?Roba el mundo a Estados Unidos?
Trump esgrime que los aranceles defienden el empleo frente a pr¨¢cticas anticompetitivas, pero sus medidas pueden empeorar la econom¨ªa local
La ruta hacia la Casa Blanca tuvo una parada obligada en la feria agr¨ªcola de Iowa. Donald Trump peg¨® all¨ª en campa?a un bocado a una jugosa chuleta de cerdo. Tres a?os despu¨¦s, Kevin Rasmussen, de KLR Pork, se muestra preocupado por las restricciones comerciales impuestas por M¨¦xico en respuesta a los aranceles del acero decretados por Trump. ¡°Nos queda confiar en lo que dicen los que saben¡±, afirma resignado.
Trump est¨¢ convirtiendo su ret¨®rica proteccionista en hechos. Sostiene que con los aranceles protege la industria y el empleo frente a pr¨¢cticas injustas. Y por eso ha impuesto mayores tasas a las importaciones de madera, lavadoras, paneles solares, acero, aluminio y tecnolog¨ªa china. Amenaza tambi¨¦n a los coches. Su nacionalismo econ¨®mico se basa en una cifra: 800.000 millones de d¨®lares, el d¨¦ficit en mercanc¨ªas. Pero con los servicios baja a 566.000 millones. Igual lectura se hace con la UE y Canad¨¢. El d¨¦ficit supera los 150.000 millones sobre un total de intercambios de 1,1 billones. Con su vecino del norte, la cifra se sit¨²a en 17.500 millones. Al incorporar el super¨¢vit en servicios, baja a la mitad.
El acero y aluminio, donde se concentra la pelea, supone una parte peque?a de los productos importados, se?ala Max Bouchet, de Brookings. Con 48.000 millones, los aranceles solo cubren el 2% de las importaciones. Se eleva a 60.000 millones si se incluyen las lavadoras y paneles. Pero con un volumen tan bajo, ve poco probable que se reduzca el d¨¦ficit.
El mensaje de Trump contradice, adem¨¢s, el an¨¢lisis de la propia Casa Blanca, que en un informe celebra que el pa¨ªs sea cada vez menos dependiente de las manufacturas: ¡°Centrarse solo en el comercio de bienes ignora la ventaja competitiva en los servicios¡±, afirma. Y los aranceles no corrigen el motivo por el que el mercado est¨¢ inundado de metal barato: el dumping chino. El presidente habla de un d¨¦ficit con el pa¨ªs asi¨¢tico de medio bill¨®n. Incluso si se refiere solo a los bienes, son 125.000 millones m¨¢s que el publicado por su Gobierno. Con M¨¦xico utiliza el t¨¦rmino ¡°masivo¡± para referirse a una brecha de 71.100 millones, que baja a 64.100 al incluir los servicios.
Trump proclama que proteger la industria sider¨²rgica es cr¨ªtico para la seguridad nacional. En su l¨®gica, elevando los precios consigue que la demanda se desv¨ªe hacia productores locales. David Burritt, principal ejecutivo de US Steel, ve el arancel como un ¡°buen primer paso¡±. El pasado lunes reabri¨® en Illinois una f¨¢brica en la que habr¨¢ 800 empleos este a?o.
¡°Al votante le parece que gana porque ve hechos¡±, valora Dana Peterson, economista de Citigroup. Por eso no le sorprende la dureza de Trump. Pero le preocupa la deriva. Los aranceles, explica Sean Doherty, responsable de comercio internacional del World Economic Forum, son impuestos que se imponen a los importadores. Los acuerdos comerciales, a?ade, ayudan a rebajarlos. El arancel medio global ronda el 2,9%. ¡°El objetivo final deber¨ªa ser que no hubiera barreras pero tampoco subsidios¡±, dice Trump. El FMI cree que, de todas formas, las importaciones seguir¨¢n creciendo porque la econom¨ªa tambi¨¦n lo hace y la demanda.
La principal queja de Trump es que sus socios le ¡°roban la hucha¡±, sostiene. El arancel medio que aplica Estados Unidos es de solo el 1,6%, seg¨²n el Banco Mundial. Pero el de la UE y Canad¨¢ son similares. El presidente centra el ataque en cosas concretas, como la tasa del 10% que los europeos imponen a los autom¨®viles for¨¢neos. Para los que importa EE UU de Europa es del 2,5%. Sin embargo, Trump pierde la raz¨®n al afirmar que los coches americanos son ¡°imposibles¡± de vender en la UE. Los fabricantes estadounidenses exportaron veh¨ªculos a Europa por valor de 11.800 millones. La UE, por su parte, puede quejarse por el 55% que se impone a la ropa y el calzado o el 350% que se aplica al tabaco y el 165% a los cacahuetes.
La agricultura, muy subsidiada, es la ¨²nica excepci¨®n en la tendencia global de rebaja de tasas. En este sector se mantienen altas como medida de protecci¨®n. Trump carga con dureza contra el arancel del 270% que Canad¨¢ exige a los productos l¨¢cteos. Es un tema en principio menor frente al acero, ya que solo afecta a 600 millones en intercambios, una cantidad anecd¨®tica. Sin embargo, a Trump le enfurece.
Las vacas en Canad¨¢ son sagradas, y es un asunto sensible tambi¨¦n en regiones como Nueva York. ¡°Los canadienses act¨²an como China¡±, afirma el senador Charles Schumer. Pero los datos vuelven a contradecir a Trump. Estados Unidos exporta a Canad¨¢ cinco veces m¨¢s producto l¨¢cteo de lo que importa. Aun con las restricciones, los l¨¢cteos estadounidenses cubren el 10% del consumo en Canad¨¢. Los negociadores de acuerdos comerciales consideran que poner el foco en un sector o en peque?as diferencias exagera el problema. Primero, porque el desequilibrio en la balanza comercial solo supone un 2,9% del PIB. Y la respuesta a China apenas tiene un impacto del 0,1%. Segundo, porque hay otro tipo de barreras burocr¨¢ticas y reglamentarias que crean incluso m¨¢s dificultades para comerciar.
Los aranceles, adem¨¢s, hacen da?o por dos v¨ªas. Elevan los costes de producci¨®n para empresas como General Motors, Boeing o Anheuser-Busch, que necesitan la materia prima. Y como pasa con el cerdo, las r¨¦plicas de otros pa¨ªses afectan a las motocicletas Harley-Davidson o al bourbon de Jack-Daniels. La consultora The Trade Partnership calcula que se pueden perder cinco empleos por cada uno que se pretende crear.
Por eso, se cuestiona que sea la receta adecuada para la econom¨ªa. Benn Steil, del Council on Foreign Relations, cree que es falso decir que habr¨¢ m¨¢s crecimiento limitando las importaciones. ¡°Es m¨¢s probable que lo frenen por la importancia que tiene la cadena de suministros¡±, asegura, ¡°la buena noticia es que el presidente est¨¢ a¨²n a tiempo de rectificar antes de hacer un da?o mayor¡±.
El profesor Edward Alden se?ala que el momento es muy similar al de las primera reuniones del G7, hace cuatro d¨¦cadas. El dominio econ¨®mico estadounidenses empezaba a debilitarse y busc¨® un acuerdo con las otras potencias para reflejar la nueva realidad. ¡°Se necesita negociar una nueva forma de relaci¨®n¡±, concluye, ¡°es un reto enorme pero para eso se cre¨® el G7¡±.
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