Aprovechar el precedente de la reacci¨®n europea
Espa?a deber¨¢ hacer propuestas de avance que sean viables y susceptibles de suscitar consenso
La emergencia econ¨®mica desatada por la crisis sanitaria ha sacudido la modorra y la paralizaci¨®n en las que se encontraba la b¨²squeda de una arquitectura europea m¨¢s s¨®lida y consistente, como una exigencia insoslayable tras la crisis financiera y del euro. Aquella hab¨ªa sido una gran crisis del proyecto integrador que hab¨ªa llegado al punto de suscitar el v¨¦rtigo de su posible colapso.
La UE no se pod¨ªa permitir nuevos errores y retrasos en la respuesta a las urgencias suscitadas por la pandemia, sobre todo por la magnitud y la generalidad de su impacto contractivo sobre la producci¨®n, las rentas y el empleo. La reacci¨®n lleg¨® a tiempo con la feliz innovaci¨®n del Plan de Recuperaci¨®n Next Generation EU y el renovado Marco Financiero Plurianual. Y muchos han hablado de un avance hist¨®rico que supuestamente dejar¨ªa atr¨¢s las desconfianzas germinadas durante la crisis financiera y superar¨ªa el bloqueo de la nueva arquitectura al que hab¨ªa conducido el obstruccionismo de los llamados pa¨ªses frugales. Un optimismo desproporcionado que confunde los deseos con la realidad y que podr¨ªa llevar a confiarse en exceso.
La instauraci¨®n de los nuevos fondos para la recuperaci¨®n ha sido, sin duda, un ¨¦xito europe¨ªsta que ha vuelto a confirmar ¡ªen l¨ªnea con las esperanzas de los fundadores de la UE¡ª la capacidad del imperfecto entramado construido de ir cubriendo los numerosos vac¨ªos que el avance renqueante del mismo ha ido dejando. Como no era posible establecer desde el principio una construcci¨®n completa y coherente ¡ªque habr¨ªa implicado un alto grado de integraci¨®n pol¨ªtica y de renuncia a las soberan¨ªas nacionales¡ª, se opt¨® por una l¨ªnea de avances graduales y parciales seg¨²n las urgencias que el propio devenir ir¨ªa suscitando. Y hasta ahora esta forma de progreso intermitente al impulso de las necesidades del momento no ha descarrilado.
Esta l¨ªcita celebraci¨®n no debe de ser ¨®bice para calibrar su verdadero alcance. Para no olvidar las tareas pendientes y no desenfocar la contribuci¨®n que los pa¨ªses como Espa?a pueden prestar a un progreso efectivo y duradero. No hay que perder de vista que el paso dado por la UE es excepcional y transitorio. Ha sido un precedente audaz, pero no est¨¢ aqu¨ª para quedarse como un rasgo permanente de la nueva arquitectura. Los nuevos fondos, aunque cuantiosos, tienen fecha de caducidad, y lo mismo pasa con el novedoso permiso para endeudarse y para la emisi¨®n de bonos.
El innovador precedente es muy relevante no solo porque ha demostrado capacidad de reacci¨®n ante una perturbaci¨®n excepcional, sino tambi¨¦n porque ha sido un ejercicio efectivo de solidaridad y de compartimiento de riesgo entre los socios. Una parte muy significativa de los fondos se asignan de acuerdo con las necesidades de los pa¨ªses miembros seg¨²n el impacto relativo de la pandemia, mientras que el sufragio de los mismos se realiza de acuerdo con las contribuciones de cada pa¨ªs al presupuesto comunitario, que est¨¢n calibradas seg¨²n sus capacidades respectivas. Suponen por tanto unas transferencias efectivas desde los pa¨ªses que m¨¢s pueden hacia los que m¨¢s lo necesitan. Adem¨¢s, el esfuerzo solidario se financia mediante una apelaci¨®n conjunta a los mercados de capitales, lo que alivia la presi¨®n sobre los pa¨ªses m¨¢s atribulados y con menores credenciales frente a los proveedores de fondos. Y la inevitable condicionalidad asociada a su utilizaci¨®n se circunscribe a su buen uso en el marco de los compromisos pendientes de cada pa¨ªs y de un l¨®gico, aunque exigente, programa de reequilibrio presupuestario, una vez absorbido el impacto de la pandemia. Por lo tanto, no suponen injerencias abusivas en el ejercicio de la soberan¨ªa de las pol¨ªticas econ¨®micas nacionales.
