El mundo camina hacia una guerra econ¨®mica para controlar el agua
Los largos periodos de sequ¨ªa, consecuencia del cambio clim¨¢tico, condicionan a las empresas, tensan las relaciones entre pa¨ªses, aumentan las desigualdades y son un lastre para el crecimiento econ¨®mico
O llueve o estamos abocados a regar con l¨¢grimas. De Do?ana a California, pasando por China o ?frica, la escasez de precipitaciones, la sobreexplotaci¨®n de los acu¨ªferos y la inequidad en su reparto cambiar¨¢n para siempre las empresas, los trabajos y nuestra relaci¨®n con la naturaleza. La guerra por el agua, lamentablemente, no ha hecho m¨¢s que empezar.
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O llueve o estamos abocados a regar con l¨¢grimas. De Do?ana a California, pasando por China o ?frica, la escasez de precipitaciones, la sobreexplotaci¨®n de los acu¨ªferos y la inequidad en su reparto cambiar¨¢n para siempre las empresas, los trabajos y nuestra relaci¨®n con la naturaleza. La guerra por el agua, lamentablemente, no ha hecho m¨¢s que empezar.
Vayamos a la batalla m¨¢s reciente y cercana. El ser humano se ha empe?ado en vivir bajo las estrellas de una tierra bald¨ªa y cuarteada. ¡°?C¨®mo hemos llegado hasta aqu¨ª?¡±. La voz de Eloy Revilla, director de la Estaci¨®n Biol¨®gica de Do?ana, est¨¢ cargada de preocupaci¨®n. La ministra para la Transici¨®n Ecol¨®gica, Teresa Ribera, anunci¨® que se fija 2025 para intentar tener cerrados todos los pozos legales e ilegales que extraen agua del acu¨ªfero del parque natural. Y trasvasar¨¢ agua de las cuencas del Tinto, Odiel y Piedras, en Huelva, para paliar la agon¨ªa h¨ªdrica. ¡°Pero es un parche. No existe agua suficiente [este a?o, los embalses de la cuenca de estos r¨ªos acumulan 155 hect¨®metros c¨²bicos frente a los 185 del ejercicio pasado]. Las casi 4.000 lagunas est¨¢n al 49%¡±, admite. Y de nuevo la voz llega tomada por la pena. ¡°Es una situaci¨®n surrealista. Desde la ciencia llevamos a?os advirtiendo de la crisis, pero no se cambia el sistema hasta que el problema resulta evidente¡±. ?Y sin soluci¨®n? ¡°Solo en 2025 sabremos c¨®mo responder¨¢ el parque¡±, advierte el experto. ¡°Ignoramos qu¨¦ suceder¨¢¡±.
Perder el mejor humedal de Europa ¡ªde nuevo en el foco de la pol¨¦mica por la iniciativa del Partido Popular de ampliar los regad¨ªos en el entorno del parque natural¡ª ser¨ªa igual que desfigurar Las Meninas. Desde hace siglos ese paisaje define la identidad de Espa?a. ¡°La explotaci¨®n de Do?ana resulta insostenible en t¨¦rminos de tierra y agua¡±, alerta Rafael Seiz, t¨¦cnico de agua de WWF.
El problema h¨ªdrico no afecta solo a las zonas m¨¢s meridionales. A 562 kil¨®metros del parque, en la localidad vallisoletana de Castronu?o, el agricultor Jes¨²s Calder¨®n, de 67 a?os, ha decido jubilarse. Lleva m¨¢s de cuatro d¨¦cadas cultivando remolacha, alfalfa, girasoles y cereal. Unas 300 hect¨¢reas. ¡°Nunca hab¨ªa sufrido una situaci¨®n igual: la sequ¨ªa es tremenda¡±, reconoce. Est¨¢ pasando la crisis de su vida como traviesas de tren. Un interminable traqueteo. Casado y sin hijos; lo deja. Vender¨¢ la maquinar¨ªa y arrendar¨¢ las tierras. Las cuentas fallan. Una hect¨¢rea de ma¨ªz necesita entre 6.000 y 7.000 metros c¨²bicos de agua, pero la cuenca del Pisuerga y del Bajo Duero, de la que depende, solo suministra 3.500. ¡°Y aunque lloviera ahora, el 50% de las cosechas ya est¨¢n perdidas¡±. En Chinch¨®n (Madrid), un olivarero narra que el ¨¢rbol est¨¢ reabsorbiendo el propio fruto (hojiblanca) porque necesita nutrientes. ¡°Jam¨¢s lo vi¡±, asegura.
