La eurozona y sus debilidades inherentes
Adem¨¢s de los factores externos, el riesgo de recesi¨®n de la uni¨®n monetaria se explica por la propia arquitectura del euro: tal y como se dise?¨® tiende inexorablemente a constre?ir el crecimiento
Menos de una d¨¦cada despu¨¦s de la peor crisis financiera que haya golpeado Europa desde el inicio del euro, reaparece el espectro de la recesi¨®n. Las exportaciones se desploman, los ¨ªndices de confianza de los consumidores se deterioran y las empresas europeas revisan a la baja sus perspectivas de actividad.
El empeoramiento ha tomado por sorpresa a la propia Comisi¨®n Europea, que hace menos de un a?o anticipaba un crecimiento cercano al 2%, una perspectiva que acercaba al pleno empleo a una mayor¨ªa de pa¨ªses miembros. Sin embargo, hoy por hoy lo m¨¢s probable es que ese crecimiento se quede en la mitad, y que la locomotora alemana bordee la recesi¨®n.
Se suele achacar este s¨²bito deterioro a circunstancias externas a Europa, como la guerra comercial, la desaceleraci¨®n de China o la reca¨ªda de pa¨ªses emergentes como Argentina o Turqu¨ªa. Tambi¨¦n se alude a la crisis del sector del autom¨®vil, el Brexit o incertidumbres geopol¨ªticas, es decir, siempre factores ex¨®genos.
Sin embargo, si bien todas estas circunstancias m¨¢s o menos ajenas a Europa influyen, no deber¨ªan ocultar las debilidades inherentes a la pol¨ªtica econ¨®mica europea. Y es que la zona euro, tal y como se ha construido, tiende inexorablemente a constre?ir el crecimiento. En los ¨²ltimos 10 a?os, la demanda interna de la zona euro creci¨® un escaso 0,4% anual, menos de la mitad que en Dinamarca, Reino Unido y Suecia, que no comparten el euro, y tres veces menos que en EE UU.
El sesgo recesivo se debe a las carencias en la arquitectura del euro, que limitan el margen de maniobra econ¨®mico, y que incitan a los pa¨ªses miembros a comprimir su demanda. Hasta hace un a?o, esta situaci¨®n no repercut¨ªa sobre el crecimiento, porque las exportaciones compensaban la d¨¦bil demanda interna, provocando la aparici¨®n de un super¨¢vit colosal en los intercambios entre la eurozona y el resto del mundo. Un super¨¢vit que no ha pasado desapercibido a la Administraci¨®n Trump, y que se ve amenazado por la guerra comercial.
Esto explica que la desaceleraci¨®n europea sea tambi¨¦n m¨¢s acusada en la industria, y sobre todo en Alemania, el pa¨ªs que m¨¢s se ha beneficiado de la expansi¨®n del comercio internacional. De no reaccionar, el riesgo de recesi¨®n podr¨ªa convertirse en realidad. De momento, el desplome de la industria no se ha trasladado a los servicios, sostenidos por el tir¨®n del empleo. Sin embargo, el mercado laboral empieza a resentirse de las peores expectativas, incluso en Espa?a, que es donde muestra m¨¢s dinamismo.
El BCE ha sido el primero en tomar conciencia de la gravedad de la situaci¨®n y se espera que anuncie una nueva ronda de est¨ªmulos a partir de septiembre, que sin embargo no bastar¨¢n para atajar el riesgo de recesi¨®n. Tambi¨¦n ayudar¨ªa un impulso fiscal significativo y r¨¢pido, que a falta de un presupuesto europeo antic¨ªclico solo puede venir de Alemania. Mientras, en otros pa¨ªses se trata tan solo de evitar medidas contractivas. El destino est¨¢ pues en las manos de Europa, pero requiere contundencia para contener el riesgo de recesi¨®n, audacia para reformar la eurozona y una visi¨®n compartida del futuro.
Raymond Torres es director de Coyuntura y An¨¢lisis Internacional de Funcas. Este art¨ªculo ha sido elaborado por Agenda P¨²blica para EL PA?S.
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