Verdades y mitos sobre el sistema electoral
En un contexto de creciente fragmentaci¨®n pol¨ªtica ante la repetici¨®n de las elecciones generales, las particularidades de sus reglas pueden resultar cada vez m¨¢s determinantes
Espa?a tiene un sistema electoral complejo, no tanto por las reglas que lo definen, sino por los efectos distorsionadores que la combinaci¨®n de todas ellas puede producir en t¨¦rminos de discrepancias de la proporci¨®n de esca?os de cada partido frente a su porcentaje de votos. Incrementa la volatilidad e impredecibilidad, ya que peque?as variaciones en el voto pueden traducirse en importantes cambios en la composici¨®n parlamentaria. Para una correcta comprensi¨®n de estos impactos es fundamental desglosar los diferentes mecanismos distorsionadores, para poder analizar a continuaci¨®n su efecto conjunto. El asunto cobra mayor relevancia conforme aumenta el n¨²mero de partidos con un respaldo relevante, que es lo que est¨¢ ocurriendo en los ¨²ltimos a?os.
Nos centraremos en primer lugar en el Congreso de los Diputados, cuya composici¨®n responde a un doble reparto. Previamente a las elecciones sus 350 esca?os se distribuyen sobre las cincuenta provincias y las ciudades aut¨®nomas de Ceuta y Melilla seg¨²n una f¨®rmula fijada por la ley electoral. Despu¨¦s los esca?os correspondientes a cada una de estas 52 circunscripciones se asignan a los partidos en proporci¨®n a los votos recibidos dentro de la misma.
El reparto territorial: la primera fuente de distorsi¨®n
248 de los esca?os se reparten entre las provincias en proporci¨®n a su poblaci¨®n, si bien, ante la imposibilidad de asignar n¨²meros decimales de esca?os, naturalmente la proporcionalidad no es exacta. Existen diferentes f¨®rmulas para un reparto proporcional teniendo en cuenta la restricci¨®n a los n¨²meros enteros. La que se usa en este caso es la cuota Hare, que, dicho de manera simplificada, ante la duda tiende a beneficiar a los peque?os en detrimento de los grandes, suavizando as¨ª las diferencias. Aun as¨ª, desde 2008 a la provincia de Soria ya no le corresponde ninguno de estos 248 esca?os, mientras Madrid ha incrementado su cuota de los 30 esca?os en 1977 a 35 en la actualidad.
Para reducir este desequilibrio territorial, los restantes 102 esca?os se reparten con independencia de la poblaci¨®n, a raz¨®n de uno por ciudad aut¨®noma y dos por provincia, tenga esa m¨¢s de 6,6 millones de habitantes como Madrid o menos de 90 mil como Soria. Ello constituye la primera fuente de distorsi¨®n, bien visible en el gr¨¢fico que muestra el actual reparto resultante.
Hacia la derecha los esca?os disminuyen de forma menos pronunciada que la poblaci¨®n. La provincia de Madrid, 74 veces m¨¢s poblada que la de Soria, vota solo 18,5 veces m¨¢s diputados. Y las 21 circunscripciones de cuatro o menos esca?os suman 68, casi el doble que Madrid, pese a que su poblaci¨®n conjunta es un 20% inferior. En resumen, las demarcaciones grandes est¨¢n infrarrepresentadas frente a las peque?as, una pr¨¢ctica com¨²n, no solo en Espa?a, sobre todo ante grandes diferencias poblacionales, para evitar la irrelevancia de las circunscripciones peque?as.
La traducci¨®n de votos en esca?os: la culpa no es de D¡¯Hondt
La restricci¨®n a los n¨²meros enteros tambi¨¦n aparece en la asignaci¨®n de los esca?os a los partidos en proporci¨®n al voto dentro de cada circunscripci¨®n, donde se convierte en la otra gran fuente de distorsi¨®n. Nos servir¨¢ de ejemplo el resultado de las pasadas elecciones al Congreso de abril en la provincia de Le¨®n, reflejado en el siguiente gr¨¢fico, cuya primera fila muestra la distribuci¨®n del voto v¨¢lido.
