"Puse Pedro Noda en el buscador y salt¨® eso"
Un joven espa?ol descubre la fosa com¨²n donde descansa su abuelo gracias al trabajo publicado en Internet por unos universitarios austriacos
Parece una historia sacada del cine, como aquella pel¨ªcula de Ken Loach, Tierra y libertad, en la que una joven brit¨¢nica abre un ba¨²l y descubre que su abuelo luch¨® junto a los comunistas en la guerra civil espa?ola. Pero han pasado casi 10 a?os desde que se rod¨® el filme y, en la era de las nuevas tecnolog¨ªas, el ba¨²l donde buscar retazos de la historia familiar se llama Internet. Y lo m¨¢s curioso es que puedes encontrar sin buscar, s¨®lo por casualidad. Precisamente esto le pas¨® a un joven canario, Pedro Noda. Hace dos meses, escribi¨® su nombre en un buscador y hall¨® un trabajo publicado por un grupo de universitarios austriacos, en el que cuentan que su abuelo, un republicano huido de Espa?a que cay¨® en manos de los nazis, est¨¢ enterrado en la fosa com¨²n del campo de trabajo externo de Bretstein, perteneciente a Mauthausen. Seis d¨¦cadas despu¨¦s de la liberaci¨®n de este campo, la familia de Noda conoce por fin qu¨¦ fue de su abuelo.
El pasado mes de enero, Pedro Noda, de 29 a?os, encontr¨® por azar en un buscador de la red una parte de su pasado, al indagar sobre el resultado de un partido de balonmano del equipo en el que juega, el San Jos¨¦ Obrero de Lanzarote. "Puse Pedro Noda y salt¨® eso", asegura a¨²n con cierto estupor al explicar c¨®mo encontr¨® la informaci¨®n sobre la tumba de su abuelo, Pedro Noda de la Cruz, asesinado en el campo de trabajo externo de Bretstein, perteneciente a Mauthausen. En ese remoto lugar de la regi¨®n austr¨ªaca de Estiria lucharon por sobrevivir unos 250 republicanos espa?oles, clasificados en la letal terminolog¨ªa nazi como ap¨¢tridas y enemigos del Reich.
"M¨¢s o menos, sab¨ªamos que hab¨ªa muerto"
"Estalla la guerra civil y mi abuelo es republicano; al acabar la guerra tiene que salir huyendo, era pescador y embarca a ?frica. M¨¢s o menos, sab¨ªamos que al final hab¨ªa muerto porque mi abuela lleg¨® a cobrar una paga de viudedad de Alemania", relata Noda, para detallar que s¨®lo conservan una fotograf¨ªa de ¨¦l. El bello paisaje alpino de Bretstein hizo de c¨¢rcel de hielo para esos presos, una pieza m¨¢s del drama colectivo del Holocausto que no habr¨ªa sido rescatado del desv¨¢n de la historia de no ser por la tenacidad de Eva Feenstra, una profesora de espa?ol de la Universidad de Graz. Los pormenores de la ubicaci¨®n del campo, hasta hace poco desconocido, parecen propios de una novela: un profesor de religi¨®n de la localidad de Bretstein, Franz Stuhlpfarrer, desempolva su existencia en 2002 y localiza a uno de los pocos que escaparon con vida, Eduardo Escot, que le facilita un croquis sobre su ubicaci¨®n.
El Ayuntamiento toma conciencia de lo que all¨ª sucedi¨®, y con apoyo institucional, organiza un exposici¨®n y digna con una l¨¢pida la fosa com¨²n donde yacen al menos cinco prisioneros espa?oles, mientras Feenstra trata de hacer p¨²blica la historia de esos republicanos con ayuda de sus alumnos. "Empec¨¦ a darme cuenta de que, con una excepci¨®n, seguramente ninguna de las familias supo jam¨¢s d¨®nde estaba enterrado su hermano, padre, hijo. Por lo tanto, decid¨ª que hab¨ªa que hacer algo para dar a conocer el nombre de esos cinco hombres", explica Feenstra, originaria de Gran Canaria, pero residente en Austria desde hace dos d¨¦cadas. Lo extraordinario de la historia es la existencia de la fosa com¨²n, en la que est¨¢n enterrados cinco espa?oles aunque no se descarta que haya m¨¢s, ya que las SS, en su minuciosa planificaci¨®n de la muerte, devolv¨ªa los cad¨¢veres a Mauthausen para ser incinerados.
Los republicanos espa?oles empezaron a sustituir a prisioneros de guerra franceses en Bretstein en el verano de 1941 con la misi¨®n de construir una carretera que facilitase el acceso a una granja de las SS. Se erigieron dos barracas para 300 internos, otras instalaciones para la treintena de miembros de las SS que los custodiaban y cinco torres de vigilancia para evitar fugas. Adem¨¢s del fr¨ªo, del duro trabajo y las malas condiciones de vida, tuvieron que sobrellevar las humillaciones del kapo del campo y la primera v¨ªctima mortal se registr¨® ya en noviembre de 1941. "Al parecer se produjeron varios intentos de fuga", relata Feenstra, quien explica que "en el primero, seg¨²n cuentan, muri¨® uno de los presos, pero tambi¨¦n le cost¨® el cargo al 'lagerf¨¹hrer', es decir, al jefe de las SS del comando.
Su cad¨¢ver, expuesto en el campo
El segundo intento fue descubierto en plenos preparativos y acarre¨® crueles represalias contra los responsables". "Es una de las historias que se ocultan tras los nombres de la l¨¢pida conmemorativa en el cementerio de Bretstein. Por lo que yo he le¨ªdo, sospecho que el presunto cabecilla de la fuga planeada, Pedro Noda de la Cruz, de 28 a?os, fue brutalmente apaleado, atado a una carreta y arrastrado por todo el recinto hasta causarle la muerte. Su cad¨¢ver maltrecho fue expuesto en el campo en se?al de amenaza y escarmiento", relata la profesora. "Los acontecimientos no sirvieron de escarmiento. La desesperaci¨®n llev¨® a otro grupo a echarse al monte en otra ocasi¨®n. Fueron perseguidos, atrapados y ejecutados a disparos mientras hu¨ªan por las monta?as", detalla.
Entre los motivos de las repetidas fugas de los espa?oles estaba su creencia err¨®nea de encontrarse en la regi¨®n del Tirol, con la falsa esperanza de hallar Suiza, pa¨ªs neutral en la II Guerra Mundial, a pocos kil¨®metros. Cuando los primeros soldados estadounidenses liberaron Mauthausen el 5 de mayo de 1945, los supervivientes de ese campo de la muerte regresaron a sus pa¨ªses y fueron homenajeados como la memoria viva de la barbarie. Pero los espa?oles, vencidos y perseguidos, declarados ap¨¢tridas por el r¨¦gimen franquista, nunca tuvieron un pa¨ªs al que volver.
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