Manifiesto de los trabajadores de EL PA?S: Paremos la guerra
Texto del manifiesto le¨ªdo ante las puertas de la sede central del diario en el paro de 15 minutos
Estamos en la calle, porque la calle vuelve a ser nuestra. La libertad y la democracia vuelven a estar en la calle, expulsadas ya de palacios y asambleas, y las recogemos nosotros, las gentes que pisamos el suelo de la ciudad, para decir "No a la guerra", ilegal, injusta, sangrienta, contra la humanidad. Nosotros somos la humanidad real. Las gentes, los ciudadanos, los pueblos, salimos de nuestras casas y de nuestros lugares de trabajo en todo el mundo para exigir que la civilizaci¨®n no se convierta en barbarie.
En Espa?a estas manifestaciones, estos paros simb¨®licos, tienen el sentido especial de protestar del desprecio a la voluntad mayoritaria que han conseguido mediante rodeos a la ley, a la Constituci¨®n y a la transici¨®n; protestar de un gobierno que tiene una mayor¨ªa que se ha podrido ya, que no representa m¨¢s que un solo partido anquilosado frente al pueblo vivo, que no responde a lo que Espa?a decidi¨® en el cambio de la dictadura a la libertad, y que ni siquiera tiene una doctrina propia: repite las grabaciones que le dan en el Imperio, no responde a las preguntas de la sociedad, voltea las preguntas de la oposici¨®n, que ya es de todos los otros partidos, y no sale de sus t¨®picos de loro atontado.
Los mismos gobernantes saben que apenas pueden salir de sus despachos sin que les pongan delante, pac¨ªficamente, respetuosamente, pero con firmeza, pancartas delante de las narices que dicen No a la Guerra. Pero tienen mas miedo a¨²n a su propio jefe con man¨ªa de grandeza y con sue?os antiguos de volver por el Imperio hacia Dios, o qui¨¦n sabe si por Dios hacia el Imperio.
Esta calle en la que estamos se ha ido rehaciendo poco a poco, ante ¨®rdenes que debe rechazar por injustas, ante decretazos o falsificaciones de la ense?anza. Hoy no defiende ni ataca reg¨ªmenes, doctrinas o religiones; no ama a Sadam ni ama a Bush, pero s¨ª a sus iguales, a los lejanos, pero tan pr¨®ximos, ciudadanos del mundo que est¨¢n muriendo por la sonrisa falsa del poder mal sacado de las urnas. No queremos mas muertos ni mas prisioneros, iraqu¨ªes o brit¨¢nicos o americanos. Todos son muertos del pueblo: un soldado no es mas que un civil obligado a ponerse un uniforme para defender el poder, la riqueza o la felicidad de los otros, sabiendo que no va a revertir jam¨¢s sobre ¨¦l.
Como trabajadores de la comunicaci¨®n, pedimos que llegue a nuestras manos la verdad sin censuras ni elaboraciones, sin frases traidoras como las que nombran las operaciones, sin medios en manos perversas que tienen el cerebro del gobierno, y que podamos revertir esa verdad a los ciudadanos: la libertad de prensa es del que la recibe, no nuestra. La calle est¨¢ votando ahora. Este poder viol¨® las urnas desde antes de que la gente se acercara a ellas: las viol¨® influyendo sobre medios de comunicaci¨®n o haci¨¦ndolos suyos, pagando unos mensajeros, acallando a otros, amenazando. Nadie se ha atrevido con ¨¦l hasta que lo ha hecho la gente: nosotros. El significado espa?ol de la petici¨®n de paz es la petici¨®n de palabra. La calle es nuestra: la palabra, tambi¨¦n.
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