La crisis pone a prueba el alma de las empresas
A diferencia de lo ocurrido en la Gran Recesi¨®n, el salvavidas de los Estados ha permitido aguantar el zarpazo de la crisis. Sin embargo, cada vez m¨¢s voces exigen a las empresas un cambio de actitud
Y de repente, una nueva oportunidad para una forma distinta de entender la econom¨ªa. La irrupci¨®n del coronavirus, una variable que nadie ten¨ªa en sus esquemas, ha desnudado el discurso de quienes creen ¡ª?o cre¨ªan?¡ª que el mercado ser¨ªa el b¨¢lsamo de Fierabr¨¢s, la cura cervantina de todos los males: los Estados han demostrado ser, en ¨²ltima instancia, los ¨²ltimos diques de contenci¨®n contra una crisis que pudo haber desencadenado un aut¨¦ntico terremoto social. Es pronto para cantar victoria, pero el paso al frente de los poderes p¨²blicos en Occidente ha evitado un se¨ªsmo de consecuencias imprevisibles: aunque la desigualdad ha subido, los programas de mantenimiento del empleo (ERTE, en su versi¨®n espa?ola) han contenido el zarpazo para millones de familias; las ayudas y rescates a empresas han impedido una destrucci¨®n sin precedentes del tejido productivo; los fondos europeos, un nuevo esquema impensable hace solo un a?o, prometen una salida m¨¢s social de la crisis. El s¨¢lvese quien pueda de hace una d¨¦cada, en fin, no tiene cabida hoy.
Todo el peso de la crisis ha reca¨ªdo sobre unos ¨²nicos hombros: los de las Administraciones. Los m¨¢s liberales se acostaron al¨¦rgicos con lo p¨²blico y amanecieron keynesianos, y las voces contrarias a la respuesta fiscal y masiva sin precedentes han quedado silenciadas. Pero el ¡°gasten cuanto puedan¡±, la directriz de la mism¨ªsima directora gerente del FMI ¨Cpor d¨¦cadas guardi¨¢n de las esencias de la ortodoxia¨C, no puede ser indefinido. Llegar¨¢ el d¨ªa, no muy tarde, en el que los Gobiernos tendr¨¢n que empezar a limitarse en el uso de la chequera. Y ser¨¢ en ese momento, cuando terminen los ERTE y se abra el periodo en el que las empresas puedan volver a despedir, cuando se ver¨¢ si la sensibilidad del sector privado tambi¨¦n es otra esta vez.
Las consecuencias de la crisis se dejar¨¢n sentir por a?os. La sombra alargada de los Estados ser¨¢ mayor que antes del virus, con participaciones heredadas en empresas estrat¨¦gicas y con las manos m¨¢s libres que nunca para desarrollar una pol¨ªtica industrial que ha brillado por su ausencia en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Y ser¨¢, ante todo, la hora en la que se demostrar¨¢ si aquel lema rimbombante del ¡°capitalismo inclusivo¡± ha llegado para quedarse o si no es m¨¢s que una ¡ªotra¡ª mera campa?a de mercadotecnia. ¡°A la corta, el objetivo de las empresas es sobrevivir y en este contexto es l¨®gico que as¨ª sea, pero a la larga lo que pesa es salir del bache de una manera social y ambiental respetuosa¡±, esboza Daniel Arenas, coordinador del Grupo de Investigaci¨®n en Responsabilidad Social de la Empresa de Esade, que recuerda que hoy, a diferencia de hace unos a?os, la presi¨®n viene del consejo y de la junta de accionistas.
