de m¨¢s de 245.000 millones de d¨®lares. Esa es la capitalizaci¨®n actual de las criptomonedas. Una historia de dinero pero tambi¨¦n un relato que enfrenta al ser humano con su reflejo. Porque habla de creatividad y tecnolog¨ªa pero tambi¨¦n de especulaci¨®n y codicia.
En medio de esa conversaci¨®n tintinea el bitcoin. Ninguna moneda representa tan bien esas dos caras. Es un hijo airado. Naci¨® en 2009. Un a?o despu¨¦s del crash financiero que llevar¨ªa al mundo a una d¨¦cada de crisis. Ese contexto hist¨®rico impregna su esencia libertaria. Nadie controla la moneda. Est¨¢ acu?ada con un programa de c¨®digo abierto donde cualquiera puede editar el software. Para obtener los bitcoins hay que resolver una serie de problemas num¨¦ricos. Y al igual que el oro, fue dise?ado como un bien escaso: solo hay 21 millones. Ya se han extra¨ªdo 16,7 millones. A un ritmo de 25 bitcoins cada diez minutos. Quedan pocos y conseguirlos exige cada vez m¨¢s tiempo, m¨¢s energ¨ªa y ordenadores m¨¢s potentes. Una inercia que le ha llevado a la estratosfera.
Es un bien escaso: solo hay 21 millones de bitcoins y ya se han extra¨ªdo 16,7 millones
En los ¨²ltimos 12 meses se ha revalorizado m¨¢s del 990% y cotiza por encima de los 8.000 d¨®lares, su m¨¢ximo hasta el momento. Aunque sometido a fuertes vaivenes. Hay jornadas que pierde un 20% y otras que los gana. Hay quien afirma que resulta absurdo que su capitalizaci¨®n sea de 137.000 millones de d¨®lares porque no est¨¢ respaldado por nada. Y hay quien se cuestiona, pensemos en Kenneth Rogoff, profesor de Econom¨ªa y Pol¨ªticas P¨²blicas en la Universidad de Harvard, ¡°si no estaremos ante la mayor burbuja del mundo¡±. Sin embargo, otros ven redenci¨®n en vez de culpa. ¡°La ¨²nica forma de parar al bitcoin es apagar el Internet del mundo y dejarlo as¨ª: apagado¡±, sostiene Roger Ver, conocido en el sector como el Jes¨²s del bitcoin. Unos esperan ver la moneda arder en el infierno y otros alcanzar el cielo de los Justos. Y tampoco faltan evangelizadores. Algunos, inesperados.
La Bolsa de Chicago lanzar¨¢ a finales de a?o futuros sobre bitcoins, Thomas J. Lee ¡ªuno de los gestores m¨¢s reputados de Wall Street¡ª defiende que en 2022 la moneda podr¨ªa alcanzar los 25.000 d¨®lares, Amazon estudia que pueda utilizarse en su plataforma y el Gobernador del Banco Central de Turqu¨ªa, Murat ?etinkaya, cree que si se dise?an bien, este tipo de divisas contribuyen a la estabilidad financiera. Desde luego para sus seguidores desprende el cegador brillo del metal dorado. El economista jordano Saifedean Ammous, quien estos d¨ªas entrega las galeradas de su libro, The Bitcoin Standard, argumenta que ese parecido es su gran virtud. ¡°Tiene la capacidad de replicar la pol¨ªtica monetaria del oro¡±. Y a?ade: ¡°El metal precioso fue la mejor forma de dinero de la historia porque resultaba dif¨ªcil aumentar su oferta. Pero el bitcoin le supera ya que tiene un l¨ªmite m¨¢ximo¡±.
Pero donde unos ven fortaleza otras atisban fragilidad. Jamie Dimon, presidente de JPMorgan Chase, el mayor banco de EEUU, advirti¨® en septiembre que despedir¨ªa ¡°en un segundo¡± a cualquier operador que comerciara con bitcoins. ¡°Por dos razones: por ir contra las normas y por ser est¨²pido¡±. El directivo cree que esta moneda digital ¡ªa la que califica de fraude¡ª solo sirve a asesinos, traficantes de drogas y gente que vive en lugares como Corea del Norte. ¡°Desde luego empez¨® mal porque se convirti¨® en una forma de evadir impuestos utilizando una moneda virtual que escapaba a Hacienda¡±, admite el consejero de un gran banco espa?ol que pide el anonimato. Sin embargo, el bitcoin es un prisma de voces distintas. ¡°Creo que Dimon necesita hacer sus deberes acerca del potencial de la tecnolog¨ªa. Esta puede ser malinterpretada, sobre todo si es disruptiva. Lo cual no significa que deba rechazarse¡±, defiende Bart Stephens, cofundador de la firma de capital riesgo Blockchain Capital.
