Los terroristas extranjeros nunca han sido nuestra mayor amenaza
El riesgo real contra esta naci¨®n no procede de terroristas extranjeros, sino de nuestra derecha pol¨ªtica
Puede parecer terrible, pero bastante gente ¡ªen especial en los medios de comunicaci¨®n¡ª siente nostalgia por los meses que siguieron al 11-S. Algunos expertos a?oran abiertamente el clima de unidad nacional que, imaginan ellos, imperaba en el pa¨ªs tras los atentados terroristas. M¨¢s sutilmente, yo tengo la sensaci¨®n de que muchos extra?an los d¨ªas en que la gran amenaza contra Estados Unidos parec¨ªa proceder de fan¨¢ticos extranjeros, y no de extremistas pol¨ªticos internos.
Pero ese dorado momento de unidad nunca existi¨®; es un mito que tenemos que dejar de perpetuar si queremos entender el nefasto estado en que se encuentra la democracia estadounidense en la actualidad. Lo cierto es que, desde el principio, partes esenciales del cuerpo pol¨ªtico del pa¨ªs vieron el 11-S no como un momento para buscar la unidad nacional, sino como una oportunidad que deb¨ªan aprovechar para obtener ventaja pol¨ªtica.
Y este cinismo ante el horror nos dice que, incluso cuando Estados Unidos se encontraba de verdad sometido a un ataque externo, los mayores peligros que afront¨¢bamos ya eran internos.
El Partido Republicano no era todav¨ªa autoritario de lleno, pero estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para obtener lo que quer¨ªa, y desde?aba la legitimidad de su oposici¨®n. Es decir, est¨¢bamos ya bien adentrados en la senda hacia la intentona golpista del 6 de enero, y hacia un Partido Republicano que ha respaldado de hecho esa intentona y es muy probable que vuelva a hacerlo.
Ahora es de dominio p¨²blico que la respuesta inmediata de algunos miembros del Gobierno de Bush al 11-S fue utilizarlo como excusa para un proyecto que no guardaba relaci¨®n: la invasi¨®n de Irak. ¡°Barredlo todo, lo que tenga relaci¨®n y lo que no¡±, dijo Donald Rumsfeld, el secretario de Defensa, a sus ayudantes mientras el Pent¨¢gono todav¨ªa estaba ardiendo.
Y algunos medios de comunicaci¨®n acabaron reconociendo el haber ayudado a los que defend¨ªan la guerra a aprovechar la atrocidad. The New York Times, en concreto, public¨® un mea culpa extenso y sincero.
Pero la explotaci¨®n del 11-S por gente que quer¨ªa una guerra m¨¢s amplia ¡ªy la venta de esa guerra con pretextos falsos, lo cual deber¨ªa haberse considerado un abuso imperdonable de la confianza de los ciudadanos¡ª ha desaparecido del relato oficial. Y apenas se oye nada acerca de la forma paralela en que se aprovech¨® el terrorismo para lograr objetivos pol¨ªticos internos.
Normalmente, cuando la naci¨®n se ve amenazada, esperamos que nuestros l¨ªderes pidan un sacrificio compartido. Pero la c¨²pula republicana respondi¨® a un atentado terrorista intentando que se aprobaran¡ rebajas fiscales para ricos y grandes empresas. De hecho, el presidente del Comit¨¦ de Medios y Arbitrios de la C¨¢mara de Representantes propuso rebajar el impuesto sobre plusval¨ªas cuando todav¨ªa no hab¨ªan transcurrido ni siquiera 48 horas desde el colapso de las torres gemelas.
M¨¢s tarde, Tom DeLay, jefe de disciplina de los republicanos en la C¨¢mara de Representantes, declarar¨ªa que ¡°nada es m¨¢s importante en tiempos de guerra que bajar impuestos¡±. Y en mayo de 2003, los republicanos aprovecharon el espejismo de victoria en Irak aprobando fuertes recortes en los tipos fiscales aplicados a los incrementos de patrimonio y a los dividendos.
No olvidemos tampoco c¨®mo se manej¨® la ocupaci¨®n de Irak. La construcci¨®n de un pa¨ªs es un proyecto inmensamente dif¨ªcil, que deber¨ªa haber atra¨ªdo a la gente m¨¢s brillante y preparada que Estados Unidos pudiera ofrecer. Sin embargo, el Gobierno de Bush trat¨® la ocupaci¨®n como una oportunidad para el clientelismo, una forma de recompensar a los partidarios pol¨ªticos; a algunos aspirantes les preguntaron su opini¨®n sobre la sentencia de la causa Roe v. Wade [que despenaliz¨® el aborto] y a otros, qu¨¦ hab¨ªan votado en 2000.
En resumen, cuando los terroristas perpetraron los atentados, el Partido Republicano ya no era un partido pol¨ªtico normal, de los que se consideran un mero custodio temporal de los intereses nacionales m¨¢s amplios. Ya estaba dispuesto a hacer cosas que con anterioridad habr¨ªan parecido inconcebibles.
En 2003 declar¨¦ que el Partido Republicano estaba dominado por ¡°un movimiento cuyos l¨ªderes no aceptan la legitimidad de nuestro sistema pol¨ªtico actual¡±. Pero muchos no quisieron o¨ªrlo. A quienes intentamos se?alar los abusos en tiempo real nos tildaron de ¡°estridentes¡± y ¡°alarmistas¡±. Sin embargo, los alarmistas hemos tenido raz¨®n en todo momento.
Es cierto que en el pasado hubo unas cuantas circunstancias atenuantes. Al presidente George W. Bush hay que reconocerle el m¨¦rito de intentar aplastar la reacci¨®n antimusulmana visitando un centro isl¨¢mico solo seis d¨ªas despu¨¦s del atentado e instando a los estadounidenses a respetar todas las religiones. Intenten imaginar a Donald Trump haciendo algo similar.
Tambi¨¦n es digno de destacar que algunos de los neoconservadores m¨¢s prominentes ¡ªintelectuales que promovieron la invasi¨®n de Irak y pidieron una serie de guerras a¨²n m¨¢s amplia¡ª acabaron pronunci¨¢ndose con elocuencia, valent¨ªa incluso, contra Trump. Esto indica que su convicci¨®n respecto a la difusi¨®n de los valores democr¨¢ticos era genuina, a pesar de que los m¨¦todos que defend¨ªan ¡ªy las alianzas pol¨ªticas que decidieron establecer¡ª hayan tenido resultados catastr¨®ficos.
Pero no es una casualidad que los republicanos de hoy hayan abandonado la tolerancia y el respeto por la democracia. Hace ya mucho que nos dirig¨ªamos adonde estamos ahora, con la democracia pendiendo de un hilo.
Estados Unidos fue cruelmente atacado hace 20 a?os. Pero incluso entonces, la llamada m¨¢s importante proven¨ªa del interior. La amenaza real contra todo lo que esta naci¨®n representa no procede de terroristas suicidas extranjeros sino de nuestra propia derecha pol¨ªtica.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa. ? The New York Times, 2021. Traducci¨®n de News Clips.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.