Los nuevos a?os veinte: ?progresistas o protofascistas?
Los Gobiernos democr¨¢ticos occidentales fallaron en proteger el deterioro del nivel de bienestar de la clase media
Los cambios de d¨¦cada acostumbran a ser una buena excusa para hacer miradas largas sobre el futuro pr¨®ximo. En este caso, hay un incentivo adicional. Por primera vez en 60 a?os, el inicio de una d¨¦cada occidental coincide con un nuevo ciclo de 12 a?os del calendario chino, representado por la rata. Dado el papel que jugar¨¢ China y su modelo de progreso social en esta d¨¦cada, esta coincidencia es un incentivo poderoso para hacer pron¨®sticos. Me acojo a esta excusa para plantear una pregunta que pienso dominar¨¢ esta d¨¦cada en las sociedades occidentales: ?Qu¨¦ tipo de sistema pol¨ªtico econ¨®mico se impondr¨¢ para hacer frente a los enormes retos de los pr¨®ximos 10 a?os? ?Ser¨¢n democracias liberales progresistas o sistemas pol¨ªticos autoritarios de corte fascista o protofascista?
A algunas personas podr¨¢ parecerles tremendista que hable de fascismo. Pero, como sucedi¨® en los veinte del siglo pasado, en la actualidad hay circunstancias sociales que son un caldo de cultivo muy propicio para que aparezcan soluciones de este tipo si las democracias liberales no son capaces de dar una respuesta progresista al malestar social.
Las clases medias y populares de las sociedades capitalistas occidentales est¨¢n demandando protecci¨®n frente al deterioro que ha sufrido su nivel de bienestar y sus oportunidades de futuro en las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas, coincidiendo con la desindustrializaci¨®n y el abandono en que quedaron muchas personas y comunidades. Tambi¨¦n demandan esa protecci¨®n muchos sectores empresariales nacionales que han de competir en condiciones de desigualdad con empresas y productos de otros pa¨ªses.
Adem¨¢s de esta p¨¦rdida de bienestar, la demanda de protecci¨®n viene tambi¨¦n del miedo a las consecuencias que para esos grupos sociales y empresariales pueden llegar a tener los grandes desaf¨ªos de la nueva d¨¦cada, especialmente el cambio tecnol¨®gico, el clim¨¢tico y el demogr¨¢fico. En muchos casos, aumentar¨¢n la desigualdad y traer¨¢n nuevas formas de pobreza.
Los Gobiernos democr¨¢ticos occidentales fallaron en dar esa protecci¨®n. Por si no fuera suficiente, la equivocada respuesta de pol¨ªtica econ¨®mica a la crisis financiera de 2008 y a la recesi¨®n econ¨®mica de 2009-2013 a?adi¨® injuria al dolor que produjo la propia crisis. Se culpabiliz¨® y se hizo pagar a las v¨ªctimas las consecuencias de los desmanes del capitalismo financiero y corporativo multinacional y los efectos de las malas decisiones de la UE y los Gobiernos nacionales con la llamada pol¨ªtica de austeridad. La d¨¦cada que ahora acaba pasar¨¢ a la historia como ominosa. Este fallo de los Gobiernos democr¨¢ticos es el que ahora est¨¢ alimentando el ¨¦xito de los dirigentes autoritarios. Saben oler el dolor y escuchar la demanda de protecci¨®n de la sociedad. El problema con ellos, como con el fascismo en general, es que ofrecen esa protecci¨®n a cambio de restringir libertades individuales y pol¨ªticas fundamentales.
Pero ser¨ªa un error dram¨¢tico caer en el mito cosmopolita que ve en esta demanda de protecci¨®n una conspiraci¨®n colectivista contra la econom¨ªa de mercado y la democracia liberal. Como sucedi¨® con el proteccionismo de finales del XIX, la demanda social actual responde a causas objetivas. Ninguna sociedad puede aceptar sacrificar sus modos de vida y sus valores en el altar de una utop¨ªa de libre mercado autorregulado como la que se ha tratado de imponer en las cuatro d¨¦cadas pasadas.
El escritor norteamericano del siglo XIX Mark Twain se?al¨® en una ocasi¨®n que ¡°la historia no se repite, pero rima¡±. Hoy muchas circunstancias riman con las de la d¨¦cada de los veinte del siglo pasado. En aquella etapa hubo dos tipos de respuestas a la demanda de protecci¨®n de la sociedad frente al intento de imponer la utop¨ªa del libre mercado. La de los dem¨®cratas progresistas, representada por la pol¨ªtica de Franklin Delano Roosevelt, el new deal (contrato social), y la protofascista, protagonizada por la pol¨ªtica de austeridad del canciller alem¨¢n Heinrich Br¨¹ning. La primera salv¨® a la democracia estadounidense. La segunda fue una invitaci¨®n a la llegada del fascismo a toda Europa. Son muchos los libros que ayudan a comprender estas similitudes y a enfocar bien las soluciones pol¨ªticas y econ¨®micas a los retos de estos pr¨®ximos veinte. Pero si tengo que hacer una ¨²nica recomendaci¨®n, ser¨ªa la lectura de la gran obra de Karl Polanyi La gran transformaci¨®n. Los or¨ªgenes pol¨ªticos y econ¨®micos de nuestro tiempo, publicada en 1944.
Los pr¨®ximos veinte necesitan llevar a cabo una nueva ¡°gran transformaci¨®n¡±. Un nuevo contrato social que haga posible otro capitalismo, como del que habl¨¦ en mi anterior columna (22-12-2019). S¨®lo as¨ª las democracias progresistas se impondr¨¢n al fascismo.
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