Marlene Engelhorn, la multimillonaria que pide en Davos m¨¢s impuestos para los ricos

Mientras miles de millones de ciudadanos de todo el mundo se levantan cada ma?ana con la idea, no siempre atractiva, de ir al trabajo para mantener a flote sus cuentas bancarias y mejorar su nivel de vida, la austroalemana Marlene Engelhorn, de 31 a?os, busca el modo de reducir dr¨¢sticamente los ceros de su fortuna. En realidad, quiere mucho m¨¢s que eso. Desde hace casi dos a?os abandera la causa de que los ricos como ella, heredera de alrededor de 4.000 millones de euros por ser descendiente de los fundadores de la multinacional qu¨ªmica alemana BASF, paguen m¨¢s impuestos. Con ese mensaje se ha plantado esta semana en la gran cita anual del capitalismo, el Foro de Davos, donde su condici¨®n de acaudalada la ha convertido en la activista m¨¢s c¨¦lebre.

Fundadora de Tax me now [Hazme pagar impuestos ahora], que al modo de otras iniciativas surgidas en Estados Unidos, agrupa a millonarios de Austria, Suiza y Alemania, Engelhorn rechaza la idea de la filantrop¨ªa como v¨ªa para que los m¨¢s pudientes contribuyan a mejorar la sociedad. Defiende, en su lugar, soluciones estructurales que no dependan de la buena voluntad de los adinerados. Y ha firmado, junto a m¨¢s de 250 personas de entre las m¨¢s pudientes del planeta, una carta abierta titulada Proud to Pay More [Orgullosos de pagar m¨¢s] en la que reclaman a los l¨ªderes pol¨ªticos reunidos esta semana en Davos que graven m¨¢s a los ricos para combatir la desigualdad. Entre otros nombres, tambi¨¦n la suscriben el actor Brian Cox, protagonista en la serie Succession y Abigail Disney, heredera de la compa?¨ªa de animaci¨®n.

Engelhorn, afincada en Viena, se comprometi¨® a entregar el 90% de su fortuna al Estado, pero tras la muerte de su abuela Traudl Engelhorn en septiembre de 2022 puso el grito en el cielo por el hecho de que el dinero fluyera de una generaci¨®n a otra libremente, sin tasas de por medio. ¡°He heredado una fortuna y con ella un poder, sin haber hecho nunca nada para merecerlo. Y el Estado ni siquiera quiere que pague el impuesto de sucesiones¡±.

50 elegidos para decidir el destino de 25 millones

Por eso, este a?o se ha embarcado en buscar v¨ªas de redistribuci¨®n m¨¢s originales. Envi¨® al azar 10.000 invitaciones a ciudadanos austriacos para que participasen en un foro del que salgan ideas para redistribuir 25 millones de euros. De entre los interesados elegir¨¢ a 50 personas y 15 suplentes, los encargados de dilucidar el destino m¨¢s adecuado para ese dinero, a los que se les abonar¨¢n los gastos de viaje para reunirse y cobrar¨¢n 1.200 euros por semana de trabajo hasta que acuerden hacia d¨®nde viajar¨¢n los fondos. En caso de que no haya un consenso amplio, se quedar¨¢n en la cuenta de Engelhorn.

¡°Si los pol¨ªticos no hacen su trabajo y no redistribuyen, entonces yo tendr¨¦ que redistribuir mi riqueza¡±, explic¨® la heredera en una declaraci¨®n reciente. ¡°Mucha gente lucha para llegar a fin de mes con un trabajo a tiempo completo y paga impuestos por cada euro que gana en su trabajo¡±, dijo. Como contraste, critica que gente como ella, a la que la loter¨ªa del nacimiento coloc¨® en una de las familias de mejor posici¨®n de Europa sin hacer m¨¦rito alguno, no sufre cargas fiscales tan pesadas como el ciudadano de a pie. ¡°Veo esto como un fracaso de la pol¨ªtica, y si la pol¨ªtica falla, entonces los ciudadanos tendr¨¢n que lidiar con ello ellos mismos¡±, afirm¨® en referencia a su intenci¨®n de recurrir aleatoriamente a algunos de sus vecinos para repartir su dinero.

La insistencia de Engelhorn va dando sus frutos en el mundo germanohablante. En la p¨¢gina web de su movimiento aseguran que 80.000 personas han firmado ya la petici¨®n para que los ricos paguen m¨¢s impuestos. Y en un manifiesto aportan datos para justificar su iniciativa. Aseguran que en Alemania, el 10% m¨¢s rico posee el 62,1% de todos los activos, y en Austria, el 1% de la poblaci¨®n es due?a del 40% de la riqueza. ¡°Esto no puede seguir as¨ª. La desigualdad de riqueza tal como existe hoy socava la democracia y da?a a la sociedad¡±, concluyen.

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