Lecciones desde Pek¨ªn
El momento de ayudar a los pobres, a los parados, a los j¨®venes y a las pymes es ahora
Una semana despu¨¦s del inicio del confinamiento en Espa?a, ha llegado el momento de aprender de la experiencia China. La mayor parte del pa¨ªs asi¨¢tico -Pek¨ªn, la ciudad en la que vivo, incluido- se cerr¨® a principios de febrero y se empez¨® a acaparar obsesivamente comida y papel higi¨¦nico y a dar la espalda a desconocidos; un comportamiento antisocial. Pero la peor parte termin¨® pronto: a principios de marzo la vida se hab¨ªa estabilizado, a medida que la gente se establec¨ªa y empezaba a encontrar rutinas en sus vidas en cuarentena.
La venta y el alquiler de videojuegos se dispar¨®, los estudiantes asistieron a clases en l¨ªnea y los m¨²sicos chinos empezaron a organizar conciertos por Internet. La sociedad pas¨® a moverse, casi enteramente, a un entorno online y, quiz¨¢ no sorprendentemente, los divorcios empezaron a crecer con fuerza. De las muchas conversaciones que tuve con mis estudiantes saco en claro que, si pudieran, muchos padres e hijos tambi¨¦n se habr¨ªan divorciado.
Las pr¨®ximas semanas pueden parecer interminables para muchos en Espa?a, pero la buena noticia es que ahora, cinco o seis semanas despu¨¦s del inicio del confinamiento en Pek¨ªn, las condiciones est¨¢n cambiando para bien y el n¨²mero de casos de coronavirus ha ca¨ªdo en picado. Hay coches y peatones en las calles. Algunos ni?os han vuelto a jugar en los parques, muchas tiendas han reabierto (aunque todav¨ªa con pocos clientes). La gente ha vuelto a tomar el autob¨²s y el metro, aunque dejando siempre un asiento libre entre pasajero y pasajero. A medida que la gente vuelve poco a poco al trabajo, mi pron¨®stico es que -asumiendo que no haya una nueva ola de infecciones- en las dos pr¨®ximas semanas Pek¨ªn y buena parte de China habr¨¢n vuelto, en lo sustancial, a la normalidad.
Por supuesto, la pandemia no habr¨¢ quedado enteramente atr¨¢s. Solo cuando la vida regrese del todo, muchos de nosotros empezaremos a sentir realmente el impacto econ¨®mico en toda su extensi¨®n. Hasta ahora, los resultados de China son terribles: en los dos primeros meses del a?o el consumo se contrajo un 20%, mientras que la producci¨®n industrial y las exportaciones han ca¨ªdo entre un 15% y un 20%. Habr¨¢ un rebote de la actividad en el segundo trimestre, pero decenas de millones de trabajadores inmigrantes no encuentran hoy empleo; y muchos negocios peque?os -y pr¨¢cticamente todos los restaurantes y peque?os comercios- han quebrado o est¨¢n cerca de hacerlo.
China tratar¨¢, como el resto del mundo, de implementar pol¨ªticas expansivas para ayudar a su econom¨ªa a recuperarse. Pero tras una d¨¦cada de gasto excesivo y con el mayor crecimiento de la deuda del mundo, las opciones son limitadas. No ha podido, por ejemplo, igualar los recortes en los tipos de inter¨¦s aplicados por Estados Unidos, Europa y el resto del mundo. Y no puede depreciar su divisa. Ambas acciones crear¨ªan distorsiones que empeorar¨ªan su endeudamiento y minar¨ªan el potencial de crecimiento.
Como primer pa¨ªs en entrar en la pandemia y, probablemente, primero en salir de ella, China tiene mucho que ense?ar a Espa?a sobre el curso probable de las cosas en las pr¨®ximas semanas. Dado que todo el mundo en Espa?a se est¨¢ centrando en la tragedia que supone la enfermedad, es f¨¢cil recordar que tambi¨¦n traer¨¢ consigo un segundo y terrible impacto sobre la econom¨ªa. El Gobierno debe recordar que, despu¨¦s de frenar la propagaci¨®n de la enfermedad, el virus dejar¨¢ a mucha gente desempleada, muchos negocios en la bancarrota y una fuerte contracci¨®n econ¨®mica. El momento de ayudar a los pobres, a los parados, a los j¨®venes y a las pymes es ahora.
Michael Pettis es profesor de Finanzas en la Universidad de Pek¨ªn y senior fellow de Carnegie.
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