Discurso ¨ªntegro de Mariano Rajoy
Se?or presidente, esta ma?ana se ha producido en la ciudad de Ferrol un grave accidente, han fallecido cuatro personas. Quiero expresar mi sentir y el de mi grupo, que sin duda es el de todos, por la p¨¦rdida de estas vidas y trasladar a las familias nuestro m¨¢s hondo pesar.
Se?or presidente, se?or¨ªas, tras el id¨ªlico panorama que nos ha pintado el presidente del Gobierno esta ma?ana la realidad es que si un viajero hubiera estado fuera de Espa?a durante un a?o y regresara hoy no dar¨ªa cr¨¦dito a lo que ve. Gobiernan los socialistas, pero quien tiene la vara alta es Esquerra Republicana de Catalunya.
El Gobierno se dedica a reabrir las heridas del pasado. En Espa?a vuelve a haber buenos y malos y ha resucitado el cantonalismo.
Cualquiera que conociera la Espa?a que dej¨® el Partido Popular y viera esto pensar¨ªa que se hab¨ªa metido en el t¨²nel del tiempo. Esta es la Espa?a que est¨¢ usted construyendo, se?or¨ªa; as¨ª es el progreso que nos ha tra¨ªdo: un progreso regresivo que consiste en caminar hacia atr¨¢s. Esto es lo m¨¢s llamativo en su primer a?o de Gobierno, se?or Rodr¨ªguez Zapatero: su resuelta voluntad de avanzar con paso firme hacia el pasado, como si la historia hubiera estado esperando su providencial advenimiento para detenerse, hacer tabla rasa del presente, regresar a las cavernas del pasado para reconstruir la historia y volver a comenzar.
Hace un a?o sab¨ªamos que llegaba usted al Gobierno sin esperarlo, sin planes, sin mayor¨ªa y sin experiencia. Le ofrecimos el apoyo del Partido Popular para las cuestiones de Estado y usted lo rechaz¨®, porque consider¨® mejor para sus objetivos personales que Espa?a se hipotecara en manos de una minor¨ªa nacionalista y radical. En un a?o ha organizado usted el mayor l¨ªo auton¨®mico que hemos conocido desde que comenz¨® la transici¨®n. Ha puesto en almoneda la idea de Espa?a y la estructura del Estado; ha enfrentado como nunca a las comunidades aut¨®nomas. Todo ello, a mayor gloria de los se?ores Maragall y Carod Rovira, que le sostienen en el poder. Al mismo tiempo, ha desguazado la pol¨ªtica anterior sin ofrecer alternativas -porque no las tiene, ni mejores ni peores- ha hecho trizas el Plan Hidrol¨®gico Nacional; ha paralizado las obras p¨²blicas; ha arruinado la reforma educativa; ha degradado la pol¨ªtica exterior; ha traicionado la Ley de Partidos y acaba de meter en el congelador el Pacto por las libertades y contra el terrorismo.
Se?or presidente, y, ?que m¨¢s ha hecho usted? Un conjunto de frases -eso s¨ª lo hace muy bien-; el rid¨ªculo con las viviendas; cruzarse de brazos en econom¨ªa; hacer una ley de dudosa eficacia contra la violencia dom¨¦stica y aprobar unas normas con vistas a la galer¨ªa, que no hace m¨¢s que cambiar el nombre a las cosas. Esto es lo m¨¢s destacado de su gesti¨®n, se?or¨ªa. Usted no lo menciona, sin duda por modestia, pero si su mandato terminara aqu¨ª, pasar¨ªa a la historia como el hombre que en un a?o puso al pa¨ªs patas arriba; detuvo los avances; cre¨® m¨¢s problemas que soluciones; hizo trizas el consenso del a?o 78; sembr¨® las calles de sectarismo y revigoriz¨® una ETA moribunda.
La historia le recordar¨ªa no por lo que ha hecho, que no ha sido gran cosa, sino por lo mucho que ha deshecho y por su voluntad de seguir deshaciendo todo lo que haga falta con tal de mantenerse en el poder.
De acuerdo con su discurso de esta ma?ana, parece que Espa?a disfruta de un Gobierno firme, moderado, dialogado, transparente y eficaz. Decididamente, vamos a verlo. Probablemente ustedes y nosotros no contemplamos la misma realidad o quiz¨¢ tenemos que acostumbrarnos a su peculiar manera de llamar a las cosas, como cuando dice, por ejemplo, que tenemos un rey republicano o que la multiplicaci¨®n de las lenguas se ha hecho para entenderse. Donde usted habla de un Gobierno firme, lo que vemos todos es un Gobierno d¨¦bil, en minor¨ªa, que se sostiene porque usted lo prefiere as¨ª gracias a los apoyos de los grupos m¨¢s radicales de esta C¨¢mara. Un Gobierno que necesita que le den permiso para todo y que, cuando se lo niegan, hace que todos los espa?oles paguemos tributo al se?or Carod Rovira. A eso llama usted un Gobierno fuerte. Donde usted habla de un Gobierno moderado, los datos objetivos muestran un Gobierno radical. Usted, desde su nostalgia de la pancarta no sabe qu¨¦ significa moderaci¨®n
Provoca conflictos donde no los hab¨ªa: con los creyentes, con los Estados Unidos, con las v¨ªctimas del terrorismo, con los educadores, con las familias, con las autonom¨ªas que no est¨¢n en su cuerda e incluso con quienes defienden la Constituci¨®n en el Pa¨ªs Vasco.