Esa lluvia, como un beso mal dado, llega tarde. Tanto que Naciones Unidas ha consumido 50 a?os en convocar una conferencia (la ¨²ltima fue en 1973) monogr¨¢fica sobre el agua. Fue el 22 de marzo pasado. Tres d¨ªas. Poco interesados, los pa¨ªses enviaron representantes de perfil medio. Eso s¨ª, el resultado fueron 719 compromisos. Una forma de lavar los pecados de las manos. In¨²tilmente. El Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en ingl¨¦s) revel¨® que apenas una cuarta parte de las iniciativas pueden tener un impacto real. Las promesas resultan f¨¢ciles de adivinar. Lucha contra la contaminaci¨®n, investigar el ciclo hidrol¨®gico, reducir los riesgos catastr¨®ficos. En Espa?a, ¨²nicamente las inundaciones ¡ªseg¨²n la Fundaci¨®n Aon¡ª cuestan al a?o 800 millones de euros. La ola de calor y sequ¨ªa que atraves¨® Europa el verano pasado dej¨® p¨¦rdidas de 18.000 millones de euros. N¨²meros en una sociedad indiferente a las matem¨¢ticas. ¡°En 2020, las consecuencias econ¨®micas de la inacci¨®n se estimaban en m¨¢s de 300.000 millones de d¨®lares [272.000 millones de euros]. Mientras prevenir vale cinco veces menos, unos 55.000 millones de d¨®lares [50.000 millones de euros]¡±, calcula Tania Strauss, directora de Alimentaci¨®n y Agua del Foro Econ¨®mico Mundial.
Un tesoro oculto
El mundo camina sobre un terreno resquebrajado. Por cada aumento ¡ªseg¨²n Naciones Unidas¡ª de la temperatura media de 1 ¡ãC del planeta disminuyen un 20% los recursos h¨ªdricos renovables. Si las leyes del espacio y tiempo lo permitieran, ser¨ªa interesante escuchar una conversaci¨®n entre Benjamin Franklin, uno de los padres fundadores de Estados Unidos, y la directora de la consultora iCatalist, Elena L¨®pez-Gunn, una brillante analista. El pol¨ªtico americano ense?¨®: ¡°Cuando los pozos fluyen secos, conocemos el verdadero valor del agua¡±. Se estima que unos 23 millones de kil¨®metros c¨²bicos de agua subterr¨¢nea se acumulan en la capa superior de dos kil¨®metros de la Tierra. El l¨ªquido lleva ah¨ª incluso miles de a?os. Supera al agua congelada y resulta accesible. ?Una ¨²ltima esperanza? ¡°Por primera vez tenemos un Plan de Acci¨®n de Aguas Subterr¨¢neas, que ha propuesto el Ministerio para la Transici¨®n Ecol¨®gica¡±, indica L¨®pez-Gunn. Sus frases son un rel¨¢mpago. ¡°La clave reside en la gente, la tecnolog¨ªa no es un fin¡±. La soluci¨®n no llegar¨¢ de la agricultura de precisi¨®n o de la inteligencia artificial. Eso solo mitiga el impacto. ¡°Nadie te resolver¨¢ el problema. Tienes que ser t¨² mismo quien lo haga. Debes ser autosuficiente¡±.