Amenaza de cat¨¢strofe
Sin embargo, a medida que su cotizaci¨®n se hincha tambi¨¦n crece el miedo a que sea la pr¨®xima gran burbuja. Muchos analistas miran sus pantallas y ya leen esa amenaza en el comportamiento de la moneda. ¡°El bitcoin est¨¢ atrapado en un r¨¦gimen de burbuja entre ciclos s¨²per exponenciales oscilando de forma permanente entre picos y valles¡±, avisa con gram¨¢tica financiera Edgar Van Tuyll, director de estrategia cuantitativa de Pictect WM. Los gr¨¢ficos que manejan reproducen la burbuja punto.com de 1999 y tambi¨¦n las oscilaciones del ¨ªndice Hang Seng de la Bolsa de Hong Kong durante la gestaci¨®n de la crisis asi¨¢tica de 1997. ¡°Las burbujas est¨¢n cercanas a ocurrir cuando en la econom¨ªa hay algo nuevo o relativamente nuevo¡±, aclaran en el banco UBS. Y las divisas digitales lo son. Pero lo que preocupa no es su novedad, sino su uso. El bitcoin se est¨¢ empleando como instrumento Desperespeculativo. No para pagar bienes o servicios. La gran mayor¨ªa de los compradores se gu¨ªa por la codicia y la memoria. En los dos ¨²ltimos a?os la ciberdivisa se ha revalorizado el 2.400%. Un cuento demasiado seductor para ignorarlo. ?Pero con qu¨¦ final?
La Bolsa de Chicago lanzar¨¢ a finales de a?o un mercado de futuros sobre estas divisas
El profesor Robert Shiller, que gan¨® el premio Nobel de Econom¨ªa en 2013 por sus trabajos sobre las burbujas, propone una explicaci¨®n que mezcla el tiempo y las palabras. ¡°Creo que lo que est¨¢ impulsando el bitcoin ahora, como en otros casos de burbujas, es su historia¡±, explic¨® en la cadena estadounidense CNBC. ¡°Es la calidad del relato lo que atrae todo este inter¨¦s, y no es necesariamente sostenible¡±. Da igual. Los personajes construyen una trama adictiva. Un uso inteligente de la criptograf¨ªa, una moneda nueva, la promesa de enormes cantidades de dinero (digital); el advenimiento, dir¨ªase, de una revoluci¨®n. Terreno f¨¦rtil para escuchar grandes historias.
¡°Empec¨¦ a invertir cuando mi exmujer me pregunt¨® hace a?os qu¨¦ hab¨ªa hecho pensado en la universidad de nuestros hijos¡±, recuerda Greg Kidd, antiguo director de riesgos de la criptodivisa ripple. ¡°Le cont¨¦ que hab¨ªa depositado 1.000 bitcoins en un fondo universitario. No sab¨ªa lo que eran as¨ª que se lo expliqu¨¦. ¡°?Pero qu¨¦ suceder¨¢ si al final no tienen ning¨²n valor?¡±, cuestion¨®. Bueno, le dije, los chicos siempre pueden ir a la escuela p¨²blica¡ Hoy valen lo suficiente para pagar la escuela y m¨¢s¡±. Esta ¨¦pica del dinero digital diluye en el imaginario colectivo sus riesgos y frena su viaje hacia la realidad. ¡°No he visto a nadie sacar 1.000 bitcoins y cambiarlos por ocho millones de euros¡±, ironiza Jes¨²s Palau, profesor de Econom¨ªa y Finanzas de Esade.