Es usted radical y adem¨¢s hace ostentaci¨®n?
Celebro que en esto estemos todos de acuerdo, porque es la verdad.
Gasta usted mucha m¨¢s energ¨ªa en crear problemas que en resolverlos, le gusta provocar turbulencias y brind¨¢rselas a esa galer¨ªa radical para la que gobierna.
S¨ª, se lo voy a explicar, est¨¦n ustedes tranquilos; si adem¨¢s ya me han dado la raz¨®n. Usted huye de la moderaci¨®n (esto lo digo porque ustedes est¨¢n de acuerdo, lo han demostrado), utiliza el radicalismo para ocultar la pobreza de sus ideas y para disimular que su pol¨ªtica hoy es un frasco vac¨ªo con restos de una etiqueta descolorida. Aplaudan, si quieren.
Donde usted habla de un Gobierno para todos, los hechos delatan un Gobierno sectario. S¨ª, se?or¨ªa, esto se lo digo con toda cordialidad y por su propio bien, porque este defecto puede acarrearle m¨¢s antipat¨ªas que todos los dem¨¢s juntos. S¨ª, se lo voy a explicar. Sectario, porque se ha propuesto dividir y enfrentar a los espa?oles, los suyos y los ajenos, los buenos y los malos; le gusta hurgar en las heridas del pasado; ha declarado culpable a todo espa?ol que piense diferente. Me parece que arrastra usted un problema, se lo voy a explicar: no acepta la reconciliaci¨®n que alcanzamos el a?o 1978, no la acepta. Era usted muy joven entonces y tal vez no le explicaron que la transici¨®n fue un derroche de generosidad y de inteligencia por parte de todos. Sobre todo represent¨®, y representaba hasta que usted lleg¨® al Gobierno, un inmenso af¨¢n de convivencia y concordia, de mirar hacia delante. Llev¨¢bamos 25 a?os muy tranquilos en este aspecto, pero ha tenido que llegar usted para recordarnos que existe el resentimiento. S¨ª, se?or Rodr¨ªguez Zapatero. Y donde usted ve un Gobierno dialogante, muchos ven otra cosa muy distinta. A usted le gusta mucho el di¨¢logo, pero no en su casa. Usted no escucha a nadie, ni al Senado, ni al Consejo de Estado, ni al Consejo General del Poder Judicial, ni a la Iglesia, ni a las v¨ªctimas del terrorismo, ni a la oposici¨®n, ni al Foro de Ermua, ni a sus propios compa?eros, ni al sentido com¨²n. Usted presume de dialogar, pero en realidad adora las alcaldadas, algo muy propio -?saben de qui¨¦n?- de quienes carecen de argumentos y se saben d¨¦biles.
Sin dialogar con nadie paraliz¨® el Plan Hidrol¨®gico Nacional, las obras p¨²blicas, la reforma educativa del PP. ?Es que ten¨ªa algo mejor? No, por cierto; ni siquiera lo tiene todav¨ªa. Sin dialogar con nadie impuso la forma de elegir las vacantes judiciales por el Consejo General del Poder Judicial; sin dialogar con nadie ha impuesto al comisionado para las v¨ªctimas del terrorismo; sin dialogar con nadie pretende desmantelar el Archivo de Salamanca. ?A qu¨¦ llama usted di¨¢logo, se?or presidente? F¨ªjese usted, sin dialogar con nadie, paraliz¨® el Plan Galicia, con muy malos modos por cierto. Usted se acordar¨¢ de aquel micr¨®fono indiscreto que difundi¨® las escatol¨®gicas opiniones de la excelent¨ªsima se?ora ministra de Fomento.
No reproduzco sus palabras por no faltar al decoro en esta C¨¢mara, pero esa es la opini¨®n que le merece al Gobierno el Plan Galicia.
Durante todo este a?o no ha atendido m¨¢s que a dos tipos de personas: los que le bailan el agua y los que le chantajean. Con todos los dem¨¢s no quiere saber nada. Donde usted ve un Gobierno transparente, se?or Rodr¨ªguez Zapatero, yo veo un Gobierno taimado, maniobrero, que huye de la luz, que esconde la verdad y que disimula sus intenciones. Esconde la verdad del Partido Comunista de la Tierras Vascas desde hace un mes, esconde la verdad sobre los riesgos en econom¨ªa, sobre el d¨¦ficit, sobre Europa, esconde la verdad en el Estatuto de Maragall y esconde la verdad en sus tratos con el se?or Ibarretxe. Y no esconde m¨¢s verdades porque le falta tiempo.