Espa?a est¨¢ obligada a proteger su geopol¨ªtica del agua. En la memoria, por ejemplo, de China pesan las hist¨®ricas hambrunas. En 2005, su ministro de Recursos H¨ªdricos asegur¨® que el pa¨ªs deb¨ªa ¡°luchar por cada gota de agua o morir¡±. Lo advierte L¨®pez-Gunn. ¡°Con el agua no se juega. Si quieres un di¨¢logo, haberlo hecho antes, no ahora¡±. La referencia es clara. El proyecto del PP y Vox de convertir en suelos de regad¨ªo 1.900 hect¨¢reas de cultivos de fresas junto al parque nacional de Do?ana choca contra el portazo de la Comisi¨®n Europea ¡°por degradar el humedal¡±. Si la Junta de Andaluc¨ªa se mantiene en esquilmar el agua, el Gobierno la llevar¨¢ al Tribunal Supremo.
En ¨¦pocas de elecciones, los pol¨ªticos prometen milagros a gran velocidad. ¡°Resulta incomprensible que los ayuntamientos sigan haciendo electoralismo con el agua¡±, apunta el catedr¨¢tico en Econom¨ªa Jos¨¦ Garc¨ªa Montalvo. Y a?ade: ¡°Los precios son absurdamente bajos¡±. Quiz¨¢ deber¨ªa haber una tarifa social y subvencionada para las personas con menos recursos. El resto, que pague su verdadero valor. ¡°Adem¨¢s, no se corresponde ni con la escasez relativa ni con el tama?o de los municipios. En fin, un disparate econ¨®mico¡±, concede Montalvo. El agua, cuando es barata ¡ªavisa Rafael Seiz¡ª, se malgasta. Otro economista, Jos¨¦ Carlos D¨ªez, navega corrientes m¨¢s abajo. Propone jubilar anticipadamente a cientos de agricultores (el campo consume el 70% del agua), cuyos hijos, adem¨¢s, ya no quieren explotar las tierras. Una estrategia similar a la reconversi¨®n del carb¨®n o del acero.
La memoria se evapora con rapidez, pero en Canarias, en los a?os noventa, la prensa local acu?¨® el t¨¦rmino ¡°tri¨¢ngulo de la miseria¡±. Sus l¨ªneas discurr¨ªan desde el sudeste de Gran Canaria hasta donde se ubica el aeropuerto. Solo crec¨ªan cuarterones de tierra. En 1993, el entonces ministro de Obras P¨²blicas, Josep Borrell, inau?gur¨® una desaladora capaz de tratar 12 hect¨®metros c¨²bicos al a?o. Ahora, describe Rafael S¨¢nchez, gerente de la Mancomunidad del Sureste de Gran Canaria, se exportan alimentos y abastece a la poblaci¨®n. Unos 1.000 litros de agua para el consumo humano cuestan 80 c¨¦ntimos y 50 c¨¦ntimos si es de regad¨ªo. El pr¨®ximo paso es operar solo con energ¨ªa renovable. ¡°El problema de esa soluci¨®n es que genera elevadas emisiones de gases de efecto invernadero y salmuera t¨®xica¡±, aclara Luke Barrs, director de Fundamental equity client portfolio en Goldman Sachs.
Sin embargo, los espa?oles alzan la vista y solo ven un cielo azul. Despejado. ¡°Sequ¨ªa, sequ¨ªa, sequ¨ªa por todas partes y ni una sola gota que beber¡±. Los viejos marineros maldec¨ªan as¨ª los eternos d¨ªas de sol. Las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorolog¨ªa (Aemet) son menos lluvias, pero con mayor intensidad durante espacios cortos. Este es el futuro clim¨¢tico de Espa?a. Mientras, el l¨ªquido fluye en el discurso de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni ¡ªacusando a los extranjeros de acabar con ¨¦l¡ª, aunque la otra orilla del Mediterr¨¢neo, reivindica su lugar a trav¨¦s de la geopol¨ªtica. Jes¨²s Gamero, analista de la Fundaci¨®n Alternativas, busca en el recuerdo. Entre 2009 y 2010 trabaj¨® en Siria. La sequ¨ªa hab¨ªa obligado a los pueblos del sudeste a vender reses, tierras y emigrar a Alepo y Damasco, aumentando la presi¨®n sobre las ciudades. ¡°Aqu¨ª existen zonas agr¨ªcolas que resultan insostenibles¡±, ahonda. ¡°Hay que escoger entre el bien p¨²blico y los beneficios econ¨®micos de ciertos colectivos¡±.