Adem¨¢s, demasiadas veces se olvida que carece de seguridad jur¨ªdica, no est¨¢ regulado y si te roban el monedero virtual (el programa donde se guardan las criptomonedas) no puedes acudir a nadie. La plataforma teather sufri¨® un ataque de esta naturaleza el martes pasado. Los hackers se llevaron de su cartera virtual 26 millones de euros en USDT, una criptodivisa utilizada para cambiar bitcoins a papel moneda. El robo ten¨ªa antecedentes. En 2014 y 2016 los piratas inform¨¢ticos asaltaron las casas de cambio Mt.Gox y Bitfinex y desvalijaron 440 millones de euros. ¡°El software moderno est¨¢ escrito a partir de millones de l¨ªneas de c¨®digo que ninguna persona puede entender totalmente. Por eso las debilidades en la seguridad permanecen ocultas durante a?os hasta que de improviso son utilizadas para atacar empresas o consumidores¡±, alerta Dave Palmer, director de Tecnolog¨ªa de Darktrace, una firma brit¨¢nica de ciberseguridad. Las bajas de esta batalla asustan. Anualmente se producen 90 millones de incidentes y todos los d¨ªas se abren 400 nuevas grietas. Bajo esta tempestad, muchos inversores protegen sus monedas almacen¨¢ndolas en dispositivos sin conexi¨®n a la Red.
¡°Tiene la capacidad de replicar la pol¨ªtica monetaria del oro¡±, dice un defensor del sistema
La desconfianza, el riesgo y la soledad conviven en torno a una divisa hambrienta. A medida que disminuye el n¨²mero de bitcoins y se multiplica su precio hace falta m¨¢s electricidad para extraerlos. La plataforma Digiconomist revela que la miner¨ªa conjunta del bitcoin y ethereum (la segunda ciberdivisa con mayor demanda) consume m¨¢s energ¨ªa que pa¨ªses como Jordania, Islandia, Om¨¢n o Siria. Solo el bitcoin copa el 0,12% de la electricidad del planeta. Adem¨¢s por cada moneda minada (extra¨ªda) se emiten a la atm¨®sfera entre 24 y 40 toneladas de CO2.
Esa voracidad muestra que estas disruptivas divisas cobijan sombras tan oscuras como el basalto. ¡°Hay dos errores de concepto cuando la gente analiza estas monedas. Primero, no hay carest¨ªa. Porque en el mercado se puede elegir entre m¨¢s de mil. Y tampoco exigen una tecnolog¨ªa muy avanzada pues cada semana aparece alguna nueva¡±, aclara Roberto Scholtes, director de estrategia de UBS en Espa?a. El relato y el mito ceban una imagen distorsionada. Poco importa. Este Santo Grial del dinero inasible cala en el planeta. La Universidad de Cambridge calcula que entre cinco y diez millones de personas usan criptomonedas. Resulta imposible asegurar la certeza de esa horquilla porque estas divisas casi siempre viajan de forma an¨®nima. Hoy un bitcoin se puede comprar en casas de cambio, boutiques financieras, cajeros autom¨¢ticos e incluso en tiendas f¨ªsicas.
Extra?as ofertas
La plataforma Coinmarketcap contabiliza m¨¢s de 1.300 monedas de este tipo. La gran mayor¨ªa de reducido valor. Es posible adquirir CannabisCoin (s¨ª, es lo que parece), FedoraCoin (cuyo anagrama es el sombrero fedora del cantante Justin Timberlake) o Environ (apenas tiene un mercado de 54 d¨®lares, unos 46 euros) en pocos minutos a trav¨¦s del ordenador. Estas divisas, claro, tienen m¨¢s de s¨ªmbolo que de realidad. Pero a su lado cotizan los colosos de la industria. Bitcoin (137.000 millones de euros de capitalizaci¨®n), ethereum (35.000 millones), bitcoin cash (24.000) y ripple (9.000). Un universo que suma m¨¢s de 200.000 millones de euros. ?Los vale? ?O antes de nacer ya son dinosaurios esperando el meteorito de su extinci¨®n? ¡°El destino de las criptomonedas depender¨¢ de una tecnol¨®gica siempre en cambio, del espacio econ¨®mico y de la realidad pol¨ªtica¡±, prev¨¦ Garrick Hileman, investigador de la Universidad de Cambridge. ¡°Cientos de monedas que hoy existen desaparecer¨¢n e incluso es posible que todas terminen siendo un recuerdo¡±.
