El apocalipsis se convierte en la nueva normalidad
Las im¨¢genes llegadas de Australia la semana pasada son aterradoras: paredes de llamas, cielos te?idos de rojo, residentes api?ados en las playas, intentando huir del infierno. Los incendios forestales han sido tan intensos que han generado ¡°remolinos de fuego¡± con potencia suficiente como para volcar camiones pesados. El problema es que el verano de incendios australiano no es sino el ¨²ltimo de la cadena de sucesos meteorol¨®gicos catastr¨®ficos ocurridos el a?o pasado: las inundaciones en el Medio Oeste estadounidense, una ola de calor en India que elev¨® las temperaturas hasta los 50 grados, otra ola de calor que provoc¨® temperaturas ins¨®litas en buena parte de Europa.
Y todas estas cat¨¢strofes est¨¢n relacionadas con el cambio clim¨¢tico. F¨ªjense en que he dicho ¡°relacionadas con¡±, no ¡°causadas por¡±, el cambio clim¨¢tico. Es una distinci¨®n que ha desconcertado a muchos a lo largo de los a?os. Cualquier suceso meteorol¨®gico concreto tiene m¨²ltiples causas, y esa es una de las razones por las que los medios de comunicaci¨®n evitaban mencionar la posible influencia del cambio clim¨¢tico en los desastres naturales. Sin embargo, en los ¨²ltimos a?os, los expertos clim¨¢ticos han intentado abrirse camino entre toda esta confusi¨®n mediante la ¡°atribuci¨®n de eventos extremos¡±, que se centra en las probabilidades: no se puede decir necesariamente que el cambio clim¨¢tico haya causado una ola de calor concreta, pero s¨ª se puede preguntar cu¨¢nto ha influido el calentamiento global en la probabilidad de que dicha ola de calor se produjese. Y la respuesta es, por lo general, que mucho: el cambio clim¨¢tico hace que los eventos meteorol¨®gicos extremos sean mucho m¨¢s probables.
El cambio clim¨¢tico hace que los eventos meteorol¨®gicos extremos sean mucho m¨¢s probables
Y aunque hay una enorme aleatoriedad en los resultados meteorol¨®gicos, esa aleatoriedad hace efectivamente que el cambio clim¨¢tico sea mucho m¨¢s perjudicial en sus fases iniciales de lo que la mayor¨ªa de la gente cree. Si mantenemos nuestra trayectoria actual, toda Florida acabar¨¢ siendo engullida por el mar, pero mucho antes de que eso ocurra, la subida del nivel del mar convertir¨¢ las marejadas cicl¨®nicas en algo habitual. Buena parte de India se volver¨¢ inhabitable, pero las olas de calor y las sequ¨ªas mort¨ªferas se cobrar¨¢n muchas vidas antes de alcanzar ese punto.
Pong¨¢moslo de esta manera: si bien transcurrir¨¢n generaciones antes de que las consecuencias del cambio clim¨¢tico se manifiesten con toda plenitud, por el camino tendr¨¢n lugar muchos desastres temporales y localizados. El apocalipsis se convertir¨¢ en la nueva normalidad, y es algo que est¨¢ ocurriendo delante de nuestros ojos. La gran inc¨®gnita es si la proliferaci¨®n de desastres relacionados con el clima acabar¨¢ siendo suficiente como para superar la oposici¨®n a la acci¨®n.
Hay algunas se?ales esperanzadoras. Una es que los medios de comunicaci¨®n est¨¢n mucho m¨¢s dispuestos a hablar de la influencia del cambio clim¨¢tico en los sucesos meteorol¨®gicos. No hace mucho era muy normal leer art¨ªculos sobre olas de calor, inundaciones y sequ¨ªas que parec¨ªan hacer grandes esfuerzos por no mencionar el cambio clim¨¢tico. Tengo la sensaci¨®n de que los reporteros y los jefes de redacci¨®n han superado por fin ese bloqueo. Tambi¨¦n la opini¨®n p¨²blica parece estar prestando atenci¨®n, y la preocupaci¨®n por el cambio clim¨¢tico ha aumentado considerablemente en los ¨²ltimos a?os.
La pol¨ªtica medioambiental es lo peor que Trump le est¨¢ haciendo al mundo. Y los votantes deber¨ªan saberlo
La mala noticia es que esa creciente toma de conciencia respecto al cambio clim¨¢tico est¨¢ teniendo lugar principalmente entre los dem¨®cratas; la base republicana en su gran mayor¨ªa permanece impasible.
Y el extremismo antiecologista de los pol¨ªticos conservadores se ha vuelto, si cabe, a¨²n m¨¢s intenso a medida que su posici¨®n se hace intelectualmente insostenible. La derecha sol¨ªa fingir que exist¨ªa una intensa controversia entre los cient¨ªficos respecto a la realidad del calentamiento global y sus causas. Ahora los republicanos, y el Gobierno de Trump en concreto, se han vuelto directamente hostiles a la ciencia en general. ?Acaso los cient¨ªficos no forman parte efectivamente del Estado profundo?
Es m¨¢s, este no es solo un problema estadounidense. Incluso mientras Australia arde, su actual Gobierno est¨¢ reafirmando el compromiso con el carb¨®n y amenaza con convertir en delito los boicots a empresas destructoras del medio ambiente. La triste iron¨ªa de la actual situaci¨®n es que el antiecologismo se vuelve m¨¢s extremo precisamente ahora que las perspectivas de una acci¨®n decisiva deber¨ªan ser mejores que nunca. Por una parte, los peligros del cambio clim¨¢tico no son ya predicciones sobre el futuro: podemos ver el da?o ahora, aunque no sea m¨¢s que una peque?a cata de los horrores que nos esperan. Por otra, las reducciones dr¨¢sticas de las emisiones de gases invernadero ahora parecen extraordinariamente f¨¢ciles de lograr, al menos desde el punto de vista econ¨®mico. En concreto, se han conseguido tantos progresos tecnol¨®gicos en energ¨ªas alternativas que el Gobierno de Trump trata desesperadamente de apuntalar la industria del carb¨®n frente a la competencia solar y e¨®lica.
?Influir¨¢ la pol¨ªtica medioambiental en las elecciones de 2020? Los dem¨®cratas en su mayor¨ªa parecen poco dispuestos a convertirla en un asunto importante, y entiendo por qu¨¦: hist¨®ricamente, la amenaza planteada por la pol¨ªtica medioambiental de la derecha parec¨ªa abstracta, distante y dif¨ªcil de sostener en comparaci¨®n con, pongamos por caso, los intentos republicanos de desmantelar el programa sanitario de Obama. Pero es posible que la oleada de cat¨¢strofes relacionadas con el clima est¨¦ cambiando el c¨¢lculo pol¨ªtico. No soy experto en campa?as electorales, pero a m¨ª me parece que las campa?as podr¨ªan ganar terreno con anuncios que muestren los recientes incendios e inundaciones y se?alen que Donald Trump y sus amigos hacen todo lo que pueden para crear m¨¢s desastres de este tipo. Porque lo cierto es que la pol¨ªtica medioambiental es lo peor que Trump le est¨¢ haciendo a Estados Unidos y al mundo. Y los votantes deber¨ªan saberlo.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa.
? The New York Times, 2020.
Traducci¨®n de News Clips.
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