Para un pa¨ªs que ¡ªcomo Espa?a¡ª viene pugnando por un entramado institucional m¨¢s completo y coherente de la UE, con elementos de uni¨®n fiscal que contribuyan de manera permanente a la estabilidad y la solidaridad, reviste gran relevancia el aprovechamiento de este precedente como punto de apoyo para avances posteriores y que no se reduzca a una aislada actuaci¨®n de emergencia.
No desperdiciar la oportunidad
La primera condici¨®n para que esta gran oportunidad no se desperdicie es, sin duda, una gesti¨®n ¨¢gil y eficiente de las ayudas comunitarias al servicio de las finalidades para las que han sido otorgadas. Un reto nada sencillo pues implica desarrollar programas de gasto e intervenciones en ¨¢reas en las que la econom¨ªa espa?ola presenta rezagos o deficiencias estructurales, como la digitalizaci¨®n, la transici¨®n ecol¨®gica, el sistema educativo y el funcionamiento del mercado de trabajo. Y tambi¨¦n porque presupone una capacidad de gesti¨®n de las Administraciones P¨²blicas ¡ªcentral, auton¨®mica y municipal¡ª que ha quedado fuertemente en entredicho con la propia pandemia. Esta es una condici¨®n clave, no solo para doblegar los impulsos contractivos desatados, sino tambi¨¦n para afianzar la confianza en Espa?a como socio fiable y avanzar en la recuperaci¨®n de la influencia en su gobernanza que le corresponde.
La presencia de Espa?a en Europa ha sufrido notables vaivenes desde su ingreso en la Comunidad. En los a?os de luna de miel que siguieron a la adhesi¨®n, Espa?a tuvo un protagonismo importante en algunas de las propuestas que hicieron avanzar al proyecto integrador, como en el caso de los Fondos Estructurales y de Cohesi¨®n. Sin embargo, la posici¨®n se deterior¨® con la pasada crisis que aflor¨® las fragilidades de la Uni¨®n y, a la vez, coloc¨® a Espa?a en el grupo de pa¨ªses lastrados por sus desequilibrios. El rescate del sistema bancario espa?ol fue el momento de mayor retroceso de la presencia espa?ola en Europa. Espa?a hab¨ªa pasado de ser alumno aventajado a constituir uno de los flancos d¨¦biles de todo el edificio. La costosa superaci¨®n de aquellas adversidades abri¨® el camino para recuperar un lugar entre los pa¨ªses influyentes y el programa Europeo de Recuperaci¨®n ha brindado nuevas oportunidades para reforzar el protagonismo espa?ol.
Para que ello sea as¨ª, adem¨¢s de demostrar la lealtad a los principios de estabilidad en los que se basa la integraci¨®n y un aprovechamiento eficiente de los nuevos fondos, Espa?a deber¨¢ ser capaz de poner encima de la mesa propuestas de avance que sean viables y susceptibles de suscitar consenso, superando las reticencias de los pa¨ªses m¨¢s desconfiados. Como se ha demostrado en la dura negociaci¨®n del nuevo programa, las propuestas maximalistas no tienen recorrido. Ha triunfado un realismo pragm¨¢tico que deber¨ªa ser una se?a de identidad constante de las contribuciones espa?olas al progreso de la Uni¨®n.
Jos¨¦ Luis Malo de Molina fue jefe del servicio de estudios del Banco de Espa?a entre 1992 y 2015.
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