Una persona universitaria vive entre tres y cinco a?os m¨¢s que otra con educaci¨®n primaria
La diferencia entre varones es dos a?os mayor que en el caso de las mujeres, seg¨²n un estudio de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona que cruza datos de toda Espa?a
La esperanza de vida en un pa¨ªs est¨¢ condicionada por la alimentaci¨®n, los servicios sanitarios y la educaci¨®n. Sin embargo, hasta ahora en Espa?a no se hab¨ªan cruzado de forma simult¨¢nea y en todo el territorio los datos de mortalidad, calidad de la salud y nivel formativo. Lo ha hecho por primera vez la Universidad Aut¨®noma de Barcelona con datos del Instituto Nacional de Estad¨ªstica de 2017 a 2019. En el art¨ªculo Vivir menos y con peor salud: el peaje de la poblaci¨®n menos instruida de Espa?a, Amand Blanes y Sergi Trias-Llim¨®s, del ...
La esperanza de vida en un pa¨ªs est¨¢ condicionada por la alimentaci¨®n, los servicios sanitarios y la educaci¨®n. Sin embargo, hasta ahora en Espa?a no se hab¨ªan cruzado de forma simult¨¢nea y en todo el territorio los datos de mortalidad, calidad de la salud y nivel formativo. Lo ha hecho por primera vez la Universidad Aut¨®noma de Barcelona con datos del Instituto Nacional de Estad¨ªstica de 2017 a 2019. En el art¨ªculo Vivir menos y con peor salud: el peaje de la poblaci¨®n menos instruida de Espa?a, Amand Blanes y Sergi Trias-Llim¨®s, del Centro de Estudios Demogr¨¢ficos (CED), calculan que a los 30 a?os un var¨®n con estudios superiores tiene una esperanza de vida de cinco a?os m¨¢s que uno con formaci¨®n primaria: 83,5 a?os frente a 78,4. En el caso de las mujeres, la desigualdad se acorta a poco m¨¢s de tres a?os. A los 30 a?os, una mujer con t¨ªtulo universitario puede aspirar a vivir hasta los 88 a?os, frente a los 84,9 de las poco formadas. A m¨¢s a?os de vida, las desigualdades se aten¨²an.
A medida que se tiene m¨¢s instrucci¨®n, se?ala el art¨ªculo de la revista del CED que se ha publicado este lunes, el desnivel entre hombres y mujeres mengua al tener ambos sexos comportamientos m¨¢s parecidos ¨Drespecto al tabaco, alcohol, comida, preocupaci¨®n por la salud y uso de los recursos sanitarios¨D, aunque ellas siempre viven m¨¢s de media. Trias-Llim¨®s explica que se toma de referente los 30 a?os porque en la juventud se adquieren los comportamientos, se crean los grupos de amigos y, de todos los indicadores socioecon¨®micos (ingresos, ocupaci¨®n, formaci¨®n o riqueza heredada), el educativo es el m¨¢s robusto.
El epidemi¨®logo Manuel Franco, que estudia las desigualdades en salud desde la Universidad de Alcal¨¢ (Madrid), remarca la importancia del nivel educativo frente al de renta: ¡°Un mileurista con dos m¨¢steres va a tener un comportamiento hacia la salud individual y colectiva mejor que un narco riqu¨ªsimo. La educaci¨®n amortigua la diferencia de dinero¡±.
Los autores del estudio hablan de una triple penalizaci¨®n en la salud por la educaci¨®n recibida. Los que tienen menor formaci¨®n no solo viven menos, sino que lo hacen en peores condiciones. En Espa?a, la mortalidad debida a causas evitables ¨Dtabaco, alcohol, suicidios, accidentes de tr¨¢fico o enfermedades cardiovasculares¨D represent¨® de 2017 a 2019 alrededor del 65% de los fallecimientos entre personas de 30 a 74 a?os, pero con grandes diferencias en las franjas de edad por sexo.
Entre la poblaci¨®n de 30 a 49 a?os se multiplica por 3,4 la mortalidad por causas evitables de los varones no instruidos y por 2,4 en las mujeres. Ellos sufren c¨¢ncer de pulm¨®n, cirrosis y enfermedades isqu¨¦micas (obstrucci¨®n de las arterias) por malos h¨¢bitos; ellas, problemas cardiovasculares. En ambos sexos aumentan los fallecimientos por accidentes de tr¨¢fico.
