Un colegio en la primera l¨ªnea contra el hambre
Un centro del barrio de San Blas de Madrid reparti¨® comida para 2.000 familias durante el confinamiento con la ayuda de empresarios y voluntarios
Sa?d Hejal, un empresario de origen liban¨¦s afincado en Madrid, quiso aprovechar el confinamiento para mejorar su espa?ol, leyendo cada d¨ªa un par de reportajes de El PA?S. La ma?ana del 5 abril le llam¨® la atenci¨®n un reportaje: ¡°Mis alumnos est¨¢n pasando hambre y no puedo quedarme con los brazos cruzados¡±. En ¨¦l se contaba la historia de varias escuelas que buscaban, desesperadamente, alimentos para sus familias. Sa?d, de 39 a?os, cerr¨® el peri¨®dico y llam¨® a su jefa de prensa: ¡°B¨¢rbara, por favor, ay¨²dame a localizarles¡±. As¨ª comenz¨® una aventura que convirti¨® una escuela en el salvavidas de 2.000 familias madrile?as durante cuatro meses. Y a partir de ahora se convertir¨¢ en un proyecto de ayuda econ¨®mica a largo plazo.
La directora del colegio cuyo testimonio titulaba el reportaje era Nuria Hern¨¢ndez. Su centro, el colegio p¨²blico Ram¨®n Mar¨ªa del Valle-Incl¨¢n (Madrid) se ubica entre torres de realojo de finales de los a?os 70 y 80, junto al parque El Para¨ªso, en el distrito de San Blas. ¡°Cada d¨ªa me llamaban unas 30 familias desesperadas. Pasaban hambre. Logr¨¦ ayuda de los chef hermanos Sandoval, pero solo para 200 men¨²s y ten¨ªa m¨¢s de 300 personas en lista de espera¡±, explica la directora.
Sa?d vive en el centro de Madrid y ve¨ªa empeorar la situaci¨®n cada d¨ªa cuando paseaba a su perrita Lola. ¡°Cada vez hab¨ªa m¨¢s gente rebuscando en los contenedores. En Madrid. En el primer mundo. Intolerable. Le¨ª la historia de Nuria justo cuando me planteaba c¨®mo ayudar. Era importante que la inversi¨®n llegara al 100% y me pareci¨® que era el proyecto¡±, explica este empresario, consejero delegado de la promotora inmobiliaria de viviendas de autor Kronos Homes. En su familia los proyectos sociales son habituales y se empap¨® de esta cultura en sus a?os de formaci¨®n en Canad¨¢, Reino Unido y Estados Unidos. Su abuela fund¨® un hospital pedi¨¢trico hace 25 a?os en L¨ªbano, que atiende a unos 3.000 ni?os.
Cuando lleg¨® la llamada de Sa?d, las pistas deportivas del Valle-Incl¨¢n eran una especie de banco de alimentos. ¡°La cola de gente daba la vuelta al patio y a la manzana. Eran cientos", explica Nuria Hern¨¢ndez, la directora. "La mayor¨ªa, reci¨¦n aterrizados, sin empadronar siquiera. Hu¨ªan de la violencia de las maras en Centroam¨¦rica, del hambre en Venezuela, y se encontraban atrapados entre el virus y la necesidad. Me angustiaba no poder atenderles a todos. No dorm¨ªa pensando en ellos¡±, recuerda Nuria. Cuando el empresario le llam¨® para ayudarles sinti¨® que ¡°hab¨ªan llegado los Reyes Magos en plena pandemia¡±. Y a?ade: "Su ayuda supon¨ªa que ya no le ¨ªbamos a decir que no a nadie con hambre¡±. La donaci¨®n de Sa?d, valorada en unos 25.500 euros, les permiti¨® dar alimentos a diario y crear cestas de comida no perecedera para que las familias en peor situaci¨®n aguantaran desde el 15 de julio hasta septiembre. Y as¨ª fue.
La cola en el colegio aumentaba cada d¨ªa. Tambi¨¦n las ofertas de ayuda. La ayuda de Sa?d sirvi¨® para atender a 980 familias, y lograron otro millar de men¨²s entre los Sandoval, la fundaci¨®n del chef Jos¨¦ Andr¨¦s, World Central Kitchen, y las cocinas del Wanda Metropolitano, el Estadio del Atl¨¦tico de Madrid. Cuando el colegio cerr¨® el 15 de julio, atend¨ªan a diario, desde las tres hasta las ocho de la tarde, a m¨¢s de mil personas. ¡°Al principio eran de la escuela, luego llegaron de todo el barrio, despu¨¦s del distrito y al final, incluso de Vallecas. Los servicios sociales y los bancos de alimentos no llegaban, o no ten¨ªan constancia de que estas personas existieran, y son miles...¡±, explica la directora.
Carolina es una de esas personas que se apostaban en la puerta del colegio cada d¨ªa. Es venezolana y estaba embarazada de siete meses cuando recurri¨® a Nuria. Era vecina del barrio y ten¨ªa otros dos hijos. ¡°Mi marido y yo est¨¢bamos en el paro, y hab¨ªa d¨ªas que no ten¨ªamos ni siquiera para comer. Su ayuda fue crucial en un momento desesperado. Nos ayudaron con comida, pero tambi¨¦n con pa?ales, ropita para el beb¨¦, cosas de higiene... Les estar¨¦ siempre agradecida por el trabajo que hicieron por pura generosidad sin recibir nada a cambio¡±, explica Carolina. ¡°Cuando est¨¢bamos m¨¢s desesperados y nos cerraron todas las puertas, Nuria nos abri¨® la de su escuela a mi beb¨¦, mi mujer y a m¨ª. Le estar¨¦ siempre agradecida. Ojal¨¢ hubiera m¨¢s gente como ella¡±, dice Camal, un cocinero de origen marroqu¨ª, que lleva en Espa?a desde los 16 a?os.
