Poder, pol¨ªticas y consenso
Seguir con el mercado de trabajo que tenemos y pretender crecer con equidad es hacerse trampas al solitario
El crecimiento de la econom¨ªa mundial en 2019 es el m¨¢s bajo desde la Gran Recesi¨®n. Para 2020 el pron¨®stico mejora hasta el 3,3%, aunque pocos se hacen ilusiones y apuestan a que la tozudez, la impericia o la mala suerte acabar¨¢n llevando a recortar la previsi¨®n. Cuando pintan bastos es inevitable que florezcan propuestas para combatir los impactos de la posible recesi¨®n. La m¨¢s exc¨¦ntrica es la que proclama que "esto-aqu¨ª-no-va-a-pasar". Los datos estropean hasta el mejor de los relatos: quien en Espa?a haya mirado la evoluci¨®n reciente del consumo, la inversi¨®n, las exportaciones o el empleo sabe que la desaceleraci¨®n est¨¢ aqu¨ª, e intuye que pronto creceremos por debajo del 2%.
?Qu¨¦ se puede esperar de las pol¨ªticas de demanda? Desde 2008, los bancos centrales han sido los protagonistas de la pol¨ªtica econ¨®mica mundial. Sus pol¨ªticas no convencionales se tradujeron en una expansi¨®n de sus balances equivalente al 17% del PIB mundial que evitaron una deflaci¨®n global que hubiera sido catastr¨®fica para el empleo y la actividad. Pero ni la demanda de cr¨¦dito e inversi¨®n se han relanzado en la cuant¨ªa esperada, ni la inflaci¨®n ha reaccionado al alza. Adem¨¢s, se han generado consecuencias no intencionadas, como el impacto sobre la rentabilidad del sistema bancario europeo, o el alza de la desigualdad derivado del crecimiento dispar del precio de los activos financieros y de los salarios.
Tiene l¨®gica que se reclame un mayor activismo fiscal. Con tipos de inter¨¦s inferiores a las tasas de crecimiento, incurrir en un d¨¦ficit financiado con emisi¨®n de deuda tiene menores riesgos de ser una estrategia insostenible. Ahora bien, no todos los d¨¦ficit son iguales. Los hay que responden a pol¨ªticas de gasto e impuestos bien dise?adas y evaluadas, y hay d¨¦ficits que son el resultado de gestiones desprolijas y clientelistas con altos costes de eficiencia y equidad. Que sea m¨¢s barato financiarlos no los hace deseables. Todav¨ªa mas importante, las pol¨ªticas de demanda solo sirven para reducir las desviaciones del crecimiento y del empleo respecto a la tendencia, pero no para modificar el crecimiento potencial de la econom¨ªa. Si se pudiera crecer gastando o emitiendo Argentina o Venezuela ser¨ªan pa¨ªses desarrollados y no econom¨ªas enfrentadas a crisis hom¨¦ricas.
Para crecer hay que hacer reformas que aumenten la flexibilidad de la econom¨ªa para responder a los shocks positivos o negativos que se puedan producir. Llevamos mucho tiempo hablando de ellas y haciendo muy pocas. La econom¨ªa pol¨ªtica de las reformas es compleja. La OCDE ha analizado la experiencias de tres d¨¦cadas de pol¨ªticas de oferta para concluir que para tener ¨¦xito con las reformas estructurales el factor determinante es contar con un fuerte mandato electoral. Hay que ganar explicando por qu¨¦, qu¨¦ y c¨®mo se quiere cambiar. Algo que es mejor intentar cuando las reformas se construyen sobre an¨¢lisis y evidencias que permiten cuantificar cre¨ªblemente sus costes y beneficios, incluyendo los costes de no hacer nada. Hablar de pol¨ªticas es debatir sobre c¨®mo las distintas opciones de reforma determinan esos costes y beneficios, y sobre c¨®mo hay que dise?ar los mecanismos de compensaci¨®n de los potenciales perdedores de los cambios.
No es lo que hemos estado viendo desde el 28 de abril. Pero nada impide que no pueda pasar en el futuro. Por las buenas o por las malas. Porque la pol¨ªtica funcione y permita alcanzar consensos que den profundidad y sostenibilidad a las reformas, o porque una crisis lo imponga. No hay muchas m¨¢s opciones. Seguir con el mercado de trabajo, el sistema educativo o el sistema fiscal que tenemos y pretender crecer con equidad en el siglo XXI es hacerse trampas en el solitario.
Si la incertidumbre econ¨®mica crece es probable que los votantes acumulen no solo decepci¨®n y hartazgo, sino tambi¨¦n ansiedad ante el riesgo de una nueva recesi¨®n. De ah¨ª que sea tan deseable que los principales candidatos y sus spin doctors detecten que el ambiente social no da para que ellos sigan hablando de poder y no de pol¨ªticas. Cuando la crisis te deja sin espacios, los ajustes se imponen. No los mejores, pero s¨ª los imprescindibles para seguir tirando. El drama es que ese camino puede tener costes desorbitados. Entre otros, que la clase pol¨ªtica no pueda encontrar la forma de echarle la culpa a los otros. Esta vez est¨¢n solos y con todo el mundo mir¨¢ndolos. Si fracasan, ser¨¢ un fracaso generacional, probablemente, lo ¨²ltimo que necesita este pa¨ªs.
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