Explosi¨®n en Iqoxe: el d¨ªa que se roz¨® la cat¨¢strofe en la petroqu¨ªmica de Tarragona
La investigaci¨®n judicial sobre el accidente del 14 de enero de 2020, que dej¨® tres muertos, concluye que la empresa descuid¨® la seguridad para obtener m¨¢s beneficios y que la Generalitat gestion¨® de forma p¨¦sima el incidente
?scar Saladi¨¦ apenas desayuna. Se levanta con el est¨®mago cerrado y, mientras se ducha, tiene ganas de vomitar cuando piensa en el trabajo que le espera. Con 52 a?os, est¨¢ estresado y quiere dejarlo todo. Le dice a su mujer, Araceli, que as¨ª no pueden seguir, que un d¨ªa va a pasar algo y gordo. La ma?ana del 14 de enero de 2020, ?scar toma un t¨¦ y se va a Iqoxe, una de las empresas del complejo petroqu¨ªmico de Tarragona, donde trabaja como jefe de planta. All¨ª sigue (ha excedido su horario, como siempre) a las 18.37, cuando una deflagraci¨®n levanta de sus anclajes el reactor de la planta de derivados U-3100 y provoca una tremenda explosi¨®n.
¡°El accidente m¨¢s grave ocurrido en una empresa qu¨ªmica en toda Europa¡±, seg¨²n la jueza que acaba de finalizar la investigaci¨®n, confirma la intuici¨®n del jefe de planta y las declaraciones a los Mossos de otros trabajadores, que ¡°hab¨ªan interiorizado la posibilidad de un grave accidente por la din¨¢mica de trabajo¡±. Saladi¨¦ muri¨® en la sala de control, un espacio con oficinas y vestuarios a apenas diez metros de la planta, ¡°rodeada de reactores¡± y sin m¨¢s protecci¨®n que una plancha de unos mil¨ªmetros. La sala, que qued¨® destrozada y fue ¡°bunkerizada¡± tras el siniestro, fue tambi¨¦n la tumba de su compa?ero ?scar Atance, jefe de turno, que hab¨ªa expresado a su esposa id¨¦ntico temor: un d¨ªa saldr¨ªan volando.
Lo que tambi¨¦n sali¨® volando aquella tarde, a gran velocidad y sin direcci¨®n, fue una plancha del reactor de 500 kilos que, incandescente, recorri¨® dos kil¨®metros y medio hasta impactar en una vivienda del barrio de Torreforta, en Tarragona. El techo del tercer piso se hundi¨® y mat¨® al vecino del piso de abajo, el frutero Sergio Mill¨¢n, de 59 a?os, la m¨¢s surrealista de las tres muertes por un accidente que reabre el debate sobre la proximidad entre la petroqu¨ªmica y los n¨²cleos habitados de un ¨¢rea que tambi¨¦n es un polo de atracci¨®n tur¨ªstica. La investigaci¨®n judicial revela, de forma indiciaria, que Iqoxe descuid¨® la seguridad para obtener m¨¢s beneficios, que la Generalitat gestion¨® de forma p¨¦sime el incidente y que, ese d¨ªa, la tragedia a punto estuvo de convertirse en cat¨¢strofe.
Rentabilidad y seguridad
El consejero delegado de Iqoxe, Jos¨¦ Luis Morlanes, y el director de la f¨¢brica de Tarragona, Juan Manuel Rodr¨ªguez, se sentar¨¢n en el banquillo de los acusados por homicidio imprudente y por un delito contra los derechos de los trabajadores. Desde que, en 2014, el grupo Cristian Lay (dedicado sobre todo a la joyer¨ªa) compr¨® la f¨¢brica, ejecutaron un plan para ¡°aumentar la producci¨®n y reducir los costes¡±. El resultado fue que la actividad en una industria altamente peligrosa se desarroll¨® ¡°sin las debidas condiciones de seguridad¡±. La empresa, afirma rotunda la jueza Sof¨ªa Beltr¨¢n en su auto, ¡°prioriz¨® la rentabilidad sobre la seguridad de las personas¡±.
