M¨¢s del 20% de los ocupados en los pa¨ªses ricos podr¨ªa teletrabajar sin bajar la productividad
Un estudio de McKinsey analiza el potencial de la actividad a distancia en nueve econom¨ªas
Para muchos trabajadores, el estallido de la pandemia ha supuesto una inmersi¨®n en el teletrabajo, identificado por varios Gobiernos como un aliado para limitar los movimientos y frenar la expansi¨®n de los contagios. Ahora, con las vacunas en el horizonte, cabe preguntarse si esta modalidad laboral tendr¨¢ futuro una vez zanjada la emergencia. Seg¨²n un estudio que publica este martes McKinsey, antes de responder al si hay que analizar el cu¨¢nto: la consultora se?ala que, en las econom¨ªas avanzadas, m¨¢s del 20% de los ocupados podr¨ªa trabajar a distancia entre tres y cinco d¨ªas por semana con la misma eficiencia que si lo hiciera desde la oficina.
El informe toma en cuenta nueve pa¨ªses ¡ªEspa?a, Reino Unido, Francia, Alemania, India, Jap¨®n, M¨¦xico, China y EE UU¡ª y analiza m¨¢s de 2.000 actividades en 800 trabajos distintos. Para llegar a sus conclusiones, no solo identifica qu¨¦ empleos pueden desarrollarse a distancia, sino hasta qu¨¦ punto hay merma en la productividad. Por ello, diferencia entre los trabajos donde el factor presencial es imprescindible, como puede ser el retail, las f¨¢bricas y en general las actividades manuales, de aquellos que s¨ª pueden desempe?arse desde el domicilio, como la ense?anza o la consultor¨ªa, aunque no siempre en las mejores condiciones.
A partir de este enfoque, concluye que m¨¢s de la mitad de los ocupados tienen pocas o ninguna posibilidad de ejercer su actividad en remoto, y que solo en un pu?ado de empleos, realizados por trabajadores cualificados, se puede implementar el teletrabajo de manera eficiente. Las finanzas y los seguros tienen el mayor potencial: dedican el 75% del tiempo a actividades que pueden realizarse en remoto sin perder productividad. Le siguen los trabajos administrativos, los servicios empresariales y la tecnolog¨ªa de la informaci¨®n. En estos casos, m¨¢s de la mitad de las actividades pueden ejercerse a distancia con la misma efectividad que en la oficina.
Bajo este supuesto, el potencial para poner en marcha el teletrabajo var¨ªa en funci¨®n del pa¨ªs, reflejo de la composici¨®n del tejido productivo y de la estructura del mercado laboral. En las econom¨ªas avanzadas, la proporci¨®n de ocupados que podr¨ªa ejercer su actividad en remoto sin mermas en la productividad oscila entre el 28% y el 30%. En el caso de Espa?a, el 18% de los ocupados podr¨ªa teletrabajar entre tres y cinco d¨ªas a la semana sin verse afectada la eficiencia; un igual porcentaje entre uno y dos d¨ªas y el 65% menos de un d¨ªa. En el Reino Unido y Alemania, los trabajadores que podr¨ªan ejercer la actividad en remoto la mayor¨ªa de la semana sube al 26% y 27% respectivamente, mientras que en los pa¨ªses en desarrollo, donde tienen m¨¢s peso las actividades agr¨ªcolas y la manufactura, la cifra baja de manera considerable. En M¨¦xico, solo el 15% de los ocupados podr¨ªa teletrabajar entre tres y cinco d¨ªas a la semana sin p¨¦rdidas de productividad, el 11% en China y el 5% en la India.
Hacia un modelo h¨ªbrido
Seg¨²n una reciente encuesta de McKinsey realizada a 800 ejecutivos de diferentes sectores en todo el mundo, el 38% de los entrevistados estima que sus empleados continuar¨¢n trabajando en remoto dos o m¨¢s d¨ªas a la semana una vez acabe la emergencia sanitaria, y solo un 19% prev¨¦ que lo hagan m¨¢s de tres d¨ªas. La consultora destaca que estas respuestas sugieren la llegada de un modelo h¨ªbrido en el que las plantillas, cuando es posible, trabajar¨¢n algunos d¨ªas de forma presencial y otros en remoto.
Actualmente, solo una peque?a parte de los ocupados de las econom¨ªas avanzadas trabaja regularmente a distancia: entre el 5% y el 7%. Si ese porcentaje creciera a entre el 15% y el 20%, la consultora estadounidense se?ala que habr¨¢ un fuerte impacto en las actividades urbanas con importantes consecuencias econ¨®micas en sectores como el transporte, la hosteler¨ªa, el comercio o los alquileres tanto de viviendas como de oficinas.
El teletrabajo tambi¨¦n tiene otros efectos secundarios, m¨¢s all¨¢ del cambio en los patrones de consumo. El impacto en la productividad todav¨ªa es incierto: el n¨²mero de empleados que asegura trabajar mejor en casa que en la oficina va aumentando a medida que pasan los meses, pero todav¨ªa hay opiniones contrastantes. En el caso de la brecha de g¨¦nero, sin embargo, s¨ª hay se?ales de que puede tener un efecto regresivo: los trabajos presenciales, desde la atenci¨®n sanitaria a la hosteler¨ªa o el comercio, cuentan con un mayor n¨²mero de mujeres. Tambi¨¦n existe el riesgo de que se acent¨²en las desigualdades sociales, ya que los empleados de menores ingresos suelen tener menores posibilidades de teletrabajar.
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