Ahorro pand¨¦mico
La presi¨®n fiscal y la persistencia de la desconfianza posponen el gasto lo atesorado por los espa?oles
La tasa de ahorro de los hogares ha alcanzado m¨¢ximos de 20 a?os. No es un fen¨®meno exclusivo de nuestro pa¨ªs. Renace la idea que Ben Bernanke, expresidente de la Reserva Federal estadounidense, ya introdujo antes de la crisis financiera de la existencia de un exceso de ahorro global (global savings glut). Tras una crisis financiera y una pand¨¦mica podr¨ªa parecer que el ahorro es coto privado del que ha mantenido su trabajo o progresado, algo que desafortunadamente muchas familias no pueden decir.
El ahorro es un vaso con agua que no debe rebosar, pero tampoco vaciarse. Es fundamental para generar inversi¨®n a medio plazo sin recurrir de forma excesiva al endeudamiento. En la medida en que tanto Gobiernos como buena parte del sector privado est¨¢n ya fuertemente apalancados, estos fondos acumulados pueden ser esenciales para reactivar la recuperaci¨®n. Que eso se produzca e impulse la econom¨ªa y el empleo ¡ªy, en diferentes intensidades, la inflaci¨®n¡ª es algo que va a depender, entre otras cosas, del grado de confianza de los hogares. Y no andan sobrados de ella por muchos motivos.
En Espa?a, como en otros pa¨ªses, existe un temor fundado a que la expansi¨®n fiscal para luchar contra la pandemia ir¨¢ seguida de subidas de impuestos en los pr¨®ximos a?os. Algunas, de hecho, est¨¢n ya aqu¨ª cuando todav¨ªa no se ha salido de la crisis. Eso va a taponar, en alguna medida, las ganas de gastar. Aun as¨ª, el efecto champ¨¢n que libere el consumo retenido durante m¨¢s de un a?o tiene que llegar. Su duraci¨®n, eso s¨ª, va a ser una inc¨®gnita. En Estados Unidos y en otros pa¨ªses donde la vacunaci¨®n ha sido, hasta la fecha, bastante m¨¢s intensa y esperanzadora que en Europa, la planificaci¨®n de ese gasto ya puede producirse en condiciones de mayor certidumbre y es palpable en el ambiente.
En Espa?a, ese ahorro pand¨¦mico es algo ciclot¨ªmico. Por un lado, las familias ahorran poco durante las fases expansivas del ciclo econ¨®mico, y eso se nota en la dependencia de financiaci¨®n exterior y en la inversi¨®n no inmobiliaria. Por otro lado, podr¨ªa venir muy bien un cierto gasto con alegr¨ªa para la segunda mitad del a?o pero, al paso que vamos, se va a retrasar. En todo caso, cuando llegue se notar¨¢. El problema es que entre la presi¨®n fiscal y la persistencia de la desconfianza puede que se descorchen solo unas pocas botellas.
La forma de gestionar las crisis va a tener mucho que decir en el ahorro y la inversi¨®n de los pr¨®ximos a?os. Se prodiga en el sector privado una sensaci¨®n de estar viviendo una ¨¦poca de lo impensable. Dos generaciones est¨¢n luchando en un mercado de trabajo golpeado por dos crisis y son, casi de forma natural, m¨¢s desconfiadas. Si a eso se le unen las deprimentes perspectivas sobre las prestaciones de jubilaci¨®n, la cosa se complica a¨²n m¨¢s. Tal vez sea por esto, entre otros factores, que a los bancos centrales no les preocupa mucho la presi¨®n inflacionista. Porque parece que gran parte del ahorro previsi¨®n est¨¢ aqu¨ª para quedarse.
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