El error impl¨ªcito en ChatGPT
Las megacorporaciones usan las nuevas tecnolog¨ªas de una manera que arruinar¨¢ nuestro futuro colectivo
En Microsoft se muestran entusiasmados con ChatGPT, un programa de inteligencia artificial (IA) para procesamiento del lenguaje natural creado por OpenAI que es capaz de generar textos similares a los que escribir¨ªa un ser humano. Aprovechando la abundancia de financiaci¨®n de la ¨²ltima d¨¦cada, empresas y fondos de capital riesgo han invertido miles de millones de d¨®lares en una carrera por desarrollar la IA; el resultado es una tecnolog¨ªa que se podr¨¢ usar para reemplazar a las personas en una gran variedad de tareas. Esto puede ser un desastre no solo para los trabajadores, sino tambi¨¦n para los consumidores e incluso para los inversores.
El problema para los trabajadores es obvio: habr¨¢ menos puestos de trabajo que demanden buenas habilidades de comunicaci¨®n, y, por tanto, menos puestos bien remunerados. El personal de limpieza, los conductores y algunos otros trabajadores manuales conservar¨¢n sus empleos, pero el resto tiene motivos para temer. Pi¨¦nsese en la atenci¨®n al cliente. En vez de contratar personal para la interacci¨®n con los clientes, las empresas se pasar¨¢n al uso de sistemas de IA como ChatGPT que aplaquen a usuarios enojados habl¨¢ndoles con un discurso inteligente y tranquilizador. Que haya menos puestos de trabajo de niveles formativos m¨¢s bajos implica que habr¨¢ menos oportunidades de empezar una carrera laboral, lo que continuar¨¢ una tendencia ya establecida por tecnolog¨ªas digitales anteriores.
Los consumidores tambi¨¦n saldr¨¢n perjudicados. Un chatbot puede ser ¨²til para responder una pregunta totalmente rutinaria, pero, en general, cuando alguien llama al servicio de atenci¨®n al cliente no es por esa clase de problemas. Cuando el problema es real (por ejemplo, una aerol¨ªnea que deja de funcionar o que explote una ca?er¨ªa en el s¨®tano del edificio), la gente quiere hablar con un profesional capacitado y amable que tenga acceso a recursos y pueda organizar una soluci¨®n en poco tiempo. Nadie quiere que lo pongan en espera ocho horas, pero tampoco hablar de inmediato con un chatbot elocuente pero en ¨²ltima instancia in¨²til.
Por supuesto que en un mundo ideal aparecer¨ªan nuevas empresas que ofrecer¨ªan un mejor servicio al cliente y se adue?ar¨ªan de una cuota del mercado. Pero en el mundo real hay muchas barreras contra el ingreso de nuevas empresas, que les impiden expandirse con velocidad. Uno puede estar muy satisfe?cho con la pasteler¨ªa de su barrio, con un empleado amable en la aerol¨ªnea o con un m¨¦dico en particular, pero crear una nueva cadena de tiendas de alimentos, otra aerol¨ªnea o un hospital es muy dif¨ªcil. Las empresas ya existentes tienen muchas ventajas, entre ellas, importantes formas de poder de mercado que les permiten elegir entre las tecnolog¨ªas disponibles cu¨¢les adoptar y usarlas como les parezca.
En un nivel m¨¢s b¨¢sico, para crear una empresa nueva que ofrezca productos y servicios mejores en general se necesitan tecnolog¨ªas nuevas, por ejemplo, herramientas digitales que aumenten la eficiencia de los trabajadores y ayuden a crear servicios m¨¢s personalizados para la clientela de la empresa. Pero hoy el objetivo principal de las inversiones en IA es la automatizaci¨®n, de modo que nadie est¨¢ creando herramientas de esa clase.
La era de ChatGPT tambi¨¦n ser¨¢ perjudicial para quienes invierten en empresas que cotizan en Bolsa. Actualmente, las cotizadas podr¨ªan estar centradas en mejorar los servicios que ofrecen a los consumidores, invirtiendo en nuevas tecnolog¨ªas que hagan a sus trabajadores m¨¢s productivos y les permitan desem?pe?ar nuevas tareas y ofreci¨¦ndoles capacitaci¨®n para incrementar sus habilidades. Pero no lo est¨¢n haciendo. Muchos ejecutivos siguen obsesionados con una estrategia que al final se mostrar¨¢ contraproducente: recortar puestos de trabajo y deprimir lo m¨¢s posible los salarios. Lo hacen porque ¡°los que saben¡± (analistas, consultores, profesores de finanzas, otros ejecutivos) dicen que es la decisi¨®n correcta, y porque los mercados comparan su desempe?o con el de otras empresas que tambi¨¦n est¨¢n tratando de exprimir lo m¨¢s posible a los trabajadores.
