Otra forma de medir el desempleo: las paradas de larga duraci¨®n y baja formaci¨®n soportan el 90% del coste social del paro
Una investigaci¨®n de la Fundaci¨®n BBVA y el Ivie apunta que este colectivo de mujeres, que solo representa el 30% de todos los desempleados, sufre el mayor impacto de las consecuencias de no tener trabajo.
La tasa de desempleo en Espa?a es actualmente del 11,8% y refleja el n¨²mero de personas sin trabajo del total de la poblaci¨®n activa. Sin embargo, esta forma de medir el paro es meramente cuantitativa y no tiene en cuenta el impacto, ...
La tasa de desempleo en Espa?a es actualmente del 11,8% y refleja el n¨²mero de personas sin trabajo del total de la poblaci¨®n activa. Sin embargo, esta forma de medir el paro es meramente cuantitativa y no tiene en cuenta el impacto, medido en t¨¦rminos de p¨¦rdida de bienestar, que tiene en estas personas el hecho de no tener un empleo. El catedr¨¢tico de la Universidad Pablo de Olavide e investigador del Instituto Valenciano de Investigaciones Econ¨®micas (Ivie), Antonio Villar, junto con las investigadoras del Iseak, Sara de la Rica y Luc¨ªa Gorj¨®n, han elaborado un indicador que mide el paro incorporando dicho impacto, calculando con ello lo que ha denominado ¡°coste social del desempleo¡±.
Seg¨²n este indicador, el estudio ¡ªque forma parte del programa de investigaci¨®n en socioeconom¨ªa de la Fundaci¨®n BBVA-Ivie¡ª desvela un dato muy significativo que ser¨ªa de enorme utilidad si lo manejaran quienes dise?an las pol¨ªticas activas de empleo: los mayores de 45 a?os que llevan m¨¢s de dos a?os en desempleo, no perciben prestaci¨®n y tienen un nivel educativo medio-bajo, y son mayoritariamente mujeres, representan solo el 30% del total de parados pero soportan el 90% del coste social del desempleo.
Para medir dicho coste cualitativo del paro, este investigador interpreta el desempleo como una p¨¦rdida de bienestar (personal y social), que calcula partiendo de tres dimensiones: su incidencia (n¨²mero de parados); su severidad (que es una funci¨®n creciente de la duraci¨®n media del desempleo y la renta perdida durante ese tiempo); y la hist¨¦resis (probabilidad de que el parado siga en situaci¨®n de desempleo tras perder su trabajo).
As¨ª, para calcular el coste social del desempleo, el estudio estima la renta que cada trabajador ha perdido por estar desempleado, determinando la diferencia entre el salario que obtendr¨ªa si tuviera un empleo y el importe de la prestaci¨®n o subsidio por desempleo ¡ªsi lo hubiera¡ª o la carencia de rentas. Una vez hecho esto se estima la p¨¦rdida completa del bienestar de cada parado extendiendo toda esa p¨¦rdida de renta a todo el periodo que permanece sin trabajo. Sus c¨¢lculos ponderan adem¨¢s dicha diferencia de ingresos con lo que supone para los perfiles de desempleados: ¡°No es lo mismo dejar de ingresar 1.000 euros para unas personas que para otras¡±, explica Villar. De esta forma, ¡°el coste social del desempleo se establece con la suma del total de las rentas perdidas por todas las personas desempleadas¡±, recoge el estudio. Es este c¨¢lculo, por tanto, es el que indica que siendo solo un tercio del total de los parados, las desempleadas poco formadas de muy larga duraci¨®n sufren el 90% de esta p¨¦rdida de rentas.
Reducir la tasa de paro no basta
Con esta forma de medir el paro, el autor de la investigaci¨®n asegura que pretende lanzar dos mensajes. El primero es que ¡°la ca¨ªda de la tasa de paro no ha sido suficiente para compensar la p¨¦rdida de bienestar de quienes acumulan mucho tiempo en el desempleo¡±. De hecho, aunque la tasa de paro ha bajado de casi el 27% en 2012 al 11,8% actual, m¨¢s del 41% de los 2,8 millones de personas desempleadas son hoy en d¨ªa parados de larga duraci¨®n (m¨¢s de un a?o sin empleo); y un 28% han permanecido paradas m¨¢s de dos a?os. De todos ellos, dos terceras partes no reciben ayudas por desempleo.
Adem¨¢s, de este estudio se extrae otra conclusi¨®n: que la enorme diversidad de situaciones que se observan cuando se analiza el impacto del paro, tanto por tipo de persona desempleada como entre comunidades aut¨®nomas, hace que los resultados de la medici¨®n del desempleo ¡°tengan un escaso valor informativo¡±. Esto lleva al segundo mensaje que lanza Villar y que consiste en que las instituciones y el mundo acad¨¦mico ¡°deber¨ªan abordar el problema de la medici¨®n del desempleo con indicadores m¨¢s informativos¡±. Esto permitir¨ªa el desarrollo de pol¨ªticas p¨²blicas de fomento del empleo ¡°dise?adas a medida¡± y centradas en los colectivos m¨¢s vulnerables.
En este sentido, un ejemplo del desajuste entre la tasa de paro y el coste social del desempleo, que aconseja modificar la forma en la que se mide esta variable, lo muestra el hecho de que las mayores tasas se encuentran en Extremadura, Castilla y Le¨®n, Andaluc¨ªa y Baleares, mientras que las que menos paro sufren son Navarra, Madrid y Arag¨®n. Sin embargo, atendiendo a la clasificaci¨®n que mide el coste social del desempleo, las regiones con mayor coste son Andaluc¨ªa, Asturias y Pa¨ªs Vasco; y Baleares es la que cuenta con menor coste social. ¡°Esto se debe a que esta ¨²ltima comunidad es la regi¨®n en la que la duraci¨®n media en el desempleo es notablemente inferior al resto. El Pa¨ªs Vasco, por el contrario, cuenta con una duraci¨®n media del desempleo superior a la del resto de regiones y una p¨¦rdida salarial por la falta de empleo mayor (los salarios son m¨¢s altos en esta comunidad), por ello, estas dos variables explican que su coste social del desempleo sea el m¨¢s alto, pese a tener una de las tasas de paro m¨¢s bajas¡±.
En este escenario, Villar concluye que ¡°hace falta una nueva forma de medir el desempleo, que tenga en cuenta no solo la tasa de paro sino tambi¨¦n la duraci¨®n del tiempo que se est¨¢ en paro y la renta perdida por las personas desempleadas¡±. Solo as¨ª, a?ade este catedr¨¢tico, ¡°se tendr¨¢ una visi¨®n precisa de las implicaciones de este problema social y una base adecuada para dise?ar las pol¨ªticas para combatirlo y valorar sus efectos¡±.
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