Nuria llevaba un estricto control de qui¨¦nes recib¨ªan su apoyo. Contrastaba los perfiles con servicios sociales para priorizar a quien no recib¨ªa ayuda por otra v¨ªa. Y para repartir la comida comenz¨® con voluntarios del centro: Conchi, la cocinera, Juanjo, de la empresa de comedor, la asistente social, sus cuatro hijos... Y se fueron sumando voluntarios: los dos m¨¦dicos del centro de desintoxicaci¨®n del barrio, familias necesitadas como agradecimiento, padres de alumnos, una vocal del PP, gente de la asociaci¨®n de barrio La Rueca, gente de M¨¢s Madrid... Todos sumaban. "Mientras los que tomaban decisiones arriba perd¨ªan el tiempo, los ciudadanos salvaban a sus vecinos. Incluso nos prestaron un furg¨®n del coro social Tal¨ªa para recoger donativos¡±, explica la directora.
Visita al colegio
Seis meses despu¨¦s Sa?d Hejal ha podido conocer a los receptores de su ayuda. La semana pasada acudi¨® al colegio y vio por primera vez a Nuria y a sus alumnos en persona. Al abrirse la puerta de la clase de primero de Infantil, los ni?os est¨¢n entona su canci¨®n de buenos d¨ªas. Sa?d, trajeado, se agacha para escucharles. Los protocolos covid por los aires y Younnes, de tres a?os, se lanza a sus brazos. "Es que Younnes es un amor: cuando le tomo la temperatura cada ma?ana me lo agradece con un te quiero¡±, le cuenta Nuria.
Al empresario le sorprende la alegr¨ªa y la energ¨ªa que desprende la escuela: el patio arbolado, lleno de plantas arom¨¢ticas y colores. ¡°Lo han dise?ado los ni?os y ni?as con un proyecto del anterior Ayuntamiento. Los peques tienen mucho mejores ideas que los adultos, si les preguntas, te dan las claves y si lo puedes llevar a cabo, las cosas mejoran¡±, le dice Nuria. ¡°?Y las piezas de puzle pintadas por todo el cole?¡±, le pregunta Sa?d. ¡°Nos recuerdan a todos que todos somos piezas importantes y si falta alguna, pierde el sentido¡±, le aclara la directora.
Lo que m¨¢s sorprendi¨® a Nuria de la visita de Sa?d fue su primera pregunta: ¡°?Est¨¢n comiendo?¡±. ¡°No todos¡±, responde Nuria. Si antes de la pandemia ten¨ªan a diario 91 alumnos, ahora apenas tienen 25, y otros 16 que se llevan la comida en un tupper porque las familias temen un contagio en el comedor. ¡°Los 50 que faltan no tienen los 4,5 euros diarios para pagarlo. Y cada d¨ªa llegan nuevos alumnos¡±, le explica Nuria que no quiere ni pensar en un nuevo confinamiento: ¡°Me preocupa mucho qu¨¦ van a comer, y me angustia tambi¨¦n hacerles llegar los deberes. Se habla mucho de plataformas digitales: aqu¨ª eso no existe¡±, asegura.
Desde que comenzaron las clases, una vez cerrado el proceso de escolarizaci¨®n, al centro se han incorporado 50 nuevos estudiantes. ¡°Todos reci¨¦n llegados a Espa?a, muchos de Honduras. Me encanta recibirlos, porque somos un referente de acogida, de integraci¨®n, culturalmente muy rico, repleto de ni?os felices¡±, dice la directora, que afirma que la clave es la confianza mutua, y que sabe que el colegio es el refugio para muchos de sus estudiantes. ¡°Aqu¨ª les ense?amos que el ¨²nico l¨ªmite son sus sue?os¡±. Sa?d termina la visita impactado: ¡°En mi trabajo no suelo coincidir con gente que sonr¨ªa y este colegio transmite energ¨ªa, alegr¨ªa, felicidad, a pesar de lo dif¨ªcil que lo tienen. Merece tanto la pena que les vaya bien que vamos a seguir trabajando con ellos¡±, justifica el empresario. Y se ha comprometido a que la ayuda econ¨®mica sea a m¨¢s largo plazo para compensar las carencias que Nuria va encontrando en sus familias.
Cuando Nuria vuelve la vista atr¨¢s se estremece por lo mal que lo han pasado sus familias. ¡°Me he visto en una monta?a de patatas podridas en Mercamadrid seleccionando las buenas, con el ej¨¦rcito cargando un furg¨®n con donaciones en Ifema, recogiendo men¨²s en el estadio Wanda, desmontando pal¨¦s, repartiendo comida... Y siempre he tenido a alguien al lado para ayudarme. Y por cada sonrisa, ha merecido la pena", cuenta la directora. ¡°Si yo, una maestra sin contactos, he unido a tanta gente para ayudar a 2.000 familias, ?cu¨¢nto podr¨ªan resolver los que s¨ª tienen los recursos, la responsabilidad y los contactos?¡±, concluye.
Sa?d Hejal dice que habr¨ªa que ¡°hacer un clon de Nuria¡±. Ella le responde ¡°hay muchas Nurias, pero no todas tienen la suerte de encontrar un Sa?d¡±. El empresario se marcha de all¨ª conmovido, feliz y con una promesa: ¡°Nuria, esta semana lo hablamos, te voy a seguir ayudando para llenar el comedor de nuevo. Es un orgullo contribuir y seguiremos trabajando juntos¡±, le dice. Ella le responde con una sonrisa con los ojos y le da un apret¨®n en las manos. ¡°?Gracias Sa?d, no sabes lo importante que ha sido tu ayuda!¡±.
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