La asignaci¨®n de esca?os en proporci¨®n al voto se lleva cabo seg¨²n el m¨¦todo D'Hondt, que al contrario que la cuota Hare (empleada en el reparto de los esca?os sobre las provincias en proporci¨®n a su poblaci¨®n), tiende a beneficiar a los grandes en detrimento de los peque?os. Como se observa en la segunda fila, asign¨® los cuatro esca?os que corresponden a la provincia a los tres primeros partidos, que sumando menos del 74% del voto se repartieron el 100% de los esca?os, dej¨¢ndoles a los tres con una proporci¨®n de esca?os superior a la de su voto. Todos los dem¨¢s partidos se quedaron sin representaci¨®n, inclusive el cuarto y el quinto con m¨¢s del 11% del voto.
Este tipo de fuertes distorsiones, tan t¨ªpicas en las provincias peque?as como perjudiciales para los partidos minoritarios, se atribuyen frecuentemente a D¡¯Hondt. ?Pero con otro m¨¦todo podr¨ªa obtenerse un reparto m¨¢s justo? La ¨²nica alternativa, representada en la tercera fila y que de hecho ser¨ªa el resultado de la aplicaci¨®n de la cuota Hare, consistir¨ªa en pasar uno de los dos esca?os del primer partido al cuarto, lo cual tampoco nos acercar¨ªa a la proporcionalidad. Reducir¨ªa el umbral para obtener representaci¨®n, pero a costa de ningunear las enormes diferencias de voto entre los partidos representados, y sin esca?o para el quinto partido, que obtuvo casi el mismo respaldo que el cuarto. Existen m¨¢s m¨¦todos de asignaci¨®n que se aplican en otros pa¨ªses, pero ninguno podr¨ªa mejorar el reparto aqu¨ª, simplemente porque con cuatro esca?os no hay m¨¢s opciones.
?Pero qu¨¦ ocurrir¨ªa con esta misma distribuci¨®n de voto en Madrid con sus 37 esca?os? Las ¨²ltimas dos filas muestran c¨®mo se repartir¨ªan aplicando los mismos dos m¨¦todos. La diferencia entre ambos sigue siendo un esca?o que baila entre el primero y cuarto partido, pero que ahora, ante el mayor n¨²mero de esca?os, tiene una importancia menor. Ambos repartos se aproximan bastante a la distribuci¨®n del voto de la primera fila. Solo se quedan sin representaci¨®n los partidos de la categor¨ªa ¡®Otros¡¯, todos por debajo del 1% del voto. (En cualquier caso, en el reparto de esca?os solo entran los partidos con al menos el 3%, lo cual en la pr¨¢ctica solo supone una limitaci¨®n en Madrid y Barcelona, ya que en cualquier otra demarcaci¨®n un esca?o suele requerir de todas formas un porcentaje mayor).
Por tanto, m¨¢s que el m¨¦todo, importa es el n¨²mero de esca?os a repartir. Si son suficientes como en Madrid o Barcelona (o si las provincias castellanoleonesas se fusionaran en una sola circunscripci¨®n, o si toda Espa?a lo fuera como en las elecciones europeas) cualquier m¨¦todo resulta aproximadamente proporcional. En cambio, si escasean, como ocurre en la mayor¨ªa de las demarcaciones, no hay m¨¦todo que lo consiga y menos a¨²n con cada vez m¨¢s partidos disput¨¢ndoselos. El caso m¨¢s extremo son las ciudades aut¨®nomas con un solo esca?o, donde la proporcionalidad desaparece del todo y el sistema se convierte en puramente mayoritario: el partido m¨¢s votado obtiene el 100% de la representaci¨®n, independientemente de su porcentaje de voto y de la diferencia frente a los dem¨¢s.
