Tulsa y los muchos pecados del racismo
Seguimos manchados por nuestro pecado original, pero es posible que estemos, por fin, en la senda de la redenci¨®n
Cuando los encargados de la campa?a electoral de Donald Trump programaron un mitin en Tulsa, Oklahoma, para el 19 de junio, enviaron lo que parec¨ªa una se?al de aprobaci¨®n a los supremacistas blancos. Porque el 19 de junio es Juneteenth, el d¨ªa en el que los afroamericanos celebran el final de la esclavitud. Y Tulsa fue el lugar en el que se produjo la masacre racista de 1921, uno de los incidentes m¨¢s mort¨ªferos en la larga y violenta ofensiva para denegarles a los negros los frutos de la libertad que con tanto esfuerzo se hab¨ªan ganado.
Ahora se afirma que los responsables de la campa?a de Trump no entendieron la importancia de la fecha, pero yo no me lo creo ni por un momento. El presidente, a rega?adientes, retras¨® el mitin un d¨ªa, pero fue sin duda porque tanto a ¨¦l como a su c¨ªrculo m¨¢s cercano les sorprendi¨® la fuerza de la reacci¨®n, al igual que les hab¨ªa sorprendido el apoyo ciudadano a las protestas del movimiento Black Lives Matter (Las vidas de los negros importan).
Pero hablemos de Tulsa, y de c¨®mo encaja en la historia del racismo en Estados Unidos. Joe Biden ha declarado que la esclavitud es el ¡°pecado original¡± de Estados Unidos. Y, por supuesto, tiene raz¨®n. Sin embargo, es importante entender que el pecado no ces¨® cuando la esclavitud fue abolida. Si Estados Unidos hubiera tratado a los antiguos esclavos y sus descendientes como verdaderos ciudadanos, con plena protecci¨®n jur¨ªdica, es probable que el legado de la esclavitud se hubiera borrado poco a poco.
Los esclavos liberados empezaron de cero, pero sin duda con el tiempo muchos de ellos habr¨ªan logrado ascender, adquiriendo propiedades, educando a sus hijos y convirti¨¦ndose en miembros de pleno derecho de la sociedad. Lo cierto es que eso empez¨® a ocurrir durante los 12 a?os de la Reconstrucci¨®n, cuando los negros se beneficiaron brevemente de algo parecido a la igualdad de derechos.
Pero el corrupto pacto pol¨ªtico que puso fin a la Reconstrucci¨®n dio el poder a los supremacistas blancos del sur, que sistem¨¢ticamente suprim¨ªan los beneficios que obten¨ªan los negros. Los afroamericanos que consegu¨ªan adquirir alguna propiedad ve¨ªan con demasiada frecuencia c¨®mo les era expropiada, bien mediante subterfugios legales o a punta de pistola. Y la naciente clase media negra fue de hecho sometida a un reinado del terror. Y aqu¨ª es donde encaja Tulsa. En 1921, la ciudad de Oklahoma era el centro de un boom petrolero, un lugar al que los ciudadanos emigraban en busca de oportunidades. Contaba con una considerable clase media negra, asentada principalmente en el barrio de Greenwood, conocido en general como el ¡°Wall Street negro¡±.
Y ese fue el barrio destruido por las multitudes blancas que saquearon las tiendas y las casas de los negros, matando probablemente a centenares de ellos. Naturalmente, la polic¨ªa no hizo nada por proteger a los esclavos negros; por el contrario, se uni¨® a los saqueadores. Como es comprensible, la violencia contra los afroamericanos que lograban alcanzar cierto ¨¦xito econ¨®mico desincentiv¨® la iniciativa individual. Por ejemplo, la economista Lisa Cook ha demostrado que el n¨²mero de negros que obten¨ªan patentes, que se dispar¨® en las d¨¦cadas posteriores a la Guerra Civil, se desplom¨® ante la creciente violencia blanca.
La represi¨®n violenta ayud¨® a impulsar la Gran Migraci¨®n, el movimiento de millones de negros desde el sur hacia las ciudades del norte, que empez¨® cinco a?os antes de la masacre de Tulsa y continu¨® hasta aproximadamente 1970. Incluso en las ciudades del norte, a los negros se les negaban a menudo las oportunidades de movilidad ascendente. Pero la discriminaci¨®n y la represi¨®n eran menos severas que en el sur. Y era de esperar que la terrible historia de represi¨®n contra los negros llegara a su fin cuando la Ley de los Derechos Civiles, aprobada un siglo despu¨¦s de la emancipaci¨®n, puso punto final a la discriminaci¨®n abierta.
Por desgracia, las ciudades del norte se convirtieron para muchos afroestadounidenses en una trampa socioecon¨®mica. Las oportunidades que atra¨ªan a los emigrantes fueron desapareciendo a medida que los trabajos industriales se trasladaban, primero, a las afueras de las ciudades y, despu¨¦s, al extranjero. Chicago, por ejemplo, perdi¨® el 60% de sus puestos de trabajo en las f¨¢bricas entre 1967 y 1987.
Y cuando la p¨¦rdida de oportunidades econ¨®micas condujo, como hace habitualmente, a la disfunci¨®n social ¡ªfamilias rotas y desesperaci¨®n¡ª hubo demasiados blancos dispuestos a culpar a las v¨ªctimas. El problema, afirmaban muchos, radicaba en la cultura negra, o como insinuaban algunos, en la inferioridad racial.
Ese racismo impl¨ªcito no era solo de boquilla; aliment¨® la oposici¨®n a los programas p¨²blicos que pudieran ayudar a los afroamericanos, como el Obamacare. Si se preguntan por qu¨¦ la red de seguridad social en Estados Unidos es mucho m¨¢s d¨¦bil que la de otros pa¨ªses avanzados, se reduce esencialmente a una sola palabra: racismo.
Es curioso, por cierto, que no se oyera a tanta gente culpando de manera comparable a las v¨ªctimas unas d¨¦cadas m¨¢s tarde, cuando los blancos residentes en el interior de los Estados del este experimentaron una p¨¦rdida de oportunidades y un aumento de la disfunci¨®n social, puesto de relieve por el aumento de los fallecimientos por suicidio, alcohol y opi¨¢ceos.
Por tanto, como ya he dicho, si bien la esclavitud fue el pecado original de Estados Unidos, su funesto legado fue perpetuado por otros pecados, algunos de los cuales perduran en la actualidad.
La buena noticia es que, a lo mejor, Estados Unidos est¨¢ cambiando. El intento de Trump de recurrir al viejo guion racista ha provocado su hundimiento en los sondeos. Parece que su numerito de Tulsa est¨¢ produciendo un efecto indeseado. Seguimos manchados por nuestro pecado original, pero es posible que estemos, por fin, en la senda de la redenci¨®n.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa.
? The New York Times, 2020
Traducci¨®n de News Clips
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