Transici¨®n energ¨¦tica
Espa?a puede sufrir su propia migraci¨®n clim¨¢tica interna para favorecer a unos pocos. Un problema m¨¢s. Fuera de la cornisa cant¨¢brica el riesgo de que no se pueda generar energ¨ªa hidroel¨¦ctrica este verano resulta evidente. Pero, adem¨¢s, prev¨¦ Mariano Marzo, profesor em¨¦rito de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Barcelona, afecta a la transici¨®n energ¨¦tica. Son vasos comunicantes. Sin agua, no es factible generar energ¨ªa del hidr¨®geno. A partir de la marina a¨²n resulta una entelequia. ¡°Creo que se ha olvidado en la transici¨®n energ¨¦tica y en su ministerio¡±, asume.
Las cifras son conocidas, da igual que el trabajo proceda de Naciones Unidas o de la oeneg¨¦ californiana Water.org. Este es el caso. Poco var¨ªan. Al a?o se pierden 260.000 millones de d¨®lares (236.000 millones de euros) por la carencia de agua y sistemas sanitarios. Cada d¨®lar invertido en ella generar¨ªa un retorno de cuatro d¨®lares e invertir en este elemento aumenta un 1,5% el PIB del planeta. Incluso por el ahorro de tiempos, se podr¨ªan ingresar 342.000 millones. Eso s¨ª, necesitamos 114.000 millones de d¨®lares (103.000 millones de euros) anuales para cumplir en 2030 con el n¨²mero 6 (agua limpia y saneamiento) de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas. Pero el desembolso es de solo 28.400 millones de d¨®lares al a?o. Faltan 85.600 millones. Nadie los pagar¨¢ con los actuales d¨¦ficits p¨²blicos. El precio, a cambio, resulta inaceptable. Unos 771 millones de seres humanos carecen de acceso a agua segura y cada dos minutos muere un ni?o por enfermedades relacionadas con la falta de este elemento.
Uno de los mayores problemas del agua es que est¨¢ mal enfocado. En la novela Ni aqu¨ª ni all¨ª (editorial AdN), de Tommy Orange, un hombre intenta describir el suicidio en las reservas de nativos americanos: ¡°Los chicos est¨¢n saltando a trav¨¦s de ventanas ardiendo y precipit¨¢ndose a la muerte. Y creemos que el problema es que saltan¡±. El debate de la pobreza y el agua, tan ligados, ha sufrido una miop¨ªa similar. ¡°Hace falta una crisis, en la que estamos a punto de quedarnos sin agua, para darnos cuenta de que existen enormes desigualdades en el acceso a este y otros recursos¡±, advierte Hannah Cloke, profesora de Ciencias Ambientales en la Universidad de Reading (Reino Unido). ¡°A medida que esta brecha entre ricos y pobres se ensanche en muchas partes del mundo, estaremos m¨¢s cerca del precipicio de quedarnos sin agua. La mayor¨ªa de los gobiernos tienen la cabeza enterrada en la arena cuando se trata de agua e inequidad¡±.
Un reciente trabajo ¡ªdel que Cloke es coautora¡ª descubri¨® que en Ciudad del Cabo (Sud¨¢frica) los m¨¢s ricos consum¨ªan 50 veces m¨¢s agua que los m¨¢s pobres. La mayor¨ªa destinada a piscinas, jardines y coches. La misma rima se puede escribir en Miami, S?o Paulo, Pek¨ªn, Londres o Melbourne. Barcelona lleva dos a?os y medio con calor extremo. El verano pasado, Europa padeci¨® la peor sequ¨ªa en 500 a?os, que ha afectado al 47% del continente. ¡°Necesitamos urgentemente administrar nuestros recursos h¨ªdricos de forma sostenible, porque el suministro de agua y la pobreza est¨¢n estrechamente relacionados. Sin agua no existe desarrollo; sin desarrollo resulta imposible erradicar la pobreza¡±, hilvana Gabriel Ferrero, presidente del Comit¨¦ de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) de Naciones Unidas.
