El cuidado de los mayores en Espa?a: personas m¨¢s que robots
Hay que aprovechar la oportunidad para desarrollar un mercado donde la digitalizaci¨®n no tiene lugar
La Cuarta Revoluci¨®n Industrial viene a coincidir con un momento demogr¨¢fico de envejecimiento de la poblaci¨®n que lleva a una imperiosa necesidad de hacer frente a los cuidados a los mayores. Empecemos por reconocer que los trabajos relacionados con el cuidado de las personas en sus domicilios e incluso la componente que en estos cuidados pueda tener el servicio dom¨¦stico no tienen un gran reconocimiento en la escala social y en buena medida muchas veces entran en el campo de una econom¨ªa sumergida.
La demanda de empleo en el sector de los cuidados personales surge sin ser consecuencia directa de la digitalizaci¨®n y de la globalizaci¨®n que enmarcan la discusi¨®n sobre el empleo futuro. Una cuesti¨®n es si afrontar esta nueva necesidad con avances rob¨®ticos o bien considerar estas tareas como una tabla de salvaci¨®n, o posibilidad, para aquellos que pierdan sus empleos en la transici¨®n de esta revoluci¨®n sin ser capaces de reciclar sus conocimientos a las nuevas posibilidades de tareas tecnol¨®gicas que est¨¢n surgiendo. En esta segunda l¨ªnea, Francia ha optado por la econom¨ªa del "servicio a la persona", habiendo generado m¨¢s de 330.000 empleos desde 2005 tras poner en marcha una medida incentivadora: 50% de los gastos incurridos en este tipo de actividad son directamente reducidos del IRPF. Las empresas de servicio a la persona se han multiplicado all¨ª.
La soluci¨®n rob¨®tica, por su parte, ha sido la elecci¨®n del Gobierno japon¨¦s, obligado por sus circunstancias demogr¨¢ficas y su rechazo a la inmigraci¨®n. En 2025 el pa¨ªs asi¨¢tico tendr¨¢ un 30% de mayores de 65 a?os entre la poblaci¨®n total. Dentro de la iniciativa Sociedad 5.0, el Gobierno ha decidido impulsar una pol¨ªtica que aumente la aceptaci¨®n por parte de la comunidad de nuevos robots de ayuda de forma que cada cuatro de cinco personas mayores los est¨¦ utilizando ya en 2020. A principios de 2017, se definieron, por ejemplo, algunas prioridades: El cuidado de enfermos encamados; desplazamientos con especial atenci¨®n a los cuartos de ba?o; ayuda para los movimientos precisos para entrar y salir de duchas y ba?eras; inodoros ajustables con mecanismos para determinados movimientos; sistemas de apoyo a enfermer¨ªa a domicilio, etc¨¦tera. La decisi¨®n es muy trascendente ya que Jap¨®n, a pesar de su liderazgo de muchos a?os en rob¨®tica, nunca ha recurrido a esta tecnolog¨ªa dentro de sus fronteras si su uso pod¨ªa incrementar las tasas de desempleo. A pesar de ser una econom¨ªa capitalista, su cultura hace poco menos que inaceptable mandar a una persona al paro a causa de la automatizaci¨®n.
Jap¨®n y Espa?a encabezan las estad¨ªsticas de vida media de sus habitantes, pero sus decisiones laborales no tienen por qu¨¦ coincidir, especialmente cuando nuestro pa¨ªs tiene un mejor nivel en la propiedad de vivienda entre las personas mayores, ventajas en el clima, buena asistencia m¨¦dica, seguridad, personalidad mediterr¨¢nea e infraestructura tur¨ªstica. Espa?a cuenta actualmente con 20,2% de habitantes mayores de 65 a?os (frente a 8,2% en 1960 y una previsi¨®n para 2031 del 26,2%) de los cuales presentan una dependencia importante entre un 10 y un 15 %, a los que hay que a?adir los mayores de 65 a?os extranjeros, sobre todo jubilados europeos. Con ello se podr¨ªa situar a la cabeza de este cada vez m¨¢s necesario cuidado de los mayores, donde el robot no sustituir¨¢ al humano, aunque ambos trabajar¨¢n de forma colaborativa.
