La seguridad h¨ªdrica a largo plazo: sortear los obst¨¢culos
El D¨ªa Mundial del Agua permite reflexionar acerca del escaso conocimiento sobre este bien de primera necesidad, los compromisos de la agenda global y las asimetr¨ªas abisales entre Primer y Tercer Mundo
Para la mayor parte de los ciudadanos, hoy ser¨¢ un d¨ªa m¨¢s. Para otros, ser¨¢ el D¨ªa Mundial del Agua, un d¨ªa m¨¢s en el que merece la pena detenerse a reflexionar sobre uno de los desaf¨ªos generacionales m¨¢s importantes. El D¨ªa Mundial del Agua, propuesto en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo celebrada en R¨ªo de Janeiro en 1992 (la ic¨®nica Cumbre de R¨ªo), se celebra desde entonces cada 22 de marzo.
Un d¨ªa como hoy permite reflexionar fundamentalmente sobre tres cosas: la importancia de una conmemoraci¨®n as¨ª pese al escaso conocimiento de la misma por buena parte de la poblaci¨®n mundial, los compromisos adquiridos en la agenda global en relaci¨®n a temas de agua y las asimetr¨ªas abisales entre los pa¨ªses m¨¢s desarrollados y los menos desarrollados tambi¨¦n en este terreno.
El D¨ªa Mundial del Agua y el lema del mismo (este a?o es ¡®No dejar a nadie atr¨¢s¡¯), definen buena parte de la agenda del sistema de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas y otros organismos multilaterales en relaci¨®n al agua, de cara a coordinar esfuerzos y mandatos. Eclipsados por temas en ocasiones mucho m¨¢s intrascendentes, los temas de agua nos alcanzan te?idos de sensacionalismo, vinculados a eventos clim¨¢ticos extremos (sequ¨ªas, inundaciones) y como si se tratase de cuestiones ¨²nicamente ambientales o sectoriales. El lema de este a?o no solo remite a progresar en la provisi¨®n de servicios de agua, sino a hacerlo de modo equitativo, garantizando que todos los ciudadanos se benefician del acceso al agua.
Como es bien sabido, en septiembre de 2015 los gobiernos de la mayor parte de los pa¨ªses del mundo aprobaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que contiene 17 nuevos objetivos (los llamados Objetivos de Desarrollo Sostenible) y 169 metas concretas para erradicar la pobreza, combatir la desigualdad, promover la prosperidad y proteger el medio ambiente desde entonces y hasta 2030. En esa Agenda 2030 se dio un paso decisivo para mejorar el estatus del agua en esos objetivos. Con los Objetivos de Desarrollo del Milenio no se hab¨ªa conseguido individualizar los compromisos en torno al agua de otra serie de compromisos ambientales.
La realidad a la que puede asomarse el lector sobre los pa¨ªses menos desarrollados del mundo muestra, pese al progreso reciente, importantes desaf¨ªos. Si se pone el acento sobre la idea de no dejar a nadie atr¨¢s no es para solemnizar la obviedad, sino porque las carencias en cuanto al acceso mejorado a agua potable y saneamiento se concentran en determinadas zonas del planeta (?frica subsahariana, sur de Asia, etc.), entre grupos que padecen m¨¢s la desigualdad (mujeres, ni?os, refugiados, ind¨ªgenas, personas con capacidades diferenciales, algunas castas, etc.), especialmente en zonas rurales (80% de todas las personas sin cobertura universal) y en ¨¢reas periurbanas.
Hay que pensar, por ajena que esa realidad pueda parecer al lector, que 2.100 millones de personas o una de cada cuatro escuelas de educaci¨®n primaria carecen de agua segura ¡®in situ¡¯; que m¨¢s de 700 ni?os de menos de cinco a?os mueren cada d¨ªa por dolencias y diarreas por un acceso deficiente al agua y saneamiento; que m¨¢s de 1.000 millones de personas defecan a diario al aire libre (m¨¢s de 600 millones en una potencia geopol¨ªtica emergente como India) y una cantidad equivalente consume agua contaminada por heces; 700 millones de personas podr¨ªan convertirse en refugiados clim¨¢ticos solo como resultado de la escasez cr¨®nica de agua en 2030; 4.300 millones de personas carecen de retrete en casa¡
2.100 millones de personas o una de cada cuatro escuelas de educaci¨®n primaria carecen de agua segura
La realidad descrita previamente resultar¨¢ dif¨ªcil de entender por quien no haya tenido oportunidad de dimensionarla personalmente o quien no haya parecido carencias similares en un pasado ya remoto. Espa?a no solo garantiza la cobertura universal de los servicios de agua potable y saneamiento, sino que lo hace en un contexto altamente tecnificado, habiendo sido capaz de reducir en un 20% el consumo por habitante y por d¨ªa en los ¨²ltimos 10 a?os o un 30% la llamada ¡®agua no registrada¡¯, que incluye p¨¦rdidas en alta, en los ¨²ltimos 25 a?os. Todo ello es un logro colectivo entre los ciudadanos, las administraciones p¨²blicas y los diferentes operadores del sector (empresas o servicios municipales, empresas mixtas, empresas privadas).
Eso no libera de desaf¨ªos, en todo caso. Ante el gran reto generacional de la adaptaci¨®n al cambio clim¨¢tico, un fen¨®meno global al tiempo que asim¨¦trico, pues nos afecta a todos pero no a todos por igual, ser capaces de enfrentar una cascada de incertidumbres nos forzar¨¢ a definir nuevos marcos de decisi¨®n, nuevas herramientas de an¨¢lisis y a enfatizar sobre el aumento de nuestra resiliencia como sociedad.
