El recuerdo imborrable de aquel maestro
El autor dedica este texto a la memoria de su profesor de primaria Mariano del R¨ªo
[Esta pieza corresponde a uno de los env¨ªos del bolet¨ªn semanal EL PA?S Educaci¨®n, que se env¨ªa por correo electr¨®nico todos los martes. Si quiere suscribirse, puede hacerlo en este enlace.]
¡°Basta un profesor ¡ª?uno solo!¡ª para salvarnos de nosotros mismos y hacernos olvidar a todos los dem¨¢s¡±, escribe en Mal de escuela (Mondadori, 2008) el autor y profesor de secundaria franc¨¦s Daniel Pennac. No nos cansaremos de insistir en la importancia del trabajo de los profesores y en lo determinante que puede ser en la vida de alguien caer, durante sus a?os de ni?ez y adolescencia, en las manos de un buen docente. Por eso hoy cedemos el espacio de esta newsletter a nuestro compa?ero Juan Navarro, corresponsal de EL PA?S en Castilla y Le¨®n:
¡°Mariano del R¨ªo fue mi tutor en tercero y cuarto de primaria. Imposible olvidarlo entrar en el aula con esas regias canas, gafitas de pata fina, rostro bondadoso capaz de torcerse y mandarte al infierno ante cualquier fechor¨ªa y, sobre todo, la eterna bata blanca adornada por manchurrones de tinta porque le explotaban los bolis que guardaba en ese bolsillo a la altura de su enorme coraz¨®n.
Nuestro tutor afrontaba el impagable reto de impartir Lengua, Ingl¨¦s o Matem¨¢ticas a una caterva de mocosos incapaz de permanecer 10 minutos quieta. Lo logr¨® con creces. Si en algo sobresali¨® fue en hacernos mejores personas m¨¢s all¨¢ de evaluarnos. Mariano se empe?¨® en que entendi¨¦ramos y respet¨¢ramos al que cre¨ªamos diferente: tanto aquella ni?a t¨ªmida que ven¨ªa de Badajoz como los chicos que sudaban de dejarse las rodillas jugando al f¨²tbol en los campos de tierra del colegio San Agust¨ªn de Valladolid.
Conmigo se enfrent¨® a un aut¨¦ntico mendrugo que lo bombardeaba a preguntas, pero que pasaba soberanamente de los libros de texto. Solo me atra¨ªan las novelas, los peri¨®dicos o cualquier escrito que no fuese ni primo lejano de esos tochos que acumulaba en aquel pupitre de madera. C¨®mo olvidar esos Mortadelos que escond¨ªa debajo del libro de Conocimiento del Medio cuando iba a la habitaci¨®n a fingir que empollaba. C¨®mo olvidar las p¨¢ginas que devoraba tras jurar que ya hab¨ªa terminado los deberes.
Eran cursos felices hasta que llegaban los primeros suspensos, alguna alegr¨ªa en Lengua y broncas b¨ªblicas en casa. Mi madre me sigue describiendo aquellas desesperantes tutor¨ªas. ¡°?Qu¨¦ hago con ¨¦l, si dice que estudia pero se pasa el d¨ªa leyendo? ?Lo mato?¡±, suger¨ªa mi no siempre diplom¨¢tica progenitora. ¡°?Pues m¨¢talo! Que es muy listo, pero muy vago¡±, respond¨ªa el paciente maestro, algo culpable de aquellas ¨ªnfulas literarias. ?l siempre me se?alaba cuando levantaba la mano hasta el infinito cuando ped¨ªa voluntarios para leer en voz alta. A ¨¦l le gustaban mis redacciones pese a la caligraf¨ªa jerogl¨ªfica por la que me condenaba a infumables cuadernillos Rubio. Era ¨¦l quien, cuando acud¨ªa a la consulta de mi padre, su m¨¦dico, le daba libros para que me los deslizara de estraperlo, sobre todo cuando los boletines reflejaban el ¨¦xito de las amenazas mortuorias.
Mariano era tan buen profesor que mand¨® al garete aquello de que escribir es un arte que se aprende, pero que no se puede ense?ar. ?l me lo dio todo para que yo aprendiera.
Sigo sin asimilar que Mariano se ha ido y no me pude despedir de ¨¦l. Ahora toca fingir que me consuela escribir estas l¨ªneas como si ¨¦l las fuera a leer y corregir, como si siguiese siendo un ni?o que sonr¨ªe porque el profesor que lo comprende lo mira con orgullo. Como si Mariano y su bata pudiesen volver a entrar por la puerta para ense?arme c¨®mo funciona este mundo que no entiendo.
Gracias Mariano, eterno responsable del magosto y de darnos casta?as asadas en aquel g¨¦lido patio con un gui?o si le ech¨¢bamos una mano con la madera¡±.
Estos son algunos de los principales temas que hemos publicado esta semana en EL PA?S Educaci¨®n:
- Los protocolos contra el suicidio entran en la escuela: ¡°Algo les pasa, no es una llamada de atenci¨®n¡±
- Estado de alarma en un instituto: c¨®mo controlar a cuatro adolescentes que se pueden suicidar
- Joan Subirats: ¡°Los chiringuitos no podr¨¢n ser universidades¡±
- La avalancha de confinamientos escolares pone contra las cuerdas a las familias: ¡°Estamos desesperadas¡±
- La escuela concertada sufre para cubrir las bajas por covid
- De bien de lujo a primera necesidad: el gasto en clases particulares se triplica para que los ni?os sean m¨¢s competitivos
- Clases particulares: mejorar la oferta p¨²blica para contener la demanda privada
Muchas gracias por seguirnos. Volveremos con esta newsletter la semana que viene.
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