Usted esconde la verdad de oficio porque considera que ser sincero es una temeridad y, en su caso, sin duda lo es. Le reconozco una capacidad asombrosa para el fingimiento. Tiene usted un arte especial para decir cosas como si dijera algo, pero sin decir nada. Oculta sinuosamente sus intenciones bajo el embozo del buen talante, la sonrisa amplia y las manos abiertas, se?or presidente, y todo esto para no hacer nada, porque donde usted habla de un gobierno eficaz, los resultados denuncian un gobierno mediocre e incompetente, que hace pocas cosas y rectifica casi todas. El suyo es el Ejecutivo con menos capacidad de iniciativa legislativa de los ¨²ltimos 25 a?os; nunca se hab¨ªa legislado menos. El Gobierno del Partido Popular aprob¨® durante su primer a?o el doble de leyes que ha aprobado el suyo. Usted, en cambio, tiene pocas iniciativas y m¨¢s de la mitad de sus proyectos est¨¢n sin aprobar: unos en tr¨¢mite y otros aparcados. Eso s¨ª, trabaja poco, pero rectifica sin parar. Las contradicciones en el Gobierno, la falta de coordinaci¨®n entre los ministros y su entusiasmo innovador nos han acostumbrado ya a un continuo baile de propuestas y desmentidos. Se mueven mucho, pero no venden m¨¢s que aire. Lo que ocurre es que alborotan tanto cada vez que alumbran una iniciativa, la jalean y la aplauden con tal entusiasmo, que todo el mundo la da por hecha. Y con tantos aplausos pareciera que llevan ustedes una actividad fren¨¦tica, y no es as¨ª; en realidad, se limitan a presentar y retirar papeles. Aplauden las entradas porque temen que no podr¨¢n aplaudir las salidas.
Se?or¨ªas, el tiempo no me permite entrar en los detalles de la cr¨ªtica a la gesti¨®n concreta del Gobierno, pero comentar¨¦ algunas cosas. Por ejemplo, en pol¨ªtica internacional, ?de qu¨¦ presume usted si lo que ha hecho es degradar la imagen de Espa?a y reducir sus oportunidades? F¨ªjense, nos ha impuesto una pol¨ªtica exterior inconsecuente, tercermundista y, en Europa, ruinosa. Lo peor para la imagen de Espa?a es su car¨¢cter err¨¢tico, su inconsecuencia, porque usted est¨¢ consiguiendo que nadie pueda fiarse de nosotros. Retir¨® usted las tropas de Irak, es verdad, en cumplimiento de una promesa electoral, pero lo hizo mal, con muy malos modos: no avis¨® a nadie, no respet¨® los plazos que hab¨ªa ofrecido a la ONU y dej¨® a la gente tirada. Muy malos modos. Todo el mundo entendi¨® que a partir de ese momento Espa?a no respetaba sus propios compromisos internacionales; es decir, que se hab¨ªa vuelto informal. No lo digo yo, lo dijeron nuestros socios. El caso es que, a continuaci¨®n, el 8 de junio, en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, sustent¨® una resoluci¨®n que solicitaba el apoyo de todos los pa¨ªses al Gobierno provisional de Irak y -cito textualmente- ped¨ªa, usted ped¨ªa, a los Estados miembros y a las organizaciones internacionales y regionales: presten asistencia a la fuerza multinacional -en particular, usted- con fuerzas militares. Y lo firm¨® usted sin que se le moviera una pesta?a. Lo m¨¢s gracioso es que, poco despu¨¦s, el 10 de septiembre, se present¨® usted en T¨²nez para decir, y vuelvo a citar textualmente: Con respecto a todos los pa¨ªses que est¨¢n all¨ª -con tropas-, si hubiera m¨¢s decisiones en la l¨ªnea del Gobierno espa?ol -retirada de efectivos-, se abrir¨ªa una expectativa m¨¢s favorable. Es decir, retira nuestras tropas apresuradamente dos meses antes de lo comprometido, poco tiempo despu¨¦s pide, usted, a todos los pa¨ªses del mundo que env¨ªen tropas a Irak y algo m¨¢s tarde recomienda a los que se quedaron all¨ª que le imiten en la retirada. ?No le suena todo esto un poco antojadizo, veleidoso e inconsecuente? Y luego pretende que se le pongan al tel¨¦fono, se?or Rodr¨ªguez Zapatero.
No insistir¨¦ en su vocaci¨®n tercermundista. No s¨¦ si ser¨¢ un problema de radicalismo o de infantilismo, pero pretender a estas alturas del curso que la pol¨ªtica exterior espa?ola en Am¨¦rica pasa por los caudillos bananeros de Cuba y Venezuela son ganas de hacer chistes, se?or¨ªa, y de que nadie nos tome en serio.
De Europa ya hemos hablado muchas veces en esta C¨¢mara. Su empe?o por evitar la senda del Partido Popular y la sumisi¨®n al eje franco-alem¨¢n nos pueden costar una fortuna. Ha cedido una y otra vez - el poder obtenido en Niza, la firma del Tratado Constitucional en Roma, el Pacto de Estabilidad - a cambio de nada. Y sus amigos ya le han dado o ya nos han dado el primer guantazo en la negociaci¨®n de los fondos de cohesi¨®n. En la econom¨ªa, por decirlo pronto, vive usted de las rentas, de la herencia recibida y de las rentas que esta genera. Ustedes no han hecho nada. S¨ª, se?or¨ªa. ?Qu¨¦ medidas econ¨®micas puede usted invocar para afirmar que la situaci¨®n actual es fruto de sus iniciativas? ? Qu¨¦ medidas? Ninguna. No tiene nada bueno que atribuirse, salvo que quiera su se?or¨ªa hablarme de las llamadas cien medidas de dinamizaci¨®n de la econom¨ªa e impulso a la productividad, tan insustanciales que ni siquiera han provocado el m¨¢s m¨ªnimo debate. O que pretenda presentarme la reducci¨®n de la libertad de horarios comerciales como la genial contribuci¨®n espa?ola a la lucha por el incremento de la productividad o quiz¨¢s vendernos la paralizaci¨®n del Ministerio de Fomento como un factor clave para el relanzamiento de la competitividad de la econom¨ªa espa?ola. Es verdad que tampoco ofrece usted nada escandalosamente malo. Ya le digo que en esta materia usted se ha cruzado de brazos. Pero usted no puede seguir as¨ª. Las rentas no son eternas y las cosas, cuando no se hace nada, tienden a empeorar. El diferencial de crecimiento de los precios con los pa¨ªses de la Uni¨®n Monetaria y el brutal incremento del d¨¦ficit de la balanza de pagos con el exterior - asuntos de los que usted no ha dicho nada- son dos se?ales de alerta que indican que se deber¨ªan haber tomado medidas a tiempo. Tendr¨¢ que tomar medidas, se?or Rodr¨ªguez Zapatero, porque las cosas ir¨¢n empeorando progresivamente. Tendr¨¢ que empezar a gobernar, y eso es algo a lo que usted en estos asuntos le tiene un p¨¢nico insufrible. Se?or Rodr¨ªguez Zapatero, cuide usted la estabilidad institucional que tanto puede afectar - ayer lo recordaba el se?or Solbes- a la confianza de los agentes econ¨®micos. Y hablando de profec¨ªas y confianzas, se?or Rodr¨ªguez Zapatero, recuerde que el pasado a?o la inversi¨®n extranjera directa en Espa?a cay¨® un 70 por ciento, excluidos inmuebles el 90 por ciento, lo que es una buena muestra de la confianza que su gesti¨®n despierta.