La IA tambi¨¦n va a amplificar los destructivos efectos sociales de las pr¨¢cticas de los fondos de capital inversi¨®n. Hoy para hacer una fortuna basta con comprar una participaci¨®n mayoritaria en una empresa, llenarla de deudas al tiempo que sus acciones dejan de cotizar en Bolsa y vaciar sus plantillas laborales, sin dejar de pagar grandes dividendos a los nuevos propietarios. A partir de ahora, ChatGPT y otras tecnolog¨ªas de IA har¨¢n que sea todav¨ªa m¨¢s f¨¢cil exprimir lo m¨¢s posible a los trabajadores mediante herramientas de vigilancia en el puesto de trabajo, empeoramiento de las condiciones laborales, contratos casuales, etc¨¦tera.
Las consecuencias de estas tendencias para el poder adquisitivo de los estadounidenses (el motor de la econom¨ªa nacional) ser¨¢n terribles. Pero como explicamos en nuestro pr¨®ximo libro Power and Progress: Our Thousand?Year Struggle Over Technology and Prosperity (El poder y el progreso: nuestra lucha milenaria por la tecnolog¨ªa y la prosperidad), no tenemos por qu¨¦ resignarnos a un futuro de estancamiento econ¨®mico. No olvidemos que la introducci¨®n de nuevas maquinarias y avances tecnol¨®gicos tuvo consecuencias muy distintas en el pasado.
Hace m¨¢s de un siglo, Henry Ford revolucion¨® la producci¨®n de coches mediante grandes inversiones en nuevas maquinarias el¨¦ctricas y la creaci¨®n de una l¨ªnea de montaje m¨¢s eficiente. Es verdad que las nuevas tecnolog¨ªas trajeron cierto grado de automatizaci¨®n, ya que el acceso a fuentes de electricidad centralizadas permit¨ªa a las m¨¢quinas ejecutar m¨¢s tareas con m¨¢s eficiencia. Pero la reorganizaci¨®n de la f¨¢brica que acompa?¨® a la electrificaci¨®n tambi¨¦n cre¨® nuevas tareas para los trabajadores y miles de nuevos empleos mejor remunerados, lo que aument¨® la prosperidad compartida. Ford fue un pionero en demostrar que la creaci¨®n de tecnolog¨ªas que complementan a los humanos es buen negocio.
Hoy la IA ofrece una oportunidad de hacer lo mismo. Herramientas digitales basadas en IA se pueden usar para ayudar a enfermeros, profesores y empleados de atenci¨®n al cliente a comprender el problema que se les plantea y buscar mejores respuestas en beneficio de pacientes, estudiantes y consumidores. El poder predictivo de los algoritmos se podr¨ªa usar para servir a la gente en vez de reemplazarla. Cuando la IA se use para hacer recomendaciones que se someter¨¢n a la opini¨®n de una persona, la capacidad de usar esas recomendaciones sabiamente se considerar¨¢ una habilidad humana valiosa. La IA tambi¨¦n se podr¨ªa usar para mejorar la distribuci¨®n de tareas entre los trabajadores o incluso para crear mercados totalmente nuevos (pi¨¦nsese en Airbnb o en las aplicaciones de viaje compartido).
Por desgracia, nadie presta atenci¨®n a estas oportunidades, porque la mayor¨ªa de los directivos de empresas tecnol¨®gicas estadounidenses siguen apostando al desarrollo de software que pueda reemplazar a los humanos en tareas que estos ya hacen bien. Saben que podr¨¢n ganar dinero f¨¢cilmente vendiendo esos productos a corporaciones que han desarrollado una visi¨®n en forma de t¨²nel. Todo el mundo est¨¢ enfocado en aprovechar la IA para reducir costos laborales, y a nadie le interesan ni la experiencia inmediata de los clientes ni el futuro del poder adquisitivo de la gente. Ford entendi¨® que fabricar coches en masa no ten¨ªa sentido si las masas no ten¨ªan medios para comprarlos. Las megacorporaciones actuales, en cambio, est¨¢n usando las nuevas tecnolog¨ªas de forma que arruinar¨¢n nuestro futuro colectivo.
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