Los trabajadores, como ?scar Paladi¨¦ y ?scar Atance, pagaron esa supuesta pol¨ªtica de recortes. La empresa les someti¨® a una situaci¨®n de ¡°estr¨¦s laboral¡± y ¡°gran presi¨®n¡± y lleg¨® a contratar a una persona ¡ªla plantilla le conoc¨ªa como ¡°el sombras¡±, porque aparec¨ªa de repente¡ª para controlar al segundo los ritmos de trabajo. Mientras aumentaba la producci¨®n (un 39% hasta 2019) y se abr¨ªan nuevas plantas (de tres a cinco reactores), el n¨²mero de trabajadores era ¡°insuficiente¡±, lo que se agrav¨® con varios despidos poco antes del siniestro. Iqoxe rechaza de forma tajante todas las conclusiones de la jueza: asegura que invirti¨® grandes sumas en seguridad, que la plantilla estaba bien dimensionada y que en ning¨²n caso se prioriz¨® la rentabilidad. Su abogado, el penalista Emilio Zegr¨ª, ultima un recurso contra el auto.
Fran Pizarro muestra la silueta de Iqoxe desde un punto elevado, con Port Aventura al fondo. Llega un olor intenso, como a huevo podrido. ¡°Yo ya no percibo nada¡±, dice el hombre, que ha trabajado en la empresa 22 a?os y fue despedido en marzo por un incidente con un compa?ero del comit¨¦ de empresa que ¨¦l niega. Pizarro admite que la empresa hizo ¡°mejoras¡± tras el accidente y defiende que ¡°hay que convivir con la qu¨ªmica¡± porque ¡°alimenta a muchas familias de la zona¡±. Pero denuncia que no se hubieran tomado medidas antes, cuando ¨¦l y otros alzaron la voz. ¡°No se puede poner la rentabilidad por delante de todo. Hay que invertir en seguridad para minimizar riesgos. Lo que ten¨ªamos aqu¨ª no era normal¡±.
El auto describe con detalle una situaci¨®n de deterioro: los operarios deb¨ªan controlar dos plantas a la vez (en vez de una, como antes) y abandonar la sala de control para hacer tareas en planta. Sus equipos (ropa de trabajo, guantes) no proteg¨ªan frente al riesgo qu¨ªmico. Las plantas apenas se limpiaban y las aver¨ªas en v¨¢lvulas o bombas eran frecuentes. Todo ello contribuy¨® a que los accidentes laborales aumentaran de forma exponencial a partir de 2014.
Una ¡°receta¡± improvisada
Ese contexto es esencial, dice la jueza, para entender lo ocurrido la tarde del 14 de julio de 2020 en Iqoxe, una empresa que fabrica ¨®xido de etileno (para clientes como Repsol o Dow Chemical) y productos derivados. En la planta donde ocurri¨® el siniestro, la U-3100 ¡ªque ¡°produc¨ªa sin parar las 24 horas del d¨ªa¡±¡ª ese d¨ªa se preparaba MPEG500, que se emplea como aditivo del cemento. Solo se hab¨ªa producido seis veces antes y ese d¨ªa el proveedor hab¨ªa pedido una cantidad distinta, lo que oblig¨® a Saladi¨¦ a ¡°reajustar la receta o f¨®rmula¡± sin ensayo previo. Iqoxe rechaza igualmente esa y otras afirmaciones de la resoluci¨®n.
La cantidad de uno de los ingredientes acab¨® siendo, presuntamente, menor de la necesaria. El reactor sufri¨® una subida de presi¨®n, que abri¨® ¡°de forma brusca¡± una v¨¢lvula de seguridad. Las alarmas sonoras estaban desactivadas y los trabajadores no estaban siguiendo la reacci¨®n en las pantallas. ¡°Ese d¨ªa hab¨ªa sobre la mesa todos los elementos para una tormenta perfecta¡±, cuentan Toni Orensanz y Rafa Marras¨¦ en su libro La gran explosi¨®n (Folch & Folch), donde bucean en el sumario del caso, rescatan la historia de la petroqu¨ªmica de Tarragona (la m¨¢s grande del sur de Europa) y esbozan la vida de los fallecidos, cuyas viudas han sido indemnizadas pero no pueden hablar p¨²blicamente del tema porque firmaron una cl¨¢usula de confidencialidad, seg¨²n han explicado diversas fuentes a este diario.
