F¨¢bricas al mejor postor: los gobiernos sacan la chequera para atraer a la industria
Las ayudas p¨²blicas y rebajas fiscales influyen en la decisi¨®n de d¨®nde sit¨²an sus f¨¢bricas industrias como la del autom¨®vil y la de semiconductores, aunque no son el ¨²nico factor
¡°Dios decidi¨® d¨®nde est¨¢n las reservas de petr¨®leo. Nosotros decidimos d¨®nde ponemos las f¨¢bricas¡±. La frase la pronunci¨® Pat Gelsinger, consejero delegado de Intel, seguramente la compa?¨ªa a la que m¨¢s pa¨ªses europeos han cortejado en los ¨²ltimos meses en busca de un pedazo de pastel de su multimillonario programa de inversiones en plantas para producir chips. Vender a la opini¨®n p¨²blica el logro de atraer a firmas punteras tecnol¨®gicamente, capaces de crear empleo estable y bien remunerado, y en ocasiones, incluso de arrastrar a su vez a otras empresas proveedoras, es un objetivo goloso para la clase pol¨ªtica. Eso genera una competencia entre Estados (o regiones) que proporciona a las compa?¨ªas un enorme poder de negociaci¨®n: pueden elegir el territorio que les ofrezca m¨¢s incentivos para establecerse, ya sea en forma de subsidios, rebajas fiscales o cesi¨®n de terrenos e infraestructuras.
El ¨²ltimo ejemplo es el caso de Volkswagen y su amenaza de no invertir en Sagunto si el Gobierno espa?ol no eleva las ayudas p¨²blicas. El tira y afloja no sorprende a Marc Sachon, profesor del IESE. ¡°Los altos directivos de cualquier empresa, ya sea Volkswagen u otra, tienen la obligaci¨®n de hacer lo que puedan para crear valor, y eso incluye conseguir subvenciones¡±, apunta. La estrategia negociadora pasa a veces por ese amago de marcha atr¨¢s, en ocasiones como farol y otras como una posibilidad real. En ambos casos, la pelota queda en el tejado del Ejecutivo: si cede, la empresa consigue m¨¢s recursos, y si no, se expone a la incertidumbre de que acuerdos ya publicitados como ¨¦xitos acaben sin materializarse, y eso sirva de arma arrojadiza para la oposici¨®n.
Las fuentes consultadas coinciden en que reducirlo todo a las subvenciones ser¨ªa obviar otros factores con una influencia clave. ¡°Una f¨¢brica de bater¨ªas analiza el transporte hasta el lugar donde se producen los coches, o si ya existe un cl¨²ster de veh¨ªculos el¨¦ctricos para situarse cerca¡±, se?ala Sachon. A la proximidad geogr¨¢fica se unen cuestiones como la disponibilidad de terreno, la facilidad para obtener materia prima, la situaci¨®n del mercado laboral ¡ªentre otras cosas, si existe mano de obra cualificada o no¡ª, los salarios o las infraestructuras y comunicaciones.
Pedro ?lvarez, economista de Caixabank Research, a?ade a esos elementos la estabilidad pol¨ªtica. ¡°En el caso de Volkswagen influye. Sobre todo si se plantean elegir entre un pa¨ªs m¨¢s desarrollado y otros con menos seguridad jur¨ªdica¡±. Ignacio de la Torre, economista jefe de Arcano Partners, cree que Espa?a est¨¢ bien posicionada como destino de inversi¨®n frente a la competencia de pa¨ªses del Este, cuyo atractivo reside sobre todo en una fuerza laboral m¨¢s barata. ¡°Tenemos ventajas competitivas en t¨¦rminos de retorno de la inversi¨®n, capacidad financiadora y conocimiento del sector. Y estar dentro de la zona euro es una ventaja. Imagina que eres CEO de Ford, inviertes en Polonia y te deval¨²an el zloty¡±, esgrime.
Seg¨²n datos de la patronal automovil¨ªstica europea ACEA, Espa?a cuenta con 14 grandes f¨¢bricas del sector automovil¨ªstico. En la Uni¨®n Europea, la superan las 18 de Polonia, las 24 de Italia, las 30 de Francia y las 44 de Alemania. El profesor Sachon destaca la capacidad de esta industria para generar a su alrededor un ecosistema muy poblado. ¡°El sector de la automoci¨®n es uno de los que m¨¢s trabajo crean fuera de la f¨¢brica. Por cada puesto se estima que se generan m¨¢s o menos otros tres empleos fuera¡±.
