Pablo Mart¨ªn-Ace?a, el rigor de un historiador de la econom¨ªa
Enrique M¨²gica le encarg¨® dirigir la investigaci¨®n sobre las transacciones de oro procedentes de la Alemania nazi, un trabajo en el que revis¨® y refut¨® algunas de las acusaciones de Washington contra Espa?a
A Pablo Mart¨ªn-Ace?a le gustaban los refranes. Sab¨ªa muchos, pero sol¨ªa combinarlos de manera estramb¨®tica, sin darse cuenta. Sonre¨ªa satisfecho despu¨¦s de decir alguno, mientras nos miraba. Los amigos no sab¨ªamos si re¨ªrnos o dejarlo estar. Formaba parte de un despiste habitual, sorprendente ¡ªo no¡ª en una persona, por otra parte, tan racional y concienzuda en su trabajo como uno de nuestros mejores historiadores econ¨®micos. No hay m¨¢s que volver a releer la larga lista de art¨ªculos y libros con los que nos regal¨®.
Pablo fue uno de los protagonistas, junto con Leandro Prados de la Escosura, Francisco Com¨ªn y despu¨¦s muchos m¨¢s, de lo que se llam¨® ¡°la nueva historia econ¨®mica¡±, que invoc¨® la teor¨ªa econ¨®mica y el an¨¢lisis econom¨¦trico para renovar el acercamiento a la historia de la econom¨ªa, despoj¨¢ndola de servidumbres ideol¨®gicas ajenas. Y, por eso, ofreci¨® ¡ªofrecieron todos ellos¡ª, gracias a sus an¨¢lisis comparados, una nueva mirada hacia nuestro pasado, despoj¨¢ndolo tambi¨¦n de t¨®picos sobre la excepcionalidad espa?ola, que incit¨® a muchos a hacer lo propio con la historia pol¨ªtica.
Pablo Mart¨ªn-Ace?a se convirti¨® en el mayor especialista en la historia de la pol¨ªtica monetaria, del sistema financiero espa?ol y del Banco de Espa?a. Tambi¨¦n en uno de los invitados preferentes en estancias, seminarios y congresos nacionales e internacionales, en Espa?a, en Europa y Am¨¦rica. Del prestigio y reconocimiento que acumul¨® son buena muestra los mensajes que seguramente muchos hemos recibido desde los m¨¢s diversos lugares, unos mensajes que no son mero acuse formal de ese reconocimiento, sino tambi¨¦n de una cercan¨ªa amistosa. Porque a su rigor como historiador de la econom¨ªa se sumaba una proximidad personal, una enorme generosidad en su af¨¢n de promover a quienes empezaban y en la apreciaci¨®n del trabajo de los dem¨¢s, sin que nada de ello le impidiera ejercer la cr¨ªtica cuando era necesaria.
Como ya han recordado Elena Mart¨ªnez y Miguel Martorell, junto con colegas como Francisco Com¨ªn, Pablo Mart¨ªn-Ace?a desbroz¨® la historia de muchas de nuestras grandes empresas en trabajos promovidos por la Fundaci¨®n Empresa P¨²blica, Tabacalera Espa?ola, la Fundaci¨®n de los Ferrocarriles Espa?oles, la Fundaci¨®n ICO o, muy especialmente, el Banco de Espa?a, al que dedic¨® muchas de sus energ¨ªas desde los tiempos de Luis ?ngel Rojo, y cuya historia estaba escribiendo. Enrique M¨²gica le encarg¨® dirigir la investigaci¨®n sobre las transacciones de oro procedentes de la Alemania Nazi, como parte de una investigaci¨®n internacional en m¨¢s de cuarenta pa¨ªses para medir las responsabilidades en el tr¨¢fico comercial y monetario con la dictadura de Hitler.
En aquel trabajo se revisaron y refutaron algunas de las afirmaciones acusatorias contra Espa?a de la administraci¨®n estadounidense, causando un cierto revuelo internacional. Pablo defendi¨® sin dudarlo el resultado de su investigaci¨®n. Se emocion¨® cuando tuvo ocasi¨®n de intervenir ante el Congreso de los Estados Unidos, porque su respeto por las instituciones democr¨¢ticas pesaba m¨¢s que cualquier pol¨¦mica, igual que se sinti¨® emocionado por la condecoraci¨®n al M¨¦rito Civil que le vali¨® su trabajo. M¨¢s all¨¢ de eso, a todos nosotros nos dej¨® su libro El oro de Mosc¨² y El oro de Berl¨ªn, un ejemplo de c¨®mo entroncar la historia econ¨®mica y monetaria con la historia pol¨ªtica, adem¨¢s de ofrecer el placer de leer un libro apasionante y tan bien escrito.
Fue un entregado a su profesi¨®n y nunca rehus¨® asumir cargos en la direcci¨®n de la Asociaci¨®n de Historia Econ¨®mica o de la Revista de Historia Econ¨®mica, como tampoco otros m¨¢s cargados de trabajo burocr¨¢tico, pero tambi¨¦n de su preocupaci¨®n por la universidad, como el decanato de la Facultad de Ciencias Econ¨®micas de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares, a la que su biograf¨ªa est¨¢ tan estrechamente ligada. Pero la inmensa curiosidad, la pasi¨®n por la m¨²sica, la literatura o el cine, las aficiones y los compromisos de Pablo Mart¨ªn-Ace?a lo llevaron mucho m¨¢s all¨¢ de lo que habitualmente atribuimos a la lejan¨ªa de un especialista en historia econ¨®mica y monetaria. Fue un asiduo de la Fundaci¨®n Pablo Iglesias en los tiempos en los que la dirig¨ªa Fernando Claud¨ªn, donde organizamos seminarios junto con Santos Juli¨¢, otro de sus grandes amigos. Y ha sido durante muchos a?os, una presencia constante en la Residencia de Estudiantes, de la que fue director adjunto y que ha contado con su colaboraci¨®n absolutamente desinteresada, pero siempre interesada, en muchos de sus actos y, sobre todo, en la atenci¨®n a sus becarios. Porque el ciudadano Pablo Mart¨ªn-Ace?a siempre ha sido as¨ª de generoso.
Quienes tuvimos el privilegio de beneficiarnos de su saber ser y estar, pero por encima de todo, de ser sus amigos, seguimos sin poder encajar la noticia de su fallecimiento. Apenas es un consuelo saber que la muerte le sobrevino de manera absolutamente inesperada cuando se dispon¨ªa a emprender una de aquellas excursiones de senderista, otra de sus grandes pasiones que le llev¨® a andar y recorrer muchos rincones del mundo, muy especialmente de la sierra de Madrid que tanto amaba. Pablo, seguiremos encontr¨¢ndonos contigo all¨¢ donde vayamos.
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