En tiempos de pandemia, urge incluir a los pueblos ind¨ªgenas en la reconstrucci¨®n de Am¨¦rica Latina y el Caribe

Los pueblos ind¨ªgenas de Am¨¦rica Latina y el Caribe son enormemente resistentes. Lo han demostrado durante siglos. Pero las desigualdades padecidas en ¨¦pocas normales exacerbaron las vulnerabilidades que sufren ahora en tiempos de pandemia.

Su situaci¨®n es hoy sumamente fr¨¢gil. Aunque representan el 8% de la poblaci¨®n regional, son el 14% de los pobres y el 17% de los extremadamente pobres. Es decir, en forma desproporcionada integran las filas de los m¨¢s vulnerables. Esto se traduce en menos acceso a servicios de salud, menos recursos para comprar insumos b¨¢sicos y m¨¢s exposici¨®n al contagio.

Los resultados de siete estudios realizados por organizaciones ind¨ªgenas, financiados por el Banco Mundial, revelan que los pueblos ind¨ªgenas se sienten una vez m¨¢s invisibilizados. Perciben que no tienen garantizadas las condiciones m¨ªnimas de testeo, tratamiento y rehabilitaci¨®n; que los costos asociados a la atenci¨®n por coronavirus -usualmente en centros urbanos alejados- est¨¢n fuera de su alcance, y que problemas cr¨®nicos como malnutrici¨®n, enfermedades respiratorias y diabetes agravan el cuadro sanitario. Una parte de los casi 4.000 millones de d¨®lares que el Banco Mundial ha destinado a la regi¨®n para mitigar los efectos de la pandemia est¨¢n dirigidos a paliar estas situaciones.

A esto se suman las consecuencias econ¨®micas desastrosas del coronavirus, que han exacerbado las desigualdades y la exclusi¨®n. Los pueblos ind¨ªgenas han visto sus ingresos menguados por la menor actividad y sufren el cierre de mercados locales. Algunos alimentos e insumos b¨¢sicos para la higiene, como jab¨®n y cloro, no se consiguen en sus comunidades o se encarecieron mucho. Y las ayudas estatales no siempre llegan o requieren de los beneficiarios tr¨¢mites electr¨®nicos, cuentas de banco o facturas de servicios, exigencias que no contemplan la realidad econ¨®mica y cultural de las comunidades.

Frente a la ola de contagios, muchas comunidades decidieron aislarse e impedir el ingreso de visitantes. Pero no fue suficiente. Hemos visto en regiones del Amazonas y en Panam¨¢, por ejemplo, que con el regreso o el paso de trabajadores migrantes los casos de coronavirus se multiplicaron entre la poblaci¨®n ind¨ªgena. El resultado son tasas alarmantes de mortalidad.

Lo mismo ocurre entre quienes viven en las ciudades, aislados en barrios marginales, y con empleos informales en su mayor¨ªa. La falta de datos epidemiol¨®gicos desagregados por origen ¨¦tnico impide apreciar la verdadera dimensi¨®n del problema. Es necesario echar luz sobre estas realidades si queremos lograr una mayor inclusi¨®n y apoyar el desarrollo sobre bases s¨®lidas e igualitarias.

El Banco Mundial ha asumido el desaf¨ªo de colaborar en forma concreta en los esfuerzos por promover el bienestar de los pueblos ind¨ªgenas de la regi¨®n. Ese compromiso est¨¢ hoy m¨¢s vigente que nunca y la celebraci¨®n del D¨ªa Internacional de los Pueblos Ind¨ªgenas del Mundo, este 9 de agosto, nos da la oportunidad de recordarlo.

En Panam¨¢, por ejemplo, donde la poblaci¨®n ind¨ªgena representa m¨¢s del 12% del total, tenemos en marcha desde 2018 un proyecto de 80 millones de d¨®lares que surgi¨® de una mesa de di¨¢logo con 12 pueblos ind¨ªgenas y que est¨¢ dirigido a promover el desarrollo y cerrar brechas persistentes de exclusi¨®n. En Ecuador se avanza en esta misma direcci¨®n. Y en Paraguay tenemos un programa de m¨¢s de diez a?os liderado por las propias comunidades ind¨ªgenas, dirigido a promover la agricultura y el desarrollo sustentable mediante capacitaciones, gesti¨®n de recursos, organizaci¨®n comunitaria y mejor acceso a mercados.

Adem¨¢s, el grueso de los proyectos del Banco Mundial en la regi¨®n incluye est¨¢ndares sociales y ambientales que en un 70% de los casos activan medidas espec¨ªficas para mejorar las condiciones de vida de los pueblos ind¨ªgenas. Salud, educaci¨®n, seguridad, infraestructura sanitaria y de transporte, inclusi¨®n tecnol¨®gica y financiera, planes de est¨ªmulo econ¨®mico, promoci¨®n cultural y fortalecimiento de las instituciones y las organizaciones comunitarias son algunos de los aspectos que se toman en cuenta.

Tambi¨¦n el trabajo anal¨ªtico y la asistencia t¨¦cnica que desde el Banco Mundial desarrollamos en la regi¨®n son clave para iluminar el di¨¢logo pol¨ªtico con diagn¨®sticos precisos, que permitan reordenar prioridades y dirigir los mayores esfuerzos hacia los m¨¢s necesitados.

No podemos seguir tolerando las injusticias del pasado, una de las cuales -quiz¨¢ la mayor- ha sido la exclusi¨®n hist¨®rica de los pueblos ind¨ªgenas. Repensar el futuro de Am¨¦rica Latina y el Caribe implica acabar con la discriminaci¨®n, levantar a los que han sido excluidos y que los beneficios del crecimiento y la inversi¨®n p¨²blica y privada lleguen a los sectores con m¨¢s necesidades.

La pandemia subraya la urgencia de avanzar hacia estos objetivos.

Carlos Felipe Jaramillo es vicepresidente del Banco Mundial para Am¨¦rica Latina y el Caribe.

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