En pol¨ªtica social y sectorial, no hay mucho de que hablar. Desde hace 25 a?os nadie se ha presentado a este debate con las manos tan vac¨ªas. Nadie. En ning¨²n otro cap¨ªtulo destaca tan ostentosamente la desproporci¨®n entre la sobreabundancia de palabras y la pobreza de los hechos. Para empezar, ha incumplido sin freno sus f¨¢ciles promesas electorales: ni hay paga para las madres ni plan de choque de guarder¨ªas ni viviendas para los j¨®venes ni medidas de conciliaci¨®n de la vida laboral y familiar ni mejoras para los discapacitados, se?or Zapatero, ni los mil millones de euros prometidos para la dependencia en el primer a?o ni plan de regeneraci¨®n ni nada de nada, salvo palabras, palabras y palabras. Su pol¨ªtica de educaci¨®n - siento que no est¨¦ aqu¨ª la ministra- ha puesto una pica en Flandes. Se ha cargado la ley que apostaba por una ense?anza de calidad. De momento pues, seguiremos con la LOGSE que, por cierto, est¨¢ muy acreditada como f¨¢brica de fracaso escolar. A todo esto, circula por ah¨ª un anteproyecto que ha recibido un sinf¨ªn de cr¨ªticas porque recorta la libertad de ense?anza, rompe el modelo educativo espa?ol en 17 - esto no es un tema menor- y arruina la cultura del esfuerzo.
En pol¨ªtica de vivienda, bien podemos decir que tampoco nunca ha dado que hablar tanto.
Los precios, a pesar de que S.S. est¨¢ en el Gobierno y de que ahora tenemos un lujos¨ªsimo Ministerio de la Vivienda, han subido el 17 por ciento, un ministerio que pr¨¢cticamente no tiene competencias, solo surgen disparates una y otra vez, y perm¨ªtanme, se?or¨ªas, que en este terreno no me extienda porque no quiero ser calificado de cruel.
La fama de la pol¨ªtica de inmigraci¨®n ha llegado ya -y nunca mejor dicho- hasta Paquist¨¢n. Solo le falta abrir oficinas de acogida en los pa¨ªses de origen No les agobie all¨ª con papeleos que ya los legalizar¨¢ usted cuando lleguen a Espa?a. Le voy a decir una cosa, se?or Rodr¨ªguez Zapatero, anunciar un proceso de regularizaci¨®n seis meses antes de iniciarlo es un aut¨¦ntico disparate, y de ese disparate se deriva que el pasado a?o se empadronaron en Espa?a 660.000 nuevas personas, casi el doble que el a?o anterior, a los que en el primer trimestre de este a?o se han sumado 200.000, seg¨²n cifras del Instituto Nacional de Estad¨ªstica. Negaron ustedes que pudiera producirse un efecto llamada y mire por donde ten¨ªan raz¨®n, no ha sido un efecto llamada, ha sido un aut¨¦ntico trompetazo. Y ahora, al finalizar la fase de presentaci¨®n de documentos, el ministro de Trabajo sale diciendo que el proceso de regularizaci¨®n ha sido un rotundo ¨¦xito.
Que van a legalizar la situaci¨®n en Espa?a de unos 600.000 inmigrantes y que todo lo m¨¢s quedar¨¢n unos 100.000 en situaci¨®n irregular. Se?or Rodr¨ªguez Zapatero, prefiero pensar en el error o en la improvisaci¨®n que en el enga?o. ?Podr¨ªa explicarme -espero que lo haga- c¨®mo es posible que resten 100.000 inmigrantes en situaci¨®n ilegal cuando seg¨²n datos de su Gobierno la cifra de irregulares era a 31 de marzo de 1.837.047 y el m¨¢ximo que van a regularizar ahora son 700.000?