Sin embargo, el diccionario acu?a un t¨¦rmino que es la n¨¦mesis de la geopol¨ªtica actual del agua: ¡°bien com¨²n¡±. China usa el recurso como un arma. Estos d¨ªas construye una gran presa en el r¨ªo Mabuja Zambo, a escasos kil¨®metros al norte de la frontera de India y Nepal. Junto a un nuevo aeropuerto militar. Con la ocupaci¨®n del T¨ªbet, el gigante asi¨¢tico controla su curso fluvial. La estrategia estaba sobre el tablero. El ex primer ministro Wen Jiabao (2003-2013) ya avis¨® de que la escasez de agua amenazaba ¡°la supervivencia misma de la naci¨®n¡±. Pek¨ªn invirti¨® el a?o pasado 148.000 millones de d¨®lares en la gesti¨®n de sus recursos h¨ªdricos, un incre¨ªble 44% m¨¢s que durante 2021. La defensa del agua es un recinto cercado de alambres. ¡°Cada pa¨ªs tiene su pol¨ªtica h¨ªdrica porque sufre sus propios problemas¡±, admite Richard Connor, editor del informe World Water Development Report de Naciones Unidas. Y defiende las prioridades de los Estados a la hora de usar el agua ya sea para su seguridad nacional, la exportaci¨®n, el desarrollo industrial, la generaci¨®n de electricidad o la protecci¨®n de los ecosistemas.
Esa idea, entre otros expertos, de la economista Mariana Mazzu?cato del bien com¨²n, desaparece del papel como tinta invisible. Kuwait extrajo 38 veces m¨¢s agua en 2019 de la que dispone de forma natural, y Arabia Saud¨ª, casi 10 veces. Muchos pa¨ªses la tratan como una piscina infinita. Ir¨¢n tiene un sistema alimentario aut¨¢rquico que ha esquilmado los acu¨ªferos y las aguas subterr¨¢neas, a?adiendo presi¨®n a una sociedad desbordada de ira. Ante la escasez, aumentan los refugiados de Irak, Siria o Yemen. Sin remordimientos, Rusia emplea t¨¢cticas militares de la Edad Media: dejar sin agua a Ucrania. Es la estrategia que sigui¨® el ataque, por ejemplo, a la central hidroel¨¦ctrica de Dnipr¨®. Durante la fase m¨¢s horrible de la contienda, seis millones de ucranios no tuvieron acceso a este elemento o fue muy limitado. El agua, llevada al extremo, es una declaraci¨®n de guerra. Una vez m¨¢s ¡ªocurri¨® en el enfrentamiento entre Etiop¨ªa y Egipto debido al Nilo¡ª, las disputas por el control de los recursos h¨ªdricos terminan en violencia. Mientras, el descenso del nivel del Rin (Alemania) puso en peligro el comercio de buques en Europa.
Pocos entienden que el agua es finita. El impacto conjunto de las condiciones extremas actuales carece de precedentes en la historia de la humanidad y supera la capacidad de respuesta de los gobiernos. Un informe previo al Congreso del Agua alerta de que la demanda de agua dulce superar¨¢ la oferta en un 40% durante 2030. Pero son palabras escritas sobre una corriente. Ef¨ªmeras. El trabajo propone remodelar la gobernanza global de los recursos h¨ªdricos, terminar con los 700.000 millones de d¨®lares (633.000 millones de euros) en subsidios anuales a la agricultura, fijar un precio adecuado para el agua, restaurar los humedales y aumentar las inversiones a trav¨¦s de la asociaci¨®n p¨²blico-privada. Vamos. Alicia, un pa¨ªs, las maravillas.
El caso de Sok
La preocupaci¨®n h¨ªdrica llega hasta Hollywood. El actor Matt Damon se moja a trav¨¦s de Water.org, una organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro que cofund¨® y que ayuda a las personas que viven en la pobreza a tener acceso a agua potable. ¡°Hacen falta ideas innovadoras¡±, explica por tel¨¦fono. Y para ello pone de ejemplo la historia de una mujer camboyana.
