Ante los nuevos retos, pol¨ªtica econ¨®mica democr¨¢tica
El di¨¢logo con la sociedad civil no es una p¨¦rdida de tiempo, es la condici¨®n de legitimidad y eficacia de las pol¨ªticas
La semana pasada particip¨¦ en un f¨®rum sobre la econom¨ªa gallega organizado por este diario en Santiago de Compostela. El tema que se debati¨® con m¨¢s viveza fue el de las energ¨ªas renovables, en particular la e¨®lica. La posici¨®n de los promotores de los proyectos, las autoridades auton¨®micas, y buena parte de los expertos son favorables. Los argumentos son no perder el tren de esta nueva revoluci¨®n energ¨¦tica, la inversi¨®n, el crecimiento y el empleo. Pero existe una fuerte contestaci...
La semana pasada particip¨¦ en un f¨®rum sobre la econom¨ªa gallega organizado por este diario en Santiago de Compostela. El tema que se debati¨® con m¨¢s viveza fue el de las energ¨ªas renovables, en particular la e¨®lica. La posici¨®n de los promotores de los proyectos, las autoridades auton¨®micas, y buena parte de los expertos son favorables. Los argumentos son no perder el tren de esta nueva revoluci¨®n energ¨¦tica, la inversi¨®n, el crecimiento y el empleo. Pero existe una fuerte contestaci¨®n social que ha llevado a los juzgados muchos de esos proyectos y los ha bloqueado. Los argumentos son el negativo impacto medioambiental y el escaso beneficio para las comunidades. Su lema es ¡°E¨®lica s¨ª, pero no as¨ª¡±.
Siguiendo en Galicia, existe tambi¨¦n un debate muy intenso alrededor de la posible instalaci¨®n de una macroplanta de celulosa para fibra textil ¡ªa utilizar por Inditex¡ª en la comarca lucense del Ulla, incluida en la Red Natura. Los promotores, las autoridades auton¨®micas y algunos expertos argumentan los beneficios para la reindustrializaci¨®n de la econom¨ªa gallega y para el empleo. Pero tambi¨¦n en este caso existe una fuerte oposici¨®n ciudadana fundada en los potenciales impactos negativos sobre los recursos naturales y agroganaderos de la zona y sobre la contaminaci¨®n de las aguas del r¨ªo Umia y la r¨ªa de Arousa.
Conflictos similares entre crecimiento y sostenibilidad se pueden encontrar en muchos lugares de Espa?a. Y en actividades econ¨®micas distintas. Es el caso del turismo y el impacto de su masificaci¨®n sobre los recursos naturales y paisaj¨ªsticos sobre los que se sustenta, as¨ª como las formas de vida locales. No existe actividad econ¨®mica que no se enfrente hoy a este dilema entre crecimiento y sostenibilidad. A estos retos del crecimiento sobre la sostenibilidad medioambiental se suma el reto de las nuevas tecnolog¨ªas y su posible impacto en el empleo, en el caso de que sean utilizadas para sustituir empleo por m¨¢quinas, robots y algoritmos en vez de ser utilizadas para mejorar las capacidades y la productividad de los trabajadores. Tambi¨¦n en el ¨¢mbito geopol¨ªtico han emergido retos similares: globalizaci¨®n versus pol¨ªticas industriales tecnol¨®gicas nacionales; subvenciones a las tecnolog¨ªas verdes versus libre comercio; descarbonizaci¨®n versus mantenimiento de los medios de producci¨®n y de vida de la agricultura y la ganader¨ªa. La publicaci¨®n del Informe Draghi ha puesto sobre la mesa otro nuevo reto: competitividad versus modelo social europeo.
?Qu¨¦ tienen en com¨²n todos estos dilemas de pol¨ªticas? Que hay que hacer elecciones entre objetivos que son en s¨ª mismos deseables, pero que tienen elementos de conflicto. Los economistas la llaman econom¨ªa de trade-off, pero tambi¨¦n la podr¨ªamos llamar ¡°econom¨ªa agustiniana¡±, recordando el dilema de San Agust¨ªn cuando en su libro Confesiones rogaba: ¡°Se?or, conc¨¦deme la castidad, pero no ahora mismo¡±. La castidad es la descarbonizaci¨®n, la sostenibilidad o la competitividad, pero no ahora mismo, porque hay que hacerla compatible con el mantenimiento de los medios de producci¨®n actuales y con el modelo social europeo.
