Hacia la uni¨®n de los mercados de capitales
En los 20 ¨²ltimos a?os hemos asistido a avances considerables hacia la integraci¨®n financiera de Europa, pero ha llegado el momento de aspirar a m¨¢s. El tiempo apremia
La Uni¨®n Europea est¨¢ decidida a acelerar su transici¨®n ecol¨®gica y digital. Las decisiones que tomemos hoy afectar¨¢n a las pr¨®ximas generaciones. Hacer lo correcto es nuestra responsabilidad colectiva.
La creaci¨®n de industrias de cero emisiones netas, el impulso de la competitividad tecnol¨®gica y la diversificaci¨®n de las cadenas de suministro ser¨¢n factores esenciales para que la prosperidad y la soberan¨ªa estrat¨¦gica de Europa contin¨²en en los pr¨®ximos decenios. Las necesidades de financiaci¨®n son enormes, y la mayor parte tendr¨¢ que proceder de capital privado. La funci¨®n de la inversi¨®n p¨²blica es dar una orientaci¨®n estrat¨¦gica y proporcionar incentivos a la aportaci¨®n masiva de capital privado, entre otras cosas con la participaci¨®n del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y de los bancos nacionales de fomento.
El mercado ¨²nico ha venido sosteniendo la prosperidad en Europa desde su creaci¨®n, hace 30 a?os, gracias a la supresi¨®n de las barreras al comercio dentro de la Uni¨®n y a la atracci¨®n de inversi¨®n extranjera. La uni¨®n econ¨®mica y monetaria, a su vez, ha supuesto un nuevo impulso para la integraci¨®n de los mercados. No obstante, llevamos demasiado tiempo avanzando muy poco en uno de los elementos esenciales: la uni¨®n de los mercados de capitales.
Si bien ahora mismo son los bancos presentes en Europa quienes aportan el grueso de los fondos para la inversi¨®n, ellos solos no pueden ayudar a la UE a ganar la carrera mundial de las inversiones, especialmente en comparaci¨®n con Estados Unidos. En la UE, los pr¨¦stamos bancarios suponen el 75% del endeudamiento de las empresas, correspondiendo el 25% restante a los mercados de obligaciones, mientras que en Estados Unidos sucede justo a la inversa.
Tanto nuestras empresas emergentes como aquellas que est¨¢n en expansi¨®n buscan capital. Las empresas ¡ªsobre todo las pymes¡ª tienen dificultades para encontrar la financiaci¨®n paciente y sin aversi¨®n al riesgo que necesitan para invertir en la transici¨®n ecol¨®gica y digital. Por ejemplo, la capitalizaci¨®n burs¨¢til de la UE es menos de la mitad de la de Estados Unidos, en porcentaje del PIB, e inferior a la de Jap¨®n, China y el Reino Unido. Y, sin embargo, los europeos ahorran mucho m¨¢s que los estadounidenses.
Tenemos la responsabilidad de hacer que las empresas europeas dispongan de las oportunidades de financiaci¨®n que buscan y que sea aqu¨ª, en la UE. Necesitamos una uni¨®n de los mercados de capitales que canalice los enormes ahorros de los europeos y los convierta en los motores de crecimiento del ma?ana.
Es nuestro deber superar la mir¨ªada de marcos nacionales ¡ªy, en algunos casos, de mercados de capitales de escaso desarrollo¡ª que existe actualmente para que se pueda liberar todo su potencial. De esta manera, la UE quedar¨¢ reforzada como destino de inversi¨®n y el euro ganar¨¢ mucho m¨¢s atractivo a¨²n.
La UE ha dado ya algunos pasos decisivos hacia la creaci¨®n de un mercado ¨²nico de capitales, pero es necesario que redoblemos nuestros esfuerzos y nuestras ambiciones para eliminar las barreras que siguen obstaculizando la financiaci¨®n transfronteriza y hacer posible una armonizaci¨®n m¨¢s profunda. Necesitamos, en particular, unas normas de insolvencia m¨¢s armonizadas, una mayor accesibilidad de las normas financieras, la simplificaci¨®n del acceso a los mercados de capitales, especialmente para las empresas peque?as, infraestructuras de mercado s¨®lidas y una mayor integraci¨®n de la supervisi¨®n de los mercados de capitales.
La profundizaci¨®n de la uni¨®n de los mercados de capitales requiere un esfuerzo colectivo en el que deben participar tanto los responsables pol¨ªticos como los participantes en el mercado de toda la Uni¨®n. Se necesita una firme voluntad pol¨ªtica en todos los niveles de la Administraci¨®n, y que todos hagan suya esta necesidad. Es urgente que el Parlamento Europeo y los Estados miembros reunidos en el Consejo finalicen las negociaciones sobre los textos legislativos fundamentales. Para ello se requiere coraje y disposici¨®n al cambio.
Estamos decididos a conseguir progresos.
El tiempo apremia. En las dos d¨¦cadas anteriores hemos asistido a avances considerables hacia la integraci¨®n financiera de Europa, pero ha llegado el momento de aspirar a m¨¢s. Tenemos a nuestro alcance lograr la uni¨®n de los mercados de capitales. En los pr¨®ximos decenios seremos testigos de la mayor transformaci¨®n industrial de nuestro tiempo. De ello depende nuestra competitividad a largo plazo. Que no nos falte el capital necesario para hacerlo realidad.
Charles Michel es presidente del Consejo Europeo; Ursula von der Leyen es presidenta de la Comisi¨®n Europea; Paschal Donohoe es presidente del Eurogrupo; Christine Lagarde es presidenta del Banco Central Europeo (BCE) y Werner Hoyer es presidente del Banco Europeo de Inversiones (BEI).
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