?Sirve de algo bajar la calefacci¨®n en Espa?a como respuesta a la guerra en Ucrania?
El llamamiento realizado por el alto representante de la UE a los ciudadanos europeos para reducir el uso del gas resulta positivo para el clima y los bolsillos, pero en el caso de los espa?oles tiene poca incidencia en el conflicto con Rusia
Bajar la calefacci¨®n en los hogares en Espa?a resulta un acto de responsabilidad ciudadana con el clima o con la econom¨ªa personal de cada uno, pero parece dif¨ªcil que tenga una incidencia en el conflicto abierto con Rusia por la guerra en Ucrania. Este mi¨¦rcoles, Josep Borrell, alto representante de la UE para la Pol¨ªtica Exterior, ha pedido en el Parlamento Europeo a la ciudadan¨ªa que ¡°corten el gas en sus casas¡± y ¡°disminuyan la dependencia de quien ataca a Ucrania¡±, para reducir la enorme influencia de los hidrocarburos rusos en el conjunto de la UE. Este llamamiento tiene sentido desde una perspectiva europea (pues el 40% del gas que se consume en la Uni¨®n llega de los gaseoductos de Gazprom) y no tanto para los espa?oles. Sin embargo, aunque no sea por la guerra, s¨ª hay otras razones de peso para reducir el consumo de gas o petr¨®leo.
?De d¨®nde viene el gas natural que se consume en Espa?a?
Seg¨²n datos de la Corporaci¨®n de Reservas Estrat¨¦gicas de Productos Petrol¨ªferos (Cores), en 2021 Espa?a import¨® 415.569 gigavatios hora (GWh) de gas natural, de los que vinieron de Rusia 37.027 GWh, solo un 8,9%. Aqu¨ª no hay una dependencia tan grande de los hidrocarburos de Rusia como ocurre en otros pa¨ªses europeos como Alemania. No obstante, los ciudadanos espa?oles pueden bajar la calefacci¨®n para reducir las importaciones mucho mayores de gas de Argelia, que el a?o pasado fueron de 177.990 GWh, un 42,8% del total.
Tambi¨¦n se puede argumentar que si la ciudadan¨ªa reduce su consumo de gas en Espa?a, esto podr¨ªa liberar importaciones de otros lugares diferentes de Rusia para cubrir el que dejen de utilizar algunos pa¨ªses europeos que s¨ª est¨¢n mucho m¨¢s conectados al grifo que controla Putin, el ¡°cord¨®n umbilical¡± que Borrell ha pedido cortar. Pero para que esto se cumpliese, tendr¨ªa que conseguirse una reducci¨®n realmente significativa.
?Hasta qu¨¦ punto pueden los ciudadanos contribuir a reducir el consumo de gas?
¡°La demanda residencial supone el 10% del consumo de gas en Espa?a, si las casas reducen el uso un 10%, supondr¨ªa una reducci¨®n final del 1%¡±, comenta Pedro Linares, profesor de la Escuela T¨¦cnica Superior de Ingenier¨ªa ICAI y director del centro de estudios Economics for Energy, que asegura que resulta muy limitada la disminuci¨®n global de uso del gas que se puede lograr con la reducci¨®n del consumo en los hogares. Seg¨²n incide Linares, para que se notara realmente la bajada, habr¨ªa que parar la industria, lo que parece poco razonable. En cualquier caso, aunque bajar la calefacci¨®n o reducir el consumo de electricidad (que sale en parte de centrales de ciclo combinado de gas) no sea tanto un arma frente a la guerra en Ucrania, siempre es bueno para contribuir a recortar las emisiones que causan el cambio clim¨¢tico y, ahora mismo, sale muy a cuenta para nuestra econom¨ªa personal, dados los precios desorbitados de la energ¨ªa.
?Tiene sentido que los espa?oles hagan caso a Borrell si su influencia es limitada para reducir la dependencia energ¨¦tica con Rusia?
Los ciudadanos espa?oles tienen una influencia reducida para solucionar la alta dependencia europea del gas procedente de Rusia y la cuesti¨®n energ¨¦tica implica hoy grandes desaf¨ªos que corresponde solucionar a otros diferentes a los hogares. Sin embargo, a la ciudadan¨ªa no le falta tampoco argumentos para hacer caso a Borrell y bajar el termostato de la calefacci¨®n, o coger menos el coche. Los actuales precios estratosf¨¦ricos del gas, la electricidad (por las centrales de gas) o la gasolina demuestran que depender de energ¨ªas tan problem¨¢ticas como los combustibles f¨®siles ¡ªya sea el gas ruso o cualquier hidrocarburo del lugar que venga¡ª no solo es malo para el clima, sino tambi¨¦n para la econom¨ªa de los hogares o la propia estabilidad de los pa¨ªses. Como incide Carlos Bravo, portavoz de la organizaci¨®n Transport and Environment, la actual situaci¨®n de los precios y la guerra dejan clara la urgencia de acelerar la transici¨®n energ¨¦tica hacia energ¨ªas limpias y aut¨®ctonas, como el sol o el viento. ¡°Es el momento de adoptar medidas radicalmente transformadoras, pero no solo por la guerra¡±, destaca.
?Es posible acelerar a corto plazo la transici¨®n energ¨¦tica para responder a los precios estratosf¨¦ricos del gas o el petr¨®leo?
Parece poco realista pensar que se puede acelerar a muy corto plazo la construcci¨®n de energ¨ªas renovables o la electrificaci¨®n del transporte (ahora mismo penalizada por los altos precios de la electricidad). Sin embargo, seg¨²n Bravo, esto no ocurre con las medidas de ahorro. ¡°Las medidas de ahorro se pueden tomar de forma inmediata, a veces puede parecer que solo se consiguen reducciones muy peque?as, pero muchas medidas todas juntas suponen un impacto importante¡±, afirma este experto en energ¨ªa, que recuerda medidas dr¨¢sticas ya aplicadas en Espa?a ante la subida del precio de los hidrocarburos como la reducci¨®n de los l¨ªmites de velocidad en carreteras. ¡°Hay que hacer un gran esfuerzo en ahorro, y no solo los consumidores¡±, se?ala.
En este punto, Pedro Linares se muestra m¨¢s cauto y considera muy dif¨ªcil cambiar las cosas a muy corto plazo. En lo que respecta al ahorro de energ¨ªa, avisa de que los resultados no siempre son los esperados, como ocurre con el caso del teletrabajo. ¡°No hay que confundir el efecto del teletrabajo y el del confinamiento¡±, se?ala el profesor, que asegura que hay estudios que muestran el que no haya que ir a la oficina, no significa que la gente se vaya a quedar sin moverse en casa.
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