El efecto combinado de ambas distorsiones: ?a qui¨¦n le beneficia y a qui¨¦n le perjudica?
Al igual que UCD en el inicio de la transici¨®n, PSOE y PP se sit¨²an entre los partidos m¨¢s beneficiados por el sistema electoral. Suelen conseguir representaci¨®n en la gran mayor¨ªa de las provincias, inclusive las peque?as, donde ambas distorsiones se alinean a su favor: al quedarse varios partidos minoritarios sin representaci¨®n como en el caso de Le¨®n, ellos suelen hacerse con una proporci¨®n de esca?os mayor que la de sus votos, que luego se ve amplificada debido a la sobrerrepresentaci¨®n territorial. Dicho de otro modo, los esca?os en estas circunscripciones peque?as les salen ¡®baratos¡¯, en el sentido de que les hacen falta relativamente pocos votos para conseguirlos.
Pero en t¨¦rminos relativos estos esca?os resultan ¡®caros¡¯ ya que se suele necesitar un porcentaje mayor para ellos, de modo que en Le¨®n Unidas Podemos y Vox se quedaron sin representaci¨®n con un respaldo que en Madrid les hubiera supuesto cuatro esca?os a cada uno. Son el tipo de partidos habitualmente m¨¢s perjudicados por el sistema electoral. Al ser minoritarios en todo el territorio nacional, salvo excepciones, los jugosos esca?os de las peque?as provincias m¨¢s sobrerrepresentados est¨¢n fuera de su alcance y el voto que consiguen en ellas no les sirve de nada, lo que les deja infrarrepresentados en el conjunto nacional. Cu¨¢nto menor el respaldo, m¨¢s se acent¨²a este efecto, de modo que los esca?os disminuyen en mayor medida que los votos, hasta que un partido ya solo puede aspirar a esca?os en las provincias m¨¢s grandes, justo ah¨ª donde los votos rinden menos. As¨ª IU y UPyD recibieron en su momento solo una fracci¨®n de los esca?os que les hubiera correspondido por proporcionalidad.
Este castigo lo sufren solo los partidos peque?os cuyo voto est¨¢ disperso geogr¨¢ficamente, pero no as¨ª los que lo concentran como los partidos nacionalistas o regionalistas, que en aquellas provincias en las que se presentan suelen obtener esca?os. As¨ª el PNV se hace habitualmente con uno o hasta dos diputados m¨¢s de lo que le corresponder¨ªa en proporci¨®n, una diferencia considerable en un partido con cinco o seis esca?os. Sin embargo, los diputados nacionalistas catalanes a veces son m¨¢s y a veces menos de lo que corresponder¨ªa, porque juega en su contra que los esca?os catalanes son de media poco rentables, ya que dos tercios pertenecen a la infrarrepresentada Barcelona.
Referente a Ciudadanos, en muchas de las jugosas provincias peque?as ¨Ccomo Le¨®n¨C est¨¢ relativamente bien posicionados, justo alrededor del umbral para conseguir esca?o, de modo que en una peque?a horquilla de voto se juega muchos diputados, que marcan la diferencia entre una muy ligera sobrerrepresentaci¨®n como la conseguida en abril y una clara infrarrepresentaci¨®n propia de los partidos minoritarios. Tanto es as¨ª que en las ¨²ltimas tres elecciones cambios peque?os en su voto causaron variaciones importantes en su representaci¨®n. Por consiguiente, la bajada de votos vaticinada por las encuestas de cara al 10-N podr¨ªa traducirse en un descalabro de esca?os.
