Estados Unidos vuelve a traicionar a sus ni?os
La mitad del incremento de?la pobreza infantil podr¨ªa haberse evitado prorrogando desgravaciones fiscales
Llevo muchos a?os escribiendo sobre econom¨ªa y pol¨ªtica, y he aprendido a no perder los nervios. Los pol¨ªticos y los legisladores a menudo toman decisiones que son absolutamente crueles; tambi¨¦n suelen tomar decisiones est¨²pidas, perjudicando el inter¨¦s nacional sin una buena raz¨®n. Y con demasiada frecuencia toman decisiones que son a la vez crueles y est¨²pidas. Montar en c¨®lera cada vez que eso ocurre ser¨ªa agotador.
Pero el ¨²ltimo informe del censo sobre ingresos y pobreza me ha cabreado. Mostraba que la pobreza infantil se ha duplicado con creces entre 2021 y 2022. Eso significa 5,1 millones de ni?os empujados a la miseria, porque ser pobre en Estados Unidos es realmente miserable.
Y la cuesti¨®n es que esto no ten¨ªa por qu¨¦ ocurrir. El repunte de la pobreza infantil no ha sido causado por la inflaci¨®n ni por otros problemas macroecon¨®micos. Ha sido m¨¢s bien una elecci¨®n pol¨ªtica. La historia es, de hecho, bastante simple: los republicanos y un pu?ado de dem¨®cratas conservadores bloquearon la ampliaci¨®n de los programas federales que hab¨ªan reducido dr¨¢sticamente la pobreza infantil en los dos a?os anteriores, y a consecuencia de ello se perdieron casi todas las mejoras.
La crueldad de esta decisi¨®n deber¨ªa ser evidente. A lo mejor creen (err¨®neamente) que los adultos estadounidenses pobres son responsables de su propia pobreza; pero, aunque piensen as¨ª, no se puede echar la culpa a los ni?os pobres. O tal vez les preocupe que ayudar a las familias de bajos recursos reduzca su motivaci¨®n para trabajar y mejorar sus vidas. Estas preocupaciones son enormemente exageradas, pero incluso si les preocupan las consecuencias de los incentivos, ?son lo suficientemente grandes como para justificar que los ni?os sigan siendo pobres?
?Por qu¨¦ digo que esta decisi¨®n pol¨ªtica fue est¨²pida y cruel? Por dos razones. En primer lugar, evitar gran parte de esta cat¨¢strofe humana habr¨ªa costado muy poco dinero. En segundo lugar, la pobreza infantil resulta, a la larga, muy cara para la naci¨®n en su conjunto: los estadounidenses que viven en la pobreza de peque?os crecen y se convierten en adultos menos sanos y productivos de lo que deber¨ªan ser. Incluso en t¨¦rminos puramente fiscales, negarse a ayudar a los ni?os pobres puede, con el tiempo, aumentar el d¨¦ficit presupuestario.
En cuanto a los costes presupuestarios inmediatos: lo que ocurre con la ayuda a los estadounidenses de pocos recursos es que, precisamente porque sus ingresos iniciales son tan bajos, unas cantidades relativamente modestas de ayuda pueden suponer una enorme diferencia para su bienestar.
M¨¢s de la mitad del incremento de la pobreza infantil podr¨ªa haberse evitado prorrogando el aumento de las desgravaciones fiscales por hijos decretado en 2021. Esa pr¨®rroga habr¨ªa tenido probablemente un coste presupuestario directo de unos 105.000 millones de d¨®lares al a?o.
La cifra puede parecer elevada a quienes no est¨¦n familiarizados con el tama?o de la econom¨ªa estadounidense y de otros programas sociales importantes. Pero en realidad es una suma modesta. Es menos de medio punto porcentual del producto interior bruto del pa¨ªs. Representa una peque?a fracci¨®n de lo que gastamos en Seguridad Social (1,3 billones de d¨®lares) y Medicare (800.000 millones). Y supone solo un poco m¨¢s de la mitad de la p¨¦rdida anual de ingresos a ra¨ªz de la rebaja de impuestos de Trump en 2017. Es m¨¢s, podr¨ªamos haber aminorado considerablemente el aumento de la pobreza infantil manteniendo solo una parte del aumento de las desgravaciones por hijos. El coste estimado ser¨ªa de unos 12.000 millones de d¨®lares al a?o, calderilla en el contexto del presupuesto federal.
Pero no hicimos ninguna de estas cosas, insisto, por culpa de la oposici¨®n conservadora. Y la naci¨®n en su conjunto pagar¨¢ un precio muy alto.
La premisa de que ayudar a los ni?os pobres les convierte en adultos m¨¢s sanos y productivos no es hipot¨¦tica. Por el contrario, est¨¢ respaldada por pruebas s¨®lidas, mejores que las pruebas de que el gasto en infraestructuras f¨ªsicas es bueno para la econom¨ªa (aunque yo tambi¨¦n lo creo) e infinitamente mejores que las pruebas de que las reducciones fiscales fomentan el crecimiento, que son inexistentes.
?Y c¨®mo es eso? Hist¨®ricamente, los programas contra la pobreza, como los cupones de alimentos y Medicaid, no fueron introducidos de manera uniforme en todo el pa¨ªs. Por el contrario, se fueron aplicando gradualmente en todas las regiones, de modo que podemos comparar las trayectorias vitales de los estadounidenses que tuvieron acceso a estos programas de peque?os con las de los estadounidenses que no lo tuvieron. Los resultados son claros: la ayuda a los ni?os de bajos recursos es una ¡°inversi¨®n altamente rentable¡±. Los que recibieron estas ayudas acabaron siendo m¨¢s sanos, m¨¢s cultos y m¨¢s autosuficientes desde el punto de vista econ¨®mico que los que no las recibieron.
Dado que los adultos que no son productivos o sanos suponen, entre otras cosas, una carga fiscal, esto podr¨ªa significar que, incluso desde un punto de vista estrictamente presupuestario, recortar la ayuda a los ni?os pobres es autodestructivo.
Y, sin embargo, aqu¨ª nos tienen.
Por desgracia, los ni?os no pueden votar y los adultos pobres tampoco tienden a hacerlo. As¨ª que los pol¨ªticos pueden seguir implementando pol¨ªticas que perjudican a los ni?os pobres. Pero no todos los pol¨ªticos son unos c¨ªnicos de pies a cabeza; algunos de ellos hasta se preocupan por los estadounidenses que no votan ni les env¨ªan dinero. Tampoco todos los votantes son completamente ego¨ªstas. Al fin y al cabo, hemos logrado grandes avances contra la pobreza infantil, aunque fueran ef¨ªmeros. Y por lo menos, ahora sabemos que luchar contra la pobreza infantil es posible.
Siendo realistas, hoy por hoy no existe la voluntad pol¨ªtica necesaria para enmendar nuestro terrible error. Pero siempre queda la esperanza de que acabemos haciendo lo correcto.
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