El campo expulsa a las mujeres
La mecanizaci¨®n agraria y las cosechas m¨¢s cortas sirven de excusa para no contratarlas, pese a que son mayor¨ªa en el r¨¦gimen agrario y casi la mitad en la percepci¨®n de las ayudas de la PAC
¡°En la recolecci¨®n de la aceituna siempre llaman antes a un hombre que a una mujer, yo misma he sentido esa discriminaci¨®n laboral y eso que s¨¦ manejar desbrozadoras, sopladoras y otra maquinaria agr¨ªcola igual que los hombres¡±. Antonia Torres Li?¨¢n, una agricultora de 58 a?os de Arroyo del Ojanco (Ja¨¦n), dice estar harta de las excusas que siempre ponen a las mujeres de su pueblo para no contratarlas en la campa?a olivarera. ¡°Que si hay poca cosecha, que si la mecanizaci¨®n hace su trabajo, o incluso no se esconden para rechazar a las que tienen m¨¢s de 50 a?os¡±, se lamenta Torres, que se tiene que conformar con recoger, junto a sus dos hijos, 300 olivos de regad¨ªo de una explotaci¨®n familiar.
La del olivar es la campa?a de mayor impacto en el empleo en la agricultura espa?ola. Este a?o se esperan 14 millones de jornales solo en Andaluc¨ªa, la comunidad que concentra el 80% de la producci¨®n ole¨ªcola del pa¨ªs. Pero hace a?os que la mujer est¨¢ siendo desplazada de ese cultivo, una desigualdad que se acent¨²a m¨¢s en a?os como el actual, donde la sequ¨ªa ha menguado la cosecha hasta un 60% en provincias como Ja¨¦n, la principal productora mundial. El Gobierno de la naci¨®n acaba de reducir de 35 a 10 las peonadas exigibles para poder cobrar el subsidio agrario, algo que ven¨ªan reclamando sindicatos y partidos pol¨ªticos, adem¨¢s de solicitar planes especiales de empleo.
Las mujeres que se dedican a la agricultura sufren una doble discriminaci¨®n, la dictaminada por su g¨¦nero y la impuesta por las desventajas de vivir en el medio rural. Lo sabe bien Mar¨ªa Jos¨¦ Serrano, de 58 a?os, que tras ejercer varios a?os como abogada decidi¨® asumir el relevo generacional para gestionar las explotaciones olivareras de su familia en Alcaudete (Ja¨¦n) y en Priego de C¨®rdoba (C¨®rdoba). ¡°El campo est¨¢ muy masculinizado, a m¨ª me miraban como un bicho raro cuando empec¨¦¡±, se?ala esta agricultora que forma parte tambi¨¦n del consejo rector de la cooperativa ole¨ªcola de su pueblo, otro techo de cristal para las mujeres rurales. Serrano acaba de ser distinguida por el Ministerio de Agricultura con el primer premio en la categor¨ªa a la Excelencia a la Innovaci¨®n Agraria para Mujeres Rurales por un proyecto para mejorar la eficiencia de los cultivos y reducir el estr¨¦s h¨ªdrico del olivar.
De las aproximadamente 740.000 personas que actualmente est¨¢n ocupadas en el sector agrario, solo 177.000 son mujeres, es decir, por cada 100 hombres hay 31 mujeres. Son datos de Funcas a partir de la Encuesta de Poblaci¨®n Activa (EPA). Pero la masculinizaci¨®n del campo se ha ido acentuando desde la crisis econ¨®mica de 2008. Ese a?o el sector empleaba a 40 mujeres por cada 100 varones; en 2016 este indicador lleg¨® a su valor m¨¢s bajo (30), recuper¨¢ndose ligeramente hasta 2019, para volver a caer en 2020. Desde entonces, la relaci¨®n entre mujeres y hombres empleados en el sector agrario apenas ha variado.
Las diferencias entre comunidades aut¨®nomas son llamativas. En Asturias y Cantabria ¡ªcon una ocupaci¨®n agraria inferior a la media nacional¨D la relaci¨®n es aproximadamente de 70 mujeres por cada 100 hombres ocupados en el sector. En cambio, en Murcia y Extremadura ¡ªlas dos comunidades con mayor ocupaci¨®n agraria¨D el n¨²mero de mujeres empleadas por cada 100 varones, es de 34 y 10, respectivamente. Por tanto, las mujeres que trabajan en la agricultura y la ganader¨ªa no est¨¢n m¨¢s presentes en aquellas comunidades con m¨¢s empleo en el sector primario; m¨¢s bien al contrario, la participaci¨®n femenina en el empleo se aproxima m¨¢s a la masculina en las comunidades en las que el sector de la agricultura y la ganader¨ªa genera menos puestos de trabajo, seg¨²n refleja Funcas en el estudio Diagn¨®stico de la Igualdad de G¨¦nero en el Medio Rural 2021.
No obstante, la evoluci¨®n por modalidades de actividad es desigual. La ca¨ªda del empleo m¨¢s intensa se aprecia entre las trabajadoras aut¨®nomas (sin empleados), cuyo n¨²mero ha descendido de alrededor de 95.000 en 2008 a apenas 64.000 en 2022. En cambio, las empleadoras (aut¨®nomas con empleados) muestran desde el final de la crisis econ¨®mica una tendencia ascendente, aunque con oscilaciones. Otro dato revelador es que el n¨²mero de horas que las mujeres rurales dedican diariamente al trabajo dom¨¦stico quintuplica el que dedican los hombres (ellas, casi 10 horas; ellos, menos de dos).
