El v¨¦rtigo de la inestabilidad
La incertidumbre que provocan las perspectivas econ¨®micas ser¨ªa menor con mayor¨ªa parlamentaria
No siempre es f¨¢cil interpretar los resultados de una encuesta. El Bar¨®metro de Empresas que hoy publica Negocios contiene unas conclusiones contundentes. El 47% de las empresas consultadas por Deloitte califican la gesti¨®n del Gobierno de ¡°mala o muy mala¡±; solo un 11% apoyan las decisiones econ¨®micas del presidente. Una opini¨®n general depresiva que sin duda obedece a causas muy concretas. La primera y m¨¢s importante es que S¨¢nchez ha variado el sentido de la pol¨ªtica tributaria. A un Gobierno como el de Rajoy aficionado a la ret¨®rica de la ¡°bajada de impuestos¡± como remedio a todos los males (para el PP existen las recetas m¨¢gicas en econom¨ªa) le ha sucedido otro que denuncia el bajo rendimiento del impuesto de sociedades y propone cambios para aumentar la recaudaci¨®n fiscal. Los impuestos tocan el nervio de las empresas; y si se a?ade la voluntad de rectificaci¨®n parcial de la reforma laboral, queda explicado casi en su totalidad el repudio de la pol¨ªtica econ¨®mica actual. Por m¨¢s que buena parte de esa pol¨ªtica econ¨®mica sea una mera declaraci¨®n de intenciones.
La respuesta de las empresas, contundente, tiene que leerse con otro c¨®digo menos nacional y m¨¢s global. En los ¨²ltimos dos meses se detecta entre los analistas e inversores un temor difuso pero desasosegante a una nueva recesi¨®n. No se tratar¨ªa de una crisis como la de 2008, sino de una desaceleraci¨®n profunda de la econom¨ªa para cuyo tratamiento no habr¨ªa ya terapias convincentes, debido a la persistencia todav¨ªa de pol¨ªticas monetarias expansivas y la desaparici¨®n casi total ¡ªen la eurozona, desde luego¡ª de las pol¨ªticas presupuestarias o fiscales.
La desaceleraci¨®n econ¨®mica ya es un hecho. No es casual que las contradicciones de las pol¨ªticas monetarias y fiscales se aprecien con claridad en Estados Unidos. All¨ª, la tasa de crecimiento del PIB es elevada y la de creaci¨®n de empleo tambi¨¦n lo es. Pero esta expansi¨®n de la econom¨ªa se est¨¢ consiguiendo con una pol¨ªtica econ¨®mica radicalmente proc¨ªclica, que act¨²a mediante la aportaci¨®n masiva de inversiones y recortes de impuestos sobre una situaci¨®n previa de crecimiento sostenido conseguida en el mandato de Obama. De forma que el mismo artificio que infla la expansi¨®n obliga a tomar medidas para evitar el recalentamiento econ¨®mico, es decir, a elevar los tipos de inter¨¦s. La ¡°buena situaci¨®n de la econom¨ªa¡± estadounidense es una afirmaci¨®n que habr¨ªa que analizar a fondo; quienes ya lo han hecho no pueden ocultar su inquietud para 2019 y 2020.
Las empresas saben o temen que el modelo que permiti¨® dejar atr¨¢s la recesi¨®n en Espa?a est¨¢ agotado. Incluso pueden llegar a sospechar que ese modelo, basado en la depresi¨®n de las rentas, la precariedad y el ajuste presupuestario que guillotina educaci¨®n, sanidad e inversi¨®n p¨²blica, probablemente constituye hoy un obst¨¢culo, bien para sostener una cierta tasa de crecimiento, bien para afrontar una nueva recesi¨®n. ?Resistir¨ªa hoy la sociedad espa?ola otros cinco a?os de austeridad (eufemismo por recortes) sin poner en peligro la estabilidad social? ?Cu¨¢l es el coste institucional de mantener crecimientos pr¨®ximos a cero de los salarios, cuando no reducciones obligadas, en un momento de declarada bonanza econ¨®mica?
El Bar¨®metro ofrece conclusiones muy claras y expresa el v¨¦rtigo que produce un hipot¨¦tico cambio de pol¨ªtica econ¨®mica servido con una minor¨ªa parlamentaria. El v¨¦rtigo ser¨ªa menor si en el Parlamento existiese una mayor¨ªa parlamentaria. De ah¨ª la petici¨®n de que se adelanten las elecciones.
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