Jugarse el dinero a la carta de las ICOs
mula para ganar mucho dinero o perderlo todo. Pero ?qui¨¦n quiere curarse o claudicar? En pocos lugares del universo de las criptomonedas esa ambici¨®n resulta tan evidente como en las ICOs (Initial Coin Offerings). Es una v¨ªa para levantar fondos destinados a financiar una ¡®startup¡¯. La diferencia es que los inversores reciben ¡®tokens¡¯ en vez de acciones de la compa?¨ªa. Esa recompensa digital da acceso a los productos o servicios que, tal vez, comercializar¨¢ un d¨ªa la firma. Es una promesa. Al igual que si un amigo construyera un casino y a cambio de invertir en ¨¦l te regalara fichas para apostar en sus mesas cuando est¨¦ terminado. Rojo o negro. En los primeros seis meses del a?o se han conseguido ¡ªseg¨²n la plataforma de intermediaci¨®n Coindesk¡ª m¨¢s de 1.100 millones de d¨®lares para financiar proyectos basados en la blockchain. Muchos con el respaldo de un ¡®power point¡¯ o un folio casi en blanco. Este flautista de Hamel¨ªn tecnol¨®gico hechiza a las celebridades. El boxeador Floyd Mayweather, el rapero Game y Paris Hilton invierten en estas monedas intangibles.
Pues seducidos por la m¨²sica del dinero digital, pocos escuchan las advertencias. ¡°Los inversores deber¨ªan ser conscientes de los numerosos riesgos relacionados con las ventas de ¡®tokens¡¯, incluida la posibilidad de perder toda la inversi¨®n¡±, alerta la autoridad alemana de supervisi¨®n financiera (BaFin). In¨²til empe?o.
¡°No existe nada tan perturbador para el bienestar y el juicio de uno como ver a un amigo hacerse rico¡±, ironizaba el historiador econ¨®mico Charles Kindleberger. Eso explica que muchos quieran repetir el milagro de los panes y los peces en un mundo donde no faltan profetas. ¡°El advenimiento de las ICOs anuncia una nueva era de finanzas descentralizadas, que convierte las fases iniciales de la inversi¨®n asequibles a todo el mundo y no solo a una selecta clase de inversores. La raz¨®n es que se eliminan las barreras de entrada a esos estadios incipientes¡±, reflexiona un portavoz de Bancor, una ¡®startup¡¯ con sede en Suiza que desarrolla un protocolo para intercambiar ¡®tokens¡¯. Y a?ade: ¡°Es la primera gran aplicaci¨®n de la ¡®blockchain¡¯ y cambiar¨¢ el panorama de la inversi¨®n para siempre¡±. Un entusiasmo que algunos atemperan. ¡°Las ICOs aportan liquidez a las inversiones en la fase semilla pero no por eso son menos arriesgadas. Los ahorradores deben investigar (¡®due diligence¡¯) la empresa como har¨ªan con cualquier otra inversi¨®n potencial¡±, aconseja Bart Stephens, cofundador de la firma de capital riesgo Blockchain Capital. Esta desconfianza se ha transformado en preocupaci¨®n en algunos gobiernos. China y Corea del Sur han prohibido las ICOs mientras EEUU, India y Alemania estudian c¨®mo regularlas.
Averiguar el futuro de cada una es lanzar los dados. Sin embargo, en este ecosistema donde las monedas ya no tintinean, el bitcoin y el ethereum tienen las mayores posibilidades de resistir el impacto. El primero se beneficia de su alto nivel de capitalizaci¨®n mientras que su competidora f¨ªa su destino a los smarts contracts. Contratos que se ejecutan por s¨ª mismos. ¡°Algo que permite dise?ar modelos revolucionarios¡±, valora Salvador Casquero, profesor del Instituto de Estudios Burs¨¢tiles (IEB). De hecho ya ha demostrado su valor en bancos que tienen que completar cientos de complicadas transacciones con competidores en los que no conf¨ªan. No es la ¨²nica resistencia. La criptodivisa Zcash, por ejemplo, oculta la identidad del emisor y del receptor. Una facultad demandada. Mientras el IOTA genera transacciones en el entorno del Internet de las Cosas.