El grueso del sector privado ha sufrido un zarpazo importante sobre su cuenta de resultados, mayor en proporci¨®n que en crisis pasadas: en Espa?a, los datos de contabilidad nacional del Instituto Nacional de Estad¨ªstica apuntan claramente en esa direcci¨®n. Pero el salvavidas del Estado ¡ªmenor que en otros pa¨ªses europeos¡ª tambi¨¦n le ha permitido a la mayor¨ªa subsistir en lo m¨¢s duro de la crisis. ¡°Est¨¢ bien haber hecho mascarillas durante la crisis, pero es el momento de hacer algo m¨¢s¡±, reclama Antonio Argando?a, profesor de ?tica de la Empresa en la escuela de negocios IESE. ¡°Tienen que aprovechar esta oportunidad para tomarse en serio su responsabilidad, sobre todo despu¨¦s de que el peso de la crisis social y econ¨®mica haya reca¨ªdo en el Estado. Es cierto que es el que tiene la obligaci¨®n, pero las empresas tienen que ponerse detr¨¢s y decir qu¨¦ pueden hacer. Me ha faltado un poco eso: ponerse detr¨¢s y apoyar. Esa reacci¨®n colectiva no la he visto, al menos en el caso espa?ol¡±.
El clamor es cada vez m¨¢s grande y el consenso cada vez m¨¢s un¨¢nime. Lo era ya antes de la pandemia, y lo ser¨¢ a¨²n m¨¢s en la salida: falla la conducta de las grandes corporaciones en la distribuci¨®n del excedente empresarial. Se necesita un nuevo contrato social para que el reparto sea m¨¢s equitativo. Y para frenar el auge del populismo que resurge por el malestar ciudadano. Ya nadie lo duda, sostiene Ant¨®n Costas, catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la Universidad de Barcelona, ni las distintas corrientes acad¨¦micas, ni los pol¨ªticos ni la propia Iglesia: ¡°En el momento en que la econom¨ªa falla en el compromiso de generar oportunidades para todos, vemos una sociedad inquieta y enfadada que da legitimidad a una pol¨ªtica m¨¢s autoritaria¡±, argumenta.
La idea no es nueva. Pero ha ido calando en las corporaciones desde que en 2019 la Business Roundtable, la organizaci¨®n que agrupa a las mayores empresas estadounidenses, y el consejero delegado de BlackRock, Larry Fink, se comprometiesen a actuar y a invertir bajo criterios medioambientales, sociales y de buen gobierno y no solamente en pro de la maximizaci¨®n de los beneficios. Una corriente que lleg¨® al Foro de Davos en 2020 y que el propio papa Francisco ha refrendado a principios de diciembre haciendo un llamamiento a las empresas para que abracen el capitalismo humanista. Sobre todo tras los estragos causados por la pandemia y la billonaria respuesta surgida de los organismos multilaterales y de los propios Gobiernos.
Capitalismo humanista, capitalismo inclusivo, capitalismo consciente, capitalismo social¡ los adjetivos con que se bautiza a la econom¨ªa del bien com¨²n se extienden por el mundo. Y reflejan tanto que el modelo actual est¨¢ agotado como que vivimos un punto de inflexi¨®n, aprecia Diego Isabel, director de NESI y cofundador de la Fundacion Global Hub for the Common Good.
¡°La ¨¦tica ha entrado en las organizaciones y el milagro es que se juntan dos r¨ªos que parec¨ªan muy separados, el del humanismo y el de la econom¨ªa. Es un cambio incre¨ªble¡±, sostiene I?aki Ortega, director de Deusto Business School en Madrid, ¡°que acaben convergiendo en torno a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU las empresas y hasta los mercados, que no tienen alma. Vamos a ver si da resultados¡±. Las empresas, completa Kurt Desender, profesor de la Universidad Carlos III, ¡°lo tendr¨¢n que demostrar y no quedarse solo en las buenas palabras: son ya muchos ejemplos de lo f¨¢cil que es hablar y no tanto actuar. Ya no va a ser tan sencillo no cumplir lo que se dice¡±.
Porque los intentos han sido incontables. Como dice la fil¨®sofa Adela Cortina, ¡°llevamos mucho tiempo hablando de moralidad en la empresa, de responsabilidad social corporativa, pero las declaraciones no est¨¢n a la altura de los hechos. Porque a la hora de actuar otros intereses ego¨ªstas entran en juego. Ese es el gran problema de la sociedad. Y por el que hay que dar guerra a las empresas. Tienen que darse cuenta de que es mejor cooperar que competir y trabajar por el bien com¨²n¡±.
