William Nordhaus: ¡°Hay que buscar un acuerdo internacional de pa¨ªses con un precio similar para el carbono¡±
El premio Nobel de Econom¨ªa de 2018 urge a los Estados a gravar ya las emisiones y poner aranceles a aquellos que no lo hagan
Cuenta William Nordhaus (Alburquerque, EE UU, 1941) que sus primeros estudios como economista sobre el cambio clim¨¢tico, all¨¢ por los a?os setenta, eran algo as¨ª como un pasatiempo que sus superiores le permit¨ªan mientras no descuidara su ¡°supuesta investigaci¨®n seria¡±. Lo que no sab¨ªan entonces ellos ni ¨¦l es que aquel entretenimiento se convertir¨ªa en un modelo econ¨®mico tan relevante que, 40 a?os m¨¢s tarde, le har¨ªa ganar el Nobel de Econom¨ªa.
Galardonado con el premio de 2018 por ¡°integrar el cambio clim¨¢tico dentro de los an¨¢lisis macroecon¨®micos de largo plazo¡±, a sus 78 a?os Nordhaus es respetado y criticado a partes iguales. El amor se lo gan¨® por inaugurar la disciplina y por estar entre los primeros economistas que defendieron la necesidad de un impuesto al carbono para desincentivar el uso de hidrocarburos. Y las cr¨ªticas se las debe a las pol¨¦micas conclusiones del an¨¢lisis coste-beneficio que desarroll¨® para comparar los da?os econ¨®micos del calentamiento con el coste de luchar contra ¨¦l. En la ¨²ltima versi¨®n de su teor¨ªa, publicada el a?o pasado, suger¨ªa que la mejor soluci¨®n desde el punto de vista de los costes, era estabilizar las temperaturas en cuatro grados por encima de la era preindustrial, un escenario catastr¨®fico seg¨²n el consenso cient¨ªfico. En conversaci¨®n telef¨®nica, justo un a?o despu¨¦s de ganar el Nobel, insiste una y otra vez sobre la necesidad de ponerle precio a las emisiones de carbono.
Pregunta. ?Qu¨¦ precio habr¨ªa que ponerle a las emisiones de carbono?
Respuesta. Entre 100 y 200 euros por tonelada, mucho m¨¢s del que tiene en el mercado de derechos de emisi¨®n de Europa.
P. ?Le parece posible llegar a ese precio?
R. En varios pa¨ªses europeos se ha aceptado la necesidad de un precio m¨¢s alto, 40 euros o m¨¢s. En otros pa¨ªses hay una variedad de respuestas. EE UU ha ido muy despacio, pero algunos de los actuales candidatos del Partido Dem¨®crata tienen objetivos muy ambiciosos y podr¨ªan considerar niveles m¨¢s altos. Pero es una decisi¨®n pol¨ªtica dif¨ªcil porque aumentar los precios de la energ¨ªa, que es lo que ocurrir¨¢, es tremendamente impopular.
¡°La tasa que habr¨ªa que poner deber¨ªa estar entre 100 y 200 euros por tonelada¡±
P. ?Es posible evitar una reacci¨®n como la de los chalecos amarillos en Francia?
R. Creo que s¨ª. Hay propuestas que atajan ese problema. En la provincia canadiense de British Columbia pusieron un impuesto al carbono cuya recaudaci¨®n vuelve a los residentes. Las personas de menos ingresos terminan mejor que antes del impuesto.
P. ?Y las p¨¦rdidas de competitividad con relaci¨®n a pa¨ªses que no gravan el carbono?
R. Lo m¨¢s f¨¢cil es un acuerdo internacional de pa¨ªses que le pongan un precio similar. Como ocurre dentro de Europa, con un sistema de derechos de emisi¨®n donde ning¨²n pa¨ªs tiene ventaja sobre los dem¨¢s. Se podr¨ªan poner aranceles a los pa¨ªses que no participan de ese acuerdo, no tanto para mantener la competitividad sino para lograr que se unan al mismo. En cualquier pacto internacional hace falta dise?ar sanciones para los pa¨ªses que no participan.
P. ?No es demasiado complejo calcular la cantidad de carbono que hay en la producci¨®n de un bien?
¡°Lo importante es que empecemos de una vez. Todav¨ªa no hemos hecho nada¡±
R. Por esas complejidades yo prefiero la idea de un arancel uniforme para todas las importaciones de fuera del acuerdo en vez de medir el contenido de carbono de cada producto. No se trata de castigar la entrada de determinados bienes, sino de generar incentivos para participar. As¨ª funciona el mercado ¨²nico de la Uni¨®n Europea. Los pa¨ªses que est¨¢n dentro tienen acuerdos preferentes en comercio y movimientos de capital frente a los que los pa¨ªses de fuera no pueden acceder.
P. En su modelo se sugiere que un calentamiento de cuatro grados equilibra la ecuaci¨®n entre el coste de luchar contra el cambio clim¨¢tico y los da?os que provocar¨¢.
R. Yo no enfatizar¨ªa si son dos, tres o cuatro grados. Cuatro grados es demasiado alto y dos grados tal vez no sea viable teniendo en cuenta la realidad. Pero lo cierto es que yo no me estoy fijando en objetivos de temperatura. Son f¨¢ciles de entender pero no ayudan. Lo importante no es eso, sino que empecemos de una vez y todav¨ªa no hemos hecho nada. Lo que tenemos que hacer es pensar en 2019, implementar ya las pol¨ªticas. Si van a ser 100 d¨®lares por tonelada o va a ser otra cantidad es algo que podemos discutir, pero ahora mismo el aut¨¦ntico objetivo es que nuestros pa¨ªses comiencen con esas pol¨ªticas. Una vez que las tengamos veremos hasta d¨®nde podemos llegar. De lo contrario, es como estar sentado en Madrid pensando que podr¨ªas irte a Roma o a Par¨ªs pero sin moverte del lugar. Antes de llegar a ning¨²n lado hay que ponerse en marcha.
P. Las cr¨ªticas a su modelo sugieren que los pol¨ªticos aprovecharon sus conclusiones para no tomar decisiones dif¨ªciles.
R. Creo que eso no es correcto. Los pol¨ªticos hacen lo que hacen y no supone ninguna diferencia que el modelo diga tres o cuatro grados. Seguir¨ªan sin hacer nada de todos modos. El problema no est¨¢ en lo que diga el modelo, sino en la pol¨ªtica. El modelo es solo uno entre muchos. Hay otros enfoques y yo creo que eso es bueno. Hace falta que haya mucha gente analiz¨¢ndolo porque es un problema muy complejo.
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