Muchas de estas monedas ser¨ªan calderilla sin la tecnolog¨ªa blockchain. La famosa cadena de bloques que impide que los bitcoins se puedan duplicar o que las operaciones sean asaltadas. Es la aut¨¦ntica revoluci¨®n y bastantes expertos coinciden en las palabras. ¡°?El futuro es la blockchain! ?No el bitcoin!¡±, exclama Bernard Lietaer, uno de los arquitectos del euro. ¡°La ciberdivisa es sobre todo una herramienta especulativa que ha copiado las principales caracter¨ªsticas (falta de transparencia y especulaci¨®n) del dinero convencional¡±. Las entidades financieras han respaldado ese pensamiento. BBVA no vende bitcoins pero la cadena de bloques quiz¨¢ sea su gran esperanza tecnol¨®gica. Sobre todo como sistema de verificaci¨®n ¡ªdescribe Alicia Pertusa, responsable de transformaci¨®n de banca de inversi¨®n de la entidad¡ª de transacciones de divisas, pr¨¦stamos sindicados y pagos internacionales. Hay tanta fe en esta tecnolog¨ªa que UBS cree que sus extensas aplicaciones en finanzas, medicina y manufacturas a?adir¨¢n entre 300.000 y 400.000 millones de d¨®lares a la econom¨ªa en 2027.
Pero este relato no es solo una geometr¨ªa de n¨²meros, sino tambi¨¦n un ¨¢lgebra de seres humanos. Existe un abismo entre la velocidad a la que se desplaza la econom¨ªa real y la criptoeconom¨ªa. Las nuevas formas de expresi¨®n de la sociedad (econom¨ªa circular, colaborativa, de trueque, de regalo) buscan un tipo de dinero que encaje con su lectura de la vida. Personas, la mayor¨ªa j¨®venes, que han sufrido mucho con la crisis y que piensan que quiz¨¢ ah¨ª exista un asidero. Hay algo de ruptura generacional en todo esto. El presidente de JPMorgan ¡ªlo hemos visto¡ª arremet¨ªa contra el bitcoin. Pero en la misma presentaci¨®n admiti¨® que su hija hab¨ªa comprado hace tiempo. ¡°Ahora¡± ¡ªironiz¨®¡ª ¡°se cree un genio¡±. Esa fractura resulta evidente en los m¨¢s j¨®venes. ¡°Los millennials est¨¢n mucho m¨¢s abiertos a las critptomonedas que otras generaciones porque no les parecen arriesgadas. Es l¨®gico: el dinero siempre lo han visto a trav¨¦s de la pantalla de un smartphone¡±, analiza Jason Dorsey, presidente de la consultora The Center for Generational Kinetics.
Las criptodivisas son una promesa de cambio en los arrabales de las finanzas. Menos costes, m¨¢s rapidez, mayor seguridad. ¡°Bajo una regulaci¨®n adecuada podr¨ªan ser un excelente instrumento financiero digital¡±, matiza Mario Encinar, profesor de Data Science de AFI Escuela de Finanzas. Sin embargo, mientras no haya esa normativa, ¡°existe el riesgo de que se utilicen en actividades irregulares o il¨ªcitas¡±, asegura Francisco Ur¨ªa, socio responsable del sector financiero de KPMG. Pero constre?irlas a los grandes poderes econ¨®micos ser¨ªa borrar su alma porque para miles de personas representan una grieta donde se filtra la luz. Un refugio, por ejemplo, frente a la inequidad. ¡°Las monedas digitales pueden disminuir el alto coste de enviar remesas de dinero al exterior, lo cual impacta particularmente en los pobres¡±, observa Garrick Hileman, de la Universidad de Cambridge. ¡°Adem¨¢s la blockchain trae m¨¢s transparencia y reduce el fraude tanto en el sector privado como en el p¨²blico¡±. La respuesta a un hartazgo pasado y una diferente visi¨®n del futuro. ¡°El bitcoin se utilizar¨¢ primero como dep¨®sito de valor. Igual que el oro. Luego la gente decidir¨¢ si lo usa o no junto con las monedas nacionales¡±, vaticina Llew Claasen, director general de The Bitcoin Foundation.
El mundo de las criptodivisas es apasionante e innovador. Tambi¨¦n es especulativo y arriesgado. De ah¨ª que abrazarlas o rechazarlas genere tanta tensi¨®n. Quiz¨¢ la salida del laberinto transite por alejarse del ruido y reflexionar. ?Contratar¨ªa un plan de pensiones en estas monedas digitales? ?Invertir¨ªa el dinero de la educaci¨®n de sus hijos en bitcoins? Como en la navaja de Ockham, la respuesta correcta suele ser la m¨¢s sencilla.
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