Una epifan¨ªa econ¨®mica
Recientes investigaciones apoyan que la relaci¨®n entre eficiencia y equidad es positiva, no negativa
En medio de este clima de ansiedad social y de incertidumbre pol¨ªtica y econ¨®mica que nos envuelve, un clima cada d¨ªa m¨¢s viscoso, quiero traerles una buena noticia. Una noticia que es una verdadera epifan¨ªa econ¨®mica que tiene que ver con la posibilidad de afrontar el problema central de nuestras sociedades: la desigualdad de ingresos, riqueza, condici¨®n y oportunidades.
La desigualdad es el rasgo m¨¢s caracter¨ªstico de la evoluci¨®n de la econom¨ªa desde la d¨¦cada de los ochenta del siglo pasado. Y, a la vez, es el factor m¨¢s determinante de la crisis financiera de 2008, del d¨¦bil crecimiento de las econom¨ªas, del malestar social y del populismo pol¨ªtico.
Si queremos afrontar con ¨¦xito estos problemas tenemos que poner la desigualdad en el centro de las pol¨ªticas p¨²blicas y empresariales. La vara de medir la bondad o perversidad de cualquier pol¨ªtica tiene que ser su impacto en la desigualdad. Si una pol¨ªtica mejora la situaci¨®n de los que ya est¨¢n mejor y empeora la de los que est¨¢n peor, no es una buena pol¨ªtica. No hay vuelta de hoja.
Este enfoque tendr¨¢, adem¨¢s, la virtud de hacer que la gesti¨®n del cambio tecnol¨®gico se oriente a la capacitaci¨®n de los trabajadores y no a su sustituci¨®n por robots. A la vez, permitir¨¢ hacer pol¨ªticas contra el cambio clim¨¢tico que no aumenten la desigualdad, como ha ocurrido en Francia cuando el aumento del impuesto sobre el gasoil provoc¨® el levantamiento de los chalecos amarillos.
Esta necesidad de hacer pol¨ªticas contra la desigualdad ha estado bloqueada por dos supuestos en los que se ha apoyado el enfoque neoliberal que, desde la academia y los gobiernos, ha secuestrado la econom¨ªa desde los a?os ochenta. Por un lado, el mandamiento del economista y premio Nobel Milton Friedman de que el ¨²nico objetivo de las empresas era maximizar los beneficios para los accionistas contribuy¨® a incrementar la desigualdad en la distribuci¨®n de la renta que crean las empresas.
Por otro lado est¨¢ el llamado dilema de Ok¨¹m, un prestigioso economista norteamericano de la segunda mitad del siglo pasado. En un muy influyente art¨ªculo publicado en 1974 (¡°Equality and Eficiency: The big trade¡±) sostuvo, con los datos disponibles en aquella ¨¦poca, que exist¨ªa una relaci¨®n negativa entre la justicia social y la eficiencia econ¨®mica. Si un gobierno quer¨ªa hacer pol¨ªticas redistributivas para mejorar la equidad social ten¨ªa que aceptar el coste de que la econom¨ªa creciese menos. Era la met¨¢fora del pastel: si repart¨ªas mejor el pastel, al a?o siguiente crec¨ªa menos. En la facultad tuve que estudiar y asumir ese dilema. Y como profesor lo he explicado durante muchos a?os a mis alumnos.
Sin embargo, hay que decir que ese dilema no llev¨® a Ok¨¹m a despreocuparse de la desigualdad. Utiliz¨® una analog¨ªa que se hizo c¨¦lebre entre la desigualdad y un cubo con agujeros: si algunas personas tienen sed, mientras otras tienen mucha agua, deber¨ªa hacerse una transferencia de agua desde los que tienen mucha a los que est¨¢n sedientos; incluso si ese trasvase se hace con un cubo con agujeros (malas pol¨ªticas) que provoca que se pierda alg¨²n agua (eficiencia).
El argumento de equidad no convenci¨® a los neoliberales. Su oposici¨®n a las transferencias ha sido numantina. Este rechazo ha sido la fuente principal de la desigualdad, y no el cambio t¨¦cnico y la globalizaci¨®n, como sostienen.
Sin embargo, las cosas han cambiado recientemente. Las investigaciones de Ostry, Berg y Tsangarides llevadas a cabo en el FMI, utilizando mejores datos de los que hab¨ªa podido utilizar Ok¨¹m, revelan que la relaci¨®n entre eficiencia y equidad es positiva, no negativa. Es decir, que una mejora prudente de la equidad produce un crecimiento m¨¢s sostenible y sano (mejor distribuido). Es una verdadera revelaci¨®n, una epifan¨ªa. El hecho de que venga del FMI y no del Vaticano la hace m¨¢s cre¨ªble. Los neoliberales ya no podr¨¢n argumentar que la equidad perjudica la eficiencia. Redistribuir mejor es bueno tanto para la justicia social y como para el crecimiento.
Ahora bien, las izquierdas se equivocar¨ªan si piensan que, por si sola, la redistribuci¨®n acabar¨¢ con la desigualdad. Es necesario tambi¨¦n mejorar la estructura productiva y la calidad de los empleos para que la econom¨ªa distribuya mejor la renta que crea. A la vez, es necesario mejorar las capacidades de las personas para que puedan ser m¨¢s productivas y tener mejores salarios; es decir, la predistribuci¨®n. Pero de la distribuci¨®n y de la predistribuci¨®n hablaremos en otra ocasi¨®n. Hoy lo que quer¨ªa es traerles la noticia de esta nueva epifan¨ªa.
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