Por cierto, me gusta c¨®mo ha planteado Draghi el dilema de la competitividad europea: ¡°A medida que nuestras sociedades envejecen, nuestro modelo social se pone cada vez m¨¢s a prueba. Al mismo tiempo, quiero decirlo al principio de este discurso, para los europeos el mantenimiento de altos niveles de protecci¨®n y redistribuci¨®n no es negociable¡± (Discurso Premio Europeo Carlos V. Fundaci¨®n Yuste). Y, ¡°la competitividad no debe consistir en utilizar la represi¨®n salarial para reducir costes. Se trata m¨¢s bien de incorporar los conocimientos y las competencias a la mano de obra¡± (The future of European competitinesess).
Hay que elegir, aunque sea doloroso. El fil¨®sofo Isaiah Berl¨ªn lo expres¨® de una forma inigualable: ¡°Hay valores morales, sociales y pol¨ªticos que chocan entre s¨ª (¡) de modo que hay que elegir. Elegir puede ser doloroso. Si usted elige A, le desespera perder B (¡). No hay manera de evitar la elecci¨®n. Por torturantes que sean, las elecciones son inevitables (¡). En una sociedad liberal de tipo pluralista no se pueden eludir los compromisos, hay que lograrlos; negociando es posible evitar lo peor. Tanto de esto por tanto de aquello¡±. ?Qui¨¦n ha de elegir esos equilibrios? Hay tres estrategias: la tecnocr¨¢tica, la autocr¨¢tica y la democr¨¢tica. Parece l¨®gico pensar que deben ser los gobiernos los que, ayudados por los expertos, hagan esas elecciones. Y para algunos es tentador pensar que es mejor que sean dirigentes autocr¨¢ticos actuando con dictadores benevolentes. Pero ambos caminos son ineficientes. La elecci¨®n del equilibrio entre objetivos deseables, pero en conflicto no es una decisi¨®n tecnocr¨¢tica, sino social. Un gobierno ilustrado o un dirigente autocr¨¢tico no conoce cu¨¢les son las preferencias de la gente sobre esos equilibrios, porque esas preferencias se forman en el proceso de di¨¢logo y negociaci¨®n.
El problema econ¨®mico al que se enfrentan ahora los gobiernos ha cambiado. Antes, en la era de certezas (exageradas) del neoliberalismo, en la que se supon¨ªa que las preferencias de los ciudadanos eran conocidas, el problema econ¨®mico para los gobiernos era c¨®mo maximizar alguna variable que se supon¨ªa relacionada con la prosperidad (el PIB, la e¨®lica, el n¨²mero de turistas, etc¨¦tera). Ahora, en esta nueva era de incertidumbre, el problema econ¨®mico es c¨®mo alcanzar equilibrios entre objetivos que sean aceptado socialmente. Este cambio del problema econ¨®mico inutiliza parte del instrumental de la econom¨ªa normativa que utilizaban los gobiernos para dise?ar las pol¨ªticas econ¨®micas: mercados libres, an¨¢lisis coste-beneficio, ¡°pol¨ªticas ¨®ptimas¡±. La econom¨ªa agustiniana de los trade-off necesita nuevos instrumentos que fomenten el di¨¢logo y la negociaci¨®n. Tiene que ser una pol¨ªtica econ¨®mica democr¨¢tica, de abajo a arriba (Down-Top), que a trav¨¦s de la negociaci¨®n ha de buscar ¡°equilibrios sub¨®ptimos¡± y compensaciones entre los actores afectados.
Tambi¨¦n cambia el papel de los expertos. En vez de hablarle al poder, ahora los expertos han de hablarle a la sociedad, ayud¨¢ndola a formar sus preferencias sobre estos dilemas. Solo as¨ª tendremos una sociedad informada, capaz de distinguir las pol¨ªticas pragm¨¢ticas, con sus beneficios y costes, de las pol¨ªticas populistas o ideol¨®gicas, que frente a problemas complejos ofrecen soluciones f¨¢ciles y r¨¢pidas, pero equivocadas.
Las decisiones sobre los equilibrios que plantean los nuevos retos han de ser tomadas por aquellos actores que est¨¦n legitimados para hacerlo, ya sean los gobiernos o los parlamentos, pero la formaci¨®n de esas decisiones tiene que ir de abajo a arriba. Esta nueva pol¨ªtica econ¨®mica democr¨¢tica necesita nuevos espacios e instrumentos de di¨¢logo y negociaci¨®n con la sociedad. Este di¨¢logo con la sociedad civil no es una p¨¦rdida de tiempo ni un adorno, es la condici¨®n de legitimidad y eficacia de las pol¨ªticas.