Dos realidades vitales para la modernizaci¨®n del campo
Elena Rodr¨ªguez, agricultora, reclama mayor coordinaci¨®n entre las administraciones y m¨¢s visibilidad de la mujer rural
Elena Rodr¨ªguez representa dos realidades de Andaluc¨ªa que en muchos aspectos son una sola: es agricultora, propietaria de una plantaci¨®n de 23 hect¨¢reas de naranjas ecol¨®gicas en Sevilla y es mujer. El sector agr¨ªcola representa el 6,7% del PIB regional y en ¨¦l la presencia y la visibilidad de las mujeres, se lamenta Rodr¨ªguez, es ¨ªnfima. ¡°Oficialmente, solo el 12% de las explotaciones est¨¢ en manos de agricultoras, pero en realidad es m¨¢s del 50%¡±, advierte.
Rodr¨ªguez creci¨® en el campo. Su abuela, farmac¨¦utica de profesi¨®n, adquiri¨® unos terrenos que luego sigui¨® cultivando su padre, de 81 a?os y a¨²n en activo. Ella y su marido compraron en el 2000 varias fincas en Mairena del Alcor, Carmona y El Viso del Alcor, en la provincia de Sevilla. Mientras Rodr¨ªguez trabajaba en la administraci¨®n, su marido era quien se encargaba de explotar las tierras al por mayor, hasta que el 1 de noviembre de 2016 ella tom¨® las riendas del negocio. ¡°Apliqu¨¦ mis conocimientos de marketing, creamos nuestra marca, empezamos a vender online y apostamos por el cultivo ecol¨®gico¡±, explica. Ese fue el comienzo. Ahora organiza jornadas de puertas abiertas y biorutas donde los visitantes pueden recolectar ellos mismos las naranjas. Producen entre 600 y 700 toneladas que exportan en un 98% fuera de Andaluc¨ªa. ¡°Solo el 2% se queda en la regi¨®n, aqu¨ª no hay concepto de cultivo ecol¨®gico¡±, indica.
Rodr¨ªguez aboga por la necesidad de modernizar los cultivos, un empe?o que comparten la mayor¨ªa de propietarios j¨®venes, pero que se encuentra con uno de los principales lastres del sector: el caos administrativo. ¡°Si t¨² recibes fondos europeos para poder cambiar o modificar tus productos, te encuentras con que el Ayuntamiento no te autoriza porque la tierra no es de regad¨ªo, pero la Confederaci¨®n del Guadalquivir s¨ª, la Junta tambi¨¦n¡¡±, explica. ¡°Este es un proceso que implica meses y meses, un tiempo que no nos podemos permitir. Si no se destina la subvenci¨®n a la finalidad para la que te lo han concedido, lo pierdes¡±, se?ala.
Para esta empresaria, la uniformidad de los tr¨¢mites entre las Administraciones es una de las principales lacras del sector que dificultan y ralentizan la necesaria modernizaci¨®n del campo andaluz. Otra, que ella sufre de manera personal, es la discriminaci¨®n de la mujer rural. Pone como ejemplo la escasa visibilidad de la mujer en la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n, PAC. ¡°En el caso de las tierras compartidas en r¨¦gimen de cotitularidad, la mujer no puede gestionar nada por su cuenta, se necesita que el titular masculino tambi¨¦n firme, casi que como con Franco¡±, explica. Este tipo de discriminaci¨®n est¨¢ siendo estudiada en Europa, pero hasta 2022 no va a poderse introducir la modificaci¨®n.
En Andaluc¨ªa, el 18,7% de la renta agraria procede de ayudas p¨²blicas y la regi¨®n es la principal receptora de fondos de la PAC en Espa?a (el 28% del total recibidos, seg¨²n datos de 2016). Rodr¨ªguez reconoce el valor de esas subvenciones sin las que los cultivos tradicionales como el algod¨®n, el trigo y ¨²ltimamente el olivar tras el veto arancelario de EE UU no podr¨ªan sobrevivir, pero es partidaria de un mayor control por parte de la Junta para evitar que los agricultores pasivos que no se dedican de manera directa a los cultivos perciban ayudas sin preocuparse luego, sostiene, del rendimiento de sus tierras. ¡°Se hacen inspecciones a varios pueblos en cada provincia, ahora van a incluir drones y tecnolog¨ªa v¨ªa sat¨¦lite. Eso deber¨ªa aplicarse a escala regional, pero implica mucho personal en el terreno de los que la Consejer¨ªa no dispone de medios humanos¡±, se lamenta.
M¨¢s all¨¢ de los condicionantes para recibir los fondos de ayuda europeos, la mujer rural se encuentra con un problema mayor: la conciliaci¨®n. ¡°La mujer no solo est¨¢ en el campo, tiene que realizar las tareas dom¨¦sticas, atender a los hijos, la conciliaci¨®n es imposible¡±. Desde que se ha hecho cargo del negocio de las naranjas Rodr¨ªguez tambi¨¦n ha experimentado la discriminaci¨®n: ¡°Cuando empec¨¦, un cliente que trat¨® conmigo la venta de una partida, dijo que el precio solo lo iba a cerrar con mi marido. Si vas a una finca y opinas sobre un cultivo, te miran como a un bicho raro¡±.
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