?Podr¨ªa explicar a esta C¨¢mara qu¨¦ van a hacer no con los 100.000 sino con el 1.100.000 que restan? Se?or¨ªas, esta cuesti¨®n no admite frivolidad ni demagogia. Detr¨¢s de la frialdad de los n¨²meros se encuentra un mundo de esperanzas personales, de tragedias humanas, de gentes que buscan en nuestra tierra un trabajo que les permita vivir con dignidad, y es obligaci¨®n de los poderes p¨²blicos conseguir la integraci¨®n social de los inmigrantes, pero ello ser¨¢ imposible si persiste la actitud demag¨®gica de papeles para todos o de intentar ocultar la realidad del m¨¢s de 1.100.000 inmigrantes en situaci¨®n irregular. ?sta es una bomba que nos puede estallar en las manos y est¨¢n ustedes jugando peligrosamente con ella. Y cuando hablamos de inmigraci¨®n debemos recordar a los espa?oles que viven en el exterior; a esos compatriotas nuestros que viven fuera de nuestras fronteras debemos garantizarles las prestaciones sociales a las que tienen derecho como espa?oles con absoluto respeto al proyecto personal de cada uno y apoyar su integraci¨®n sociocultural en los pa¨ªses donde residen.
Se?or Rodr¨ªguez Zapatero, en materia de infraestructura dos son sus logros m¨¢s relevantes. Uno, han reducido las licitaciones en un 38 por ciento (v¨¦ase el Bolet¨ªn Oficial del Estado); dos, han paralizado o retrasado las obras en curso, quiz¨¢ con el objetivo de que cuando se inauguren dentro de dos o tres a?os puedan ser presentadas como iniciativas de su Gobierno. Podr¨ªa darle muchos ejemplos; en Asturias, en Castilla y Le¨®n, en todo el Levante espa?ol, la Y vasca, los accesos a Madrid?, pero me ce?ir¨¦ a tres por su expresividad. La ampliaci¨®n del aeropuerto de Barajas, cuyas dos nuevas pistas siguen sin entrar en servicio en una mezcla de intento de apropiaci¨®n de su construcci¨®n y de incompetencia para aprovechar los recursos invertidos; la conexi¨®n ferroviaria con Portugal, acordada en noviembre de 2003 por los gobiernos espa?ol y portugu¨¦s, frenada hace unos d¨ªas con el rechazo del gobierno portugu¨¦s por la excelent¨ªsima se?ora ministra de Fomento, y el Plan Galicia, se?or presidente, que en su d¨ªa dijeron que era humo, usted mismo dijo que no contribu¨ªa a la vertebraci¨®n de Espa?a.
F¨ªjese, hasta abril de 2004, en poco m¨¢s de 12 meses desde su aprobaci¨®n se hab¨ªan licitado 2.055 millones de euros, cerca de 350.000 millones de pesetas. Desde que usted es presidente, algo menos de 39 millones de euros, es decir, el 1,9 de lo licitado por el Partido Popular.
Adem¨¢s, han paralizado, como sabe la ministra de Fomento, obras ya licitadas y, por si fuera poco, han insultado a los gallegos.
Se?or¨ªas, el tiempo tasado de esta intervenci¨®n impide tocar otros aspectos relacionados con la gesti¨®n de este a?o de Gobierno. Un periodo de tiempo, a mi entender, que ha tenido m¨¢s sombras que luces y, sobre todo, en el que usted, se?or Rodr¨ªguez Zapatero, ha generado unas situaciones de riesgo para nuestra convivencia que vamos a padecer de forma inmediata. No responsabilizo ni culpo al Gobierno de todos los males o todas las tragedias. No soy de los que piensa piove, ?porco governo!? o si no llueve tambi¨¦n ?porco governo!. No me lo permiten ni mi experiencia en la vida p¨²blica ni mi talante, porque yo, humildemente, tambi¨¦n tengo mi talante, se?or¨ªas.
S¨ª, s¨ª. Y haciendo uso del mismo, afirmo solemnemente, por ejemplo, que ni el actual Gobierno ni el se?or Rodr¨ªguez Zapatero tienen la menor responsabilidad en la prolongada ausencia de lluvias, pero con el mismo talante le dir¨¦ que, si no es el responsable de que no llueva, s¨ª lo es de la imprevisi¨®n y de las consecuencias graves de paralizar el Plan Hidrol¨®gico Nacional.
Si en algunas tierras de Espa?a la sequ¨ªa va camino de convertirse en una tragedia, la responsabilidad ser¨¢ de usted, se?or Rodr¨ªguez Zapatero, porque indiferente a los secarrales y con la complacencia de su Gobierno el Ebro sigue vertiendo al mar todos los d¨ªas 380.000 litros de agua por segundo, y a ver c¨®mo les explica usted esto a los regantes de Castell¨®n, Valencia, Alicante, Murcia, Almer¨ªa o Andaluc¨ªa. A ver c¨®mo lo explica.
Se?or Rodr¨ªguez Zapatero, esta ma?ana, tras un repaso a la gesti¨®n del Gobierno, cargado de autocomplacencia y traspasando los l¨ªmites del autobombo, ha anunciado tambi¨¦n S.S. un gran n¨²mero de iniciativas. ?Se da usted cuenta de que se pasa la vida hablando de planes y de intenciones? Es usted infatigable inaugurando promesas. Me las cuenta el a?o que viene, si es que se concretan, que ya nos vamos conociendo.
