Crisis energ¨¦tica
La espiral de precios desata una pugna arriesgada por la recuperaci¨®n del poder adquisitivo
Las tensiones inflacionistas generadas por el encarecimiento de la energ¨ªa representan actualmente la mayor amenaza para la econom¨ªa espa?ola y la cohesi¨®n social. Ya no es solo que los hogares pierden poder adquisitivo, o que los sectores electrointensivos y del transporte entran en n¨²meros rojos, abocando a reducir actividad. Ahora tambi¨¦n se desata una pugna por la recuperaci¨®n del terreno perdido por la inflaci¨®n. Cada colectivo que ostenta alg¨²n poder de negociaci¨®n intenta limitar la erosi¨®n de ingresos reales, en una lucha est¨¦ril habida cuenta del origen de las tensiones: un encarecimiento de los suministros importados que act¨²a como un impuesto a nuestra econom¨ªa y del cual no existe escapatoria. De modo que una escalada desordenada de reivindicaciones solo exacerbar¨ªa la inflaci¨®n, afectar¨ªa la competitividad (nuestro IPC supera en casi dos puntos la media europea) y agravar¨ªa las desigualdades.
La cuesti¨®n es c¨®mo se reparte la carga de ese impuesto externo, y c¨®mo nos transformamos hasta su desaparici¨®n a largo plazo. El recetario convencional propiciado hasta fechas recientes por Bruselas apunta a la necesidad de trasladar la totalidad de los costes energ¨¦ticos al precio final que sufragan los consumidores: estamos ante un shock energ¨¦tico duradero, y conviene que los precios lo reflejen para incentivar el ahorro energ¨¦tico y la inversi¨®n en renovables. El manual tambi¨¦n contempla compensaciones a los sectores m¨¢s vulnerables.
Esta combinaci¨®n de ajuste de mercado y compensaciones quir¨²rgicas, si bien goza de soporte te¨®rico, no basta ante un shock de proporciones no vistas desde la crisis del petr¨®leo del siglo pasado, y que se superpone al legado de la pandemia. Uno, porque los precios energ¨¦ticos, adem¨¢s de estar desbocados, son vol¨¢tiles en un contexto de gran incertidumbre tras la invasi¨®n de Ucrania, lo que expone la econom¨ªa a arritmias perjudiciales especialmente en Espa?a por las caracter¨ªsticas de nuestro mercado el¨¦ctrico. Dos, la focalizaci¨®n de las compensaciones es factible en el caso de los hogares en riesgo de pobreza, porque se pueden identificar mediante el sistema tributario o los registros de la seguridad social, o de empresas electrointensivas. Pero en otros casos no es f¨¢cil detectar los focos de vulnerabilidad ni calcular la cuant¨ªa de la ayuda.
Entre tanto, la pugna por trasladar a otros la carga del impuesto no cesa, lo que obliga a encontrar soluciones inmediatas, pero sin perder de vista la necesidad de adaptaci¨®n a un shock duradero. A corto plazo existen las opciones planteadas por gobiernos europeos. Una consiste en revertir el incremento de recaudaci¨®n p¨²blica generado por el encarecimiento de la energ¨ªa, ya sea reduciendo directamente el impuesto devengado en el momento de repostar en la gasolinera, como en Francia o Portugal (una medida poco focalizada) o, preferiblemente, compensando solo a los sectores directamente afectados como el transporte (con el riesgo de dejar atr¨¢s a algunos colectivos). Asimismo, en el caso de la electricidad, el plus de ingresos p¨²blicos se revertir¨ªa a las personas en situaci¨®n de pobreza, y empresas m¨¢s expuestas. La imposici¨®n de topes de precios es otra opci¨®n, pero plantea la cuesti¨®n de su nivel y la necesidad de subvencionar con dinero p¨²blico el gas que se queda fuera porque si no habr¨ªa cortes de suministro.
M¨¢s all¨¢, conviene repensar el mecanismo de formaci¨®n de precios el¨¦ctricos, bas¨¢ndolo en los mercados a plazo, menos vol¨¢tiles y orientados a la baja (el mercado espa?ol del gas para 2023 apunta a un precio un 40% inferior al actual). Las propuestas de algunos expertos de sacar el gas del mercado mayorista de la electricidad, o de imponer la sobreremuneraci¨®n del sector el¨¦ctrico, tal y como ha planteado la OCDE, obedecer¨ªa a los mismos principios. Todo ello, sin embargo, no ser¨ªa inmediato y requerir¨ªa un acuerdo europeo.
Estas u otras medidas deben concebirse como transitorias, porque la crisis energ¨¦tica obliga a una transformaci¨®n de nuestro modelo productivo. Pero son urgentes y condicionan un eventual pacto de rentas contra la inflaci¨®n.
PIB
El Panel de Funcas recorta en un punto su previsión de crecimiento para 2022, hasta el 4,6% (media de los analistas que han incorporado el impacto de la invasión de Ucrania). La ralentización es más intensa de lo que parece: habida cuenta de la dinámica heredada del final del pasado ejercicio, un estancamiento tras el estallido de la contienda todavía se traduciría en un crecimiento del PIB cercano al 3,5% en media anual. El IPC se ha revisado al alza hasta el 5,8%, frente al 3,5% anticipado hace dos meses.
Raymond Torres es director de coyuntura de Funcas. En Twitter: @RaymondTorres_
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