Esas cuentas tambi¨¦n las hacen las autoridades para decidir hasta qu¨¦ punto merece la pena ofrecer ventajas a los inversores. No solo en la esfera del motor. Las ayudas p¨²blicas fluyen tambi¨¦n hacia aerol¨ªneas como Ryanair, receptora habitual de dinero p¨²blico por abrir rutas en aeropuertos necesitados de pasajeros. Ese capital no solo proviene del Estado, tambi¨¦n de comunidades aut¨®nomas, diputaciones y ayuntamientos ¨¢vidos de potenciar el turismo. Por ejemplo, hace una semana el Diario de Burgos publicaba que la compa?¨ªa irlandesa estar¨ªa dispuesta a operar en dicha localidad a cambio de tres a?os de contrato y dos millones por ejercicio.
Un sector mucho m¨¢s dependiente de los subsidios es el de los chips o semiconductores. Su carencia tras la pandemia paraliz¨® la fabricaci¨®n de autom¨®viles, y eso ha provocado una oleada de planes p¨²blicos para traer f¨¢bricas a Europa y EE UU. Bruselas concibi¨® un programa de 43.000 millones para alcanzar una cuota de producci¨®n del 20%, y Washington ha aprobado destinar 52.000 millones en subsidios. Siguiendo con esa ristra de cifras, el PERTE mejor dotado de Espa?a es el de chips, con 12.250 millones.
Acortar las cadenas de suministros
En el libro Chip War, publicado este mes, el historiador estadounidense Chris Miller explica c¨®mo los pa¨ªses asi¨¢ticos llevan d¨¦cadas financiando al sector con fondos p¨²blicos. Occidente hab¨ªa aceptado esa situaci¨®n porque los compraba a bajo precio, pero el mundo ha cambiado. As¨ª lo explica Pedro ?lvarez, de Caixabank Research: ¡°Tener el proveedor en China en un mundo globalizado estaba muy bien, pero con la crisis de suministros y la pandemia se ha demostrado que ese comercio del que nos hemos beneficiado puede tener fallos¡±.
Para Miller, multinacionales como Intel est¨¢n alentando una nueva ola de nacionalismo sobre los chips que aprovecha el nerviosismo sobre la dependencia de la producci¨®n asi¨¢tica para obtener subsidios de EE UU y Europa. Pero mientras azuza esos miedos, deslocaliza parte de su propia producci¨®n de chips avanzados a la taiwanesa TSMC, la mayor fabricante del planeta. En un sector tan sofisticado como ese, Miller, profesor de la Fletcher University, ve clave que el pa¨ªs receptor cuente con una fuerza laboral formada, dado que la producci¨®n de semiconductores requiere de habilidades ¨²nicas y especializadas, aunque reconoce que los incentivos gubernamentales y la pol¨ªtica fiscal tambi¨¦n cuentan, debido al elevado coste de estas f¨¢bricas, que se mide en miles de millones de euros.
Uno de los ejemplos m¨¢s recientes lo protagoniza Italia. Intel ha elegido la regi¨®n del V¨¦neto (Italia) para instalar una nueva f¨¢brica con una inversi¨®n inicial de 5.000 millones de euros, cantidad que aumentar¨¢ con el tiempo. La negociaci¨®n la lider¨® el ex primer ministro, Mario Draghi, y seg¨²n Reuters, Italia asumir¨¢ el 40% de la inversi¨®n total de Intel, que supone la creaci¨®n de 1.500 empleos directos y 3.500 indirectos. Empezar¨ªa a operar entre 2025 y 2027.
En un momento de acortamiento de las cadenas de suministros, la competencia por albergar estos centros de innovaci¨®n parece condenada a seguir aumentando. Sus contrataciones est¨¢n libres de los inconvenientes de la temporalidad tur¨ªstica y de la precariedad de nuevos empleos como los riders, pero una pregunta sobrevuela la pugna: ?hasta d¨®nde debe llegar esa subasta entre pa¨ªses que tira de fondos p¨²blicos y otras ventajas para captar empresas?
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