Reformas 4.0
La revoluci¨®n digital exige reformas que potencien los beneficios del cambio sin polarizar
Desde hace unos a?os, numerosas voces han venido advirtiendo de la necesidad de nuevas reformas para asentar la base de la expansi¨®n. El principal argumento, basado en s¨®lidas e incuestionables experiencias hist¨®ricas, es que sin reformas no es posible aumentar la productividad, ni reducir los d¨¦ficits econ¨®micos y sociales de manera sostenida. Sin embargo, conviene tener en cuenta las transformaciones tecnol¨®gicas en marcha para conseguir mayor coherencia en la agenda reformista y mejorar su impacto.
Las prioridades no pueden ser las mismas que en el siglo pasado, marcado por la mundializaci¨®n de la econom¨ªa, un proceso de integraci¨®n econ¨®mica internacional que se intensific¨® tras la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn. Un contexto propicio a reformas para potenciar la inversi¨®n en bienes de equipo, en sectores donde resid¨ªa la ventaja comparativa de cada pa¨ªs, flexibilizando los mercados de bienes, servicios y trabajo, elevando el nivel educativo y compensando a las v¨ªctimas de la mundializaci¨®n ¡ªcolectivos vulnerables y poco cualificados¡ª.
Con la revoluci¨®n digital y de la inteligencia artificial, el contexto var¨ªa radicalmente, exigiendo nuevos objetivos para las reformas. Ahora, el valor reside en las transacciones virtuales y el capital reputacional. Las m¨¢s beneficiadas son las grandes empresas de servicios tecnol¨®gicos, que concentran un gran poder de mercado derivado de sus activos intangibles, lo que se refleja en cuantiosos beneficios pr¨®ximos a una situaci¨®n de monopolio. El buen funcionamiento de la econom¨ªa exige, m¨¢s que flexibilidad, protecci¨®n de las condiciones de competencia, permitiendo la emergencia de competidores y facilitando la difusi¨®n del avance tecnol¨®gico. El crecimiento exponencial de las transacciones digitales tambi¨¦n erosiona la base fiscal de los Estados, algo preocupante para la Hacienda espa?ola, atenazada por la deuda.
Asimismo, estamos asistiendo a una ¡°atomizaci¨®n¡± del trabajo, que difiere de los procesos de ajuste entre sectores caracter¨ªstico de la ¨¦poca de esplendor de la mundializaci¨®n (p¨¦rdidas de empleo en industrias en declive y ganancias en sectores con ventaja comparativa en cada econom¨ªa). Hoy, los procesos de externalizaci¨®n atraviesan todos los sectores sin excepci¨®n alguna, fruto de la tecnolog¨ªa digital y la rob¨®tica. El resultado es una erosi¨®n del modelo de trabajo a tiempo completo, en un mismo lugar y para una ¨²nica empresa. El trabajo se individualiza y aparecen nuevas formas, como los aut¨®nomos dependientes, el nomadismo laboral (combinando el empleo ¡°tradicional¡± con otra actividad), o las plataformas de trabajo que conectan directamente con el consumidor final. El objetivo de las pol¨ªticas no es tanto flexibilizar un mercado laboral atomizado, sino facilitar la movilidad y proteger a todos los ocupados, independientemente de su estatuto en el empleo.
Por otra parte, la educaci¨®n ya no es una panacea. La tecnolog¨ªa reduce la demanda de empleos de calificaci¨®n intermedia, produciendo un fen¨®meno de polarizaci¨®n que empieza a notarse tambi¨¦n en Espa?a. Los robots son imbatibles para desarrollar tareas complejas pero automatizables, de modo que la reforma educativa tendr¨¢ que promover la adquisici¨®n de competencias que complementan a los algoritmos.
La polarizaci¨®n tambi¨¦n se percibe como una amenaza para las clases medias como refleja la revuelta de chalecos amarillos en Francia. Todo ello contribuye al surgimiento del populismo y del proteccionismo.
En definitiva, el cambio tecnol¨®gico, por su car¨¢cter disruptivo, plantea la necesidad de una nueva agenda reformista, que potencie la capacidad innovadora y creativa del pa¨ªs, luche contra los oligopolios tecnol¨®gicos y facilite el desarrollo de competencias que completen el avance de la rob¨®tica. Las reformas pueden guiar el cambio tecnol¨®gico hacia la satisfacci¨®n de bienes colectivos como la lucha contra el cambio clim¨¢tico y la precariedad. El sistema impositivo, adaptado a una econom¨ªa basada en empresas localizadas en el territorio nacional, tiene que evolucionar para abarcar el creciente flujo de transacciones digitales y sin fronteras. Para la reforma laboral, el reto es acompa?ar la movilidad y a la vez evitar la polarizaci¨®n. La tarea es colosal, adem¨¢s Espa?a parte con alguna desventaja. Pero recuperaremos el terreno perdido si actuamos con prontitud y perseverancia, adaptando las reformas a la mutaci¨®n tecnol¨®gica.
Raymond Torres es director de Coyuntura de Funcas. En Twitter, @RaymondTorres_
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