Un Estado m¨¢s peque?o
Debilitar lo p¨²blico significa reducir las posibilidades de supervisi¨®n y de protecci¨®n social
Una de las lecciones centrales que parec¨ªan haberse sacado de la d¨¦cada de la Gran Recesi¨®n era la necesidad de Estados fuertes, al menos por dos motivos: para poder supervisar y regular con eficacia los aspectos de la vida econ¨®mica y financiera que tienden al abuso permanente, y para proteger con medios suficientes a todos aquellos ciudadanos que, crecientemente, se quedan por el camino en tiempo de dificultades. El problema fue, pues, de Estados d¨¦biles, no de Estados fuertes, como siempre defend¨ªan los partidarios del pensamiento dominante y del statu quo.
El partido que gobierna Espa?a desde hace casi siete a?os no comparte en la pr¨¢ctica esta lecci¨®n. Los Presupuestos que con mayor o menor fortuna han aprobado, el modo en que los han aplicado, y el marco en el que se contextualizan (el Programa de Estabilidad 2017-2020) van en la direcci¨®n opuesta: la de empeque?ecer el Estado (ya de por s¨ª menor que el de muchos de los pa¨ªses de nuestro entorno, con los que habitualmente nos comparamos). Es muy dif¨ªcil explicar la pol¨ªtica de los Gobiernos de Rajoy si no es por motivos ideol¨®gicos. El Programa de Estabilidad contiene, entre otras muchas, estas tendencias: los ingresos p¨²blicos deben pasar del 37,9% del PIB en 2016 al 38,7% en 2020, cuando el promedio de la eurozona es del 46,1% (7,4 puntos m¨¢s); el gasto p¨²blico espa?ol ha de disminuir del 42,2% del PIB en 2016 al 39,2% al final del periodo, mientras el promedio de la eurozona est¨¢ ahora en el 47,2% (ocho puntos m¨¢s). Pocos ingresos y menos gastos p¨²blicos: empeque?ecimiento del Estado.
El proyecto de Presupuestos del Estado para lo que resta del a?o en curso tiene cuatro caracter¨ªsticas centrales: son unos presupuestos electorales, con zanahorias selectivas y arbitrarias para los colectivos m¨¢s irritados por la acci¨®n del Gobierno (pensionistas m¨¢s modestos, funcionarios,¡); son tard¨ªos, porque en el mejor de los casos solo tendr¨¢n efecto sobre medio ejercicio; entran al Congreso sin tener asegurada su aprobaci¨®n por falta de apoyos partidistas; y la declaraci¨®n t¨®pica de que son ¡°los Presupuestos m¨¢s sociales de la democracia¡± es simplemente incre¨ªble.
Estas circunstancias de fragilidad no deber¨ªan impedir, sino todo lo contrario, un debate parlamentario a la altura del hecho de que los Presupuestos son la principal herramienta de la pol¨ªtica econ¨®mica nacional. Un debate tan significativo al menos como el del estado de la naci¨®n, en el que todas las formaciones pol¨ªticas deber¨ªan retratarse con sus alternativas: qu¨¦ ocurre con reformas estructurales como la fiscal, la de la transici¨®n energ¨¦tica y de lucha contra el cambio clim¨¢tico, la de la Seguridad Social (pensiones), la laboral para reducir la precariedad estructural y el empleo temporal, la de la financiaci¨®n auton¨®mica, etc¨¦tera; qu¨¦ tipo de Estado de Bienestar se defiende, sus prioridades, y c¨®mo se va a financiar; o que tratamiento dar a una deuda p¨²blica, alrededor del 100% del PIB, que muchos organismos consideran imposible de reducir a corto y medio plazo, y que habr¨¢n de pagar sobre todo las generaciones futuras.
Ello, cuando se inicia el quinto a?o de crecimiento econ¨®mico sin reparto.
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