Ahora, vamos a dejar estas cuestiones concretas y vamos a hablar de Espa?a. Se lo dir¨¦ con el mejor talante: lo que S.S. est¨¢ haciendo con Espa?a es muy grave. Ha creado un gran desorden, ha desatado expectativas imposibles de atender, ha sembrado a toda Espa?a de inquietud y, a todo esto, nadie ha conseguido averiguar qu¨¦ pretende usted, ad¨®nde nos lleva y qu¨¦ quiere hacer con Espa?a. Habla poco, como quien no se atreve a confesar sus intenciones, lleva sus cosas a la chita callando y cuando habla lo pone peor, porque nos dice que no ve claras las diferencias entre soberan¨ªa y autonom¨ªa, ni siquiera aprecia las diferencias -que tiene gracia- entre naci¨®n, nacionalidad o comunidad nacional. Me sorprende mucho que este debate siga llam¨¢ndose del estado de la Naci¨®n, porque debe sonarle a usted rar¨ªsimo. No sabr¨¢ usted de qu¨¦ estamos hablando. Imagino que se siente como quien debate sobre una inc¨®gnita. Se?or¨ªa, es usted un monumento a la indecisi¨®n que se deja arrastrar por los acontecimientos y por el se?or Maragall. Se ha embarcado en una aventura que sobrepasa su capacidad y su experiencia. No tiene un plan ni alberga una idea realista de Espa?a ni sabe a ciencia cierta c¨®mo acabar¨¢ esta locura. Se?or Rodr¨ªguez Zapatero, no tiene usted ni siquiera una cierta idea de Espa?a. Lo ¨²nico que est¨¢ claro, se?or¨ªa, es que hace un a?o se puso voluntariamente en manos de nacionalistas radicales, que ha hecho muchas promesas a la ligera, que tiene que empezar a pagar sus compromisos, que ahora no sabe c¨®mo salir del l¨ªo que ha organizado en Catalu?a cuando prometi¨® aceptar cualquier cosa, cualquiera, sin tocar ni una coma, que aprobase el Parlamento de Catalu?a.
Y ahora, para tapar este embrollo, planea otro mucho m¨¢s grave en el Pa¨ªs Vasco. Gracias a su talante y a su vocaci¨®n por arreglar las cosas en dos tardes ha multiplicado las exigencias de los nacionalistas y ha sembrado Espa?a de crispaci¨®n, pero esto no es todo. Lo peor es que usted se ha convertido en parte del problema. No se limita a ser condescendiente con el nacionalismo, se suma a ellos, como ha hecho en Catalu?a, en el Pa¨ªs Vasco y en Galicia. ?Contra qui¨¦n, se?or¨ªa? ?Contra qui¨¦n? ?Cu¨¢l es ese adversario que comparte con los nacionalistas? ?Espa?a? ?La Constituci¨®n espa?ola? ?Contra qui¨¦n se asocia? ?Contra el Partido Popular? ?No me diga que con tal de derrotar al Partido Popular es capaz de dar usted satisfacci¨®n a los nacionalistas, de renegar incluso de la idea de naci¨®n como entorno de solidaridad que ustedes y nosotros hemos compartido siempre? Tienen raz¨®n los que dicen que usted ha dejado de pensar en Espa?a. Ha puesto usted la naci¨®n en almoneda y se propone descoyuntar lo que haga falta con tal de que le ayuden a conservar el poder. No le importa el precio. Por ejemplo, esta ma?ana nos enteramos que ha dado un paso m¨¢s en el proceso de ruptura de todo lo que nos une como naci¨®n: la justicia. Usted ha anunciado el fin de una justicia igual para toda Espa?a y a cambio nos ofrece 17 justicias distintas en funci¨®n del lugar donde se viva. El fin de la cuesti¨®n, se?or Rodr¨ªguez Zapatero, al servicio de otros intereses.
Hablemos de la financiaci¨®n de las comunidades aut¨®nomas. Es sabido que S.S. distribuye a las mercedes con desenvoltura. Ello responde en parte al desprendido talante que le caracteriza, en parte a su incapacidad para decir que no a sus valedores y sobre todo al horror que le produce cualquier responsabilidad. No se atreve a decir que no. Por eso ni dice ni deja de decir, pero deja creer. Nunca es claro ni tajante y eso alienta determinadas iniciativas de otros por disparatadas que estas sean. Usted es el responsable de que germinen y maduren las peligrosas enso?aciones que cultiva el se?or Maragall, usted las deja crecer sin salirles al paso porque S.S. es muy fuerte con los d¨¦biles y muy d¨¦bil con quienes le chantajean.
Y ya que usted no es capaz de resolver los problemas que usted mismo crea, traslada la patata caliente a la conferencia de presidentes para que sean ellos quienes digan no al se?or Maragall, pero usted no se moja. ?Tiene alguna posici¨®n el Gobierno en este terreno? ?Tendr¨ªa usted la bondad de revel¨¢rnosla? La nuestra no ofrece dudas. Estamos en la Constituci¨®n, defendemos los principios constitucionales y la Constituci¨®n no considera federalismos, asimetr¨ªas o privilegios. Nosotros tampoco, se?or¨ªas. Usted, que parece darle la raz¨®n al se?or Maragall cuando alega que la solidaridad de Catalu?a es excesiva, hace como que se distrae, que se olvida de que la cuesti¨®n social es un pilar b¨¢sico de nuestra convivencia. No se distraiga, se?or¨ªa, porque es cierto que el sistema econ¨®mico espa?ol podr¨ªa sobrevivir con grandes diferencias de renta en nuestras regiones, lo que no sobrevivir¨ªa es la idea de Espa?a como naci¨®n y all¨ª donde no existe un entorno de solidaridad entre personas y territorios no existe naci¨®n.