Ante proyecciones de reducci¨®n de la disponibilidad de recursos h¨ªdricos a medio y largo plazo de entre un 24% y un 40% dependiendo de la cuenca, tendremos que entender de una vez por todas que el reto no es la sequ¨ªa (manifestaci¨®n coyuntural de un problema estructural), sino la escasez cr¨®nica de agua en buena parte del territorio.
La sociedad no solo necesita agua, sino seguridad h¨ªdrica. Dicho de otro modo, lo que nos aporta bienestar no es solo la ausencia de riesgos, sino la ausencia de una percepci¨®n ¨ªntima de riesgo. Eso exige, desde el punto de las pol¨ªticas p¨²blicas, avanzar desde la gesti¨®n de crisis, donde en ocasiones alcanzamos el virtuosismo, a la gesti¨®n de riesgos. Es decir, la pol¨ªtica de agua necesariamente ha de avanzar desde medidas improvisadas, reactivas y ad hoc para la remediaci¨®n de impactos, a medidas planificadas, proactivas, preventivas.
Esperar a las crisis de agua (como la reciente sequ¨ªa, todav¨ªa inconclusa en algunas cuencas del Levante espa?ol), nos conduce a una gama menor de soluciones y a un coste m¨¢s elevado. Las soluciones convencionales, normalmente basadas en el desarrollo de grandes infraestructuras, se dan en un contexto creciente de incertidumbre y con escaso car¨¢cter adaptativo.
Espa?a muestra con claridad (primer pa¨ªs de la Uni¨®n Europea en la reutilizaci¨®n de aguas residuales regeneradas y quinto del mundo en potencia instalada de desalaci¨®n) las posibilidades de la diversificaci¨®n de las fuentes de oferta. Sin embargo, ninguna de esas soluciones es la panacea. Son necesarios enfoques integrados que, junto a las nuevas fuentes de agua de explotaci¨®n modular como las mencionadas, profundicen en la optimizaci¨®n del uso de las fuentes convencionales mediante mayor eficiencia t¨¦cnica en el uso del agua, la gesti¨®n conjunta del todas las fuentes de agua, la recuperaci¨®n de las reservas superficiales y subterr¨¢neas, la restauraci¨®n de los ecosistemas acu¨¢ticos, el desarrollo de infraestructuras verdes y la implantaci¨®n de concesiones (licencias administrativas para el uso del agua) y precios orientados a garantizar la seguridad a medio plazo.
Las soluciones pasan por coordinar vertical y horizontalmente pol¨ªticas sectoriales, mejorar la coherencia entre los diferentes niveles de la Administraci¨®n y avanzar en la gesti¨®n compartida
Las soluciones pasan necesariamente por evitar el mito de Pen¨¦lope, coordinando vertical y horizontalmente pol¨ªticas sectoriales; mejorar la coherencia entre los diferentes niveles de la Administraci¨®n en pro del inter¨¦s general; avanzar en la gesti¨®n compartida, es decir, en la acci¨®n colectiva como v¨ªa para alinear intereses individuales y objetivos colectivos; y profundizar en la evaluaci¨®n de las pol¨ªticas p¨²blicas para no dar pasos sobre ideas m¨ªticas, juicios de valor o sencillamente a ciegas. Como en tantos otros ¨¢mbitos, sobre todo en desaf¨ªos cuya trascendencia es intergeneracional, es el tiempo de la pol¨ªtica, no de la inflaci¨®n normativa o el optimismo antropol¨®gico desde un punto de vista tecnol¨®gico.
Como hemos aprendido, pese a las diferencias, en la evoluci¨®n de las m¨¢s de veinte federaciones en el mundo, el federalismo no es solo es una f¨®rmula eficaz, pragm¨¢tica (un rasgo siempre asociado al progreso que, sin embargo, parece haber sido demonizado por algunos) y consensuada de resolver las aspiraciones leg¨ªtimas de los diferentes ciudadanos. Es tambi¨¦n una sofisticada cultura basada en el reconocimiento del otro, de quien no es como uno, en la b¨²squeda de soluciones compartidas, de aquello que nos une m¨¢s que de aquello que nos separa. En ese sentido, es un ant¨ªdoto contra la ignorancia y los maximalismos vacuos. La pol¨ªtica de agua necesariamente ha de ser concebida como una intervenci¨®n integral sobre una serie de actividades que tienen repercusiones (y no siempre positivas) sobre esta parte de nuestro capital natural.
Por las caracter¨ªsticas de los conflictos sociales por el uso del agua, con una marcada tendencia territorial que desvirt¨²a el debate (pues se reclama la igualdad en competencias en lugar de garantizar la igualdad en derechos); por los desaf¨ªos intergeneracionales (decisiones adoptadas hoy con repercusiones en el tiempo); por el solapamiento de unidades administrativas (las comunidades aut¨®nomas o los municipios) y unidades hidrol¨®gicas o de gesti¨®n; por el car¨¢cter global de buena parte de los desaf¨ªos (el cambio clim¨¢tico, la desertificaci¨®n, la p¨¦rdida de diversidad biol¨®gica), no queda otra que cooperar: entre ciudadanos, entre usuarios del agua, entre diferentes niveles administrativos, entre pa¨ªses, entre regiones del planeta, entre generaciones¡ Si no puedes atravesar un obst¨¢culo, rod¨¦alo. El agua lo hace.
* Gonzalo Delac¨¢mara es coordinador de Econom¨ªa del Agua del Instituto IMDEA Agua y director acad¨¦mico del? Foro de la Econom¨ªa del Agua
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