Covid-19 en Am¨¦rica Latina: cuando los pobres son la poblaci¨®n de riesgo
Es previsible que la crisis econ¨®mica afecte de forma desigual a los latinoamericanos m¨¢s desfavorecidos, para quienes el virus ha tra¨ªdo una serie de trampas de pobreza que agravar¨¢ a¨²n m¨¢s su precariedad
Todos sabemos que la presente crisis sanitaria lleva adosada una crisis econ¨®mica. Se habla de desplome en las previsiones de crecimiento o de un ya conocido aumento del paro. Una situaci¨®n extrema que no va a afectar de manera proporcional a todos los sectores sociales, sino que tendr¨¢ un impacto mucho mayor en los m¨¢s vulnerables. Esta afectaci¨®n desproporcionada ser¨¢ especialmente grave en Am¨¦rica Latina, pues tanto el coronavirus como las obligadas medidas que los gobiernos han emprendido para combatirlo est¨¢n generando numerosas trampas de pobreza; esto es, situaciones en las que la propia miseria de los m¨¢s necesitados produce din¨¢micas estructurales que, a modo de c¨ªrculo vicioso, ahondan a¨²n m¨¢s en su desventura.
VULNERABILIDAD LABORAL EN LA CUARENTENA
En primer lugar, las personas bajo el umbral de la pobreza son las que se enfrentan a m¨¢s dificultades a la hora de mantener durante la emergencia sanitaria el -ya de por s¨ª precario- estatus laboral con el que viv¨ªan antes de la pandemia. Hablamos, por norma general, de familias ligadas a la econom¨ªa informal que conf¨ªan su sustento a actividades que resultan impracticables bajo las actuales restricciones laborales y de movilidad: comercio callejero, servicio dom¨¦stico en hogares ajenos¡ En definitiva, se trata de personas acostumbradas a vivir al d¨ªa, en la calle, y para las que trabajar desde casa resulta tan in¨²til como imposible.
Adem¨¢s, en el improbable caso de que su empleo admitiera la pr¨¢ctica a distancia, los limitados recursos digitales con los que cuenta la poblaci¨®n pobre hace del teletrabajo una quimera. En su informe ¡®Las Oportunidades de la Digitalizaci¨®n en Am¨¦rica Latina durante el Covid-19¡¯, la CEPAL advierte de c¨®mo ¡°segmentos de por s¨ª vulnerables (¡) estar¨¢n excluidos de las acciones que se adopten en materia de trabajo que utilicen como herramientas a las tecnolog¨ªas digitales¡±. Las estad¨ªsticas hablan por s¨ª solas: en pa¨ªses como Per¨², Bolivia o El Salvador cerca del 85% de los ciudadanos pertenecientes al quintil de riqueza m¨¢s bajo no utiliza internet. Por su parte, el diario ¡®El Universo¡¯ inform¨® que, una semana despu¨¦s del suspenso de las actividades laborales presenciales en Ecuador, el n¨²mero de ¡°teletrabajadores¡± era apenas 253.000; esto es, un selecto 3,5% de los trabajadores totales.
INMUNIDAD ANTE LAS MEDIDAS DE AYUDA GENERALISTAS
La mayor¨ªa de gobiernos latinoamericanos ha emprendido generosas medidas de ayuda econ¨®mica. Sin embargo, el hecho de que en Am¨¦rica Latina la pobreza est¨¦ tan ¨ªntimamente ligada a la informalidad laboral hace que, parad¨®jicamente, los m¨¢s necesitados sean los menos beneficiados de algunas de las pol¨ªticas m¨¢s generalistas.
Tomando el ejemplo de Argentina, parece claro que la prohibici¨®n del despido durante 60 d¨ªas o la facilitaci¨®n de cr¨¦dito a las empresas para el pago de salarios no tendr¨¢ demasiada repercusi¨®n sobre aquellos trabajadores que operan en los m¨¢rgenes de la regularidad. Similares resultados tendr¨¢ la postergaci¨®n del pago de impuestos de las empresas peruanas o brasile?as. Todo ello en una regi¨®n donde, insistimos, la informalidad laboral asciende al 53% y supera el 60% en pa¨ªses especialmente afectados por la pandemia, como Ecuador o Per¨².
BONOS ESPEC?FICOS: TAREA TIT?NICA PARA GOBIERNO Y CIUDADAN?A
Conocedores de esta tesitura, los gobiernos han desarrollado programas de subvenciones espec¨ªficamente dirigidos a proteger a las familias m¨¢s necesitadas durante la contingencia. Un ejemplo ambicioso es el ¡®Bono 380 Soles¡¯ peruano, que consiste en la entrega del equivalente a 105 d¨®lares a nueve millones de ciudadanos dependientes del sector informal. Similares subvenciones, m¨¢s o menos generosas, encontramos en Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador o El Salvador. Sin embargo, precisamente la pobreza del p¨²blico objetivo hace que la mera tarea de hacerles llegar los bonos se convierta en una empresa tit¨¢nica.
Para empezar, los gobiernos y la propia ciudadan¨ªa se encuentran con la dificultad de identificar a las personas objeto de ayuda. Aqu¨ª, la brecha digital vuelve a hacer acto de presencia, pues el acceso y el buen manejo de sitios web es condici¨®n necesaria para hacerse con informaci¨®n clave: en primer lugar, conocer la existencia de unos bonos creados apresuradamente y con los que nadie estaba familiarizado; en segundo lugar, saber si se tiene la suerte de ser uno de los beneficiarios.