?Se da usted cuenta, se?or presidente, de que sea cual sea el problema que nos ocupa siempre sale a la luz la misma forma de gobernar? No sabe usted a d¨®nde quiere ir, no tiene planes, no asume ninguna responsabilidad, menosprecia a las mayor¨ªas y se olvida de los valores. Supongo que es muy duro tener que hacer tantos equilibrios para sujetarse al poder. Debo a?adir, a prop¨®sito de la financiaci¨®n, que su sinton¨ªa con el tripartito y la del tripartito con usted est¨¢ contribuyendo a enconar las relaciones entre Catalu?a y el resto de Espa?a. Me gustar¨ªa pensar otra cosa, pero da la impresi¨®n de que a usted no le disgusta. Yo, se?or presidente, me niego a que ustedes consoliden una imagen negativa de Catalu?a y de los catalanes, porque no es justo, se?or¨ªa. Son much¨ªsimos los catalanes que no comparten los delirios ni la insolidaridad de sus amigos del tripartito. Existe una Catalu?a abierta, moderada, proyectada al exterior, solidaria y hospitalaria, que nada tiene que ver con esa Catalu?a ensimismada, cerrada, ego¨ªsta y antip¨¢tica que los amigos de usted nos ofrecen.
No es Catalu?a, se?or presidente, no son los catalanes, sino algunos correligionarios o aliados suyos los que intentan evitar que la ciudad de Madrid consiga los Juegos Ol¨ªmpicos de 2012, los que menosprecian a los murcianos cuando afirman que no saben administrar su agua o los que insultan al conjunto de espa?oles dici¨¦ndoles que chupan del bote. Los problemas de Catalu?a deben resolverse sin agravios comparativos, sin agresividad y conciliando los intereses de todos. Ni usted ni nadie podr¨¢ resolver nada atendiendo a los caprichos y a la irracionalidad de quienes no piensan m¨¢s que en la confrontaci¨®n, en el desapego y en la ruptura. A todo esto, se?or¨ªa, ?qu¨¦ esta haciendo en el Pa¨ªs Vasco? ?Qu¨¦ oscuros enjuagues se trae con el se?or Ibarretxe? Me llaman la atenci¨®n tres hechos muy alarmantes. El primero es que Batasuna ha regresado al Parlamento Vasco para quedarse y usted, que pod¨ªa haberlo impedido, no ha hecho nada. El segundo es que el se?or Ibarretxe recibe en su despacho a los representantes de ETA para tratar sobre el futuro de Espa?a. El tercero es que el se?or L¨®pez tambi¨¦n se presta a recibirlos y usted, de todo esto, no tiene nada que comentar. Esto es dar mucho el cante, se?or¨ªa. ?Ser¨¢ cierto que los ha dejado entrar porque quiere pactar con ellos el futuro de Espa?a? ?Ser¨¢ cierto que usted, Otegui e Ibarretxe se proponen enga?arnos a todos? Tal vez por eso utilizan ustedes de repente el mismo lenguaje de Otegui, con sus mismas expresiones: normalizaci¨®n, pacificaci¨®n, apertura de un proceso de paz, hoja de ruta, definici¨®n del marco pol¨ªtico. Se han puesto ustedes a hablar en batasuno. Incluso han tomado de ETA la idea de las dos Mesas. Lo que condenaban en Lizarra lo aprueban aqu¨ª. Digo mal, no solo lo aprueban, sino que lo hacen suyo: qu¨¦ vueltas da la vida, se?or¨ªa. Ha dicho usted que est¨¢ dispuesto a llegar hasta el final, usted. No s¨¦ si lo sabe, pero eso para sus compa?eros de esas Mesas significa -para ellos- que usted est¨¢ dispuesto a saltarse la Constituci¨®n, fulminar la Ley de Partidos, deshacer el Pacto antiterrorista, legalizar a Batasuna, indultar a los asesinos, amordazar a las v¨ªctimas y entrometerse en Navarra. S¨ª, se?or¨ªa, eso es lo que entienden. Usted tambi¨¦n dice que todos tenemos que partir de cero y a?ade que est¨¢ dispuesto a aprobar -usted- cualquier Estatuto que le env¨ªe la Mesa del Parlamento Vasco con tal de que lo suscriban dos tercios de los parlamentarios, es decir, el PNV, ETA y el PSOE. Como dice Otegui: si el PP va a ser un lastre en el proceso, mejor soltarlo. Si hemos de llamar a las cosas por su nombre, se?or¨ªa, esto que usted se dispone a promover es el mismo Lizarra de antes con dos novedades: la primera es usted y la segunda es que lo van a hacer en Vitoria. Estamos ante un Lizarra con PSOE y disfrazado de ley del Parlamento Vasco. Ya tiene ETA sus dos Mesas: una para tratar de las armas, los presos y los perdones y otra, con el se?or L¨®pez, para escribir la nueva Constituci¨®n de Euskal Herria y en ambas estar¨¢ ETA que abrir¨¢ las sesiones con una tregua y cuando convenga las cerrar¨¢. Lo m¨¢s gracioso, se?or¨ªa -si es que algo de esto tiene gracia-, es que con esas melifluas palabras, a las que ya nos vamos acostumbrando, reafirma usted su lealtad en esta C¨¢mara al Pacto por las libertades y contra el terrorismo en el que espera que yo le acompa?e. Yo soy leal al pacto, se?or¨ªa, lo reafirmo. S¨ª, s¨ª, lo reafirmo y lo suscribo, me gustar¨ªa mucho ser leal con usted, pero no se lo puedo asegurar, porque no s¨¦ d¨®nde est¨¢ S.S. Constato que no est¨¢ con las directrices del pacto. El pacto rechaza cualquier final de ETA que no sea la derrota; estoy de acuerdo, usted por el contrario ha renunciado a la derrota. El pacto no permite pactar con los terroristas; estoy de acuerdo, usted por el contrario busca una negociaci¨®n con ellos. El pacto ni siquiera permite negociar con quien pacte con los terroristas; estoy de acuerdo, usted por el contrario busca un acuerdo para negociar con los terroristas.
