Salud, dinero, amor (y votos)
La mayor desigualdad de Madrid es algo constante desde hace d¨¦cadas; no es irrelevante su sistema de impuestos
Una canci¨®n popular dice que hay tres cosas importantes en la vida: la salud, el dinero y el amor. Las encuestas que toman el pulso a las preferencias de los ciudadanos espa?oles nos muestran c¨®mo las ordenamos. Parece que lo que m¨¢s nos preocupa es la salud, f¨ªsica y mental. Le siguen en importancia los hijos, familiares y amigos, mientras que asignamos al dinero y al trabajo una menor ponderaci¨®n.
Ante la cercan¨ªa de nuevos procesos electorales, podr¨ªamos pensar que las opciones de voto de la mayor¨ªa de los electores deber¨ªan estar determinadas por el grado en que los actuales gobernantes ¡ªo quienes se presentan como alternativa¡ª consiguen promover avances en esos ¨¢mbitos, sobre todo en las condiciones de vida y el estado de salud. Ciertamente, dada la crispaci¨®n que caracteriza las relaciones de la clase pol¨ªtica, se hace dif¨ªcil pensar en c¨®mo puede promover esta ¨²ltima la mejora de las relaciones afectivas. Eso no significa que sea un objetivo renunciable, ya que cuando el sector p¨²blico desarrolla determinadas pol¨ªticas puede fomentar valores de justicia, solidaridad y responsabilidad social, lo que deber¨ªa tener repercusiones sobre el bienestar afectivo de los ciudadanos.
En la formaci¨®n de las preferencias de estos, a priori deber¨ªan tener tambi¨¦n un papel importante no solo los logros en las distintas dimensiones, sino c¨®mo se distribuyen entre la poblaci¨®n. Seg¨²n la teor¨ªa econ¨®mica de la democracia, si tanto pol¨ªticos como votantes act¨²an de manera competitiva ¡ªlos partidos ofrecen programas que pretenden maximizar sus votos y los votantes optan por los que les reportan un bienestar esperado mayor¡ª, las caracter¨ªsticas del llamado votante mediano determinar¨¢n el tipo de posibles pol¨ªticas.
Un elemento b¨¢sico es la renta de ese votante mediano. Si hay muchos votantes con rentas medias o bajas, los partidos que quieran maximizar sus votos propondr¨¢n pol¨ªticas redistributivas de mayor intensidad. Seg¨²n la encuesta de condiciones de vida, un 32% de la poblaci¨®n vive en hogares con rentas bajas y otro 33% lo hace en el estrato siguiente de rentas medio-bajas. No es extra?o, por tanto, que las pol¨ªticas redistributivas reciban un fuerte apoyo social. Una gran mayor¨ªa (casi 9 de cada 10 ciudadanos) declara que el Estado deber¨ªa intervenir para reducir las diferencias de renta entre ricos y pobres. Esta preocupaci¨®n por la equidad no se ci?e a la distribuci¨®n de la renta, sino que abarca otras dimensiones, entre las que destaca la salud.
Aunque los datos disponibles para evaluar las diferencias en el reparto de ambas variables no permiten trazar un retrato muy actualizado, es posible ordenar los resultados de las regiones espa?olas, espacios en los que, junto con los municipios, se celebrar¨¢n las pr¨®ximas elecciones. Si la renta se mide por unidades de consumo con la fuente citada, teniendo en cuenta, por tanto, el tama?o y la composici¨®n de los hogares, destacan dos comunidades ¡ªlas forales¡ª claramente por encima del resto (una renta un 26% mayor que la media espa?ola), seguidas, a cierta distancia, por Madrid y Catalu?a. En el extremo opuesto se ubican Murcia, Andaluc¨ªa y Extremadura.
La ordenaci¨®n de las comunidades seg¨²n la desigualdad en el reparto de esa renta es algo diferente, ya que, aunque permanece un patr¨®n norte-sur diferenciado, queda matizado por excepciones notables, como su elevada magnitud en la Comunidad de Madrid, solo superada en el ¨²ltimo a?o por Andaluc¨ªa y Canarias. La mayor desigualdad de Madrid es un rasgo constante desde hace d¨¦cadas. Siendo cierto que en la mayor¨ªa de los pa¨ªses de la OCDE las desigualdades han aumentado en las regiones con grandes ¨¢reas metropolitanas, debido al crecimiento de las diferencias salariales entre los trabajadores de mayor cualificaci¨®n y el resto, sobre todo en los servicios financieros y los de mayor contenido tecnol¨®gico, los niveles de desigualdad de esta comunidad son considerablemente superiores a los de las m¨¢s parecidas en renta. No parece irrelevante el particular dise?o de su sistema de impuestos y prestaciones.
Si, adem¨¢s del dinero, como nos recuerda la canci¨®n, la salud nos parece otra cuesti¨®n relevante en la toma de decisiones, pueden ser tambi¨¦n determinantes del voto las diferencias que declaran los propios ciudadanos respecto a esta dimensi¨®n. Aunque el estado de salud autopercibido no es la mejor variable para analizar las diferencias de salud entre comunidades, sino c¨®mo contribuye la gesti¨®n de los servicios p¨²blicos a su mejora, el car¨¢cter subjetivo de ese indicador enlaza bien con las preocupaciones de los votantes. En general, es en las comunidades m¨¢s ricas donde los ciudadanos declaran un mejor estado de salud, mientras lo contrario sucede en las m¨¢s envejecidas (Castilla y Le¨®n, Cantabria, Asturias y Galicia) y no en las de menor renta. Esos valores medios esconden diferencias notables dentro de cada comunidad. La desigualdad en el estado de salud es peque?a en Galicia y Pa¨ªs Vasco, cercana a la media nacional en Madrid, Navarra y las Castillas, y mayor en el Arco Mediterr¨¢neo.
Una mejor informaci¨®n sobre ambas dimensiones del bienestar, renta y salud, podr¨ªa contribuir a que los votantes definieran mejor su mapa de preferencias. Existen, sin embargo, l¨ªmites importantes para que un mayor conocimiento se traslade a las urnas en una determinada direcci¨®n. El primero es que la ideolog¨ªa sigue siendo el factor dominante en la formaci¨®n de esas preferencias. En segundo lugar, la equivalencia entre el votante mediano y el ciudadano medio es limitada, dado el alto porcentaje de posibles votantes que no participan en las elecciones, sobre todo entre los grupos de menor renta. Como muestran los datos de la Fundaci¨®n FOESSA, en algunos de los barrios m¨¢s pobres de Espa?a, la participaci¨®n electoral no llega al 20%.
En tercer lugar, la regla de la mayor¨ªa en la que se basan los procesos electorales requiere un n¨²mero de votos de al menos la mitad m¨¢s uno. Para que el grupo de renta baja pudiera inclinar las decisiones colectivas hacia medidas que favorezcan sus intereses, necesitar¨ªa aliarse con otros estratos de poblaci¨®n. En la pr¨¢ctica, algunas de las pol¨ªticas m¨¢s relevantes, como las tributarias, benefician m¨¢s a otros grupos que a los que tienen menos ingresos.
Finalmente, podr¨ªa suceder algo todav¨ªa m¨¢s sencillo, que es que los votantes simplemente tengan otras preocupaciones.
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