Fue una tragedia, pero pudo haber sido mucho peor, dice la jueza tras tres a?os y medio de investigaci¨®n. Grandes piezas de metal, como la que acab¨® matando a Sergio Mill¨¢n cuando estaba en su casa, ¡°salieron dispersadas sin direcci¨®n¡± y ¡°actuaron como metralla¡±: impactaron en una zona educativa y en el puerto de Tarragona, da?aron viviendas de tres municipios y, sobre todo, provocaron ¡°una brecha y un incendio¡± en un dep¨®sito de Iqoxe con 138 toneladas de ¨®xido de propileno. Si llega a explotar ese dep¨®sito, se hubiera producido ¡°un efecto domin¨®¡± por la cercan¨ªa de otras empresas qu¨ªmicas y por la conexi¨®n de todas ellas por una tupida red de tuber¨ªas.
Un protocolo que no se activ¨®
Fue una situaci¨®n ¡°de grave riesgo para las personas y para la poblaci¨®n en general¡±, dice la jueza, que recuerda el precedente del camping de los Alfaques: en 1978, un cami¨®n cisterna con 23,5 toneladas de ese producto arras¨® un radio de 100 metros. Si el desastre no se consum¨® fue sobre todo por la r¨¢pida reacci¨®n del bombero de la empresa y otros trabajadores de Iqoxe. Los Bomberos se sumaron r¨¢pidamente a las extinci¨®n, pero lo hicieron a ciegas, sin saber a qu¨¦ se enfrentaban, por la incapacidad de la empresa para dar informaci¨®n: no supieron que el dep¨®sito ard¨ªa hasta 45 minutos m¨¢s tarde.
La gesti¨®n del accidente ¡°increment¨® notoriamente el riesgo derivado de la explosi¨®n¡±. La jueza apunta sobre todo a Iqoxe, que estaba obligada por ley a informar de inmediato al centro de coordinaci¨®n (CECAT) y no lo hizo, motivo por el que tambi¨¦n ha sido procesado su jefe de seguridad. Solo una hora despu¨¦s del siniestro, el CECAT logr¨® contactar con ¨¦l, que no pudo concretar qu¨¦ hab¨ªa pasado o qu¨¦ sustancias hab¨ªa almacenadas. La empresa alega que la virulencia de la explosi¨®n hab¨ªa dejado inutilizados muchos de sus sistemas.
La Administraci¨®n tampoco tuvo su mejor d¨ªa. Actu¨® de forma ¡°descoordinada¡± y fue deficiente en el cumplimiento del plan de emergencias de la zona (Plaseqta). Lo ocurrido ten¨ªa ¡°todos los rasgos¡± de un accidente de categor¨ªa 3, por lo que hab¨ªa que avisar a la poblaci¨®n mediante sirenas. Se activ¨® tarde, solo para desactivarlo al poco roto, sin que hubieran sonado las sirenas y mientras Protecci¨®n Civil emit¨ªa ¡°tuits confusos¡± sobre la posibilidad de confinarse o no. Si hay riesgo de efecto domin¨®, el plan indica que se debe ¡°evacuar o alejar¡± a la poblaci¨®n, cosa que no se hizo. Tampoco se convoc¨® el gabinete de crisis, que se improvis¨® en el edificio del 112 de Reus y result¨® ser ¡°desastroso¡±. El Sistema de Emergencias M¨¦dicas (SEM) no sale mejor parado: atendi¨® ¡°con retraso¡± la emergencia: las ambulancias llegaron ¡°todas a la vez, casi una hora despu¨¦s del accidente¡±.
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