En la franja de 50 a 74 a?os, las desigualdades en las muertes por causas evitables menguan, duplic¨¢ndose en el caso de ellos y multiplic¨¢ndose por 1,5 en ellas. ¡°Las mujeres universitarias fueron las primeras en fumar y las penaliza¡±, recuerda Trias-Llim¨®s. Fue la generaci¨®n que empez¨® a trabajar, a usar anticonceptivos y a cambiar los h¨¢bitos. Los dos sexos padecen en este grupo de edad enfermedades isqu¨¦micas cerebrovasculares y c¨¢ncer colorrectal; ellos adem¨¢s sufren c¨¢ncer de pulm¨®n y de h¨ªgado, y ellas c¨¢ncer de ¨²tero.
Percepci¨®n del bienestar
Los investigadores distinguen una tercera penalizaci¨®n en la salud por la educaci¨®n, que se relaciona con la percepci¨®n que cada uno tiene de su bienestar. Franco explica que en todas las sociedades occidentales, ellas consideran que disfrutan de menos bienestar que ellos. ¡°Al tener m¨¢s esperanza de vida, las mujeres sufren tambi¨¦n m¨¢s enfermedades y adem¨¢s tienen menos dinero que los hombres. Y luego est¨¢ la carga de la que habla el feminismo: el cuidado de los hijos, de los mayores, de los amigos... Mientras que los hombres pasan m¨¢s tiempo libre, disfrutando socialmente y cuid¨¢ndose¡±.
Es determinante lo que los expertos llaman alfabetizaci¨®n en salud. Trias-Llim¨®s lo explica: ¡°Los instruidos hacen m¨¢s caso a las recomendaciones de salud, est¨¢n m¨¢s dispuestos a someterse a pruebas ¨Dcon un an¨¢lisis o una mamograf¨ªa¨D y entienden mejor las indicaciones del m¨¦dico, siguen mejor un tratamiento¡±. Preguntan m¨¢s a los m¨¦dicos, tienen mayor comprensi¨®n lectora y ante una duda consultan m¨¢s a los facultativos.
La educaci¨®n mediatiza todo. Franco pone el ejemplo de la comida basura, que ha analizado en un estudio europeo. En un radio de 400 metros en torno a un colegio en un barrio desfavorecido hay un centenar de sitios en los que el escolar puede comprar chucher¨ªas, boller¨ªa y bebidas azucaradas, mientras que en una zona rica hay apenas cuatro (de media se contabilizan 17 tiendas.) Es una muestra de la evidente correlaci¨®n entre la educaci¨®n, la comida r¨¢pida, la obesidad y sus problemas derivados (colesterol, diabetes, insuficiencia cardiaca o tensi¨®n alta).
Unicef desarrolla actividades en los centros escolares espa?oles para promover la educaci¨®n en salud. ¡°No basta con que nos aseguremos de la nutrici¨®n de los ni?os, llevemos su calendario de vacunas o les animemos a moverse: nuestra labor principal consiste en pasarles el testigo para que, a medida que crecen, puedan cuidarse ellos solos. Tenemos que sentar las bases de su derecho a poder elegir una vida saludable¡±, sostiene la organizaci¨®n. ?Y qu¨¦ debe hacer la Administraci¨®n? Trias-Llim¨®s tiene claras las medidas a largo plazo: ¡°Se necesitan campa?as entre los j¨®venes para desincentivar el consumo de drogas o alcohol¡±. Franco, que colabora con el investigador, es muy esc¨¦ptico: ¡°Hubo una campa?a muy famosa contra las drogas en Estados Unidos en la que colaboraban profesores y polic¨ªas, y se comprob¨® que despu¨¦s los chicos consum¨ªan m¨¢s. Lo que hay que dar es toda la informaci¨®n, ser transparente, y muchas alternativas de ocio a los j¨®venes¡±.
Los datos analizados por el CED pertenecen al periodo 2017-2019 y la pandemia no ha hecho m¨¢s que ensanchar las desigualdades. La covid-19 se ha cebado entre los trabajadores con escasa formaci¨®n que se ve¨ªan obligados a salir y no ten¨ªan espacio en su casa para aislarse en caso de contagio, lo que supone una nueva penalizaci¨®n.
Las dos caras de Estados Unidos
En Estados Unidos, un hombre sin recursos a los 40 a?os tiene una esperanza de vida 15 a?os menor que la de un pudiente. La diferencia es de 10 a?os en el caso de las mujeres. El pa¨ªs est¨¢ dividido entre los que pueden costearse un seguro sanitario privado y los que no. Resulta determinante tambi¨¦n el lugar de residencia. Si se vive en Detroit, la esperanza de vida es seis a?os menor que en Nueva York. Estas diferencias regionales desaparecen entre los ricos. El tabaco, el ejercicio y la obesidad son clave, pero adem¨¢s en las grandes ciudades se concentran las personas m¨¢s instruidas y con h¨¢bitos de vida m¨¢s saludables y las administraciones invierten m¨¢s en sanidad.
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