El impacto de la fragmentaci¨®n: de Espa?a Suma a M¨¢s Pa¨ªs
Desde el PP se intent¨® sin ¨¦xito convencer a Ciudadanos y a Vox para presentarse conjuntamente a las elecciones del 10-N bajo las siglas ¡®Espa?a Suma¡¯, alegando que obtendr¨ªa m¨¢s esca?os que la suma de los que conseguir¨ªan las tres formaciones por separado. Es un recurso habitual para aglutinar el voto en un contexto de polarizaci¨®n ante un sistema electoral que perjudica a los minoritarios. Sin embargo, se trata de un arma de doble filo, ya que una alianza as¨ª nunca suma todo el voto de los que la integran. No todos los votantes comulgar¨¢n con ella, algo muy a tener en cuenta sobre todo al abarcar un espacio ideol¨®gicamente tan amplio, desde el centro hasta la extrema derecha. En las provincias peque?as y medianas donde los votos de algunos de los tres partidos no se traducir¨ªan en esca?os, el beneficio de concentrar el voto en una lista ¨²nica podr¨ªa pesar m¨¢s que los votos perdidos de los detractores de la alianza, pero podr¨ªa resultar contraproducente en las provincias grandes, con una asignaci¨®n razonablemente proporcional y con esca?os suficientes para los tres, donde la concentraci¨®n del voto beneficia poco.
Este mismo razonamiento a la inversa puede aplicarse a la aparici¨®n de M¨¢s Pa¨ªs como tercera v¨ªa izquierdista entre PSOE y Unidas Podemos. A la vez que la divisi¨®n del voto puede perjudicar a la izquierda en la asignaci¨®n de esca?os, tambi¨¦n puede incrementar el voto total de la izquierda: aparte de quitarle votos a sus dos rivales de izquierdas, M¨¢s Pa¨ªs apunta a aquellos votantes de izquierdas que, desencantados con PSOE y Unidas Podemos por su falta de acuerdo para investir a S¨¢nchez, se iban a quedar en casa el 10-N. Ante este dilema, M¨¢s Pa¨ªs opta por una estrategia adaptada al sistema electoral: presentarse solo en las provincias grandes, donde acorde con lo dicho en el p¨¢rrafo anterior los beneficios podr¨ªan prevalecer sobre los perjuicios.
La proporcionalidad en las dem¨¢s elecciones
Salvo las del Senado, todas las elecciones en Espa?a se rigen por la representaci¨®n proporcional. En las elecciones auton¨®micas de las comunidades peninsulares uniprovinciales (salvo Asturias), las locales de cada municipio y las europeas en Espa?a, todos los esca?os se asignan en proporci¨®n al voto total sin divisi¨®n en circunscripciones y por tanto sin distorsi¨®n territorial. Y salvo los comicios locales de los municipios peque?os y por tanto con pocos concejales, tambi¨¦n hay esca?os suficientes para que estos comicios de circunscripci¨®n ¨²nica efectivamente sean aproximadamente proporcionales sin grandes distorsiones introducidas por el sistema electoral.
En cambio, en los comicios auton¨®micos de Asturias, Baleares y las comunidades de m¨¢s de una provincia hay divisi¨®n en circunscripciones con su correspondiente distorsi¨®n territorial. Pueden tener importantes consecuencias, como en Catalu?a, done en este caso la infrarrepresentaci¨®n de Barcelona, la provincia menos nacionalista, juega a favor del nacionalismo, report¨¢ndole habitualmente una mayor¨ªa de esca?os sin una mayor¨ªa de votos. En cambio, en el Pa¨ªs Vasco el PNV sale perjudicado, ya que la provincia menos nacionalista, ?lava, es la m¨¢s sobrerrepresentada. En estas dos elecciones auton¨®micas la distorsi¨®n territorial es la m¨¢s relevante, ya que no hay circunscripciones excesivamente peque?as, aunque s¨ª las hay en otras de las comunidades, en las que por tanto adem¨¢s se pueden producir fuertes distorsiones en la asignaci¨®n de los esca?os a los partidos.
* Ansgar Seyfferth es director para Espa?a y Portugal de la empresa STAT-UP Statistical Consulting & Data Science Services
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