En el caso argentino, los aspirantes al ¡®Ingreso Familiar de Emergencia¡¯ han tenido que solicitar la ayuda en el sitio web de la Seguridad Social. En otros pa¨ªses es el gobierno el que asume la laboriosa labor de confeccionar una lista cerrada de beneficiarios, lo que no exime a la ciudadan¨ªa de tener que hacer uso de la red a posteriori para comprobar si podr¨¢ o no cobrar el bono. Esto ha generado situaciones de confusi¨®n a las que se le ha sumado la cuesti¨®n m¨¢s cr¨ªtica: c¨®mo cobrar los subsidios en una regi¨®n donde la bancarizaci¨®n entre la poblaci¨®n pobre brilla por su ausencia. Es aqu¨ª donde incluso los gobiernos mejor valorados durante la crisis han fracasado estrepitosamente.
Este es el caso de El Salvador, que de forma inesperada vio interrumpida su cuarentena en la jornada del 29 de marzo, cuando miles de ciudadanos se conglomeraron alrededor de sedes bancarias. Esto se debi¨®, por un lado, a la confusi¨®n producida por el malfuncionamiento de la web del Gobierno, lo que hizo que parte de los salvadore?os saliesen de casa ¨²nicamente para saber si cobrar¨ªan o no la ayuda de 300 d¨®lares anunciada por el presidente Bukele. Por otra parte, asistir presencialmente al banco era la ¨²nica forma de realizar la transacci¨®n para una poblaci¨®n entre la que ¨²nicamente el 30% de personas posee una cuenta bancaria (seg¨²n datos de Global Findex).
Similar situaci¨®n se vivi¨® el 3 de abril en Argentina, un pa¨ªs donde apenas la mitad de la poblaci¨®n opera con cuenta bancaria y cuyo gobierno hab¨ªa cometido el error de no abrir los bancos en los d¨ªas previos de cuarentena. Cuando las sedes abrieron aquel viernes, beneficiarios del programa ¡®Ingreso Familiar de Emergencia¡¯ se aglomeraron en las calles junto a pensionistas de avanzada edad y mujeres vulnerables beneficiarias de la ¡®Ayuda por Hijo o Embarazo¡¯.
En el caso de Colombia, el pa¨ªs cuenta con programas de transferencias ya muy establecidos y con mecanismos de focalizaci¨®n sofisticados que le permiten elegir los destinatarios de la ayuda, en este caso el ¡®Ingreso Solidario¡¯, y comunic¨¢rselo de forma bastante efectiva. Sin embargo, el pago de las ayudas y de otros ingresos como las jubilaciones se hace en buena parte a trav¨¦s de giros o pagos bancarios que requieren ir a cobrarlos presencialmente, a pesar de que las medidas de distanciamiento social indiquen evitar salir de casa.
Las mismas im¨¢genes se han visto en Bolivia o Ecuador, y lo cierto es que ver a centenares de personas pobres aglomeradas en plena pandemia resulta, como m¨ªnimo, simb¨®lico: queda evidenciado que las trampas de pobreza tienen la capacidad de desproteger a los m¨¢s desaventajados incluso desde el punto de vista sanitario, aumentando su nivel de riesgo.
Tras estas experiencias, los gobiernos est¨¢n intentando entregar los bonos de la forma m¨¢s organizada posible. As¨ª, se han hecho comunes sistemas como el ecuatoriano, mediante el cual se le asigna a cada individuo un d¨ªa espec¨ªfico a la semana en el que poder salir y realizar las operaciones pertinentes. De todos modos, no deja de ser un desaf¨ªo notable organizar la movilidad de una poblaci¨®n cuyos recursos y formaci¨®n, como ya hemos argumentado, no siempre permite un manejo efectivo de la informaci¨®n.
A modo de lectura esperanzadora, se debe tener en cuenta que la extrema contingencia a la que se enfrenta la regi¨®n puede servir como est¨ªmulo para dar con pol¨ªticas imaginativas que mitiguen las carencias estructurales propias de las trampas de pobreza. Para empezar, resulta urgente reducir la brecha digital, lo que invita a ahondar en medidas que garanticen el acceso gratuito a internet, algo que ya estamos viendo en Bolivia o El Salvador. Por su parte, la exclusi¨®n financiera es un desaf¨ªo a medio plazo que de forma urgente se podr¨ªa aliviar con propuestas alternativas que minimicen el n¨²mero de personas obligadas a interrumpir su confinamiento; aprovechando que el smartphone es el dispositivo tecnol¨®gico m¨¢s generalizado en la regi¨®n (varios pa¨ªses latinoamericanos tienen m¨¢s l¨ªneas m¨®viles activas que habitantes, seg¨²n datos del SGMA), una posible soluci¨®n pasar¨ªa por el desarrollo de apps dise?adas espec¨ªficamente para el cobro de bonos, intentando que la transacci¨®n se realice de la forma m¨¢s sencilla e intuitiva posible.
Lo seguro es que, al menos en Am¨¦rica Latina, la crisis econ¨®mica venidera no se puede enmarcar como un batacazo que afectar¨¢ a toda la poblaci¨®n por igual. Ha pasado m¨¢s de un mes desde que Alicia B¨¢rcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, vaticinara que ¡°los grupos m¨¢s vulnerables soportar¨¢n el peso de las repercusiones de la pandemia¡±. Parece que sus predicciones ya se est¨¢n cumpliendo en una regi¨®n que, por otra parte, ya era la m¨¢s desigual del mundo antes de la llegada del Covid-19.
* Antonio ?lvarez Garc¨ªa es investigador asistente del ?rea de Am¨¦rica Latina de la Fundaci¨®n Alternativas
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