El pacto rechaza cualquier precio por la paz; yo estoy de acuerdo. Usted, por el contrario, est¨¢ dispuesto a que paguemos un precio por lo que nos han robado. A m¨ª no me molesta el pacto, se?or¨ªa, es a usted a quien le estorba porque le impone una direcci¨®n que no le gusta y le exige una pol¨ªtica antiterrorista con la que no est¨¢ de acuerdo. Es usted quien se ha propuesto cambiar de direcci¨®n, traicionar a los muertos y permitir que Eta recupere las posiciones que ocupa antes de su arrinconamiento. S¨ª, se?or presidente, y de hecho ya ha pagado un anticipo; ha dejado una se?al para que los terroristas conf¨ªen en usted; ha permitido que los representantes de Eta ocupen sus esca?os en el Parlamento vasco. S¨ª, s¨ª, s¨ª. Lo que usted me pide no es que sea leal con el pacto, que ya lo soy, sino que lo abandone, que le acompa?e a usted, que le cubra la espalda y que bendiga su traici¨®n al pacto. No cuente con eso, se?or Rodr¨ªguez Zapatero. No cuente con eso. Yo estoy y voy a continuar con el esp¨ªritu y en la letra del pacto por las libertades y contra el terrorismo. Ah¨ª es donde usted puede encontrarme siempre que lo desee y desde ah¨ª le digo que no voy a respaldar que se negocie el futuro de Espa?a con los enemigos de Espa?a; no voy a recomendar que se pague un precio por la paz; no voy a firmar el armisticio de la derrota y no voy a humillar la dignidad de los espa?oles. Lo siento mucho, se?or Rodr¨ªguez Zapatero, pero no puedo acompa?arle porque con uno de nosotros dos que pierda la cabeza ya es bastante, se?or¨ªas. No pida usted que la perdamos todos. Por cierto, me ha dicho usted esta ma?ana que debo ser leal al Gobierno como lo fue usted, no es as¨ª. Usted no fue leal al Gobierno; usted fue leal a la pol¨ªtica que se?ala el pacto, que era una pol¨ªtica eficaz como ninguna, que ha dejado a la banda terrorista en la peor situaci¨®n de su historia, sin dinero, sin partido, sin Europa y sin atentados. Usted apoy¨® al Gobierno para que hiciera esa pol¨ªtica, que es la que usted hab¨ªa suscrito y usted se comprometi¨® a que, si Espa?a cambiaba el Gobierno, no cambiar¨ªa la pol¨ªtica antiterrorista. Si quiere que yo haga lo mismo que hizo usted, empiece por hacer lo mismo que yo hac¨ªa antes: actuar teniendo siempre claro que el objetivo es la derrota del terrorismo.
Termino, se?or¨ªas. Se lo dije al principio, se?or Rodr¨ªguez Zapatero: este a?o ser¨¢ recordado no por lo que usted ha hecho, que ha sido poco, sino por lo mucho que ha puesto en riesgo. Gracias a las rentas algunas cosas siguen marchando por fortuna m¨¢s o menos bien, aunque ya se levantan brumas en el horizonte. S¨ª. Este es el caso de la econom¨ªa del empleo, de la seguridad social o el bienestar de los espa?oles. Pero usted, se?or Rodr¨ªguez Zapatero, se ha empe?ado en ponerlo todo patas arriba: la Constituci¨®n, los estatutos, la financiaci¨®n de las comunidades aut¨®nomas o nuestra propia historia. Usted ha generado muchas divisiones; ha crispado a muchos; ha provocado muchas incertidumbres, dudas, inquietudes y riesgos para el futuro. Usted recibi¨® un pa¨ªs que progresaba en el orgullo de s¨ª mismo y de su unidad en torno a la Constituci¨®n, un pa¨ªs que exhib¨ªa ante Europa y el resto del mundo una prosperidad econ¨®mica y una estabilidad institucional envidiables, un pa¨ªs con enormes posibilidades de avance en todas las direcciones. Le ha bastado a usted un a?o para transformar el orgullo en resignaci¨®n, el progreso en estancamiento y la confianza en inquietud. Lo bueno de las democracias, se?or¨ªa, es que son los ciudadanos quienes deciden y que cuando pueden comparar saben escoger lo que m¨¢s les conviene. Aplaudan esto tambi¨¦n, aplaudan esto. Hace un a?o no pudieron comparar porque usted no hab¨ªa gobernado jam¨¢s; ahora s¨ª pueden. Los espa?oles despu¨¦s de este a?o comienzan a conocerle, se?or¨ªa, y me alegro porque es una condici¨®n necesaria para que las cosas se corrijan y Espa?a recupere su rumbo. Se?or presidente, se?or¨ªas, muchas gracias.
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