La lucha de 362 familias para salvar su empleo en Vestas

Dos hombres entran en el campamento cargados de cajas llenas de comida al grito de ¡°?dos donaciones m¨¢s!¡± La respuesta es un sonoro aplauso y carreras para ver qu¨¦ llega y qui¨¦n lo env¨ªa. Una de las cajas ha viajado 40 kil¨®metros, desde la tienda de comestibles de la mujer de un trabajador de Vestas, el fabricante dan¨¦s de aerogeneradores. Otros d¨ªas el propietario de un camping cercano ha llevado bandejas de comida. Ha habido incluso quien se ha bajado de su coche al pasar por este pol¨ªgono industrial de Villadangos del P¨¢ramo (Le¨®n) y ha dejado 20 euros, o un par de pl¨¢tanos que llevaba en la guantera. ¡°Hay veces que son cosas simb¨®licas, detalles, pero lo agradecemos todo¡±, dice David Crespo, uno de los 362 trabajadores que llevan dos meses y medio en huelga.

Lo que empez¨® con un techado de tres por tres metros frente a la entrada de la planta de Vestas es ahora un campamento con varias tiendas de campa?a, sala de estar, cocina, ba?o port¨¢til y hasta una enorme nevera que a¨²n no enfr¨ªa pero lo har¨¢: ¡°Nos van a poner un punto de luz¡±, anuncia orgulloso Crespo, que tambi¨¦n es miembro del comit¨¦ de empresa. El paro empez¨® mucho antes de que Vestas anunciara oficialmente que quiere cerrar su planta de Le¨®n. ¡°Llev¨¢bamos tiempo viendo cosas raras. De priorizar a los proveedores locales pasaron a comprar en China. Despu¨¦s anunciaron que cerraban dos l¨ªneas de producci¨®n; luego otras dos. Votamos, nos unimos y decidimos parar¡±, explica.

La empresa hab¨ªa anunciado que presentar¨ªa el ERE de extinci¨®n este martes, pero lo ha retrasado. Ayer su direcci¨®n se reuni¨® en Madrid con la ministra de Transici¨®n Ecol¨®gica, Teresa Ribera, y altos cargos del Ministerio de Industria, y acordaron abrir ¡°una l¨ªnea de negociaci¨®n permanente¡±. Sin embargo, fuentes del Gobierno aseguran que ¡°parece que la decisi¨®n de cerrar es firme¡± y deslizan que en el trasfondo puede estar la pol¨ªtica medioambiental del anterior Gobierno, que no apostaba por las energ¨ªas renovables. A la Junta de Castilla y Le¨®n le preocupa el futuro de casi 2.000 familias (hay m¨¢s de 1.500 puestos de trabajo indirectos afectados) de la provincia, y le indignan por los 12,5 millones de euros en subvenciones que ha recibido Vestas.

¡°Todav¨ªa no entiendo cu¨¢les son las razones reales del cierre de la planta de Le¨®n, que es muy moderna y muy competitiva¡±, asegura Pilar del Olmo, consejera de Econom¨ªa y Hacienda. Las subvenciones proced¨ªan de las arcas de la Junta, del Estado y de los fondos europeos Feder. Buena parte eran ayudas a la inversi¨®n con creaci¨®n y mantenimiento de empleo durante un plazo de cinco a?os. Plazo que se cumpli¨® a finales de junio pasado, precisamente cuando Vestas comunic¨® que cerraba las l¨ªneas de producci¨®n. La empresa desvincula una cosa de la otra. ¡°La decisi¨®n, independiente, de cerrar la f¨¢brica responde a la situaci¨®n de los mercados que atiende esa planta¡±, asegura una portavoz.

La llegada de Vestas a Le¨®n en 2006 se vivi¨® como una fiesta en una provincia con la peor tasa de actividad (50%) de todo el pa¨ªs, solo por debajo de Orense, y casi diez puntos por debajo de la media nacional. La planta de Villadangos empleaba a 362 trabajadores fijos y unos 150 temporales y generaba 1.500 empleos indirectos en una zona eminentemente rural.

¡°No hab¨ªa otra empresa como esta en Le¨®n¡±, dice Cristina Cabero, de 42 a?os, que entr¨® a trabajar en Vestas hace una d¨¦cada. ¡°Eran buenos el sueldo, las vacaciones, los horarios, las horas extra¡­¡±, enumera. La planta, destacan todos los trabajadores con los que habla EL PA?S, era ejemplar. Lider¨® proyectos de I+D, fue galardonada varias veces como factor¨ªa m¨¢s eficiente de Vestas, en ella se formaban trabajadores de otros pa¨ªses¡­ El sueldo medio era de unos 1.100 euros netos al mes. Eso antes de que empezara la huelga. Ahora los trabajadores sobreviven con los pocos centenares de euros de la parte proporcional de la paga extra y lo que hubieran podido ahorrar.

A algunos, como Jos¨¦ Manuel Nistal, de 43 a?os, casado y con dos hijas preadolescentes, empieza a costarles salir adelante. ¡°Mi mujer es auxiliar de cl¨ªnica y trabaja media jornada. Con eso no se aguanta¡±, dice. Nistal recuerda ahora con un punto de arrepentimiento que rechaz¨® un trabajo en Mercadona hace a?os porque en Vestas ten¨ªa asegurado un buen sueldo y buena calidad de vida en Le¨®n. ¡°Acababa de nacer mi hija peque?a y no me quise mover a Ciempozuelos¡±. Ahora vive la situaci¨®n con ¡°resignaci¨®n y rabia¡±.

Los trabajadores de Vestas se turnan para mantener viva la protesta. En la tarde del lunes al menos 40 personas, la mayor¨ªa hombres, se entreten¨ªan haciendo muebles con pal¨¦s, charlando bajo los tendales o jugando al f¨²tbol en las avenidas del desangelado pol¨ªgono industrial. Todos coinciden en que no piensan moverse. ¡°?500 euros, nos dan 500 euros!¡±. Se desata la alegr¨ªa de nuevo. Han encontrado un primer patrocinador para que un deportista de La Ba?eza vaya en bicicleta hasta Aarhus (Dinamarca), donde est¨¢n las oficinas centrales, pasando por Bruselas, para dar a conocer la situaci¨®n de Vestas.

Tambi¨¦n en la Junta quieren que Bruselas conozca qu¨¦ est¨¢ sucediendo con la empresa danesa. ¡°Vamos a llevar este problema a la Comisi¨®n Europea. Me parece muy triste que las empresas puedan disfrutar de ayudas p¨²blicas financiadas con fondos europeos y luego llevarse las instalaciones y producir fuera de Europa. Nos vamos a desindustrializar con fondos europeos y luego tendremos que importar de empresas que no respetan nuestra legislaci¨®n laboral, condiciones medioambientales y requisitos de calidad¡±, asegura.

Juan Carlos Sanz, de 61 a?os, electromec¨¢nico, dej¨® a su mujer y su hija en Valladolid para trabajar en Vestas. Ahora vive de lunes a viernes en Trobajo del Camino, a pocos kil¨®metros de Villadangos, y coge el coche todos los fines de semana para ir a su casa. Es de los mayores, y tambi¨¦n es el m¨¢s experimentado entre sus compa?eros de campamento en este tipo de conflictos: 10 a?os atr¨¢s la tecnol¨®gica en la que trabajaba en Valladolid cerr¨® y traslad¨® la producci¨®n a China. Lo vive como un d¨¦j¨¤ vu de una doble v¨ªctima de la deslocalizaci¨®n.