En Espa?a, igual que en Francia, se trata de ayudar, y, tambi¨¦n, de sacar a la luz la econom¨ªa sumergida de este tipo de empleo y superar el sesgo de g¨¦nero. En este pa¨ªs este tipo de tareas es realizado mayoritariamente por mujeres: un 83% del total (43% son hijas, 22% esposas y 7,5% nueras de la persona cuidada) con lo que en la mayor¨ªa de los casos no existe una ocupaci¨®n laboral remunerada del cuidador cuya media es de 52 a?os (un 20 % superan los 65 a?os) y una parte muy sustancial comparte el domicilio con la persona cuidada.
Aunque en un primer momento los avances tecnol¨®gicos en este campo despierten simpat¨ªa, es evidente que no va a ser posible alcanzar la capacidad de tecnolog¨ªa rob¨®tica en cuidados personales que Jap¨®n est¨¢ acumulando. Quiz¨¢s Espa?a no la necesite, aunque, como decimos, pueda servir de gran ayuda para los que trabajen en este sector, como ha empezado a hacer en dos proyectos de atenci¨®n a mayores el robot espa?ol Tiago.
Es muy arriesgado dejar el cuidado de los ancianos a personas que no tengan una cierta preparaci¨®n profesional al respecto. Para ello hay que pensar en unos conocimientos que pueda dar garant¨ªa a la sociedad, sin entrar en una escalada de titulitis que, adem¨¢s de rid¨ªcula, ser¨¢ laboralmente ineficiente, pues gran parte de este aprendizaje se puede acumular en la pr¨¢ctica. Y antes que la rob¨®tica pensada para el cuidado de personas mayores demuestre su eficiencia ¡ªque nunca ser¨¢ plena¡ª, es deseable y necesario que estas tareas se traduzcan en empleos, sus salarios sean satisfactorios, y para que tengan la consideraci¨®n social y los derechos del resto de empleos fuera de toda econom¨ªa opaca.
Exigir un m¨ªnimo de formaci¨®n y un incentivo fiscal puede cambiar radicalmente la situaci¨®n del mercado, como ha ocurrido en Francia. En todo caso, a causa del envejecimiento de la poblaci¨®n, el n¨²mero de cuidadores profesionales necesarios (y las estructuras innovadoras complementarias a las residencias de ancianos) va a aumentar a pesar del desarrollo de los robots que no son bien recibidos por una parte de los mayores. Es, adem¨¢s, un tipo de empleo local no deslocalizable a econom¨ªas emergentes, aunque s¨ª se puede beneficiar de la inmigraci¨®n.
Hablar de sustituir el prometedor robot por la persona es asumir que el desarrollo humano hace que la valoraci¨®n social del empleo cambia indefectiblemente. Es necesario conseguir que los trabajos en los que tendremos demanda masiva sin satisfacer sean tan atractivos como aquellos que se ven desplazados por la productividad de la digitalizaci¨®n (que a su vez crea nuevos trabajos, pero para otras personas). Los robots pueden sustituir a personas, pero en el caso espa?ol, tambi¨¦n en algunos aspectos, como ¨¦ste, las personas pueden evitar que les sustituyan robots. Esto es un fuerte contraste con muchos de los temores de que la tecnolog¨ªa va a quitar empleos, y que, simplemente no habr¨¢ necesidad del trabajo de muchas personas en nuestra sociedad. El desaf¨ªo realmente ser¨¢ sobre trabajos o tareas diferentes, m¨¢s que sobre la falta de trabajo. El cuidado de los mayores es una dimensi¨®n ¡ªevidentemente no la ¨²nica¡ª para esta transici¨®n del modelo de sociedad que nos impone la combinaci¨®n de la demograf¨ªa y de la Cuarta Revoluci¨®n Industrial.
Gregorio Mart¨ªn Quetglas ha sido catedr¨¢tico de Ciencia de la Computaci¨®n y director del Instituto de Rob¨®tica de la Universidad de Valencia. Andr¨¦s Ortega es autor de La Imparable Marcha de los Robots (Alianza, 2016), coordinador del Grupo de Trabajo sobre Transformaciones Tecnol¨®gicas del Real Instituto Elcano y comisario de la pr¨®xima exposici¨®n ¡°Nosotros, Robots¡± de la Fundaci¨®n Telef¨®nica en Madrid.
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