¡ªSok y su familia viven en un pueblo a las fuera de Phnom Penh. Su casa tiene un techo de acero corrugado y paredes de paja, se sostiene sobre pilotes por varias razones, incluida la necesidad de proteger a la familia y sus pertenencias de las inundaciones que se dan en la temporada de luna llena. Ir¨®nicamente, aunque el pueblo recibe mucha agua de esas lluvias y est¨¢ situado a lo largo de varios r¨ªos, resulta dif¨ªcil encontrar agua segura ¡ªnarra la estrella.
En Camboya, m¨¢s de dos millones de personas carecen de agua potable y Sok debe ir a un r¨ªo a buscarla. Y para tratar las heridas hace falta agua esterilizada. Esa no discurre en las acequias.
¡ªA trav¨¦s de Water.org ofrecemos peque?os pr¨¦stamos para que puedan conectar su hogar al canal de agua municipal. Sacar a tu familia de la pobreza es un aut¨¦ntico acto de heroicidad ¡ªobserva Damon¡ª. Adem¨¢s, la gente repaga el 99% de los cr¨¦ditos.
Pero si algo nunca fue el capitalismo es heroico, resulta capaz de transformar cualquier problema en un beneficio. ¡°Tratar el agua solo como un activo econ¨®mico conduce a la sobreexplotaci¨®n, la contaminaci¨®n y la inequidad, que pueden tener consecuencias tremendas para el hombre y los sistemas ecol¨®gicos¡±, critica Gary White, consejero delegado de Water.org. Matt Damon vive en Los ?ngeles (California). Sabe que la temperatura de los oc¨¦anos, donde se ba?a, ha alcanzado un m¨¢ximo hist¨®rico: 21,1 ¡ãC. M¨¢s calor en el agua, m¨¢s fen¨®menos extremos. Las finanzas no ayudan. El mercado de futuros de Chicago invent¨® el ¨ªndice Nasdaq Veles California Water (NQH2O). En cuatro a?os ha pasado de los 530 d¨®lares por acre (1.233 metros c¨²bicos) a unos 900. Al vencimiento no se recibe agua, sino la diferencia entre el precio del contrato y el valor al que cotice ese d¨ªa (igual que un futuro). Pese a todo, ¡°el precio del agua fluct¨²a sin correlaci¨®n frente a la sostenibilidad, porque suele estar subvencionado¡±, reflexiona Marc Olivier, experto de Pictet AM.
Aunque, si existe un drama, que es un eco mundial del desastre que fluye, es el r¨ªo Colorado. Dependen de ¨¦l California, Nevada, Arizona. Nutre el lago Mead, el mayor dep¨®sito de agua superficial del pa¨ªs. Los niveles est¨¢n bajando tanto que corre el riesgo de no generar energ¨ªa. Hay que recortar el gasto, pero los Estados discuten. ¡°El bajo caudal exige limitaciones sin precedentes¡±, avisa Sharon Megdal, directora del Centro de Investigaci¨®n de Recursos H¨ªdricos de la Universidad de Arizona. Y a?ade: ¡°Ante la falta de acuerdo, el Gobierno federal emitir¨¢ su decisi¨®n en agosto sobre los recortes de agua a partir del 1 de enero de 2024¡å. La inversi¨®n federal es solo el 14% de lo que era en los a?os setenta ¡ªsubraya Julie Waechter, consejera delegada de la oeneg¨¦ DigDeep Water¡ª y un tercio de la mano de obra del sector se jubilar¨¢ en la pr¨®xima d¨¦cada. El agua es una batalla. La brecha en su acceso cuesta a la econom¨ªa de EE UU unos 8.600 millones de d¨®lares anuales.
El verano se acerca y la primavera es muy seca. A la espera de soluciones, quiz¨¢s solo nos quede invocar al dios de la lluvia.