Cortina cree que es una necesidad imperiosa que las corporaciones pongan sus beneficios encima de la mesa para combatir los efectos de la covid. ¡°Mantener y crear empleos es lo mejor que pueden hacer en este momento, uno de los mayores beneficios para la sociedad. Es fundamental la reestructuraci¨®n interna de las grandes empresas para que nadie se quede atr¨¢s. Es una obligaci¨®n moral¡±, asegura.
La empresa espa?ola va por este camino, indica Federico Linares, presidente de EY Espa?a, y durante la pandemia ha demostrado su contribuci¨®n social, no solo donando equipamiento m¨¦dico y ayudando a los m¨¢s desfavorecidos sino invirtiendo ingentes cantidades de dinero en la preservaci¨®n del empleo, que en otros tiempos se habr¨ªa destruido. EY participa en el Consejo para el Capitalismo Inclusivo, una agrupaci¨®n de grandes empresas e inversores creada en 2017, a la que el Papa ¨Cque en sus ¨²ltimos textos alaba el trabajo de Mariana Mazzucato, una de las referencias actuales de la econom¨ªa heterodoxa¨C acaba de dar un espaldarazo de legitimidad con un alegato en favor de un ¡°capitalismo moral¡±.
A diferencia de otros movimientos, esta entidad se ha trazado unos compromisos espec¨ªficos que son evaluados peri¨®dicamente. Compromisos para contribuir al bienestar social y medioambiental que las compa?¨ªas integrantes ya hab¨ªan recogido previamente en sus estrategias de negocio, si bien han sido reforzados desde su incorporaci¨®n a esta organizaci¨®n, indica Linares. Como la propia consultora dice que ha hecho en 2020 al invertir 450 millones de d¨®lares en la formaci¨®n de sus trabajadores en el mundo.
¡°Hay que conseguir una base econ¨®mica m¨¢s inclusiva y confiable. Y eso es lo que quiere impulsar el Vaticano al recibir al Consejo para el Capitalismo Inclusivo¡±, sostiene Paloma Real, directora general de Mastercard en Espa?a. La multinacional de medios de pago es otra de sus integrantes y su l¨ªder mundial, Ajay Banga, el ide¨®logo del denominado cociente de decencia laboral. Real cree que ha llegado el momento de que las empresas contribuyan a un sistema m¨¢s equitativo y eficiente: ¡°Ahora con la covid no hay excusas¡±.
¡°Pero si todas las grandes compa?¨ªas dicen que son sostenibles y hay m¨¢s emisiones de gases de efecto invernadero, es que est¨¢n mintiendo. Si dicen que tienen sueldos equitativos y existe brecha salarial de g¨¦nero, es que est¨¢n mintiendo¡±, afirma Diego Isabel, que cree que el reto es medir, pero los lobbies empresariales se han encargado de que no haya indicadores estandarizados de evaluaci¨®n de su gobernanza en Europa. ¡°El salto del voluntarismo a la transparencia todav¨ªa no se ha dado ni parece que se vaya a dar a corto plazo¡±, asegura.
¡°Aunque las empresas deber¨ªan redistribuir sus beneficios para combatir la pandemia, tengo muy poca confianza o ninguna de que vaya a ser as¨ª¡±, se?ala Carlos Mart¨ªn, director del Gabinete Econ¨®mico del sindicato CC OO, porque ¡°cada vez hay mayor concentraci¨®n del poder econ¨®mico y un debilitamiento de la democracia. En Espa?a lo vemos con las fusiones en el sector financiero. Cuando bancos y constructoras, que pagan un 3% de impuestos sobre beneficios, paguen un 15%, empezar¨¦ a creerme las cosas¡±, zanja. ¡°El discurso de la RSC [responsabilidad social corporativa] no ha tratado este tema hasta ahora, y es una debilidad y un error: no se ha visto que ser responsable tendr¨ªa que ser, tambi¨¦n, ser responsable desde el punto de vista fiscal. Incluso si es legal, muchas empresas han seguido buscando atajos¡±, apunta Arenas, de Esade. Lo verdaderamente patriota, dec¨ªa recientemente en estas p¨¢ginas Yuval Noah Harari, uno de los grandes pensadores de nuestros d¨ªas, que lo verdaderamente patriota es pagar impuestos. Es el momento de que muchos demuestren que ellos tambi¨¦n lo son.
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