¡°El empoderamiento de la mujer no llega al campo, y el problema, en muchas ocasiones, es que las mujeres no nos lo creemos y nos resignamos a ejercer ese liderazgo. Si no logramos que las mujeres tengan empleo en igualdad de condiciones, los pueblos se vac¨ªan¡±, advierte Mar¨ªa In¨¦s Casado, que lleva toda su vida enrolada en la agricultura y que, all¨¢ por los a?os 80, se convirti¨® en una precursora de la lucha de la mujer en el campo al presidir la cooperativa de esp¨¢rrago de su pueblo, Villanueva de la Reina (Ja¨¦n). Actualmente, en los consejos rectores de las cooperativas agroalimentarias solo el 3,5% de sus integrantes son mujeres, mientras que en su base social las mujeres representan m¨¢s del 25%.
Disfunciones en la PAC
Otro dato que resulta contradictorio es el peso que las mujeres tienen en el sector agrario pese a encontrarse en un mundo masculinizado. As¨ª, la mujer representa en torno al 60% de los inscritos en el R¨¦gimen Agrario de la Seguridad Social. En Andaluc¨ªa, la pasada campa?a fueron 87.013 agricultoras y ganaderas las que percibieron subvenciones de la Pol¨ªtica Agraria Com¨²n (PAC) por valor de 331 millones de euros. Esa cifra supone un porcentaje del 41%, cinco puntos m¨¢s que el que hab¨ªa hace cinco a?os. ¡°Es una cuesti¨®n meramente burocr¨¢tica, es el hombre el que hace todo el trabajo en el campo y en la tramitaci¨®n de las ayudas y la mujer no reza para nada, solo viene para firmar los documentos¡±, explica Carmen Rueda, de la Asociaci¨®n Emprendiendo en Red, que lleva m¨¢s de 20 a?os tramitando esas ayudas comunitarias.
La brecha es tambi¨¦n de tipo salarial. Seg¨²n los datos de la Federaci¨®n de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur), en las ayudas de la PAC las mujeres perciben un 36,67% menos que los productores (3.483 euros ellas, frente a 5.500 euros los hombres). Fademur demanda al Gobierno la aprobaci¨®n de un Estatuto de las Mujeres Rurales que parta de una lista de m¨ªnimos: que se corrija la brecha en las ayudas comunitarias (la nueva PAC que entrar¨¢ en vigor en 2023 es la primera con perspectiva de g¨¦nero); que facilite la titularidad compartida para continuar visibilizando el trabajo de las mujeres del sector agrario (algunas comunidades como Madrid o Baleares contin¨²an teniendo cero explotaciones de mujeres en su registro); que se profesionalicen los cuidados, que las mujeres que los ejerzan obtengan una remuneraci¨®n y vean reconocidos sus derechos; y, finalmente, que se mejore la participaci¨®n de las mujeres rurales en la esfera p¨²blica y privada.
En este sentido, Fademur propone tomar el ejemplo del Estatuto de las Mujeres Rurales que ya existe en Castilla-La Mancha, que vincula la obtenci¨®n de presupuesto p¨²blico a la participaci¨®n equilibrada de las mujeres en las entidades. En Andaluc¨ªa se prepara la que ser¨¢ la primera Ley de la Mujer Rural y del Mar, que aspira a fomentar una mayor incorporaci¨®n de la mujer a los ¨®rganos de decisi¨®n de las empresas de la agroindustria y en el sector pesquero. En cuanto al relevo generacional, seg¨²n los datos de la Junta andaluza, de los m¨¢s de 3.000 j¨®venes que han iniciado su actividad en el sector agr¨ªcola en el ¨²ltimo a?o, un total de 1.100, o lo que es lo mismo, uno de cada tres, es mujer.
¡°Las mujeres de los pueblos han sufrido una desigualdad econ¨®mica y social que ha llevado al colectivo, y especialmente a las m¨¢s j¨®venes, a abandonar los n¨²cleos. Esta tendencia ha acelerado el proceso de envejecimiento y masculinizaci¨®n de la poblaci¨®n rural que lleva al despoblamiento¡±, se?ala Teresa L¨®pez, presidenta de Fademur, que valora, no obstante, los ligeros avances registrados en los ¨²ltimos a?os. Avances relacionados con el saldo poblacional femenino, que se?alan que desde 2018 m¨¢s de 100.000 mujeres se han empadronado en municipios de menos de 5.000 habitantes, seg¨²n se ha destacado desde el Ministerio para la Transici¨®n Ecol¨®gica y el Reto Demogr¨¢fico.
Desmontando t¨®picos
Las mujeres rurales chocan casi siempre con la falta de visibilidad. Es el caso de Magdalena Sánchez González. A sus 63 años gestiona en solitario una finca de 1.500 olivos en una pequeña aldea de Beas de Segura (Jaén). “A la gente joven le diría que el campo es muy sacrificado, pero también tiene sus recompensas”, señala esta agricultura mientras espestuga a sus olivos. El pasado viernes llegó tarde a un Encuentro de Mujeres Rurales porque tuvo que asistir, muy temprano, un parto de una oveja y darle de mamar a un borrego.
El de Magdalena Sánchez es un caso que desmonta muchos tópicos erróneos sobre la mujer rural. Pero hay otros ejemplos en la comarca jiennense de la Sierra de Segura: Juliana Segura está muy solicitada porque es experta en el manejo de la motosierra y realiza cursos de poda en el olivar; las hermanas Evelia y Ángela Gracia están al frente de la cooperativa de su pueblo, Villarrodrigo; y Encarnación Mora lleva muchos años como tractorista. “Existe una situación de desigualdad clarísima, porque a los hombres no les preguntan si saben llevar un tractor o una cosechadora, se les supone, pero a nosotras sí”, expone Inés Casado, que es también presidenta de la Asociación de Mujeres Rurales, Ademur,
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