Un mercado mundial de infraestructura
El G20 quiere instrumentos que aceleren la llegada de fondos privados a los proyectos de obra p¨²blica
El mundo necesita m¨¢s inversi¨®n en obra p¨²blica. De mantenerse el ritmo actual con el que se vuelcan recursos, el d¨¦ficit de infraestructura representar¨¢, en la estimaci¨®n de la consultora McKinsey, un monto acumulado de 5,5 billones de d¨®lares en 2035. Aunque la cifra var¨ªa seg¨²n la fuente, nadie discute que la brecha se encamina a ser un gran lastre para el crecimiento econ¨®mico, m¨¢xime cuando tenemos en cuenta que el cambio clim¨¢tico est¨¢ impactando por partida doble: tanto por el deterioro que ya est¨¢ suponiendo para las infraestructuras ya existentes como por la necesidad de otras nuevas.
Los Gobiernos, con sus limitaciones fiscales, dif¨ªcilmente puedan aportar ese dinero adicional. El desaf¨ªo est¨¢ en la agenda del Grupo de los 20 (G20) desde hace tiempo, pero este a?o los miembros del foro han comenzado a trabajar con un objetivo ambicioso: convertir la infraestructura en una clase de activo y acelerar as¨ª la llegada de capitales privados.
Las clases de activos son grupos de instrumentos financieros que se comportan de manera similar en el mercado y operan bajo las mismas leyes y regulaciones. La meta a largo plazo es que los fondos privados puedan invertir en programas de obra p¨²blica como lo hacen hoy, por ejemplo, con los bonos soberanos. "Se trata de construir un veh¨ªculo financiero que tenga detr¨¢s un proyecto de infraestructura de un pa¨ªs, o un conjunto de proyectos de varios pa¨ªses, y la idea es que el volumen de activos llegue a ser tal que permita constituir un mercado l¨ªquido", explica Laura Jaitman, representante ante el G20 del Ministerio de Hacienda de Argentina, el pa¨ªs que preside el foro en 2018 y fue el promotor del proyecto. "No se va a lograr en un a?o, pero en marzo acordamos una hoja de ruta a largo plazo y Jap¨®n se comprometi¨® a continuar con el plan durante su presidencia de 2019".
En la mira est¨¢ el capital de los inversores institucionales, como los fondos de pensiones y las aseguradoras, que tienen carteras estimadas en 80.000 millones de d¨®lares y son candidatos naturales a invertir en activos con horizontes de largo plazo, como son los proyectos de infraestructura, pero hoy destinan menos del 1% sus recursos totales a este sector, seg¨²n datos del Banco Mundial. Un estudio reciente de la escuela de negocios francesa EDHEC afirma que un 90% de los inversores institucionales est¨¢n interesados en aumentar su exposici¨®n a activos del sector de la infraestructura. La estrategia del G20 apunta a levantar una a una las barreras por las que los grandes ahorros privados apenas fluyen hacia los programas de obra p¨²blica.
Aunque es un objetivo ambicioso, en el Gobierno argentino creen que hay antecedentes hist¨®ricos para ser optimistas. "Una experiencia similar fue el desarrollo del mercado de deuda emergente en los a?os ochenta, que empez¨® con iniciativas de este tipo y termin¨® con la estandarizaci¨®n de los bonos soberanos", explica Jaitman. Antes de ese proceso, los activos eran muy diferentes seg¨²n el pa¨ªs y cada pr¨¦stamo ten¨ªa una documentaci¨®n particular, lo que dificultaba la comprensi¨®n de los instrumentos y la diversificaci¨®n de las inversiones.
Al igual que en el caso de los t¨ªtulos p¨²blicos, una tarea clave para que el capital de los grandes inversores comience a fluir hacia la infraestructura es estandarizar: tener proyectos y contratos (tanto en el proceso licitatorio como en la financiaci¨®n) m¨¢s homog¨¦neos para bajar el alto coste que tiene el an¨¢lisis del riesgo y del rendimiento de cada programa de obras. "El sector de la infraestructura es muy intrincado y necesitamos proyectos m¨¢s comprables para que despu¨¦s se pueda crear el instrumento financiero", explica Jaitman. Se trata de encontrar un conjunto m¨ªnimo de estructuras en com¨²n para que los inversores se enfrenten a documentos similares a la hora de financiar la construcci¨®n de un dique en India, una carretera en Argentina o un puente en Bulgaria.
Catiana Garc¨ªa-Kilroy, analista del Banco Mundial, cree que convertir la infraestructura en una clase de activo es la estrategia adecuada. "Cuanto m¨¢s se avance en la estandarizaci¨®n, m¨¢s van a bajar los costes de transacci¨®n, lo que deber¨ªa abaratar la financiaci¨®n, y a la vez, permitir¨ªa conseguirla de muchas m¨¢s entidades. No solo de los inversores que tienen un mayor apetito de riesgo, sino tambi¨¦n de un mayor grupo de bancos y de inversores institucionales", afirma.
Mejoras regulatorias
Pero la hoja de ruta que acordaron los integrantes del G20 en marzo va m¨¢s all¨¢ y abarca temas como la mejora de los marcos regulatorios (impositivos, legales y contables) y del mercado de capitales de cada pa¨ªs, algo clave para las econom¨ªas en desarrollo, que necesitan acceder a una mayor financiaci¨®n en moneda local para reducir el riesgo asociado a las devaluaciones. Garc¨ªa-Kilroy cree que lograrlo requerir¨¢ tiempo y, sobre todo, mucha voluntad pol¨ªtica. "Los pa¨ªses que quieran estar en esta agenda van a tener que comprometerse a realizar toda una serie de reformas estructurales que no se consiguen de un d¨ªa para el otro", afirma.
En el Gobierno argentino saben que el esfuerzo necesario para que el plan prospere es enorme y est¨¢n convencidos de que lanzarlo en el G20, que representa el 85% del producto bruto global, es la ¨²nica v¨ªa posible de ¨¦xito. "Tiene que ser una iniciativa con esta escala para poder lograrlo", afirma Jaitman. En julio, durante la ¨²ltima reuni¨®n del G20 en Buenos Aires, se dio un primer paso concreto: los pa¨ªses se comprometieron a implementar una "gu¨ªa de preinversi¨®n" en la fase de preparaci¨®n de proyectos de infraestructura. "Es un conjunto de requisitos que los pa¨ªses deben cumplir para que los proyectos sean m¨¢s comparables, de mejor calidad y m¨¢s financiables por el sector privado", explica Jaitman.
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