Pr¨¢cticas empresariales con margen de mejora
En algún instante de la evolución el ser humano “aprendió” a incumplir sus compromisos, a preocuparse solo por su propia supervivencia, a ignorar el sufrimiento y el dolor de su especie. Quizá mientras contempló su imagen reflejada, entre las cuencas de sus manos, en la orilla de un río por primera vez. Esa ilusión ha llegado a nuestros días y los economistas repiten la palabra multilateralismo. Entre el error y los buenos propósitos. Proteger a los agricultores, las mujeres, los pueblos indígenas y los consumidores. Pero la realidad es dura. Menos estratégica.
Las inundaciones del año pasado en Pakistán desplazaron a siete millones de personas y causaron 30.000 millones de dólares (27.000 millones de euros) en pérdidas. En un país mísero, solo 5.600 millones estaban cubiertos por pólizas de seguros. Una devastadora sequía ha afectado en el este de África a 36 millones de seres humanos, situándolos sobre el abismo de la hambruna.
El horizonte está desteñido. Nublado. En el otro lado del continente, cerca de 1,3 millones fueron desplazados por las inundaciones. Unas 600 personas murieron en Nigeria, Camerún, Mali. “Todavía estamos a tiempo de convertir la crisis hídrica en una oportunidad global para un amplio progreso económico y un nuevo contrato social basado en la justicia y la equidad”, escriben, entre otros, Mariana Mazzucato y Tharman Shanmugaratnam, ministro superior de Singapur, en un reciente artículo. ¿Es este el camino para sobrevivir a nuestra propia locura? “Nada en el complejo sistema de interdependencia, agua-energía-alimentación, resulta totalmente benigno”, analiza Luke Barrs, de Goldman Sachs. “Ni siquiera la reducción de su uso, que es la estrategia básica de empresas y gobiernos, en sus objetivos de gestionar este elemento. Incluso eso tiene, entre otras, consecuencias adversas: aumento de la concentración de los contaminantes o subida de los costes de los vertidos”. Pero si las empresas no tienen en cuenta el gasto de agua durante toda la cadena de producción —algo que muchas ignoran—, los informes serán papel mojado.
Porque alrededor sobrevive el disparate de una economía que utiliza el agua como si fuera igual de abundante que estrellas en un cielo de verano. El “estratégico” microchip consume hasta 40.000 litros de agua destilada y una tonelada de cobre, 70.000 m³ de agua dulce. El planeta multilateral ha tomado el camino opuesto. “La inversión a escala global en infraestructuras verdes representa menos del 5% de todos los gastos relacionados con el agua”, estima Richard Connor, experto de la Unesco. Resulta más barato cuidar que plantar la última tecnología. El hombre echa cuentas de su sufrimiento futuro. Podemos consumir —según el Centro de Resiliencia de Estocolmo— hasta 4.000 km³ de agua dulce al año sin dañar el planeta. Durante 2030 la cifra se habrá desbordado: 6.900 km³. Hoy, entre 2.000 y 3.000 millones de personas sufren escasez al menos un mes al año. “La evidencia científica es que tenemos una crisis de agua. La estamos usando mal, la contaminamos y hemos cambiado todo el ciclo hidrológico global. Es una triple crisis”, alerta en The Guardian Johan Rockström, director del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático.
Diferentes tonalidades
Una de las urgencias es devolver el agua a los paisajes para frenar la escasez de agua líquida y accesible. Se llaman “aguas azules” y son las de los ríos y los lagos. A su lado discurren las “aguas verdes”, contenidas en el suelo y la vegetación, que ayudan a regular el movimiento del agua de líquido a gas. Contribuyen al equilibrio de los ecosistemas y su sustento. Reforzar las “aguas azules” exige reconstruir las “aguas verdes”. Todo está conectado. ¿O no? “Casi siempre, el problema del agua potable no tiene nada que ver con su escasez física”, reflexiona Mark Giordano, de la Universidad de Georgetown, experto en la gestión del agua. “Tiene que ver con la falta de medios financieros y políticos para poner en marcha la infraestructura para que la gente tenga agua”. El agua es dos moléculas de economía y una de política.
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